Mauricio Rojas tiene 62 años y ha pasado más de la mitad de su vida fuera de Chile, del cual partió exiliado en 1974. Profesor y Doctor en Historia Económica en la Universidad de Lund, fue elegido diputado por el Partido Liberal de Suecia, ocupando un escaño por dos períodos consecutivos entre el 2002 y el 2008
DF.cl Viernes 26 de octubre de 2012
Santiago
Viernes 26 de octubre de 2012 | 05:00mauricio rojas, ex diputado en suecia
“Los movimientos sociales son momentos mentalmente necesarios”
Invitado por el aniversario de Libertad y Desarrollo, este chileno -ex parlamentario del Partido Liberal sueco- entrega su análisis sobre la crisis europea y la visión que se tiene de Chile en ese continente.
Por Patricia Arancibia Clavel
Mauricio Rojas tiene 62 años y ha pasado más de la mitad de su vida fuera de Chile, del cual partió exiliado en 1974. Profesor y Doctor en Historia Económica en la Universidad de Lund, fue elegido diputado por el Partido Liberal de Suecia, ocupando un escaño por dos períodos consecutivos entre el 2002 y el 2008. Invitado por Libertad y Desarrollo a la celebración de su vigésimo segundo aniversario. Sencillo y claro para exponer sus posiciones, ha sido un testigo privilegiado del auge y caída del Estado de Bienestar de Europa y de las dificultades que hoy enfrenta el Viejo Continente. De paso por Chile, nos recibe cordialmente para darnos su visión. - ¿Cuál es la imagen que actualmente tiene Chile en Europa? - Sin excepción es muy buena. Sin duda, es visto como el país más serio de América Latina, un país que funciona y que resalta por la falta de corrupción y calidad de sus instituciones. Y es que Chile lo ha hecho bien, se le reconoce su avance hacia el desarrollo y su tremendo potencial, que comparado con otros países del continente como Argentina -donde la discontinuidad es la norma- se convierte en un lugar muy atractivo para la inversión y creación de empresas, pese al reducido tamaño de su mercado.
- ¿Hasta qué punto han afectado las manifestaciones sociales y estudiantiles de los dos últimos años? - Chile ha estado en la noticia, pero positivamente. Si las manifestaciones se hubieran realizado en otro país de América Latina, se habría dicho: “bueno, es casi normal que allí pasen cosas de este tipo”. Pero como la reputación del país es muy buena y los resultados económicos espectaculares, hay cierta sorpresa e interés por saber qué está pasando. La interpretación mayoritaria es que es consecuencia de su desarrollo.
- ¿Y tú compartes esa visión? - Absolutamente. Yo le he llamado “el malestar del éxito” y tiene que ver con lo que en EEUU se llamó “la revolución de las expectativas crecientes.” Cuando un país comienza a dejar atrás la pobreza, a crecer, a abrir nuevos espacios y ampliar las posibilidades de sectores que nunca habían tenido acceso a la educación superior y a ciertos bienes, crecen las expectativas, se quiere más y todo eso es porque se ha pasado a otra etapa.
- ¿No crees más bien que es el modelo económico el que está en juego? - Se puede ver así aparentemente, pero no creo que la gente esté por cambiar el modelo. ¡Si supieran lo que es el otro modelo! Esta es una protesta que no tiene una dirección clara a no ser que se piense de verdad que Cuba pueda ser un ejemplo, como lo dice Camila Vallejo. No hay una alternativa. Yo comparo lo que ocurre en Chile con el “mayo del ‘68”, esa tremenda revolución cultural, social de jóvenes que vivieron un tiempo único de paz y de progreso después de la guerra. Nunca Europa tuvo una calidad de vida mejor como en aquel tiempo, pero llegó un momento que se rebelaron exactamente como en Chile, contra todo: el sistema, una riqueza que ellos veían ilegítimamente creada. Era una crítica generacional, a sus padres, muchos de los cuales habían sido colaboracionistas con los alemanes y que después se habían esforzado, trabajado y generado bienestar, una nueva riqueza que sus hijos miraban con desprecio por haber sido parte de un momento histórico vergonzoso. Como el modelo fue instaurado aquí en la dictadura, el proceso de mala conciencia a largo plazo se replica… Con todo, en Europa no cambió nada importante, el movimiento modernizó las costumbres, pero no cambió aquella realidad por la cual se protestaba.
