NUESTROS CONSOCIOS OPINAN: CRISTIÁN BOZA
Cristián Boza: Arquitectura, poder y ciudad
Revista CA
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La oficina de Cristián Boza ocupa las dos plantas de un edificio ubicado en Callao, comuna de Las Condes. Un lugar agradable para vivir y trabajar. Una calle con poco tráfico, a pocos pasos del Metro, rodeada de árboles que -sobre todo en esta época- le dan al todo un agradable sentido de calma. De esa calma que sólo sabe dar la sombra en Santiago de Chile. Callao con El Bosque funciona como una especie de pequeño parque construido en perfecta comunión entre árboles, hormigón y vidrio. Callao con El Bosque funciona como la excusa urbana perfecta para instalar una oficina de arquitectos. No sabemos si por la mente de Boza pasó una reflexión similar, pero sí estamos seguros de que el lugar le acomoda, se siente bien en él, con gusto de recibir a clientes, amigos y a una tropa de asaltantes de tiempo libre, como nosotros. El privado de Boza ocupa prácticamente la totalidad del segundo piso de la oficina y es una mezcla entre oficina, biblioteca y taller. Al fondo, estantes con libros, en las paredes cuadros con croquis y fotografías de edificios famosos de Chile y el mundo. Planos y visiones de proyectos que fueron, y otros que quedaron en la propuesta. La identidad arquitectónica de Boza al desnudo decora esas paredes, la misma que le ha regalado el carácter de ecléctica a su obra y que lo ha llevado a recibir galardones de todo tipo y envergadura, como el Gran Premio de Arquitectura al Arquitecto Latinoamericano, que se llevó en agosto pasado. “Lo elige un grupo de 50 colegas de todo el mundo, quienes se reúnen dos días a deliberar hasta que definen a un ganador”, cuenta. Ahí lo eligieron. Eso es lo divertido. Yo estaba presente en el simposio. Y sabía que estaba en competencia. Pero competía con tantos monstruos que pensé que participaba de una carrera perdida, así que me retiré dos días antes. Y de regreso a Santiago se enteró. Exacto y tuve que volver a Río a recoger mi premio, que es uno de los más importantes a nivel mundial. Nunca pensé que iba a hacerme del galardón. Es agradable que tu trabajo sea reconocido por tus propios colegas. La arquitectura de Cristián Boza ha sido destacada por su eclecticismo.
Entre otras cosas. ¿Cómo podemos entender este eclecticismo?
Antes que nada, hay que entender lo ecléctica que es la arquitectura santiaguina, producto del choque de estilos, tendencias y el enfrentamiento de una serie de movimientos modernistas…Hagamos un paréntesis en este punto, ya que usted se refiere al modernismo. ¿Cómo se comprende el modernismo en la arquitectura?
Hay varias formas de abordarlo. Personalmente, creo que la más lúcida es analizando el momento histórico por el que cruza un país o un determinado segmento de la sociedad.Un ejemplo.Cuando Le Corbusier planteó la revolución modernista de su arquitectura, lo hizo como protesta a la decadencia de otros estilos, pero también como consecuencia de la post-guerra, proceso en el cual le costó muy poco imponer una nueva estética. Bueno, también hay que sumar el hecho de que Le Corbusier tenía una capacidad impresionante para transmitir sus ideas. Una anécdota, cuando vino a Sudamérica, desde el avión trazó planos reguladores para Río de Janeiro, Sao Paulo y Buenos Aires. El mito dice que apenas bajó del avión entregó los papeles con estas ideas a los urbanistas. Y algo de cierto debe haber, mal que mal, el plan de Río es en verdad una hoja dibujada a la rápida. Pero a lo que voy, puede que un arquitecto sienta la necesidad de dar un golpe a la cátedra, creando un nuevo movimiento o adueñándose de otro, pero esta revolución dependerá siempre de la continuidad histórica de donde esté parado. Y