La lengua como instrumento de progreso
Publicación y homenaje Pensamiento visionario
Andrés Bello: La lengua como instrumento de progreso
"Gramática de la Libertad" es una antología de artículos de Andrés Bello compilada por Fernando Lolas, Alfredo Matus y el historiador Iván Jaksic.
El Mercurio Artes y Letras domingo 7 de febrero de 2010
Óscar Contardo
La frase siguiente es de Andrés Bello, y fue publicada en un artículo de 1836: "Fomentar los establecimientos públicos destinados a una corta porción de su pueblo no es fomentar la educación, porque no basta formar hombres hábiles en las altas profesiones; es preciso formar ciudadanos útiles".
Más de 150 años pasaron para que la educación se masificara en Chile.
Andrés Bello llegó a nuestro país -república naciente, pobre, aislada- con ideas de educación y progreso vigentes hasta hoy. La antología "Gramática de la libertad" (Santillana) recoge breve y concisamente algunas de las ideas que el intelectual venezolano defendía: la prosperidad a través de la educación y la lengua como instrumento de progreso.
El libro es una compilación a cargo de Fernando Lolas, Alfredo Matus (ambos miembros de la Academia Chilena de la Lengua) y el historiador Iván Jaksic. "Gramática de la libertad" es parte del homenaje a Andrés Bello que tendrá lugar durante el V Congreso Internacional de la Lengua Española en Valparaíso.
Iván Jaksic explica que el criterio para la antología fue buscar textos representativos desde sus primeras publicaciones en Londres hasta los escritos en Chile que impulsaban la alfabetización a través del sistema educacional. "También quisimos incorporar aquellos textos más críticos del habla nacional", añade Jaksic. Con esos textos críticos arranca la antología.
"Más que erradicar ciertos usos -continúa Iván Jaksic-, el propósito era confiar en que una población alfabetizada fuera transformando el idioma en una dirección culta. Nada podía impedir que el mismo estudiante que decía 'usted' o 'tú' en la sala de clase dijera 'vos' fuera de ella". El voseo americano persistió en el Río de la Plata, en casi toda Centroamérica y en algunas zonas de Venezuela y Colombia. En Chile desapareció, aunque persistió la conjugación verbal (ver recuadro).
Pero los vicios no eran un asunto privativo del estado llano. La élite del momento sucumbía al encanto del francés, salpicando -como Agustín Encina, el personaje de "Martín Rivas"- de expresiones parisinas el lenguaje. Bello ironizaba en uno de sus artículos la nueva costumbre con el siguiente verso: "Yo conocí en Madrid una condesa/ que aprendió a estornudar a la francesa".
"Aquí ironizaba -explica Iván Jaksic-, pero en la Gramática hablaba de un verdadero peligro. Se refería a "la avenida de neologismos de construcción que inunda y enturbia mucha parte de lo que se escribe en América".
Andrés Bello estaba consciente de las ventajas de un lenguaje común para Iberoamérica, de la relevancia que tenía establecer ciertas reglas, pero también de que el lenguaje tenía su propia lógica, imposible de controlar. Se opuso a la corriente que buscaba vincular las normas ortográficas a la etimología y no a la manera en que los hablantes pronunciaban las palabras. "¿Qué importa que sea nuevo lo que es útil y conveniente? ¿Por qué hemos de condenar a que permanezca en su ser actual lo que admite mejoras?", señalaba Andrés Bello en un artículo en el que debatía la postura de Sarmiento. Para entender la relevancia que podían tener estas discrepancias en ese minuto hay que describir el escenario en el que tienen lugar: una república recién estrenada que debe montar una institucionalidad educativa propia de la nada.
"El establecimiento de los sistemas educacionales nacionales que imparten la enseñanza formal de la lengua es posterior a la independencia. Es decir, se implantan en una cultura oral que sigue sus propios códigos ya centenarios y que coexiste con el sistema formal", explica Jaksic. La mayoría de la población hablaba un castellano precario y distorsionado, y quien impusiera su punto de vista sobre la manera de enseñarlo estaba, por así decirlo, marcando la historia del país. Era el poder de las ideas.
Tú y vos
En su artículo "Advertencias sobre el uso de la lengua castellana", Andrés Bello enumera un conjunto de vicios del castellano hablado en Chile y sugiere corregirlos. En el punto número 12 del artículo publicado en "El Araucano'' de 1833 señala: "No debe usarse el pronombre vos porque si se habla con una persona, se debe decir usted o tú ". Más adelante consigna: "En Chile, la ínfima plebe muda siempre en -ís la terminación -éis de los verbos, diciendo vís , comís , juntís en lugar de veis , coméis , juntéis ". El vos despareció del lenguaje hablado en Chile, sin embargo la incorrecta conjugación de los verbos perduró. Frente a esto, Iván Jaksic sostiene que Andrés Bello dirigía su artículo a los apoderados, a los profesores de los colegios y a los maestros de las escuelas.
"Sabía muy bien que el lenguaje sigue su propia lógica y que la única esperanza de corregir los peores usos era a través del ejemplo de los padres y educadores. Pero también llegó a un país que muy tempranamente quiso construir un sistema nacional de educación, lo que permitió la enseñanza sistemática de un castellano formal. Que a ello se deba el fin del voseo que predominó en Argentina es posible, pero, como bien sabemos, hasta la fecha el sistema educacional no logra influir en el comportamiento real de la lengua", apunta el historiador Iván Jaksic.
