INVITACION A LOS SOCIOS Y AMIGOS DE LA SBCH
PUBLICACIÓN El libro como objeto de arte:
Sofía Sanfuentes, en la tradición de los cuadernos de viaje
"Atacama", obra de gran formato escrita a mano e ilustrada por Sofía Sanfuentes, recuerda el estilo de los cuadernos de viajeros del siglo XVIII y XIX. Se lanza mañana (lunes 13 de septiembre de 2010) en la Corporación Cultural de Las Condes.
Marilú Ortiz de Rozas
El Marcurio Artes y Letras Santiago de Chile
domingo 12 de septiembre de 2010
Actualizado a las 6:25 hrs.
"El camino -labrado en sal- es tan precario, que parece que nuestro auto en cualquier momento se va a desmoronar. Tal como los muros de la casa abandonada, centellea al sol. Al costado de la casa, hay numerosos corrales. Según Rudolph A. Philippi, paleontólogo y zoólogo alemán que emigró a Chile en 1851, estas construcciones de piedra servían de refugio contra el viento, el polvo y la arena". Sofía Sanfuentes va describiendo así el comienzo de su excursión al Valle de la Luna. Luego nos cuenta que Philippi, cuando visitó la zona, debió guarecerse una noche en uno de esos corrales, cuya entrada estaba custodiada por dos burros disecados. Las próximas páginas incluyen delicadas acuarelas sobre las formaciones rocosas del valle y dibujos sobre diferentes anécdotas del viaje, entre ellas, la de los burros. En las anteriores, se aprecia una acuarela de una vista general de la iglesia de San Pedro de Atacama y detalles del altar, techumbre y ornamentos.
"Atacama" es su segunda obra publicada -la primera fue "Canal Beagle", en 1995- , pero ha realizado más de cuarenta cuadernos de viajes. Podrían leerse como bitácoras o crónicas viajeras ilustradas, donde se van combinando impresiones y apreciaciones sobre el paisaje, la gente y la arquitectura; con vivencias y datos recopilados en sus investigaciones bibliográficas.
Su formación de arquitecto aflora en la estilizada caligrafía con que escribe, de puño y letra, todo el texto del libro, así como en los croquis de obras y primeros planos de secciones de las construcciones patrimoniales de la zona. La artista aflora en las acuarelas y dibujos, tanto de naturaleza, como de casas, cementerios o iglesias. Se formó con Pedro Millar y Valentina Cruz, en dibujo, y con Lea Kleiner en acuarela. Ha realizado también numerosas exposiciones de estas obras, a partir de 1995.
"La tradición de los cuadernos de viajes proviene de Inglaterra, donde las mujeres partían con sus esposos en las travesías que emprendían hasta sus numerosas colonias", revela Sofía Sanfuentes. Ella se inició en esta afición por motivos similares, acompañando a su marido en diversos viajes de trabajo.
En los cinco continentes
Su primer cuaderno data de 1972, cuando vivía en Ciudad de México, cautivada por la riqueza de los edificios patrimoniales -allí comenzó sus estudios de arquitectura, que concluyó posteriormente en Santiago-. Sin embargo, el primero realizado en viaje propiamente tal, sucedió durante una invitación a un seminario en Venecia, donde se dedicó a pintar, dibujar y contar la ciudad de los canales, en vez de escuchar conferencias. Desde entonces, se transformó en una pasión, que comparte "con paciencia", gran parte de su familia. Los ha realizado en diversos países de Europa, Asia, América, Oceanía y África (Egipto). Pero también a lo largo y ancho de Chile, del extremo austral, al desierto. "En el norte las acuarelas se secan casi al instante, en cambio en el sur, quedan húmedas mucho tiempo", expresa, mientras prepara una próxima excursión al Parque Nacional "Llanos de Challe", en la costa de Huasco.
"Uno ve diferente cuando dibuja. Y pasan otras cosas. La gente se empieza a acercar, comenta, propone ideas. Incluso una vez, en las afueras de Atenas, me permitieron ingresar al Monasterio Kessariani, que estaba cerrado, sólo porque vieron que estaba con lápices, pluma y pinceles en mano", revela la autora.
Carlos Aldunate, director del Museo Chileno de Arte Precolombino y presentador del libro, agradece "el rescate que Sofía Sanfuentes ha efectuado de una tradición que data de los siglos XVIII y XIX, con Graham, Humboldt, Gay, Frezier, Philippi y tantos otros. Hoy vuelve a ponerse de moda, en particular en Inglaterra, donde nace. A la vez, la ilustración, tan bellamente lograda, permite aportar datos más profundos o precisos que la fotografía". Aldunate destaca que la temática del viaje está muy bien abordada y que Atacama, como geografía, como cultura, "tiene una potencia extraordinaria".
Bitácora de viaje
El cuaderno de Atacama se gestó hace más de una década, durante dos viajes realizados en el año 1999 a San Pedro de Atacama y sus alrededores. Todas las acuarelas y dibujos fueron realizados "en terreno", la mayoría de los textos, durante la noche. Se transformó en libro cuando el empresario Pedro Ibáñez se entusiasmó con la idea de una publicación de esta naturaleza. Pero la pidió en inglés. Un profesional la tradujo y su autora la reescribió, conservando el formato (de 22 x 29 cms) y diseño del original, que ella realiza en unos cuadernos especiales, de tapa dura y papel de ph neutro, que trae de Estados Unidos. Los escribe e ilustra por un solo lado de la hoja, "para evitar transparencias" y además de las acuarelas, incluye cartografía y obra gráfica realizada con lápices de colores y pluma fuente. Consta de 176 páginas y se hizo un tiraje de 1500 ejemplares.