el modernismo fue y es eso, una conclusión estética, gatillada por lo que sucede alrededor.Otra perspectiva de la modernidad. Veamos la historia de Chile. Cuando Ambrosio O’Higgins contrató a Joaquín Toesca, lo hizo porque Santiago era una ciudad de adobe y arcilla, sin identidad urbana. Nuestra capital, a fines del siglo XVIII, estaba absolutamente desprovista de un hito. Lo que realizó Toesca fue levantar eso, hitos urbanos. ¿Cómo? Introduciendo la modernidad de la época a Santiago.Que en esa época era sinónimo de neoclásico.Exacto. Mira, Toesca llegó e impuso el neoclásico y con ello transformó la ciudad de Santiago. Pero junto con abrir esta puerta, se expandió a todos los estilos que venían de Europa, como el art nouveau. Fue un proceso muy rápido, ya que se tenía el apoyo del gobierno de la época. Los constructores, sedientos de encontrar una formalidad, reinterpretaron todo ese legado. Por algo tenemos una ciudad como Santiago Poniente, notable en la mezcla de su arquitectura, casi un pastiche de diversos movimientos y, por lo tanto, grandiosa en su eclecticismo.Entonces, el eclecticismo en Santiago parte y termina como un fenómeno histórico.Claro y se consolidó por la interacción de tres arquitectos notables de principios y mitad del siglo XX. Uno era Sergio Larraín García-Moreno, que llegó desde Europa con todo el ímpetu de la modernidad e hizo edificios como los de Santa Lucía, imbuidos en el más puro estilo vanguardista europeo, con una mano, mientras con la otra era capaz de cultivar el francés más sofisticado.Segundo ejemplo, Eduardo Costabal y Andrés Garafulic. Desarrollaron una arquitectura extraordinaria. Sólo hay que fijarse en la Clínica Santa María, antes de la ampliación, un preciosismo perfecto, lleno de detalles de la vanguardia alemana, casi fascista. A ellos se les debe el edificio antiguo de ferrocarriles, pero también una gran cantidad de casas francesas repartidas por Eleodoro Yáñez y Pocuro.Hay un detalle para nada menor y que se refiere a la influencia de los arquitectos italianos del Ducce. Antes de la Segunda Guerra Mundial, circuló bastante por las escuelas chilenas de arquitectura una revista llamada Arquitectura del sindicato del Ducce. Don Sergio Larraín me contaba que como no la podían mostrar, por todo el baño fascista que arrastraba, él, Costabal, Garafulic y otros andaban con la publicación bajo el brazo. Y la leían con la luz de una vela debajo de la cama para que nadie los sorprendiera.Y el tercer gran punto del eclecticismo arquitectónico es también el mejor de todos: Luciano Kulczewski. Un monstruo, un titán. Tenía una mano extraordinaria. Todos los planos los dibujaba a mano, en tela y tinta china. Se paseó por todos los estilos imaginados, desde el adams de calle Virginia Opazo hasta el más osado neogótico de la estación del funicular del San Cristóbal. Otros con resabios coloniales. Y art decó completo, como el famoso edificio de la gárgola frente al Parque Forestal. O la misma sede del Colegio de Arquitectos, que es un art nouveau refinado. Kulczewski trabajó con todos los cánones ortodoxos del tema. Es decir, Chile tiene una tradición de eclecticismo en su misma historia arquitectónica.Y la arquitectura de Boza…Mi arquitectura es ecléctica. Desde el punto de vista que no comienzo a analizar un estilo, sino que mi punto de entrada a una obra se basa en el lugar, los requerimientos del usuario y las condiciones climáticas. Es cosa de revisarla, una mezcla entre función práctica y estética. Mis edificios no son edificios que tengan una línea parecida. Claro, esto no es a propósito, sino porque yo me baso en las condiciones que rodean mis propuestas, el entorno, el espacio y el tiempo…El eclecticismo de Boza entonces, es fruto de la casualidad.Nunca mejor dicho.