Andrés Bello: La lengua como instrumento de progreso
"Gramática de la Libertad" es una antología de artículos de Andrés Bello compilada por Fernando Lolas, Alfredo Matus y el historiador Iván Jaksic.
El Mercurio Artes y Letras domingo 7 de febrero de 2010
Óscar Contardo
La frase siguiente es de Andrés Bello, y fue publicada en un artículo de 1836: "Fomentar los establecimientos públicos destinados a una corta porción de su pueblo no es fomentar la educación, porque no basta formar hombres hábiles en las altas profesiones; es preciso formar ciudadanos útiles".
Más de 150 años pasaron para que la educación se masificara en Chile.
Andrés Bello llegó a nuestro país -república naciente, pobre, aislada- con ideas de educación y progreso vigentes hasta hoy. La antología "Gramática de la libertad" (Santillana) recoge breve y concisamente algunas de las ideas que el intelectual venezolano defendía: la prosperidad a través de la educación y la lengua como instrumento de progreso.
El libro es una compilación a cargo de Fernando Lolas, Alfredo Matus (ambos miembros de la Academia Chilena de la Lengua) y el historiador Iván Jaksic. "Gramática de la libertad" es parte del homenaje a Andrés Bello que tendrá lugar durante el V Congreso Internacional de la Lengua Española en Valparaíso.
Iván Jaksic explica que el criterio para la antología fue buscar textos representativos desde sus primeras publicaciones en Londres hasta los escritos en Chile que impulsaban la alfabetización a través del sistema educacional. "También quisimos incorporar aquellos textos más críticos del habla nacional", añade Jaksic. Con esos textos críticos arranca la antología.
"Más que erradicar ciertos usos -continúa Iván Jaksic-, el propósito era confiar en que una población alfabetizada fuera transformando el idioma en una dirección culta. Nada podía impedir que el mismo estudiante que decía 'usted' o 'tú' en la sala de clase dijera 'vos' fuera de ella". El voseo americano persistió en el Río de la Plata, en casi toda Centroamérica y en algunas zonas de Venezuela y Colombia. En Chile desapareció, aunque persistió la conjugación verbal (ver recuadro).
Pero los vicios no eran un asunto privativo del estado llano. La élite del momento sucumbía al encanto del francés, salpicando -como Agustín Encina, el personaje de "Martín Rivas"- de expresiones parisinas el lenguaje. Bello ironizaba en uno de sus artículos la nueva costumbre con el siguiente verso: "Yo conocí en Madrid una condesa/ que aprendió a estornudar a la francesa".
"Aquí ironizaba -explica Iván Jaksic-, pero en la Gramática hablaba de un verdadero peligro. Se refería a "la avenida de neologismos de construcción que inunda y enturbia mucha parte de lo que se escribe en América".
Andrés Bello estaba consciente de las ventajas de un lenguaje común para Iberoamérica, de la relevancia que tenía establecer ciertas reglas, pero también de que el lenguaje tenía su propia lógica, imposible de controlar. Se opuso a la corriente que buscaba vincular las normas ortográficas a la etimología y no a la manera en que los hablantes pronunciaban las palabras. "¿Qué importa que sea nuevo lo que es útil y conveniente? ¿Por qué hemos de condenar a que permanezca en su ser actual lo que admite mejoras?", señalaba Andrés Bello en un artículo en el que debatía la postura de Sarmiento. Para entender la relevancia que podían tener estas discrepancias en ese minuto hay que describir el escenario en el que tienen lugar: una república recién estrenada que debe montar una institucionalidad educativa propia de la nada.
"El establecimiento de los sistemas educacionales nacionales que imparten la enseñanza formal de la lengua es posterior a la independencia. Es decir, se implantan en una cultura oral que sigue sus propios códigos ya centenarios y que coexiste con el sistema formal", explica Jaksic. La mayoría de la población hablaba un castellano precario y distorsionado, y quien impusiera su punto de vista sobre la manera de enseñarlo estaba, por así decirlo, marcando la historia del país. Era el poder de las ideas.
Tú y vos
En su artículo "Advertencias sobre el uso de la lengua castellana", Andrés Bello enumera un conjunto de vicios del castellano hablado en Chile y sugiere corregirlos. En el punto número 12 del artículo publicado en "El Araucano'' de 1833 señala: "No debe usarse el pronombre vos porque si se habla con una persona, se debe decir usted o tú ". Más adelante consigna: "En Chile, la ínfima plebe muda siempre en -ís la terminación -éis de los verbos, diciendo vís , comís , juntís en lugar de veis , coméis , juntéis ". El vos despareció del lenguaje hablado en Chile, sin embargo la incorrecta conjugación de los verbos perduró. Frente a esto, Iván Jaksic sostiene que Andrés Bello dirigía su artículo a los apoderados, a los profesores de los colegios y a los maestros de las escuelas.
"Sabía muy bien que el lenguaje sigue su propia lógica y que la única esperanza de corregir los peores usos era a través del ejemplo de los padres y educadores. Pero también llegó a un país que muy tempranamente quiso construir un sistema nacional de educación, lo que permitió la enseñanza sistemática de un castellano formal. Que a ello se deba el fin del voseo que predominó en Argentina es posible, pero, como bien sabemos, hasta la fecha el sistema educacional no logra influir en el comportamiento real de la lengua", apunta el historiador Iván Jaksic.
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