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Editor: Neville Blanc

Sunday, July 07, 2013

Pablo Huneeus : La extraña historia de mi familia

 
En Le Havre, junto a su padre, José Agustín Huneeus Salas (1906-1986), quien era ingeniero y músico.

 
"A la gente le gusta pensar que escribo a mano y que vivo en el sur. Por eso yo me he creado un sur imaginario", dice Huneeus, sentado en el escritorio de su abuelo Francisco Huneeus.

 
La extraña historia de mi familia Pablo Huneeus Editora Nueva Generación, Santiago, 2013, 174 páginas, $4.500.
 
 
Entrevista "La extraña historia de mi familia"
La memoria urgente de Pablo Huneeus

Aunque prefiere llamarlo "borrador" -"donde uno alcanza a corregir la ortografía, pero no los exabruptos"-, el nuevo libro del sociólogo y escritor chileno es una inmersión desesperada en los recuerdos de familia, en personajes y anécdotas que también marcaron la historia de nuestro país.

  María Teresa Cárdenas


Santiago de Chile
domingo 7 de julio de 2013
Actualizado a las 11:03 hrs.

El Mercurio Revista de Libros

  
La clave está en el epígrafe: "De repente vino la ola y todos nos separamos" (Consuelo Molina H., 14 años, ante el tsunami en que perdió a todos sus familiares). Nacido en Santiago el 8 de abril de 1940, el sociólogo y escritor Pablo Huneeus no tiene dudas sobre el hecho que desencadenó la escritura de su nuevo libro: "Fue la muerte de mi mamá, el 2 de octubre de 2002, día del tsunami emocional que nos lanzó a los hermanos mar adentro, lejos unos de otros. De seis que éramos, ahora solo me veo con Cecilia, la menor. Hay una etapa del duelo que da mucha rabia", cuenta en su casa de Lo Curro, literalmente en la punta del cerro, con una vista espectacular sobre Santiago y bien lejos de olas y corrientes que lo amenacen. Aunque no de las retroexcavadoras.

Ahí, "sobre el mismísimo escritorio" en el que su abuelo Francisco Huneeus Gana (1876-1958) "garrapateó" Por el orden social (1917) y La reforma universitaria (1923), entre otras obras, el nieto Pablo se dio a la tarea de poner orden en su historia familiar, recurriendo para ello a sus recuerdos, a documentos, libros, papeles y testimonios de parientes. La tarea le tomó diez años. "Son muchos personajes, lidiando con vientos de todos lados y en manos de un narrador inepto". El resultado fue La extraña historia de mi familia , publicada bajo su propio sello, Editora Nueva Generación, el mismo de títulos tan recordados como ¿Qué te pasó, Pablo? y La cultura huachaca , que ya cuenta con más de cuarenta ediciones.

La crítica social que lo ha caracterizado no está ausente, pero se expresa a través de los personajes y anécdotas. No en vano, Pablo Huneeus Cox pertenece a una extensa familia que por ambos costados le ha dado a Chile empresarios avant la lettre , políticos, escritores, sacerdotes e incluso héroes. Pero también seres a los que el autor denosta en un capítulo completo, como el de "La tía alcahueta" o "El hermano que habría preferido no tener". Por eso prefiere llamar "borrador" a este libro de memorias. "Primer borrador -explica-, donde uno alcanza a corregir la ortografía, pero no los exabruptos, esas iras que llevamos dentro y que pueden darle escalofríos al lector".

En el primer capítulo narra el trágico episodio de la muerte de su hermana Ana María, a los dos años, y dice que en él se funda esta "extraña historia de mi familia". "Escribí para tratar de entender -dice-. Por eso el libro abre con mi ángel de la guarda y cierra con mi hada madrina, Christiane Cassel (su ex cuñada), dos mujeres cuyos espíritus me rondan siempre".

En solo 174 páginas, el libro recorre más de un siglo de historia. "Existe una relación entre ese tsunami mental que se inicia con la muerte de mi mamá y la fiesta de jóvenes del final -explica-. Hay un proceso como de aceleración y destrucción de la historia y de lo que ha sido el país. Destrucción física, material, de casas muy bonitas, de barrios, de rincones, también de los valores, de la ética, de la familia, de la religión. Yo fui educado en el rito tridentino, ¡me sé la misa en latín! Es todo un proceso que se exacerba con el terremoto, que produce en la sociedad chilena un sentido de acabo de mundo, ahora o nunca, entonces tenemos que rajarnos, fiestas, comprar unos autos salvajes, presionar los negocios al máximo tolerable. Los edificios vienen avanzando y tú escuchas ese ruido, y todo eso me apura a mí también. Tengo que terminarlo ahora, porque si no va a llegar la retroexcavadora y se va a llevar todo. Y de ahí la aceleración del libro. Es un libro urgente de alguna manera".

-¿La memoria es tu defensa?

