SOCIEDAD DE BIBLIÓFILOS CHILENOS, fundada en 1945

Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

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Location: Santiago de Chile, Región Metropolitana, Chile

Editor: Neville Blanc

Wednesday, September 30, 2009


Declaración de la Independencia de Chile


“La fuerza ha sido la razón suprema que por más de trescientos años ha mantenido al nuevo mundo en la necesidad de venerar como un dogma la usurpación de sus derechos y de buscar en ella misma el origen de sus más grandes deberes. Era preciso que algún día llegase el término de esta violenta sumisión: pero entretanto era imposible anticiparla: la resistencia del débil contra el fuerte imprime un carácter sacrílego a sus pretensiones, y no hace más que desacreditar la justicia en que se fundan. Estaba reservado al siglo 19 el oír a la América reclamar sus derechos sin ser delincuente y mostrar que el período de su sufrimiento no podía durar más que el de su debilidad. La revolución del 18 de Septiembre de 1810 fue el primer esfuerzo que hizo Chile para cumplir esos altos destinos a que lo llamaba el tiempo y la naturaleza: sus habitantes han probado desde entonces la energía y firmeza de su voluntad, arrostrando las vicisitudes de una gran guerra en que el gobierno español ha querido hacer ver que su política con respecto a la América sobrevivirá al trastorno de todos los abusos. Este último desengaño les ha inspirado naturalmente la resolución de separarse para siempre de la Monarquía Española., y proclamar su INDEPENDENCIA a la faz del mundo. Mas no permitiendo las actuales circunstancias de la guerra la convocación de un Congreso Nacional que sanciones el voto público, hemos mandado abrir un gran registro en que todos los Ciudadanos del Estado sufraguen por sí mismos libre y espontáneamente por la necesidad urgente de que el gobierno declare en el día la Independencia o por la dilación o negativa: y habiendo resultado que la universalidad de los Ciudadanos está irrevocablemente decidida por la afirmativa de aquella proposición, hemos tenido a bien en ejercicio del poder extraordinario con que para esta caso particular nos han autorizado los Pueblos, declarar solemnemente a nombre de ellos en presencia del Altísimo, y hacer saber a la gran confederación del género humano que el territorio continental de Chile y sus Islas adyacentes forman de hecho y de derecho un Estado libre Independiente y Soberano, y quedan para siempre separados de la Monarquía de España, con plena aptitud de adoptar la forma de gobierno que más convenga a sus intereses. Y para que esta declaración tenga toda la fuerza y solidez que debe caracterizar la primera Acta de un Pueblo libre, la afianzamos con el honor, la vida, las fortunas y todas las relaciones sociales de los habitantes de este nuevo Estado: comprometemos nuestra palabra, la dignidad de nuestro empleo, y el decoro de las armas de la PATRIA; y mandamos que con los libros del gran registro se deposite la Acta original en el archivo de la Municipalidad de Santiago, y se circule a todos los Pueblos, Ejércitos y Corporaciones para que inmediatamente se jure y quede sellada para siempre la emancipación de Chile. Dada en el Palacio Directorial de Concepción a 1 de Enero de 1818, firmada de nuestra mano, signada con el de la Nación y refrendada por nuestros Ministros y Secretarios de Estado, en los Departamentos de Gobierno, Hacienda y Guerra”.

Bernardo O’Higgins, Miguel Zañartu, Hipolito de Villegas, José Ignacio Zenteno.

EL CENTENARIO EN CHILE


El Centenario en Chile (1910). Relato de una fiesta
de Soledad Reyes del Villar

Por Catalina Siles, en Bicentenario. Revista de Historia de Chile y América, vol. 7, nº1, 2008
En una ponencia, el profesor Alfonso de Toro de la Universidad de Leipzig[1], citaba la siguiente frase, que no deja de llamarnos la atención por su certeza: “El que no sabe describir una sociedad del pasado no puede dominar una del presente o futuro”. Bajo esta perspectiva y cada vez más cerca del Bicentenario de la Independencia de Chile, resulta interesante volver la mirada atrás, hacía el año 1910, cuando se celebraban solo cien años de este gran suceso. No solo por un simple interés histórico, que no deja de tenerlo considerando la relevancia de este acontecimiento, sino también por lo imprescindible que resulta para una sociedad el estudio y conocimiento de su identidad cultural en vistas a su desarrollo.

Soledad Reyes Del Villar toma este desafío en su libro El Centenario de Chile (1910) Relato de una fiesta. A diferencia de su estudio anterior sobre esta materia[2], en el que pretende hacer un análisis sociocultural bastante amplio de lo que significó este acontecimiento en la historia de Chile, esta nueva publicación se centra sobretodo en las festividades del Centenario, bajo las perspectivas de las celebraciones y obras públicas, y al mismo tiempo, de los sucesos ocurridos en esa fecha y que de alguna forma u otra pudieron afectar el gran evento de 1910 (p.11). Deja de lado, por tanto, los temas relacionados, y solo hace mención de ellos para enmarcar a los protagonistas de su obra: las celebraciones, la clase alta y Santiago.
El relato se divide en cuatro partes. En la primera, la autora hace una breve contextualización del periodo en torno al Centenario, señalando sus elementos más importantes, sin entrar a una mayor profundización. Por una parte, analiza los cambios producidos en la sociedad chilena a raíz del auge del salitre: las transformaciones en la clase dirigente, nuevos integrantes, estilo de vida, costumbres, los valores basados en la riqueza, lujo y ostentación, la creciente influencia europea, particularmente francesa, y el aislamiento de este sector del resto de la sociedad. En contraste con lo anterior, el surgimiento de la llamada “cuestión social”, producto de la enorme migración campo-ciudad, las miserables condiciones materiales y morales en las que vivían algunos grupos en la capital, las denuncias que se hicieron y la insistencia en que la clase alta de Santiago tomara medidas al respecto. En el campo político, hace una caracterización de lo que fue el parlamentarismo en Chile: “el juego político de la clase dirigente” (p.24), señalando los siguientes puntos: desplazamiento de la población rural, la polarización de las clases sociales y particularmente, el debilitamiento del Poder Ejecutivo a favor de las figuras partidistas.
Según Reyes del Villar, el Centenario se convirtió en un momento especial para denunciar la situación política y social existente, para “revisar la trayectoria del país y analizar la situación presente” (p.25). Una fuerte crítica por parte de diversos autores como Enrique Mac Iver, Luis Emilio Recabarren y Alejandro Venegas, de nivel social y tendencia política distinta, se hizo presente durante los años inmediatos al Centenario y durante 1910. Acusaban a la clase dirigente de la “crisis nacional”; su decadencia y relajación moral eran la causa de los problemas que afectaban a Chile en esos momentos y que mantenían el país estancado. Este debate social y político definiría el escenario intelectual de la primera mitad del siglo XX. El Centenario, como concluye la autora, se convierte entonces en un hito en la historia de las ideas y de la cultura en Chile.
A partir del segundo capítulo, entramos ya en el objeto central de este libro. Soledad Reyes del Villar hace una descripción de uno de los grandes protagonistas de esta celebración: la ciudad de Santiago que, para 1910 –como lo es hoy en día- constituía el principal escenario político, social, cultural y económico de Chile. En efecto, la capital se convirtió en el centro de atención para la Comisión del Centenario, encargada de organizar todos los eventos. Para la sociedad santiaguina, “el Centenario se constituiría como el mejor momento para mostrar una ciudad moderna ante el resto del mundo” (p.42); especialmente ante las delegaciones extranjeras que vendrían a la conmemoración de los cien años de la Independencia nacional. Se construyeron grandes mansiones al estilo francés, paseos públicos, parques, nuevos edificios como el Museo de Bellas Artes y la Estación Mapocho. Hubo una mejora notable en los servicios públicos como la iluminación, vías públicas, el alcantarillado, entre otros. Santiago iba adquiriendo una nueva fisonomía urbana, en consonancia con los “aires modernos” presentes en ese momento y que se manifestaban en el arte, la cultura y el progreso, según los cánones europeos. El Centenario, por tanto, dejó un importante legado material para los años posteriores.
Chile atravesó por una insólita situación durante 1910: cuatro Presidentes se sucedieron en el mando de la República en menos de cinco meses. Pedro Montt Montt, Elías Fernández Albano, Emiliano Figueroa y Ramón Barros Luco. Aunque ni uno de estos se destacó políticamente, el hecho no deja de tener relevancia en el marco del Centenario, ya que puso de manifiesto –según afirma Reyes del Villar- la indiferencia de los ciudadanos respecto al cargo de Presidente de la República, denotando el poder e influencia bastante limitada que tenía el Jefe de Estado sobre los asuntos de la Nación durante el régimen parlamentario. Sin embargo, ante la mirada extranjera este caso fue objeto de gran admiración por la “madurez cívica” que demostraba del pueblo chileno ante los cambios presidenciales, que no interrumpieron en ningún momento los preparativos para los festejos de Septiembre.
Finalmente, en la parte más extensa de este trabajo, la autora hace una descripción bastante detallada y un análisis de las celebraciones del Centenario; los preparativos, fiestas, ceremonias y discursos, las delegaciones oficiales de distintos países, que formaron parte de este magno evento, que comenzó el día 12 de septiembre y se prolongó hasta el 30 del mismo mes. Fue una celebración a la medida de la clase alta capitalina: ajetreada y ostentosa. Sólo se refiere brevemente a los acontecimientos en regiones y en los sectores populares, que en su momento no tuvieron mayor trascendencia. El país quedó satisfecho y orgulloso con su papel en la celebración de los cien años de la Independencia, exhibiendo una nación estable y desarrollada, aunque en cierta forma fuera sólo una apariencia. Según opinión de la autora, esto contribuyó a apaciguar la conciencia de crisis generalizada presente en ese momento y manifestada por numerosos sectores críticos, aunque fuera sólo por un tiempo.
Las fuentes en las que se basa su trabajo son principalmente periódicos, revistas y folletos de la época. Además, las memorias de figuras presentes en los sucesos de 1910 tienen particular importancia en este estudio, como las de Joaquín Edwards Bello y Carlos Morla Lynch. Tanto la prensa como los relatos de estos personajes le dan a la obra mayor vivacidad y cercanía. También utiliza bibliografía secundaria, sobretodo como base para la contextualización de los festejos.
Por último, queremos recalcar que esta publicación, El Centenario de Chile (1910) Relato de una fiesta, resulta ser una obra interesante, con un estilo sencillo y dinámico, que da una visión, a nuestro parecer, bastante ilustrativa de lo que fue el Centenario, basado en tres puntos concretos: la clase dirigente, Santiago y las celebraciones. Ideal para un público general.

