Jaime Sánchez Edwards
El postre, que es a lo que íbamos y que resultó la sensación de la tarde, fue invención de Jaime Sánchez Edwards, viejo scout, cenador experto e incansable, quien se dejó llevar por sus atavismos de campamento. Es riquísimo, estupendo para multitudes. Mande al diablo la gastronomía potifrunci y disfrute.
POSTRE DE BALDE
Tenga a mano un balde de unos diez litros por lo menos. Abra y vierta en él los siguientes ingredientes: dos tarros de duraznos al jugo picados, uno de moras, uno de piña picadita y uno de guindas (todas estas conservas con sus jugos; si no tiene las moras, no problem). Agregue dos litros de jugo de naranja o de otra fruta (en caso de extrema necesidad, puede ser en polvo; son recomendables unos jugos concentrados que venden ahora), más una botella de jarabe de guinda (éste, igual que la horchata, siempre se encuentra en los pueblitos). Añada media botella de vino rosé y media de vino añejo, más dos kilos de cubos de hielo. Finalmente, un abundante picadillo de frutas frescas (plátanos, duraznos, peras). La confección del picadillo puede quedar a cargo de las visitas, que se sentirán útiles y se imaginarán no haber importunado en absoluto (así, todos felices). Revuelva bien para que se deshaga algo el hielo, pruebe para chequear el dulce (si es mucho, agregue más vino) y sirva con alegres cucharonadas.
El Mercurio REVISTA DEL DOMINGO Domingo 25 de Febrero de 2001
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