Arquitectura y poder
“Desde mi punto de vista, la obra de arquitectura más interesante que tiene Santiago es el barrio cívico. Y con este ejemplo podemos desarrollar el tema de la relación existente entre poder y arquitectura. El barrio cívico es un proyecto que pretendía darle un sentido cívico, valga la redundancia, a la ciudad de Santiago. Hasta entrada la década de los ’40, la ciudad no tenía un espacio con carácter de civilidad, como sí existía en otras ciudades”, afirma Cristián Boza.¿Qué es lo que hace tan especial a esta obra?“Para empezar, su absoluta homogeneidad. Desde un inicio se pensó a partir de una perspectiva monumental, edificios que tenían que durar cien, quinientos, mil años. Es una obra impertérrita, zócalos y ventanas iguales. Gustavo Ross Santa María (ministro de hacienda entre diciembre de 1932 y marzo de 1937) quería darle un rostro de civilidad a la capital y Arturo Alessandri, entonces Presidente de la República, consiguió el apoyo público. Es muy interesante cómo se financió el proyecto, vendiendo títulos a cada edificio. A la Caja de Ahorros de Empleados Públicos y Periodistas se le propuso que invirtiera en inmuebles. Sin querer, esta magna obra inventó las AFP, la arquitectura las inventó.El barrio cívico ejemplifica muy bien la relación entre el poder y la arquitectura.Obviamente, detrás de lo que acabo de contar está el poder del Estado, que generó una instancia urbana precisa, maciza y concisa. Carlos Vera, el arquitecto responsable de la idea impulsada por Ross Santa María, fue un instrumento del poder del gobierno de la época. Sin la venia de este, jamás se habría podido realizar una obra de tal envergadura.¿Y qué ocurre con el tema del ego del arquitecto?Creo que Carlos Vera no tenía ningún ego, salvo ser un buen arquitecto. Miren el barrio cívico, nada de pretensión. Muy distinto es el caso de Brasilia, en Brasil, que prácticamente es una extensión del ego de Lucio Costa.¿Y el tema del ego de Boza en la Ciudad Judicial?Me atrevo a compararme con Carlos Vera en este punto, me limité a ser lo que soy, un arquitecto.Un buen arquitecto.
Ciudad Judicial, construyendo la justicia
“Gran parte de la razón por la que ganamos el proyecto de la Ciudad Judicial”, relata Cristián Boza, “es porque tiene dos connotaciones claves con la ciudad que para mí eran claves y así también lo entendió el jurado. Cómo insertar en Santiago un edificio de 140 mil metros cuadrados. Lo primero que entendimos fue que un edificio de ese tamaño debe ser único, que el habitante lea que es el edificio de la justicia y no la suma de varios. Esto es consecuencia del contexto. Al lado, tenemos edificios que nos marcaron la pauta, como la cárcel pública y la fábrica Yarur. Lo segundo, fue que se convirtiera en un lugar capaz de acoger a cualquier persona, más allá de si vive o no en el barrio”.¿Cómo se logró esto?El edificio tiene varias connotaciones respecto de la relación entre justicia y arquitectura. Nombraremos las más relevantes, que son aquellas que tienen que ver con la apropiación del edificio por parte de la ciudadanía. Esto pasa porque las bases lo indicaban de forma muy sutil, se hablaba de la transparencia de la justicia. ¿Cómo toma el arquitecto ese concepto? En la plaza interior del edificio, que es del tamaño de la Plaza de la Constitución, todos pueden entrar. La fachada del edificio es transparente. Desde todas partes se pueden ver los distintos juzgados. Por otro lado, la justicia tiene que ser protegida, por lo tanto hay sectores del edificio que son sumamente herméticos. La ciudad necesita de edificios únicos como La Moneda, que se pueden recorrer por todo su perímetro y a los cuales también se puede entrar. Que el interior de ese edificio acogiera a la ciudad, para el vecino, para quien quiera sentarse bajo un árbol. Esa fue una de las respuestas importantes al barrio. Lo otro fue de qué manera insertar al edificio dentro de una trama. Nos dimos cuenta que la trama del sector era muy regular, cuadriculada, ortogonal, no te digo que era el barrio Brasil, pero tenía una pequeña ley. Y en lo que respecta al edificio, esa ley era notable, conformada por la presencia de la calle La Fábrica, que parte en la estación Rondizzoni que, a su vez, es el punto de partida del Parque O’Higgins. Nos dimos cuenta que esa callecita, que unía la estación del Metro y el parque, era una interesante manera de insertar en una trama relativamente débil. Entonces planteamos el edificio con un gran zaguán, donde los inmobiliarios han vendido todo en la calle La Fábrica, donde en edificios de cuatro pisos se instalarán abogados, notarías, comercio, restaurantes.