Catalina Siles


Tuesday, September 29, 2009

El Chile del centenario, los ensayistas de la crisis



Editor, Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, 2001.
La actual y las futuras generaciones de estudiantes de historia tendrán que agradecer a Cristián Gazmuri la edición de esta antología.
Y tendrán que hacerlo al menos por dos motivos. El primero, muy práctico, por ponerles al alcance de la mano un conjunto de textos de lectura obligatoria para los cursos relativos al siglo XX chileno, que hasta ahora era difícil de encontrar publicados in extenso, salvo dos o tres que habían sido divulgados por Hernán Godoy, en su Estructura Social de Chile, en 1971.
El segundo, porque es presumible que en un futuro inmediato el tema de la crisis nacional vuelva a ser objeto de profundas y generalizadas reflexiones al acercarse el segundo centenario de la independencia. Tematizar entonces la crisis, conceptualizarla, y abordarla en sus nuevas manifestaciones históricas, será, sin duda, una obligación de los próximos años. Esta publicación, y su reflexión introductoria, así como las glosas que el editor ha realizado de cada uno de los textos presentados, sin duda facilitará enormemente la comprensión de este período e iluminará el análisis y la comprensión de las crisis del siglo XX, que no fueron menores. En ella habrá que incluir, al menos, la crisis del sistema parlamentario, la crisis integral de que habló Jorge Ahumada, y la crisis de la democracia de 1973.

EL CENTENARIO REPUBLICANO QUE PREPARO EL BICENTENARIO

Tarjeta Postal con motivo del Centenario.

LA BIBLIOTECA DE NUESTRO CONSOCIO Roberto Guzmán Lyon

El Mercurio Vivienda y Decoracion Sábado 19 de Enero de 2008
En Zapallar:La mágica biblioteca del parque
Las grandes pasiones de Roberto Guzmán se reúnen en su propiedad de Zapallar.
Texto y producción, Beatriz Montero Ward Fotografías, Gonzalo López V.
Vivir entre libros era el gran sueño del abogado Roberto Guzmán Lyon. Y lo hizo realidad en Zapallar, en un terreno de 2.5 hectáreas, ubicado en el centro mismo del balneario –a pocos pasos de la panadería y de los almacenes–, cuando decidió construir en su parte más alta la biblioteca. Una construcción tipo loft, en extremo contemporánea, levantada en hormigón y revestida en piedra de la zona, proyectada por el arquitecto Nicolás Lipthay Allen.Conoció la propiedad en noviembre de 1987, cuando visitó el balneario invitado por su amigo Guillermo Montt. "Vi este lugar, que estaba muy abandonado, pero con un sector con árboles grandes y una casa de estilo chileno con un corredor espectacular. Me enamoré de eso", recuerda. Su visita a la zona fue justo cuando buscaba un sitio donde trasladar la biblioteca que había formado en el fundo familiar Lo Campino, en Quilicura, y esa antigua construcción le pareció perfecta para albergar sus seis mil volúmenes. "Desgraciadamente el proyecto no resultó porque la casa tiene mucha humedad y ésta es enemiga de los libros, pero en cambio me aboqué a formar aquí un parque con la idea de que, a futuro, sirviera a la comunidad", cuenta Roberto.Con paciencia y enorme trabajo fue transformando esa tierra con mucha zarzamora, unos pocos eucaliptos y pinos, en un verdadero vergel al estilo de los parques decimonónicos de la zona central, con extensos recorridos, rincones con boj, un amoblado estatuario clásico, pilas de agua y una gran pajarera para albergar las más diversas aves. Hay plantadas más de 800 variedades de árboles –nativos y exóticos–, entre ellos palmas chilenas, araucarias, cipreses de la cordillera, bellotos del norte, robles, papayos, maitenes, boldos, cedros del atlas, sequoias gigantea, magnolios grandiflora, hayas tricolor y olivos. Un conjunto espectacular, que va cambiando de colorido según la época del año, y del cual su propietario y los amigos que lo visitan cada fin de semana disfrutan hasta extasiarse.Pero un hombre aficionado a la lectura y la investigación como él no podía conformarse sin tener, en un lugar como éste, sus ejemplares a mano. "No hay nada mejor que levantarse en la mañana y tomar un libro", dice. Entonces, decidió embarcarse en su segundo proyecto: construir su biblioteca soñada, con espacios adecuados para albergar importantes colecciones, como los 56 volúmenes del siglo XVIII que conforman la Historia Natural del Conde Buffon o una edición leonesa en cuarto folio de Cicerón que data de 1500.El lugar de emplazamiento lo decidió en la parte más alta del predio, en un sector soleado y desde donde se tiene una amplia vista al parque y una más lejana del mar, porque le permitía construir algo moderno sin estropear el entorno. Fue el arquitecto Nicolás Lipthay quien se encargó del nuevo diseño, que debía tener espacios grandes e iluminados, pero muy protegidos del sol para que los libros no sufrieran daños.Surgió, así, una construcción de doble altura, entera en hormigón y con sectores revestidos en piedra de la zona, enormes ventanales y un programa que permite el estudio, pero también el habitar. "Diría que es como un loft donde los libros son los grandes protagonistas, aunque no están todos puestos porque aún me falta construir estanterías", enfatiza Roberto.Además de textos, en este recinto atesora otra de sus interesantes colecciones: la de medallas relacionadas con Chile, su historia, sociedad y acontecimientos internacionales. Varios muebles especiales, ejecutados en finas maderas y distribuidos en distintos sectores, contienen sus casi seis mil ejemplares."Todo lo que aquí tengo me gusta y, de alguna manera, está relacionado con los afectos. Desde la prensa que usaba cuando niño para hacer trabajos de imprenta hasta la estatua del pequeño que hace callar, ubicada en el sector de estudio y comedor", explica. Pero, sin duda, dentro del mobiliario hay piezas de especial interés, como el enorme mueble biblioteca que perteneció a Miguel Varas Aguirre (nieto de Antonio Varas), y que estuvo por décadas en el fundo Lo Velásquez, en Renca; la corona de bronce, conmemorativa de los 40 años de la Guerra del Pacífico, que el gobierno de Chile encargó a Inglaterra para depositar en el Monumento a los Caídos en Lima. "Una acción que fue catalogada de intromisión por parte del gobierno peruano y que resultó en el regreso del ministro plenipoteciario, junto con el obsequio", cuenta. Y el arcón que está en la entrada, hecho en el país en 1780 para el mayorazgo Prado, enteramente con incrustaciones de maderas frutales."Pero lo fundamental es que se trata de un lugar de estudio, con un parque formado para durar más de cien años, que también ha sido pensado para el deleite de quienes viven en este pueblo", enfatiza Roberto.

Monday, September 28, 2009

DOS LIBROS RAROS Y VALIOSOS A LA VENTA EN CHILE

1) PROBLEMI NATURALI E MORALI Garimberto, Hieronimo
Librería: Xerxes Books (Glen Head, NY, U.S.A.) Valoración librería:
Precio: EUR 1750.30 [Convertir moneda] Cantidad 1
Envío para Estados Unidos de America:EUR 3.33 [Tiempos y gastos de envío]

Descripción: Vinegia 1550 Nella Bottega d'Erasmo di Vicenzo Valgrisi. In Italian. 12mo., nice vignette on titlepage of two hands holding a staff around which is curled a serpent, later full tan calf with red spine label and raised bands. VG, occasional spotting in text, light wear and discoloration on boards. Nº de ref. de la librería a64562
www.iberlibro.com


2) RELATIONE
in cvi si contiene
dve relazioni del
REGNO DEL CILE,
Ne' Viaggi fatti, per Mare, e per Terra,
dal P. FANALLI Giefuita,
nella Miffione allo ftefso Regno


Illustrifs Reverendo Monsignor RAYMONDO ASPERTI

IN VENETIA, M.D C C X.

