El editor Claudio López de Lamadrid, nacido en Barcelona en 1960, ha fallecido como consecuencia de un infarto cerebral. Director editorial de Random House y coordinador de todo el grupo Penguin Random House en América Latina, trabajó toda su vida pese a formar parte de una familia aristocrática (los marqueses de Comillas): aprendió el oficio de editor de muy joven en la editorial Tusquets, la empresa que comandaban su tío Antonio junto a su esposa Beatriz de Moura, que le mandaron a París seis meses a trabajar con Christian Bourgois con la idea de que, en el futuro, les sucediera al frente del sello. Pero, a los 29 años, abandonó la editorial para ponerse a trabajar como traductor y crítico literario freelance. Participó, junto a su amigo Ignacio Echevarría, en la creación de Galaxia Gutenberg.
Posteriormente, entró como responsable de Grijalbo Mondadori y, al fusionarse este grupo con Random House, se encargó de la división literaria de la multinacional de Bertelsmann. Vivió, pues, la transformación de la industria editorial desde “cuando estaba en manos de unos pocos editores selectos” al dominio de los grandes grupos, que sin embargo, repetía a menudo, “a mí nunca me han impedido trabajar como un editor independiente”.
Vivió la transformación de la industria editorial desde “cuando estaba en manos de unos pocos editores selectos” al dominio de los grandes grupos
Clave de la expansión de su grupo editorial en América Latina, explicó recientemente a este diario que “ahora facturamos allí el 50% o 60%, antes solo el 40%”. De sus grandes hitos como editor, escogía La broma infinita de David Foster Wallace, pues “todo el mundo me dijo que estaba loco, lo contraté siendo muy joven, por una cantidad elevada, yo era muy inconsciente. Ahora no me atrevería, me he vuelto prudente con la edad. Entonces me tiré a la piscina y ha resultado un superventas, se vende cada año y ha funcionado como buque insignia del sello. Hoy lo rechazaría del miedo que me daría pillarme los dedos”. Sus sellos introdujeron a muchos grandes nombres de la literatura estadounidense en el mercado en español y fue el editor de referencia –si hubiera que escoger uno- de la agente literaria Carmen Balcells.
Cultivaba enormemente la relación personal con los autores, con los que compartió momentos irrepetibles e innumerables confidencias. Eso le gustaba mucho más que el trato con los medios de comunicación o los críticos, tareas que dejaba en manos de sus colaboradores. Su última pareja fue la escritora Ángeles González-Sinde, ex ministra de Cultura con Rodríguez Zapatero. Tuvo un hijo con su primera esposa, la también editora Miriam Tey, y una hija con Elsa Serra, propietaria del restaurante El Salero, del Borne.
Con él desaparece uno de los mayores editores que ha habido en el mundo hispano y, por tanto, en el mundo, con un catálogo impresionante que incluye a nombres como Gabriel García Márquez, Philip Roth, J.M.Coetzee, Orhan Pamuk, César Aira o Javier Cercas, entre muchos otros.