-¡Eeecco! El mismo instinto que te lleva a salvar al niño que se está ahogando. Tú te tiras al agua y lo tienes que salvar, aunque corras riesgos y no tienes tiempo de pensar si llevo el salvavidas, si tengo la preparación, si está terminado lo que voy a hacer, te tiras no más. Es un libro que me lancé a sacar antes de que este proceso me sepulte.

Así, descartando "solemnidades y maquillajes", el libro es "algo copuchento y al alcance de todos". Su impulso fue la franqueza, asegura. "Contar la firme, aunque duela. El mayor trabajo fue atenerme a la realidad, no al mito".

Dividido en doce capítulos, La extraña historia... también incluye la carta que el joven marino Vicente Zegers Recasens -sobrino de Isidora Zegers de Huneeus-, prisionero en Iquique después de combatir en la Esmeralda, le escribe a su padre en 1879. "Es mi manera de honrar a la patria -asegura Pablo Huneeus-. La leo y releo; es todo mar, valentía y lealtad a Chile. Así como otros esgrimen blasones y títulos, si algo de nobleza tengo, es por tener un pariente que combatió en la Esmeralda y que a los 17 años escribió la mejor crónica de nuestra historia".

Hijo y nieto de ingenieros -José Agustín y Francisco Huneeus-, respecto de los cuales no oculta su orgullo al mencionar todas las empresas, sociedades e iniciativas que lideraron, su madre fue la escritora Virginia Cox Balmaceda. "Su participación en la sociedad de escritores, su amistad con Alone, todo eso fue un mundo literario en el que me crié, pero la que me enseñó a escribir fue la tía Ester (Huneeus, Marcela Paz)", revela. A los siete años, él venía llegando de Estados Unidos con su familia y no sabía castellano. Apuntaba las moscas diciendo: look at these little airplanes!. "Alguien que toma las moscas por aviones le interesó a la tía, y me encomendó extraer de un montón de revistas americanas que me pasó, material apto para un semanario infantil", cuenta en su libro. Y anota: "gracias a haberse fijado en un niño feo, la llevo en mi corazón".

De otra tía más extravagante también tiene recuerdos. Y un libro en ciernes: Las antenas del destino , obras completas de Violeta Quevedo, seudónimo de Rita Salas Subercaseaux. "Ya lo tengo digitalizado, tal como ella lo escribió -cuenta, mientras se levanta a buscar el original, de 1951-. Porque después han salido ediciones medio matizadas. Ella era más desatinada que yo. De ella aprendí el desatino, escribir las cosas primero y pensarlas después".

-Dices que la depresión es el mal de la familia. ¿Cómo la sobrellevas?

-Aferrado por décadas a la misma mujer, Verónica (Crovari). Navegar, escribir, jardinear, todo sirve mientras ella esté cerca.

-¿Y cómo te sientes en este país que se ha democratizado pero que también ha olvidado la herencia republicana de algunos personajes que tú mencionas?

-Me siento en un país ocupado. Le encuentro vigencia a esos valores, a mi estilo, a la correcta ortografía, el respeto a la Real Academia, ya que usamos este idioma, usémoslo bien. Hay un interés vigente, sobre todo en los jóvenes, en la cultura correcta, en que les enseñen bien. En ese sentido creo que gran parte del movimiento estudiantil es por lo que me pasa a mí. Tienen el pálpito de que esta cuestión no está bien enseñada, que no está "bien pelado el chancho". Saben que hay una pérdida del patrimonio cada vez que destruyen una casona o que hacen una carretera por encima de un parque. Lo resienten.

Tal como lo ha hecho durante años, Pablo Huneeus sigue tocando la campana cada vez que vende un ejemplar. Pero ha cambiado de escenario. A la Feria del Libro de la Estación Mapocho dejó de ir a principios de los 2000. "El stand es muy caro. Y además se cobra por entrar. Mi público es otro. Esta más en los malls, en la venta masiva. Lo que pasa es que el libro barato tiene un mercado infinito, es lo que los economistas llaman elasticidad de la demanda. Y reflexiona: "Me siento más hermanado a mi público, gente sencilla, que a mucho pariente intelectual. Cuando estoy con mi campana avivando la cueca y llega alguien que esgrime parentesco por aquí o por allá, sé que no me va a comprar ningún libro. Pero en Los Andes o Rancagua, agradecen que uno vaya".

-¿Cómo te manejas entre ese lado "industrioso y práctico" de los Huneeus y el lado "intuitivo y soñador" de los Cox que mencionas en tu libro?

-Ahí está la contradicción vital entre volarme escribiendo y mantener a flote mi propia editorial, entre arte y empresa, o si prefieres, entre despotricar contra los impuestos y mansamente pagar 19% de IVA al libro todos los meses.

"Hay un interés vigente, sobre todo en los jóvenes, en la cultura correcta, en que les enseñen bien".

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