Appreffo Girolamo Albrizzi
con licensa de' Superiori

ALBRIZZI, Girolamo (also listed under: ALBERTI, Girolamo).
On all aspects of navigation Introduzione all'arte nautica per uso de piloti e capitani di nave, e per il migliore servizio de commandanti sopra il mare.
Venice, Girolamo Albrizzi, 1715. 4to. Contemporary overlapping vellum, with paper label on spine. With 2 engraved frontispieces, of which one allegorical, by Giuseppe Baroni after Luca Carlevaris, one table, one astronomical plate, 4 plates depicting numerous flags, and 24 plates, of which 13 full-page, 11 folding, and 5 with movable parts, depicting all kinds of nautic instruments, a Venetian galleon, and numerous tables, figures and diagrams. (16), 295 pp. First edition of a very rare Italian work covering all aspects of navigation, by Girolamo Albrizzi, a Venetian editor and printer from a noble family, originally coming from Bologna, and living in Palazzo Albrizzi, better known as the 'Ca' d'Oro'. In this work he deals amongst others with astronomical and cosmographical matters, such as the sun, moon, planets, signs of the zodiac, etc., the nautic calender, navigational instruments, such as the boussole, different types of maps and charts, for example hydrographical maps, and theoretical and mathematical problems concerning navigation. Very nice copy. Cat. Ned. Hist. Scheepv. Mus., p. 673; Houzeau-Lacaster 10728; Crone library 420a/420b; Cat. coll. Mensing 345; Riccardi 1, col. 14; not in Maggs, Bibliotheca Nautica; NUC mentions one copy only.

EL DIARIO ILUSTRADO






El Diario Ilustrado

por Carlos Ossandon


En la medida que nos internamos en el espacio periodístico chileno de la segunda mitad del siglo XIX e inicios del XX, se va haciendo ostensible el peso que adquieren unos principios formales o unas lógicas de distribución de la información que se imponen por encima de las prerrogativas de los “autores” y de sus “estilos”__2__.


Se trata, más globalmente dicho, de la constitución en ese período de un sistema de comunicación social que ya es posible reconocer como moderno. En otro trabajo, hemos señalado que este sistema, que se confunde con lo que clásicamente se denomina periodismo liberal, si bien da cuenta de fuerzas sociales y políticas distintas y en competencia, ya no es mera superficie de proyección de dichas fuerzas. Sin desconocer su relación con los grandes poderes y también con los más pequeños emergentes, pero más allá de un carácter puramente instrumental o “simbiótico”, este sistema es tal precisamente porque construye artefactos y “significaciones” propias. El carácter no puramente “diluido” o más “autónomo” es pues su específica novedad, en contraste, claro está, con anteriores paisajes comunicacionales. El desarrollo de la “empresa” periodística moderna y de unas estrategias periodísticas más conscientes de sí, de un mercado noticioso y de bienes simbólicos que puede imponer sus propios ritmos y demandas, el mayor espacio y peso que toma el avisaje y las transacciones comerciales, la ampliación y diversificación de medios y formatos, la inicial consolidación de narrativas estandarizadas o de géneros propiamente periodísticos y de profesionales de la prensa, el desarrollo de intereses y gustos nuevos y de un público lector más numeroso, diversificado y anónimo, así como la circulación de distintas identidades y perspectivas políticas, son algunos de los nuevos factores que caracterizan al sistema comunicacional en formación__3__.
Lo que queremos decir, más particularmente, es que las publicaciones periodísticas que “marcan” este período instalan todo un juego de lenguajes y secciones, de saberes y géneros, que las transforman en unas instancias de enunciación cuya articulación tiene que ver más con dimensiones estratégicas o comunicacionales que con “autorías”, rúbricas individuales o “desvíos” subjetivos. Es el propio espaciamiento periodístico o su relevancia comunicativa, más que los enunciados mismos o la inscripción de unas “firmas”, los que determinan las singularidades de estos aparatos. Por otra parte, las dispersiones, cortes o heterogeneidades de los textos periódicos, la existencia de escrituras sectoriales o regionales, la selección y distribución del material, así como su forma global o “gestalt”, tienen ahora una centralidad capaz de desplazar como tendencia predominante unos textos articulados a partir de otros principios, visibles en la primera mitad del XIX en Chile: la “barricada” o el parapeto político, puramente instrumental, carente de peso periodístico propio (v.gr. El Hambriento y El Canalla de la década de 1820); la doctrina o el imperativo de dilucidación ideológica (v.gr. La Revista Católica fundada en 1843); la proclama o el llamamiento (v.gr. La Asamblea Constituyente de 1858); la necesidad de establecer puentes con los países “adelantados”, de divulgar conocimientos o de “poner al día” (v.gr. El Museo de Ambas Américas editado en Valparaíso desde 1842); la colaboración en la fundación del Estado-nación o en la instalación de bases jurídico-culturales (v.gr. El Araucano animado por Andrés Bello desde 1830), entre otros principios. Ahora, en cambio (a principios del XX principalmente), se observan unos dispositivos que ofrecen unos “perfiles” o unas identidades móviles, no igualables a otras identidades, y que no pueden ser concebidos como espacios inertes, meros reflejos de dinámicas o de sujetos exteriores a ellos mismos. Para decirlo en una palabra, la prensa cambia su carácter__4__ y se transforma en un importante nuevo actor. En tanto que actor se apropia de un habla, construye una “personalidad” en cierto grado irreductible, que interactúa o entra en diálogo con otras hablas y prácticas, dentro de esa obra o proceso mayor llamado modernización. Es claro, sin embargo, que la “autonomía” ganada es sólo relativa y está permanente afectada por presiones o tensiones de distinta naturaleza y peso, de carácter principalmente ideológico, político y económico.
2. Es precisamente una de estas tensiones la que puede guiar la descripción, no de la “ideología” principalmente, sino de las condiciones materiales y discursivas de uno de los periódicos que prácticamente inauguró el siglo XX, marcando una influencia importante durante más de 60 años en Chile. Nos referimos a El Diario Ilustrado fundado en Santiago por Ricardo Salas Edwards, cuya existencia se extendió desde el 31 de marzo de 1902 hasta el 23 de octubre de 1970. Este diario, concebido “al estilo del Daily Graphic, proveniente de la ciudad de Londres”__5__, introdujo una importante innovación: “el uso del fotograbado en reemplazo del sistema de litograbado”. Esta innovación “que permitió la publicación de fotografías por primera vez en el país” provocó, según Alfonso Valdebenito, “una verdadera revolución en el periodismo nacional”__6__.

En su primer año habría alcanzado un tiraje de 2.000 ejemplares diarios, obteniendo en los años siguientes tirajes bastante más elevados : 30.000 ejemplares, según se dice, en 1908 y, al parecer, más de 100.000 después del primer gobierno de Ibañez. Unos años antes de la creación de la magazinesca Zig-Zag (1905) y de la revista infantil El Peneca (1908), un poco después de la fundación en Santiago de El Mercurio (1900) que irrumpía impetuosamente agotando en un instante 9.000 ejemplares7, y el mismo año de nacimiento de Las Ultimas Noticias__8__, por citar sólo algunos ejemplos significativos, es claro que la creación de El Diario Ilustrado no es un botón aislado sino manifestación de un proceso mayor que involucró nuevos formatos y públicos en los inicios del siglo XX en Chile. Más precisamente, este nuevo diario, que para uno de sus competidores aparecía preocupantemente “bien mirado por la gente”__9__, es expresión de ese nuevo carácter que recién destacábamos de la prensa chilena, que se aprecia desde la segunda mitad del XIX y más claramente en los primeros años del XX. Ello junto, claro está, a otros diarios igualmente importantes de más “vieja” data, como El Ferrocarril de Santiago (1855) y El Mercurio de Valparaíso (1827).
Adentrémonos en las singularidades de una forma ciertamente no “innata” sino “adventicia” y que más globalmente vista se confunde con las formas o “significaciones” características del periodismo moderno. Examinemos cómo coexisten en El Diario Ilustrado las nuevas condiciones del periodismo moderno con las pretensiones de una elite, que busca marcar una presencia en el terreno específico de la prensa y del espacio público como simultáneamente en el de unos signos y sensibilidades guiados por principios más bien identitarios. Como se sabe, El Diario Ilustrado estuvo ligado al conservadurismo, y más nítidamente a partir de 1908 cuando su fundador lo traspasa a “un grupo de activos políticos conservadores”, cuestión que va a cambiar su línea editorial, algo más “independiente” en un comienzo. Según Raúl Silva Castro, después del intento inicial de Ricardo Salas de hacer vivir al diario lejos de la lucha de los partidos, este “intervino no sólo en aquella lucha ardiente /.../ sino que además cobró en ella un puesto de adalid valiente y audaz. Las campañas de oposición al gobierno de Alessandri (1920-24) y al de Ibañez (1927-31) prueban que la previsión del señor Salas Edwards se había quedado corta”__10__.
En sus primeros años de vida, en cambio, visiblemente en 1902 que es el año que examinamos en este artículo (en sus dos primeros meses principalmente), El Diario Ilustrado pone en práctica uno de los mecanismos de validación más poderosos de la prensa moderna: nos referimos al tratamiento ponderado por un lado y circunscrito por el otro que hace de los conflictos de interés público. A raíz de una huelga de cobradores y conductores de tranvía, el meeting, los desórdenes y la carga de la policía que le siguieron, el diario procura, ya desde los subtítulos que describen el hecho__11__, dar cuenta de los ingredientes más visibles del mismo, construyendo bajo la guía de estos subtítulos un relato mesurado o imparcial (n.1, 31 de marzo de 1902); cuestión que se mantiene en el número siguiente, del 1 de abril de 1902, al entrevistar por igual (técnica muy usada por la prensa moderna) a los distintos actores involucrados en los hechos entre huelguistas y policía. En este mismo número se publica también un artículo de Luis Orrego Luco que aboga por un “sistema de arbitrajes” que permitiría dar “a cada uno lo suyo”. Ciertamente el diario no siempre será así de “neutral”: en la crónica “De la huelga y otros excesos” de Antuco Antúnez ya el sólo título ilustra bien hacia donde quiere ir (n. 4, 3 de abril de 1902)__12__.