- Es decir, a tu juicio estos movimientos en Chile son parte de un proceso…
- Sí, y un momento mentalmente necesario. La juventud tiene derecho de preguntarse y cuestionar el pasado, ser rebelde, pero estoy profundamente convencido que la gran mayoría de la población que está progresando y que va a seguir haciéndolo -porque Chile tiene adelante suyo sus mejores años- seguirá apoyando el modelo que le ha permitido llegar a desarrollarse.
Mauricio Rojas tiene 62 años y ha pasado más de la mitad de su vida fuera de Chile, del cual partió exiliado en 1974. Profesor y Doctor en Historia Económica en la Universidad de Lund, fue elegido diputado por el Partido Liberal de Suecia, ocupando un escaño por dos períodos consecutivos entre el 2002 y el 2008. Invitado por Libertad y Desarrollo a la celebración de su vigésimo segundo aniversario. Sencillo y claro para exponer sus posiciones, ha sido un testigo privilegiado del auge y caída del Estado de Bienestar de Europa y de las dificultades que hoy enfrenta el Viejo Continente. De paso por Chile, nos recibe cordialmente para darnos su visión. - ¿Cuál es la imagen que actualmente tiene Chile en Europa? - Sin excepción es muy buena. Sin duda, es visto como el país más serio de América Latina, un país que funciona y que resalta por la falta de corrupción y calidad de sus instituciones. Y es que Chile lo ha hecho bien, se le reconoce su avance hacia el desarrollo y su tremendo potencial, que comparado con otros países del continente como Argentina -donde la discontinuidad es la norma- se convierte en un lugar muy atractivo para la inversión y creación de empresas, pese al reducido tamaño de su mercado.
- ¿Hasta qué punto han afectado las manifestaciones sociales y estudiantiles de los dos últimos años? - Chile ha estado en la noticia, pero positivamente. Si las manifestaciones se hubieran realizado en otro país de América Latina, se habría dicho: “bueno, es casi normal que allí pasen cosas de este tipo”. Pero como la reputación del país es muy buena y los resultados económicos espectaculares, hay cierta sorpresa e interés por saber qué está pasando. La interpretación mayoritaria es que es consecuencia de su desarrollo.
- ¿Y tú compartes esa visión? - Absolutamente. Yo le he llamado “el malestar del éxito” y tiene que ver con lo que en EEUU se llamó “la revolución de las expectativas crecientes.” Cuando un país comienza a dejar atrás la pobreza, a crecer, a abrir nuevos espacios y ampliar las posibilidades de sectores que nunca habían tenido acceso a la educación superior y a ciertos bienes, crecen las expectativas, se quiere más y todo eso es porque se ha pasado a otra etapa.
- ¿No crees más bien que es el modelo económico el que está en juego? - Se puede ver así aparentemente, pero no creo que la gente esté por cambiar el modelo. ¡Si supieran lo que es el otro modelo! Esta es una protesta que no tiene una dirección clara a no ser que se piense de verdad que Cuba pueda ser un ejemplo, como lo dice Camila Vallejo. No hay una alternativa. Yo comparo lo que ocurre en Chile con el “mayo del ‘68”, esa tremenda revolución cultural, social de jóvenes que vivieron un tiempo único de paz y de progreso después de la guerra. Nunca Europa tuvo una calidad de vida mejor como en aquel tiempo, pero llegó un momento que se rebelaron exactamente como en Chile, contra todo: el sistema, una riqueza que ellos veían ilegítimamente creada. Era una crítica generacional, a sus padres, muchos de los cuales habían sido colaboracionistas con los alemanes y que después se habían esforzado, trabajado y generado bienestar, una nueva riqueza que sus hijos miraban con desprecio por haber sido parte de un momento histórico vergonzoso. Como el modelo fue instaurado aquí en la dictadura, el proceso de mala conciencia a largo plazo se replica… Con todo, en Europa no cambió nada importante, el movimiento modernizó las costumbres, pero no cambió aquella realidad por la cual se protestaba.
- Es decir, a tu juicio estos movimientos en Chile son parte de un proceso…
- Sí, y un momento mentalmente necesario. La juventud tiene derecho de preguntarse y cuestionar el pasado, ser rebelde, pero estoy profundamente convencido que la gran mayoría de la población que está progresando y que va a seguir haciéndolo -porque Chile tiene adelante suyo sus mejores años- seguirá apoyando el modelo que le ha permitido llegar a desarrollarse.
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