Difusión de la arquitectura¿Cuál es el rol del arquitecto respecto de la difusión cultural de lo que hacen?Primero, los arquitectos a través de los medios de comunicación deben insistir en mostrar y hablar de arquitectura en todo ámbito, acercarse a la gente. Hay que conversar sobre el tema. Segundo, deben ofrecerle a la comunidad propuestas arquitectónicas en beneficio de todos. Pero lo que pasa es que estas propuestas son desarrolladas en su taller, a puertas cerradas, porque nadie está dispuesto a financiar estudios utópicos. Si el arquitecto es lo suficientemente hábil y el proyecto es interesante, seguro que conseguirá financiamiento.Como el proyecto que usted desarrolló para el río Mapocho.Ese es un ejemplo. Desde el primer peso, hasta el último, lo ha entregado Sebastián Piñera. Ahora estamos terminando la última parte del proyecto, es decir, las comunas del sur de la ciudad. Este proyecto se financia bajo el modelo de la ley de concesiones. Nosotros entregamos al oferente el anteproyecto con los planos y la ordenanza que estipulamos para el sector, un plan de regulaciones mínimas.Así como las carreteras interurbanas y urbanasSí, igual que la Costanera Norte. Este es un sistema muy interesante e inteligente que le ha dado a esta ciudad la posibilidad de modernizarse. Tengo una anécdota respecto al tema. Hace un tiempo me invitaron a la Primera Bienal de Arquitectura de La Habana. En la ocasión, expuse el proyecto del río Mapocho. Cuando termino de exponer, se pone de pie Eusebio Leal, que es el historiador de la ciudad, el encargado de las pocas remodelaciones que hacen, y me pregunta: “¿Pero cómo financia usted estos macroproyectos?”. Le recordé que tenemos un presidente socialista que tiene mucho más que ver con Castro que con Bush, o sea, que no trabajamos con el lado oscuro. También le conté que implementamos la ley de concesiones. Y él dice: “Pero eso no es revolucionario”. Le expliqué que se trata de traer plata de los capitalistas extranjeros y que no tienen por qué ser norteamericanos para mejorar tu país. Al terminar el evento, se me acercó para invitarme a tomar desayuno a su oficina. Cuando estábamos en eso, me pidió que le explicara el modelo. Al final, terminó muy interesado.
CRISTÓBAL DUMAY, FRANCISCO ORTEGA Y ALFREDO WITTIG / EQUIPO CA
Arquitectura y poder
“Desde mi punto de vista, la obra de arquitectura más interesante que tiene Santiago es el barrio cívico. Y con este ejemplo podemos desarrollar el tema de la relación existente entre poder y arquitectura. El barrio cívico es un proyecto que pretendía darle un sentido cívico, valga la redundancia, a la ciudad de Santiago. Hasta entrada la década de los ’40, la ciudad no tenía un espacio con carácter de civilidad, como sí existía en otras ciudades”, afirma Cristián Boza.¿Qué es lo que hace tan especial a esta obra?“Para empezar, su absoluta homogeneidad. Desde un inicio se pensó a partir de una perspectiva monumental, edificios que tenían que durar cien, quinientos, mil años. Es una obra impertérrita, zócalos y ventanas iguales. Gustavo Ross Santa María (ministro de hacienda entre diciembre de 1932 y marzo de 1937) quería darle un rostro de civilidad a la capital y Arturo Alessandri, entonces Presidente de la República, consiguió el apoyo público. Es muy interesante cómo se financió el proyecto, vendiendo títulos a cada edificio. A la Caja de Ahorros de Empleados Públicos y Periodistas se le propuso que invirtiera en inmuebles. Sin querer, esta magna obra inventó las AFP, la arquitectura las inventó.El barrio cívico ejemplifica muy bien la relación entre el poder y la arquitectura.Obviamente, detrás de lo que acabo de contar está el poder del Estado, que generó una instancia urbana precisa, maciza y concisa. Carlos Vera, el arquitecto responsable de la idea impulsada por Ross Santa María, fue un instrumento del poder del gobierno de la época. Sin la venia de este, jamás se habría podido realizar una obra de tal envergadura.¿Y qué ocurre con el tema del ego del arquitecto?Creo que Carlos Vera no tenía ningún ego, salvo ser un buen arquitecto. Miren el barrio cívico, nada de pretensión. Muy distinto es el caso de Brasilia, en Brasil, que prácticamente es una extensión del ego de Lucio Costa.¿Y el tema del ego de Boza en la Ciudad Judicial?Me atrevo a compararme con Carlos Vera en este punto, me limité a ser lo que soy, un arquitecto.Un buen arquitecto.