Por otro lado, es fácil advertir que el hecho en cuestión, su relato, sus fotografías, entrevistas y comentarios, aun teniendo un espacio importante en los dos números analizados, no empapan todo el cuerpo del periódico ni hacen tambalear tampoco la diversidad de secciones y avisos que le son característicos. Al estilo ponderado de enfrentar el hecho se le une su circunscripción precisa dentro del propio espaciamiento periodístico: el carácter no totalizador ni desbordante del hecho en la propia superficie del periódico contribuye a su “normalización”, que no parece requerir de operaciones ideológicas adicionales o más abiertas. La posibilidad de des-cubrirse o de quitarse el disfraz, de dejar los recatos a un lado y de exhibir un rostro, no es pues un imperativo ineludible para la prensa moderna.
Junto a este importante mecanismo, que tiene que ver tanto con el modo como se caracterizan los hechos como con su localización y límites dentro del texto periodístico, El Diario Ilustrado da cuenta de una tensión que parece afectar su núcleo. Si en el terreno social, en la propia descripción del hecho que comprometió a huelguistas y policía, el diario no desea “cargar las tintas” (al menos, no demasiado), y lo que hace es más bien instalarlo dentro de la diversidad de nudos o cortes que el diario efectúa y que operan como un “mapa” de la ciudad (ya volveremos sobre esto), en el terreno de las actividades del teatro lírico y de sus artistas, por ejemplo, el diario no ahorra adjetivos, no tiene empacho en mostrar su preferencias y no se ubica ni en un lugar “neutral” ni tampoco de “interés general”. No percibiendo otros litigantes en el plano cultural el periódico no se siente en falta respecto del imperativo jurídico: audi alteram partem. A pesar que los “acontecimientos” del Teatro Municipal también sufren esa política de demarcación o de circunscripción que describíamos más atrás, que no es “discursiva” sino “espacial”, ya no es la ponderación ni el deseo de “arbitrar” o publicar manifestaciones “representativas” de los distintos litigantes culturales lo que guía estas secciones. La lógica que las explica hay que buscarla más en las compulsiones “identitarias” de la elite que en los fragmentos o diversidades que sintetizan las páginas de esta publicación. Es importante decir, sin embargo, que esta elite se está nutriendo de distintas fuentes socio-culturales__13__.
En el n. 2, del 1 de abril de 1902, se reproducen en primera página, inmediatamente más abajo del título del diario, los retratos de dos importantes artistas de la temporada lírica: de la renombrada soprano único absoluto señora Amadea Santarelli, “primera dama lírica”, y del señor Giuseppe Pacini primer barítono absoluto y cuya poderosa voz ya había conocido con anterioridad el público de Santiago (ver figura n. 1). Se reseña además el elenco completo de la nueva compañía lírica del Teatro Municipal. Al respecto se dice: “Al aproximarse la estación de las aburridas noches de invierno, es natural que la expectativa de los aficionados a la ópera se dirija hacia esa especie de incógnita que se llama el personal de la nueva compañía. Por fortuna para el prestigio de nuestra primera escena, las noticias que nos llegan de los grandes centros artísticos son enteramente favorables a dichas expectativas, y vienen a despejar de feliz manera aquella que suele ser la pesadilla de los abonados y habitués”. Es evidente que esta “noticia” se enmarca dentro de las prácticas culturales, expectativas y gustos de unos “aficionados” que padecen unas “pesadillas” que no pretenden ser universales. Los gustos y expectativas no se reducen, sin embargo, al arte lírico. El diario destaca también al “notable transformista” señor Frégoli y la muy buena concurrencia que tuvo en el Teatro Municipal obteniendo “nutridos aplausos, especialmente en el Paris-Concert” (n. 23, 23 de abril de 1902). Con mucha regularidad destaca asimismo los estrenos y representaciones del Teatro Santiago que solía ser frecuentado “por lo más distinguido de nuestro mundo social” (n. 36, 6 de mayo de 1902). En este Teatro se presentó el “nuevo cuadro de zarzuela organizado por la empresa Ansaldo” que tuvo una concurrencia tan numerosa como distinguida, al punto que “uno de los palcos del proscenio estaba ocupado por S.E. el Presidente de la República” (n. 3, 2 de abril de 1902); en él tuvo lugar la puesta en escena, dice el diario, de “El Ultimo Chulo, obra en que se luce particularmente la señorita Sánchez y el tenor cómico Luis Periú” (n. 5, 4 de abril de 1902); la representación de la zarzuela, algo escandalosa para la época, El Seminarista, que cuenta la historia de un joven que cuelga los hábitos y se va a París (n. 24, 24 de abril de 1902); o de la “chistosa zarzuela La Golfemia, parodia de la Bohème” (n. 32, 2 de mayo de 1902), entre tantas más. El diario informa además, aunque no con la “trascendencia” que le confiere a las obras y artistas del género lírico, de las gracias de Pepe Vila (n. 2, 1 de abril de 1902), de su partida de la capital, o del estreno del juguete cómico Salvarse en una tabla de Salvador Lastra en el mismo Teatro Santiago (n.8, 8 de abril de 1902). La sensibilidad que enseña o estimula el diario, si ser siempre “refinada”, y muchas veces cercana a lo “ligero”, poco tiene que ver, sin embargo, en lo que a música se refiere, con aquellos temas que se escuchaban en chinganas o en algún alejado restaurante. No es de su interés reseñar espectáculos circenses ni “luchas romanas” ni representaciones en teatros de otro “rango” como el Apolo por ejemplo, cuyos habitués solían convertir en urinarios la vía pública__14__. Estos son, pues, los límites estéticos que el diario se autoimpone.
Pero esto no es lo más importante desde el punto de vista del análisis. Lo que no parece cuadrar es el modo cómo se conjugan determinadas preferencias estéticas de El Diario Ilustrado con ese “sentido común” no agresivo que irradian sus comentarios (tenemos siempre como referencia básica los primeros meses de 1902) por un lado, y con ese pretendido “universalismo” que sus diversas secciones enseñan, por el otro. Esto se podría decir también de otros diarios importantes que, al igual que en El Diario Ilustrado, publican actividades del Municipal, del Teatro Santiago y del Club Hípico; asimismo matrimonios, “fiestas de fantasía”, primeras comuniones y otros protocolos que comprometen a la elite principalmente. Sin embargo, lo que hace la “diferencia” del diario que examinamos respecto de otros periódicos (El Ferrocarril y El Mercurio de Santiago, por ejemplo) no es tan sólo una cuestión de grado (de más o menos interés por estos temas), sino sobre todo la impronta que dejan unas “instantáneas”, cuyos “contenidos” (retratos de “grandes” personajes, por ejemplo) terminan por desequilibrar o por hacer manifiestas unas “ostentaciones” que en los dos diarios citados pasan más inadvertidas, debido al peso de sus secciones ampliamente informativas. Pareciera, pues, que las propias predilecciones de El Diario Ilustrado en el plano del arte instalasen un “ruido” o estableciesen una distancia con una de las ambiciones más características de la prensa moderna: la de acceder a un público no sólo amplio sino también heterogéneo, constituido por distintas visiones e inclinaciones. Esta ambición, que ciertamente no es ajena al modo como dicha prensa se inventa un “alma” (o “perfil”) y un “cuerpo” (o juego de secciones), no parece mantener una correspondencia con la centralidad que tienen los retratos de aquellos dos destacados cantantes líricos, la soprano y el barítono, publicados en el n. 2 del 1 de abril de 1902. La tensión se debilita, sin embargo, cuando se constata la equivalencia o nivelación que los tópicos del grand monde sufren en su relación o convivencia con temas de distinto carácter. No habría que olvidar, por último, que esos tópicos serán pronto recuperados por las revistas magazinescas que harán de estas exhibiciones un cierto “festín”, formando parte de esos distintos intereses o “atracciones” que nutren el nuevo sistema de comunicación social. Estas exhibiciones no serán los únicos rasgos magazinescos que El Diario Ilustrado y otros periódicos proyectarán: también la moda, los banquetes de clausura, los centenarios de escritores, los consejos para protegerse de las altas temperaturas y otras curiosidades que preparan lo que algunos caracterizan hoy como la “sociedad del infoentretenimiento” que trae, entre tantas otras cosas, unas ofertas noticiosas que semejan verdaderos “cócteles” de temas, sabores y estilos diversos__15__.
3. Es claro que las “singularidades” descritas no alejan al Diario Ilustrado del nuevo carácter que toma la prensa en Chile en el período que examinamos. Por de pronto, su “cuerpo” no es muy distinto de lo que se ve en otros periódicos importantes de la época: los cablegramas extranjeros, las noticias del día, el sport, las notas sociales, las opiniones políticas, las “charlas mundanas” de Froufrou (un hablante femenino), el folletín (que se inaugura con un cuento de Sir Arthur Conan Doyle), los avisos comerciales, etc., son los tópicos a través de los cuales El Diario Ilustrado construye unas “temporalidades” y unas “espacialidades” segmentadas, que son más potentes que los modos más directamente “discursivos”, estables o “ideológicos” de “representación”__16__. Estos tópicos, cuya arbitrariedad no siempre es fácil de captar, se imponen como “naturales” y no necesitan, por lo tanto, de autojustificaciones; operan como “incisiones”, que más que mentir cortan, a diario y sin dolor; son hendiduras o fisuras que no parecen tales o que no se dejan reconocer como lo que son. Dotado de estas poderosas y más consolidadas “dispersiones” o “cortes”, el periódico cree, además, que la modernidad de su prensa o la impresión en ella de “grabados tan finos y perfectos como los que ya hemos publicado” (n. 6, 6 de abril de 1902), y sus fotografías __17__, le ha permitido colocarse en corto tiempo “en el rango de los de mayor circulación de la capital” (n. 9, 9 de abril de 1902).
El Diario Ilustrado configura también una “forma” que es algo más que las “dispersiones” o “fisuras” mencionadas o la novedad de sus fotografías. Dicha “forma” no habría que entenderla como una especie de “continente” que en sí “contiene” unos “contenidos”. Decir que es una “forma” no asimilable a sus “dispersiones” o “cortes” no equivale a afirmar, por otro lado, que dicha “forma” le cae por encima o por afuera a estas “incisiones”. Tampoco la concebimos como la simple proyección en el papel impreso de la nueva experiencia moderna o de aquellas hablas o tópicos propios de una ciudad que ha dejado de ser aldea. Hemos creído toparnos antes bien con una “diferencia” que se instala como una “presencia” más, al lado de otras presencias o diferencias igualmente constituyentes del proceso modernizador. Contribuye así a poblar una modernidad que, en las primeras décadas del siglo XX en Chile, estaba ya siendo poblada por un conjunto no menor de artefactos nuevos, tales como tranvías eléctricos, cine, aeroplanos, automóviles, teléfonos, etc. __18__