Sofía Sanfuentes, en la tradición de los cuadernos de viaje
"Atacama", obra de gran formato escrita a mano e ilustrada por Sofía Sanfuentes, recuerda el estilo de los cuadernos de viajeros del siglo XVIII y XIX. Se lanza mañana (lunes 13 de septiembre de 2010) en la Corporación Cultural de Las Condes.
Marilú Ortiz de Rozas
El Marcurio Artes y Letras Santiago de Chile
domingo 12 de septiembre de 2010
Actualizado a las 6:25 hrs.
"El camino -labrado en sal- es tan precario, que parece que nuestro auto en cualquier momento se va a desmoronar. Tal como los muros de la casa abandonada, centellea al sol. Al costado de la casa, hay numerosos corrales. Según Rudolph A. Philippi, paleontólogo y zoólogo alemán que emigró a Chile en 1851, estas construcciones de piedra servían de refugio contra el viento, el polvo y la arena". Sofía Sanfuentes va describiendo así el comienzo de su excursión al Valle de la Luna. Luego nos cuenta que Philippi, cuando visitó la zona, debió guarecerse una noche en uno de esos corrales, cuya entrada estaba custodiada por dos burros disecados. Las próximas páginas incluyen delicadas acuarelas sobre las formaciones rocosas del valle y dibujos sobre diferentes anécdotas del viaje, entre ellas, la de los burros. En las anteriores, se aprecia una acuarela de una vista general de la iglesia de San Pedro de Atacama y detalles del altar, techumbre y ornamentos.
"Atacama" es su segunda obra publicada -la primera fue "Canal Beagle", en 1995- , pero ha realizado más de cuarenta cuadernos de viajes. Podrían leerse como bitácoras o crónicas viajeras ilustradas, donde se van combinando impresiones y apreciaciones sobre el paisaje, la gente y la arquitectura; con vivencias y datos recopilados en sus investigaciones bibliográficas.
Su formación de arquitecto aflora en la estilizada caligrafía con que escribe, de puño y letra, todo el texto del libro, así como en los croquis de obras y primeros planos de secciones de las construcciones patrimoniales de la zona. La artista aflora en las acuarelas y dibujos, tanto de naturaleza, como de casas, cementerios o iglesias. Se formó con Pedro Millar y Valentina Cruz, en dibujo, y con Lea Kleiner en acuarela. Ha realizado también numerosas exposiciones de estas obras, a partir de 1995.
"La tradición de los cuadernos de viajes proviene de Inglaterra, donde las mujeres partían con sus esposos en las travesías que emprendían hasta sus numerosas colonias", revela Sofía Sanfuentes. Ella se inició en esta afición por motivos similares, acompañando a su marido en diversos viajes de trabajo.
En los cinco continentes
Su primer cuaderno data de 1972, cuando vivía en Ciudad de México, cautivada por la riqueza de los edificios patrimoniales -allí comenzó sus estudios de arquitectura, que concluyó posteriormente en Santiago-. Sin embargo, el primero realizado en viaje propiamente tal, sucedió durante una invitación a un seminario en Venecia, donde se dedicó a pintar, dibujar y contar la ciudad de los canales, en vez de escuchar conferencias. Desde entonces, se transformó en una pasión, que comparte "con paciencia", gran parte de su familia. Los ha realizado en diversos países de Europa, Asia, América, Oceanía y África (Egipto). Pero también a lo largo y ancho de Chile, del extremo austral, al desierto. "En el norte las acuarelas se secan casi al instante, en cambio en el sur, quedan húmedas mucho tiempo", expresa, mientras prepara una próxima excursión al Parque Nacional "Llanos de Challe", en la costa de Huasco.
"Uno ve diferente cuando dibuja. Y pasan otras cosas. La gente se empieza a acercar, comenta, propone ideas. Incluso una vez, en las afueras de Atenas, me permitieron ingresar al Monasterio Kessariani, que estaba cerrado, sólo porque vieron que estaba con lápices, pluma y pinceles en mano", revela la autora.
Carlos Aldunate, director del Museo Chileno de Arte Precolombino y presentador del libro, agradece "el rescate que Sofía Sanfuentes ha efectuado de una tradición que data de los siglos XVIII y XIX, con Graham, Humboldt, Gay, Frezier, Philippi y tantos otros. Hoy vuelve a ponerse de moda, en particular en Inglaterra, donde nace. A la vez, la ilustración, tan bellamente lograda, permite aportar datos más profundos o precisos que la fotografía". Aldunate destaca que la temática del viaje está muy bien abordada y que Atacama, como geografía, como cultura, "tiene una potencia extraordinaria".
Bitácora de viaje
El cuaderno de Atacama se gestó hace más de una década, durante dos viajes realizados en el año 1999 a San Pedro de Atacama y sus alrededores. Todas las acuarelas y dibujos fueron realizados "en terreno", la mayoría de los textos, durante la noche. Se transformó en libro cuando el empresario Pedro Ibáñez se entusiasmó con la idea de una publicación de esta naturaleza. Pero la pidió en inglés. Un profesional la tradujo y su autora la reescribió, conservando el formato (de 22 x 29 cms) y diseño del original, que ella realiza en unos cuadernos especiales, de tapa dura y papel de ph neutro, que trae de Estados Unidos. Los escribe e ilustra por un solo lado de la hoja, "para evitar transparencias" y además de las acuarelas, incluye cartografía y obra gráfica realizada con lápices de colores y pluma fuente. Consta de 176 páginas y se hizo un tiraje de 1500 ejemplares.
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