Ciudad Judicial, construyendo la justicia
“Gran parte de la razón por la que ganamos el proyecto de la Ciudad Judicial”, relata Cristián Boza, “es porque tiene dos connotaciones claves con la ciudad que para mí eran claves y así también lo entendió el jurado. Cómo insertar en Santiago un edificio de 140 mil metros cuadrados. Lo primero que entendimos fue que un edificio de ese tamaño debe ser único, que el habitante lea que es el edificio de la justicia y no la suma de varios. Esto es consecuencia del contexto. Al lado, tenemos edificios que nos marcaron la pauta, como la cárcel pública y la fábrica Yarur. Lo segundo, fue que se convirtiera en un lugar capaz de acoger a cualquier persona, más allá de si vive o no en el barrio”.¿Cómo se logró esto?El edificio tiene varias connotaciones respecto de la relación entre justicia y arquitectura. Nombraremos las más relevantes, que son aquellas que tienen que ver con la apropiación del edificio por parte de la ciudadanía. Esto pasa porque las bases lo indicaban de forma muy sutil, se hablaba de la transparencia de la justicia. ¿Cómo toma el arquitecto ese concepto? En la plaza interior del edificio, que es del tamaño de la Plaza de la Constitución, todos pueden entrar. La fachada del edificio es transparente. Desde todas partes se pueden ver los distintos juzgados. Por otro lado, la justicia tiene que ser protegida, por lo tanto hay sectores del edificio que son sumamente herméticos. La ciudad necesita de edificios únicos como La Moneda, que se pueden recorrer por todo su perímetro y a los cuales también se puede entrar. Que el interior de ese edificio acogiera a la ciudad, para el vecino, para quien quiera sentarse bajo un árbol. Esa fue una de las respuestas importantes al barrio. Lo otro fue de qué manera insertar al edificio dentro de una trama. Nos dimos cuenta que la trama del sector era muy regular, cuadriculada, ortogonal, no te digo que era el barrio Brasil, pero tenía una pequeña ley. Y en lo que respecta al edificio, esa ley era notable, conformada por la presencia de la calle La Fábrica, que parte en la estación Rondizzoni que, a su vez, es el punto de partida del Parque O’Higgins. Nos dimos cuenta que esa callecita, que unía la estación del Metro y el parque, era una interesante manera de insertar en una trama relativamente débil. Entonces planteamos el edificio con un gran zaguán, donde los inmobiliarios han vendido todo en la calle La Fábrica, donde en edificios de cuatro pisos se instalarán abogados, notarías, comercio, restaurantes.
Difusión de la arquitectura¿Cuál es el rol del arquitecto respecto de la difusión cultural de lo que hacen?Primero, los arquitectos a través de los medios de comunicación deben insistir en mostrar y hablar de arquitectura en todo ámbito, acercarse a la gente. Hay que conversar sobre el tema. Segundo, deben ofrecerle a la comunidad propuestas arquitectónicas en beneficio de todos. Pero lo que pasa es que estas propuestas son desarrolladas en su taller, a puertas cerradas, porque nadie está dispuesto a financiar estudios utópicos. Si el arquitecto es lo suficientemente hábil y el proyecto es interesante, seguro que conseguirá financiamiento.Como el proyecto que usted desarrolló para el río Mapocho.Ese es un ejemplo. Desde el primer peso, hasta el último, lo ha entregado Sebastián Piñera. Ahora estamos terminando la última parte del proyecto, es decir, las comunas del sur de la ciudad. Este proyecto se financia bajo el modelo de la ley de concesiones. Nosotros entregamos al oferente el anteproyecto con los planos y la ordenanza que estipulamos para el sector, un plan de regulaciones mínimas.Así como las carreteras interurbanas y urbanasSí, igual que la Costanera Norte. Este es un sistema muy interesante e inteligente que le ha dado a esta ciudad la posibilidad de modernizarse. Tengo una anécdota respecto al tema. Hace un tiempo me invitaron a la Primera Bienal de Arquitectura de La Habana. En la ocasión, expuse el proyecto del río Mapocho. Cuando termino de exponer, se pone de pie Eusebio Leal, que es el historiador de la ciudad, el encargado de las pocas remodelaciones que hacen, y me pregunta: “¿Pero cómo financia usted estos macroproyectos?”. Le recordé que tenemos un presidente socialista que tiene mucho más que ver con Castro que con Bush, o sea, que no trabajamos con el lado oscuro. También le conté que implementamos la ley de concesiones. Y él dice: “Pero eso no es revolucionario”. Le expliqué que se trata de traer plata de los capitalistas extranjeros y que no tienen por qué ser norteamericanos para mejorar tu país. Al terminar el evento, se me acercó para invitarme a tomar desayuno a su oficina. Cuando estábamos en eso, me pidió que le explicara el modelo. Al final, terminó muy interesado.
CRISTÓBAL DUMAY, FRANCISCO ORTEGA Y ALFREDO WITTIG / EQUIPO CA
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