Con el correr del tiempo no será sólo la “noticia” sino más propiamente el periódico como “forma” el que se transformará en un “suceso” físico y mental. No es todavía éste el tiempo del diario que examinamos. Habrá que esperar varias décadas, o el advenimiento del “posmodernismo como pauta cultural dominante” (Fredric Jameson), para comprobar más fehacientemente cómo el imperio de los “significantes” o de las distribuciones visuales adquieren un poder capaz de arrasar con textos más dependientes de “contenidos” e incluso de “voluntades políticas”. Por ahora aceptemos que el periódico de marras (así como otros de similar carácter), sin menoscabo de sus “incisiones” (contando con ellas, más bien), destaca una determinada organización o combinación, una “gestalt” se podría decir. En tanto tal, se proyecta mentalmente como un cierto “mapa” o campo visual y temporal, que suponemos indispensable como instrumento de orientación en el contexto de una ciudad y de unos “servicios” en expansión. Si como “forma” no es aún propiamente un “suceso”, sí ya opera en cambio como “plano” y “brújula” a la vez. Este “mapa” no es, como decíamos más arriba, mera superficie de proyección de la experiencia moderna; más bien marca y prefigura los rumbos, lugares y también los tiempos en que se divide una ciudad que comienza a ser algo laberíntica o dificultosa. El periódico enseña así una “diferencia específica” que no se disuelve ni es simple “reflejo” de una “realidad” que, supuestamente instalada a sus espaldas, lo determinaría. Como todo “mapa” - salvo uno imaginado por Jorge Luis Borges - no se confunde ni es su territorio. Es claro, sin embargo, que en este plano El Diario Ilustrado no se diferencia substantivamente de otros periódicos que responden al mismo modelo informativo y empresarial.
Lo que decimos tiene ciertamente correspondencia con la primacía que, sobre el resto del país, venía ejerciendo la ciudad de Santiago, los nuevos hábitos y niveles de consumo de sus habitantes, la proliferación de espectáculos, la inauguración reciente de tranvías eléctricos, los problemas de aglomeración y tránsito público, la expansión del espacio urbano y de los servicios públicos, entre otros factores de modernización__19__.

Es lógico prever que estos desarrollos y cambios, que traducen una nueva fisonomía del paisaje urbano, exigirán también nuevos modos de dibujar o asimilar mentalmente estas novedades. Si recién afirmamos que el periódico no es un “reflejo” pasivo de factores que lo determinan desde fuera, con ello no queremos decir que la modelación de espacios y temporalidades la efectúa en el vacío o al modo de una creación divina ex nihilo. Es, más bien, una amalgama de prácticas, discursos y sensibilidades, privativos de una experiencia que una determinada visión ha venido identificando como “moderna” o “urbana”, lo que el periódico “mapea”, contribuyendo así a configurarla o a significarla.
Para Julio Ramos, el periódico es aquella articulación que permite “pensar la ciudad” como un espacio social coherente, y la lectura de periódicos es una práctica inseparable de la propias vivencias del sujeto urbano. Pero más importante aún, agrega, “es el hecho de que el periódico (como las tiendas modernas), en su propia organización del lenguaje (o de las cosas) queda atravesado por una lógica del sentido que también sobredetermina la disposición del espacio urbano. Lógica del sentido profundamente fragmentaria, desjerarquizadora”__20__.
Muchos años antes, Friedrich Nietzsche caracterizó esta lógica como un “viscoso tejido conjuntivo” (p. 57), una especie de manojo de hilos finos y pegajosos, y al periodista como “esclavo del momento presente”, como aquel que “ha llegado a substituir al gran genio, el guía para todas las épocas, el que libera del presente” (p. 58). Este tejido, que tanto extiende como reduce la cultura, y que es además pegadizo, tendría consecuencias lamentables para la propia configuración de la experiencia: sería “un medio específico de consuelo” (p. 175) que disipa o adormece los estremecimientos o riesgos de la cultura en su sentido fuerte. Este “medio” nada tendría que ver con una experiencia que remueve como vivencia íntima los grandes problemas de la existencia, y sería abiertamente agresivo contra un espíritu que, en su “inactualidad”, no establece ninguna sintonía con las jergas, estéticas o articulaciones de un periodismo que domestica el horror y empobrece la afección __21__.
4. Cualquiera que sea la potencialidad configuradora del periódico, como condición para “pensar la ciudad”, como “mapa” o guía, o como estrechamiento de la experiencia o “consuelo”, lo cierto es que éste no se reduce a ser tan sólo “medio”, estableciendo una determinada “presencia” que, en el caso de El Diario Ilustrado y en particular de sus fotografías, exhibe unos sesgos que permiten entender mejor su lugar en el desarrollo de la prensa en Chile.
Se ha dicho que estos soportes tecnológicos (las fotografías) no operan autárquicamente, ni remiten a unidades mínimas preexistentes o independientes de configuraciones o estructuraciones más amplias y móviles 22.


Nos ha parecido, en efecto, que en El Diario Ilustrado estas configuraciones hacen sentir su peso en la propia determinación de las significaciones ligadas a la imagen: éstas hay que entenderlas, entonces, no como signos naturales o como códigos autónomos sino en relación con los sentidos que el periódico a su modo construye diariamente. Es ese doble carácter que hemos creído ver en este periódico, vehículo tanto de los nuevos factores de modernización como de las exigencias de una elite que requiere de espejos, proyecciones públicas y confirmaciones identitarias, el que interviene como punto de partida o de articulación de unos soportes tecnológicos cuya novedad habría que matizar__23__.
En el plano de estos soportes, los primeros números El Diario Ilustrado resaltan unos “derechos” que se imponen con cierta fuerza, aunque no acaparan todo el espacio visual, como veremos más adelante__24__.


En el n. 1, del 31 de marzo de 1902, el periódico estrena en su primera página unas “instantáneas” que representan aspectos de las festividades de Semana Santa, la procesión del “Santo Sepulcro” por ejemplo. En el n. 2, del 1 de abril de 1902, en su primera página vienen, como ya se ha hecho notar, dos fotos de dos destacados artistas de la temporada lírica (recordemos una vez más a nuestra Amadea Santarelli, primera dama lírica, y a nuestro primer barítono absoluto señor Giuseppe Pacini) y en la página siguiente se publican fotos de representantes de la Legación Británica en Chile. En otros números el periódico publica fotografías de los monumentos del general José Manuel Baquedano, de Benjamín Vicuña Mackenna y de Victor Hugo, del “nuevo crucero chileno Chacabuco”, del “blindado japonés Mi kasa” (el “buque de guerra más poderoso del mundo”), del Presidente y Vice-presidente de la Honorable Cámara de Senadores, entre otras figuras o realidades “importantes”. Son estas representaciones, ligadas a grandes poderes, las que hegemonizan la escena visual. Se instalan así unos “derechos” que expresan bien una de las caras de El Diario Ilustrado, pero que más adelante tendrán que convivir con “derechos” de distinta naturaleza (ligados al “accidente” cotidiano, por ejemplo), necesarios para el desarrollo y masificación de la prensa.
En el momento que nos situamos, en cambio, la visibilidad no es todavía un bien dispuesto para una diversidad amplia de usos y en sus reinos entran básicamente los “personajes importantes”. Estas primeras representaciones responden al modelo del “retrato” y están por ello fuertemente asociadas a la pintura__25__.


Son muchos los ejemplos que se pueden citar en esta línea: foto de Enrique MacIver, candidato a senador, de Carlos E. Casanueva, ministro jubilado de la Excelentísima Corte Suprema recientemente fallecido, o de Ramón Barros Luco, organizador del nuevo Ministerio y delegado del Partido Liberal. El periódico viene así a proyectar públicamente un tipo de trabajo o de “modelo” bastante habitual en Chile desde la segunda mitad del XIX y que era ejecutado por retratistas itinerantes y fotógrafos establecidos__26__.


Es claro, sin embargo, que esta costumbre, aun cuando tiene un mayor alcance público, se encuentra por otra parte severamente restringida en el diario que examinamos. Esta línea llega a su apoteosis o se “corona”, valga la redundancia, con las 9 ilustraciones relativas a “la coronación de Alfonso XIII” (n. 47, 17 de mayo de 1902). Ellas cubren por completo la primera página, mostrando al nuevo rey de España tanto bajo “la dignidad destemporalizada del personaje notable”, en el modelo del “retrato” (ver foto al centro de la página), como bajo “la naturalidad de una vida que, a pesar de estar marcada por el sello de lo público, no deja por ello de ser una vida como las demás”__27__: “el rey en familia”, “el rey en clase” (ver figura n. 2). El contraste entre la “trascendencia” y la naturalización del mundo cotidiano del “personaje notable”, que apunta a humanizarlo o a equipararlo con los mortales comunes y corrientes, o entre la “significación” de este personaje o su construcción como “monumento” y las aparentes nimiedades e “insignificancias” que también lo constituyen, será uno de los juegos o retóricas visuales corrientemente usadas por las nacientes revistas magazinescas (Zig-Zag, por ejemplo).
Junto a este tipo de fotografías, el periódico exhibe otras cuyos motivos son diversos: una fiesta escolar, plazas, un paseo campestre, un puerto pintoresco, caciques araucanos, un taller de carpintería, paisajes. No son propiamente “accidentes” o sucesos imprevistos, en la medida que su irregularidad o el grado de alteración que introducen en “el mundo de todos los días” se revela débil o poco escabrosa. A lo más se podría decir que se trata de “escenas” o de “acontecimientos” pero no en el sentido “accidental” del mismo. Recién en el n. 19 nos topamos por primera vez con un dibujo que representa un “accidente” ocurrido en Santiago (ver figura n. 3)__28__.


Si bien poco a poco irá creciendo el espacio que se le conferirá a hechos recientes, cuya “accidentalidad” es diversa (en 1904, por ejemplo, la serie continuada de fotos “En el teatro de la guerra”, referidas al conflicto ruso-japonés), en estos primeros meses hay muchas fotos que responden a un modelo “costumbrista” o “documental”, aunque éstas no tienen la centralidad de las que se ciñen al modelo del “retrato” del “gran personaje”.
Por último, no deja de ser revelador el “Concurso de Instantáneas fotográficas” que organiza El Diario Ilustrado desde el n. 27 del 27 de abril de 1902. Como si en un acto de franca lucidez el periódico anunciase las tendencias que se desarrollarán pronto en el campo del fotoperiodismo. Junto con ofrecer 150 pesos en premio, las bases de este concurso indican que las instantáneas “deberán necesariamente representar una escena en movimiento”, que las personas u objetos sean “animados” o que se “demuestre que la fotografía no ha sido tomada de tiempo”. Se advierte igualmente que, aunque el tema se deja a elección de los participantes, serán mejor evaluadas las fotografías que “sean la reproducción de un suceso de importancia, de personajes de actualidad o de escenas de por sí verdaderamente artísticas o curiosas”. Como se aprecia, no es la “pose fija” sino el “movimiento” o el carácter “animado” lo que busca promover el periódico. No es la foto “de tiempo” sino el registro instantáneo o de exposición breve. No sabemos si la voz “animado” es una reiteración de “movimiento” o remite a “ánima”, a vida o soplo: ¿es el movimiento tan sólo o la viveza de la acción, o ambas cosas, las que debieran representar preferentemente las instantáneas? Probablemente el carácter “animado” que se exige no quiera decir “divertido” o “entretenido”, aunque en la frase siguiente se privilegian junto a las escenas “artísticas” también las “curiosas”. El otro criterio que se indica es evidentemente la “actualidad” e “importancia” del suceso o personaje.
Estas bases se volverán a publicar en otros números del diario y, a muy poco andar, en el n. 29, del 29 de abril de 1902, aparecerán las primeras instantáneas del concurso (ver figura n. 4). Como se aprecia, no son fotos tomadas en un “estudio” sino en “las carreras”, tratan en lo posible de apartarse de la “pose fija” y de reflejar algo de movimiento y espontaneidad. Son básicamente “registros”. La atmósfera es “recreativa”, y la “autoridad” (el ministro del Ecuador), cuya investidura es señalada en el pie de foto, se ve sin embargo fuera de protocolo, en las carreras y con su familia. Estas dos características (investidura y recreación) son reforzadas por un “anclaje” (Roland Barthes) o leyenda escritural que evita que la foto se dispare en un sentido distinto a esa operación de naturalización (y diferencia a la vez: las carreras de caballos, “el rey Eduardo jugando al golf” en otra foto) de la vida íntima de los poderosos. Más “curiosas” son las dos fotos dedicadas a un “personaje de actualidad”, el señor Frégoli, ese “notable transformista” que hacía poco había actuado en el Teatro Municipal con gran éxito, tal como indicábamos páginas más atrás. Un artista y un ministro son pues las figuras que comienzan a ser protagonistas en el deseado reino de las imágenes públicas.
Si seguimos la pista a las instantáneas que se continúan publicando como parte del concurso se puede ver que éstas reproducen cuadros de la vida cotidiana, “acontecimientos” en el sentido débil del término y también lo que habitualmente se llama “accidentes”: desde unas regatas sobre el río Valdivia, pasando por unas personas que están esperando o subiendo a un tren en la estación de Parral, hasta los escombros humeantes de un incendio. Las fotos seleccionadas se apartan del modelo del “retrato”, tan importante en esta primera época de El Diario Ilustrado, dejan lo “trascendente” a un lado y se vuelcan a destacar unas “acciones” o “movimientos” que tanto responden al modelo “costumbrista” o “documental” como del ya citado “accidente”, cuyo sentido no está en sí sino en el periódico que lo modela como tal.
Como vemos, las fotografías no son aquí ni “códigos cerrados” o autónomos ni “códigos abiertos” o inciertos, dispuestos a decodificaciones múltiples. Si bien estos signos dan cuenta de una “singularidad semiótica” que no permite su asimilación sin más a la “máquina textual” (aunque sí distintos tipos de intercambio entre texto e imagen), el modo cómo se construyen sus significaciones no son independientes de los mensajes o sentidos que se desprenden del conjunto de discursos, imágenes materiales e interacciones que constituyen “el aparato formal de la enunciación”__29__, es decir, del propio texto periodístico y sus distintas relaciones, y en particular de esa combinación entre modernidad y ensoñación identitaria tan distintiva de El Diario Ilustrado en 1902.

SE REMATARAN EN SOTHEBY´S

BYRON. "Disfrutaba de escribir cosas un poco escandalosas para un sacerdote, pero también se aprecia la profunda amistad que se profesaban", señaló un especialista de Sotheby´s.



Las escandalosas cartas de Lord Byron
La correspondencia en parte inédita entre el poeta romántico y un amigo sacerdote será subastada en Londres. En ella, Byron ataca a algunos de sus contemporáneos como Wordsworth y confiesa sus amoríos al cura.
Por: Mark Brown*
El conservador sacerdote que recibió las cartas debe haber quedado boquiabierto: en ellas había detalles de una sórdida aventura con una criada, jugosos comentarios sobre los extranjeros y mucho veneno literario. El remitente era Lord Byron, la superestrella de los poetas románticos ingleses, famoso por sus excesos. En las cartas hace insólitas revelaciones sexuales, se burla de los portugueses ("tienen pocos vicios salvo los piojos y la sodomía") y hace comentarios insultantes sobre su rival Wordsworth ("Turdsworth"; "turd" significa trozo de excremento). Sotheby's será la casa que rematará las misivas, que fueron compradas por un ex primer ministro, el Conde de Rosebery, en 1885 y están en manos de la familia desde entonces. Las cartas echan luz sobre una de las figuras más fascinantes y carismáticas de la literatura universal, un hombre descrito con precisión por su amante Lady Caroline Lamb como "loco, malo y peligroso de conocer". Las cartas enviadas a Francis Hodgson no acaban del todo con ese prejuicio. El especialista de Sotheby's Gabriel Heaton señaló: "Queda claro que Byron disfrutaba de escribir cosas un poco escandalosas para un sacerdote, pero también se aprecia la profunda amistad que se profesaban. En las cartas se lee una verdadera intimidad." Alrededor del 15% del contenido de las cartas "es inédito y poco estudiado" e incluye referencias a la aventura de Byron con una sirvienta, Susan Vaughan, que terminó cuando el poeta escuchó que su amante habría estado frecuentando a alguien más. "Básicamente, él la toma como su amante y aunque nunca se compromete a serle fiel, sí espera que ella lo sea con él, por eso cuando escucha rumores de que no lo es, la despidió de su trabajo", agregó Heaton. En otra carta Byron habla sobre el tiempo que pasó en Albania junto a Ali Pasha, "El león de Yannina" y el gobernante de la zona, quien lo impresionó por su corpulencia y por "sus dos centenares de mujeres y muchachos, algunas de las criaturas más bonitas que he visto", señala Bryon en las cartas. Los chismes y celos literarios de la época también sobrevuelan algunas de las cartas. En ellas se comprueba que a pesar de que Byron y otros poetas de aquellos años, como Robert Southey y William Wordsworth, compartían su afinidad por el Romanticismo, no eran en absoluto amigos. De hecho, en la última carta que escribe Byron se muestra furioso por el hecho de que Southey Wordsworth maltrataran a Alexander Pope, un poeta al que admiraba mucho. En la carta a su amigo sentencia: "Southey y Turdsworth, que par de bribones renegados".


© The Guardian y Clarín

Thursday, September 24, 2009

EL SUENO DE BOLIVAR SE CONVIRTIO EN PESADILLA

JORGE VOLPI



Roberto Ampuero


El Mercurio Jueves 24 de Septiembre de 2009


La pesadilla de Bolívar
¿No será que América Latina ya no existe?, pregunta el destacado novelista mexicano Jorge Volpi en su reciente ensayo sobre la región, titulado “El insomnio de Bolívar”, que pronto arribará a Chile. A juicio del escritor, con quien estuve recientemente en Colombia, los signos de descomposición de lo que hace 200 años constituyó el sueño de Simón Bolívar son alarmantes. “Todo aquello que alguna vez caracterizó a la región, que la hizo homogénea y reconocible, se esfuma de forma irreparable”, puntualiza en su libro. Agrega que las principales características de América Latina prácticamente desaparecieron en estos años: las dictaduras (con la excepción cubana), las guerrillas (con la excepción colombiana), el realismo mágico y el exotismo forzoso, y, además, el mundo nos ignora por completo después de los ataques terroristas del 2001.
Volpi se plantea qué habría que hacer para volver a “ser alguien” en el planeta, y no halla respuesta. América Latina habría caído en un círculo vicioso: pasó del fin de las dictaduras o regímenes autoritarios a una “penosa... transición a la democracia”, después al desencanto generalizado que causan “democracias imaginarias”, y posteriormente a la “parálisis, preservación de la injusticia, resurrección de los mismos políticos de siempre, más desencanto y, en un punto extremo, indiferencia”, un caldo de cultivo ideal para el surgimiento del populismo y “caudillos democráticos” como Chávez, Uribe, Morales, Correa u Ortega, que hoy se presentan como salvadores de sus respectivas patrias.
Sostiene el autor que “nada de lo que distinguió a América Latina en el siglo XX queda en pie” y que lo único que los latinoamericanos compartimos hoy en forma exclusiva es “la lengua, las tradiciones católicas, el derecho romano, unas cuantas costumbres de incierto origen indígena o africano, y el recelo, ahora transformado en chistes y gracejadas, hacia España y Estados Unidos”. Para Volpi, en la región no existen democracias reales, sino imaginarias, imperan desigualdades sociales extremas, las repúblicas son fallidas, los partidos están desprestigiados por la corrupción, un puñado de empresarios controla las economías, y las izquierdas tampoco logran desde el poder mejorar la situación de la gente.
El libro recuerda que 10 por ciento de la población latinoamericana vive fuera de su lugar de origen, lo que en México se eleva a 20 por ciento y en República Dominicana a 30 por ciento, un exilio sin parangón. A su juicio, México ya no forma parte de América Latina, sino de América del Norte, junto a EE.UU. y Canadá, y el sur caerá en la órbita brasileña. Pese a que comparto casi todos los planteamientos del libro, el que me causa insomnio es el de la necesidad de borrar la frontera entre Estados Unidos y México para garantizar una prosperidad generalizada. Me temo que una medida semejante causaría el colapso de la superpotencia y su transformación en Tercer Mundo. Y sospecho que con ello nuestra región sería la gran perdedora: moriría su sueño migratorio, los políticos latinoamericanos no tendrían a quién culpar de todos los males, y desaparecería el territorio desde el cual se envían cada año multimillonarias remesas que alivian la vida de los más pobres y apuntalan nuestras economías.
Con maestría, Volpi sugiere que el sueño de Bolívar se convirtió en pesadilla.

INVITACION A LOS SOCIOS Y AMIGOS DE LA SBCH

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EDITORIAL UNIVERSITARIA, tiene el agrado de invitarlo(a) a la presentación del libro Historia de la Iglesia en Chile.

INVITACION A LOS SOCIOS Y AMIGOS DE LA SBCH

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Ajuste de Cuentas, el precio por cambiar de vida

Amor, Traición y un final sorprendente llegan con la obra escrita por Luis Rivano, dirigida por Gustavo Meza y con las actuaciones de Jaime Azócar, Felipe Armas y Rosario Valenzuela.

Día: Viernes y Sábado, 20 horas.
Lugar: Centro Cultural Montecarmelo, sala 2 (Bellavista 0594, Providencia). Estacionamiento privado gratis.
Precios: $ 8.000 general / $ 4.000 tercera edad.
Duración: 80 minutos aprox.

¿Cuántos años se puede demorar la venganza en escoger el momento adecuado? ¿Con qué consecuencias? Cuando Esteban, un empresario maduro y dueño de caballos fina sangre, acepta dar una entrevista contando cómo llegó al mundo de la hípica, no pensó que esa conversación con Lidia, la periodista, cambiaria su vida.
Aunque la joven es menor, ambos sienten el peso de saberse en un entorno en el que deben adaptarse constantemente, porque han vivido una especie de autoexilio o alejamiento de todo lo que conocían, que ha marcado sus personalidades a veces con dolor y soledad.
Pero Esteban tampoco se imaginó que esa misma situación con Lidia traería de regreso a su vida a Francisco Javier, un ex socio y amigo de juventud, de quien lo separan treinta años, un secreto, una traición y un dramático ajuste de cuentas. Las cartas ya están echadas y el destino de Esteban, Lidia y Francisco Javier está apostado y en tierra derecha.
La obra Ajuste de Cuentas es dirigida por el Premio Nacional de Artes Escénicas, Gustavo Meza y tiene como telón de fondo la atmósfera nostálgica del ambiente hípico. Ajuste de cuentas es quizá la única obra teatral chilena en que el entorno acomodado del Club Hípico de Santiago y el sector colindante juegan un rol destacado. La potencia de los diálogos y el juego de la memoria hacen que el director defina la obra como un melodrama realista.

Datos de Producción
Escrita por el destacado dramaturgo Luis “Paco” Rivano, Ajuste de Cuentas une mundos diferentes y juega con los prejuicios. Se interna en los bajos fondos de los negocios, los pasados oscuros y la redención para volver a levantar la mirada.
El elenco está integrado por Jaime Azócar (Esteban), conocido actor de teatro, cine y televisión formado en la Universidad Católica. En su larga trayectoria ha estrenado innumerables obras teatrales, actuando, entre otras, en ¿Dónde estará la Jeannette?, también de Luis Rivano. Asimismo, formó por muchos años una exitosa dupla con Coco Legrand, destacándose en la obra Al Diablo con todo.
Felipe Armas (Francisco Javier) es un actor de teatro, cine y televisión, muy recordado por su participación en la teleserie Marrón Glacé donde interpretó a Pierre La Font, rol por el cual obtuvo el Premio APES al mejor actor de televisión en 1993.
Rosario Valenzuela (Lidia) es una joven y talentosa actriz formada en la Escuela de Teatro Imagen. Ha participado con éxito en numerosos proyectos teatrales y televisivos.
El montaje está respaldado además por una cuidadosa producción en las manos de Jaime Azócar y la asistencia de dirección en las de María Rodríguez. Cristián Oyarce está a cargo del diseño de iluminación y Carolina Azócar, en el diseño de vestuario y ambientación, más la importante cooperación de los integrantes de la Compañía El Repertorio de Luis Rivano.
El arreglo musical del vals Una vez en la vida que canta Lidia y la creación de la banda de sonido son realizaciones del destacado músico Ricardo Vieyra.


Contacto de prensa
Ana Maria Rivano
Productora
Compañía El Repertorio de Luis Rivano
amrivano@tie.cl
672 31 64- 671 58 45- 09 448 3613

Wednesday, September 23, 2009

LOS MECENAS


¿Quién era Mecenas?

www.imperioromano.com 24 August, 2009 on 7:46 am

Cayo Clinio Mecenas (70-8 a.C.) era un noble romano, hábil diplomático y consejero del emperador Octavio Augusto, pero lo que le ha hecho pasar a la historia fue su interés por el arte y los artistas. Inicialmente protegió a los poetas para que ensalzaran en sus obras al futuro césar e impulsaran su carrera política, pero sentía verdadera pasión por el talento creador y él mismo compuso algunos poemas, aunque al parecer no muy afortunados. Fue amigo y patrocinador de Virgilio, Horacio, Propercio, Vario Rufo, Domicio Marso y otros escritores, a los que acogió en su impresionante villa de Tívoli, a las afueras de Roma. Su apellido ha quedado como sinónimo de toda persona que fomenta y subvenciona desinteresadamente la creación artística.

Tuesday, September 22, 2009

BIBLIOFILIA EN INTERNET


blogs y enlaces recomendados

Monday, September 21, 2009

INVITACION A LOS SOCIOS Y AMIGOS DE LA SBCH


OSCAR BUSTAMANTE

ALFREDO MATUS OLIVER


OSCAR BUSTAMANTE PREMIADO POR SU NOVELA "EL JUGADOR DE RUGBY".



Alfredo Matus Oliver, Director de la Academia Chilena de la Lengua, tiene el agrado de invitar a Ud. A la Sesión Publica y Solemne en que se hará entrega de los Premios “Academia”, “Alejandro Silva de la Fuente”, “Alonso de Ercilla” y “Doctor Rodolfo Oroz”, correspondientes al presente ano, a don Oscar Bustamante, a don Enrique Ramírez Capello, a radio “USACH” y al articulo “Comprensión del discurso escrito y edad. Estudio exploratorio” de don Bernardo Riffo, respectivamente.

Esta ceremonia tendrá lugar el lunes 21 de septiembre, a las 19:00 horas, en la sede del Instituto de Chile, Almirante Montt 454 (por Monjitas, entre Miraflores y Mosqueto, Metro Bellas Artes).

S.R.C. 6854400-6854413


Santiago, septiembre de 2009

Sunday, September 20, 2009

LUCILA DE MARIA DEL PERPETUO SOCORRO GODOY ALCAYAGA, DE LOS GODOY GRANDES DE ESPANA?

CRÓNICA: CRÓNICAS DE AMÉRICA LATINA
Gabriela era lesbiana: ¿qué hacemos?
BENJAMÍN PRADO
El Pais Cultura 19/09/2009
La correspondencia de la Nobel chilena con Doris Dana, reunida en Niña errante, se lee como si fuera una novela que cuenta la hermosa historia de amor de estas dos mujeres, que compartieron parte de sus vidas en equilibrio entre el amor, el deseo, los celos y la distancia.
En su país, Gabriela Mistral está por todas partes, tal vez porque así se puede esconder a Neruda detrás de ella: a la hora de elegir escritor nacional entre los dos premios Nobel de Literatura, la autora de Tala o Lagar, que lo ganó en 1945, es menos comprometedora que el de Residencia en la tierra, que lo obtuvo en 1971 y que sigue siendo un personaje controvertido a causa de su militancia comunista. Así que mientras él parece algo recluido en sus casas-museo de Isla Negra, de Valparaíso y de la capital, su colega y amiga mantiene una presencia pública extraordinaria. Como ejemplo, podemos decir que su cara protagoniza los billetes de 5.000 pesos y que el Centro Cultural que se acaba estos días en Santiago de Chile, construido para celebrar el bicentenario del país en el año 2010 y que presume de ir a ser el más grande de América, también lleva su nombre. Que, por cierto, era tan falso como el del propio Pablo Neruda: en realidad, uno se llamaba Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto y la otra Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga. Si pronuncias seguidos esos once nombres y apellidos, te sale un equipo de fútbol entero.
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Ahora, la parte más reaccionaria de la sociedad chilena, la que aún pasea con orgullo por la céntrica avenida 11 de Septiembre, en Santiago, bautizada de ese modo para conmemorar la fecha en que los militares golpistas derrocaron a Salvador Allende, se hace cruces ante la polémica que ha propiciado la aparición del libro Niña errante. Cartas a Doris Dana, en las que quedan claras las preferencias sexuales de la autora de Desolación. Hace poco, el semanario The Clinic incluyó en su portada una foto a toda plana de Gabriela Mistral y este titular irónico: "¡Era lesbiana! ¿Qué hacemos?". Y no parece que ése vaya a ser el último episodio que obligue a replantear su biografía, porque se sabe que la parte inédita de su poesía, que también estaba en poder de su novia y albacea norteamericana, fallecida en el año 2006 en Florida, duplica la publicada y es muy explícita en sus contenidos.
La correspondencia reunida en Niña errante, que ha salido en Chile en el sello Lumen, se lee como si fuera una novela que cuenta la hermosa historia de amor de estas dos mujeres, que se conocieron en Nueva York tras una conferencia que dictó allí Mistral, al año siguiente de haber sido galardonada por la Academia Sueca, y que compartieron parte de sus vidas en equilibrio entre el amor, el deseo, los celos y la distancia, esto ultimo porque la joven Dana, que también escribía poesía, aunque de forma esporádica, tenía que pasar gran parte de su tiempo en Estados Unidos, lo cual desesperaba a su famosa amante, quien al final consiguió que el Gobierno de su país la nombrase cónsul en Nueva York, para poder estar juntas.
En el libro, conocemos los problemas de salud de la pareja, que hacía difícil que la preciosa Dana, una joven que guardaba un parecido asombroso con la actriz Katharine Hepburn, acompañase a Mistral a sus viajes, como ella quería. También vemos cómo crece su amor. "Desde que te fuiste yo no río y se me acumula en la sangre no sé qué materia densa y oscura. Yo no puedo saber aún, amor mío, lo que ocurra conmigo a lo largo de los sesenta días de nuestra separación. (...) Estoy viviendo la obsesión, amor. (...) Yo no sabía hasta dónde eso -lo vivido- ha cavado en mí, hasta dónde estoy quemada por ese punzón de fuego, que duele igual que la brasa ardiendo sobre la palma de la mano", escribe Mistral a Dana, y ésta responde: "Mi amor. Todo lo bonito me habla de ti. ¡Siempre tú estás conmigo! (...) Veo el cielo y pienso: este mismo cielo toca la cabeza de mi querida. (...) Yo me pongo en el viento y en la lluvia para que puedan abrazarte y besarte por mí".
También hay momentos de desconfianza, y reproches con los que Gabriela le hace saber a Dana "el infierno puro que ha sido para mí tu silencio de siete o más días", o le dice: "En cuanto a tu miedo de perderme, tu falta completa de confianza, yo no me merezco eso, que me da un poco de cólera y un mucho de tristeza, casi de amargura. Yo no soy una sinvergüenza, no, mi amor, yo no soy eso que tú imaginas. Soy una desgraciada si tú sigues sin tener fe en tu Gabriela". Las cartas siempre están firmadas así, pero es curioso que en muchas de ellas Mistral hable en masculino: "Soy arrebatado, recuérdalo, y colérico, y torpe. Por favor, no vuelvas nunca a sufrir así, a padecer por mi culpa, tienes que saber que así me das una enorme vergüenza de mí mismo".
La poeta ayudaba económicamente a su compañera, y parte del epistolario lo ocupan los cheques que le anuncia Mistral que va a mandar o la oferta de que se quede con la renta que produce una casa que tiene alquilada en Monrovia. Pero, sobre todo, Niña errante demuestra la desesperación de un amor acosado por las separaciones. "Tengo ganas de morirme, porque dudo de que vuelvas", le escribe Mistral a Doris Dana; y hacia el final del libro, cuando demasiados asuntos domésticos rodeaban ya su paraíso, le da instrucciones para que cuide sus cuentas, y le dice: "Te encargo que tú veles porque yo tenga siempre en caja el valor de lo que cuesta un entierro en tu país. No quiero cargarte a ti con ese gasto grande".
Gabriela Mistral murió en Nueva York, en febrero de 1957. Su novia la sobrevivió cincuenta años, y custodió su legado hasta su fallecimiento. Sólo entonces su sobrina donó al Gobierno chileno los cuarenta mil documentos que forman el legado inédito de la autora de Lagar, en el cual estaban incluidas estas cartas.

CULTURA POPULAR EN CHILE

Chile tiene alma de Parra
Los hermanos Nicanor, Violeta y Roberto Parra lograron que Chile entendiera que la cultura popular también es arte. En estas Fiestas Patrias, descubra la historia y los secretos de una gesta familiar sin igual.
El Mercurio 20 de septiembre de 2009
Romina de la Sotta Donoso
"Toda la familia Parra nació con un talento excepcional para la música y la poesía. Don Nicanor Parra (padre) y doña Clara Sandoval tenían talento. Violeta me dijo que tonadas que yo conocía como tradicionales, eran originales de su padre", recuerda el musicólogo Gastón Soublette, profesor del Instituto de Estética UC, quien se convirtió en discípulo de la artista apenas la hubo invitado a la radio Chilena, en 1954.
"Antes de escuchar el Casamiento de negros y el Verso por el fin del mundo de Violeta, yo pensaba que el folclore chileno eran cuecas y tonadas nomás. Fue una revelación y, gracias a sus recitales y grabaciones, Chile se enteró de la existencia del canto a lo poeta. Nicanor me contó que un cantor de Puente Alto se alojó en su casa y que ahí Violeta aprendió esta tradición que está basada en la décima, la que, según Nicanor Parra, es la forma estrófica más perfecta que jamás se ha hecho en la lengua española", cuenta.
Antes, Violeta ya había compuesto una tonada con un texto que don Nica escribió basándose en el arquetipo chileno del hijo arrepentido. Pero ahora estaban "deslumbrados" al saber que el canto a lo poeta se emparenta con los trovadores medievales europeos. "Nicanor la incentivó mucho para que siguiera este camino, fui testigo", recuerda Soublette. Y Violeta pasaría a la historia por haber rescatado la cultura poético musical chilena.
Artistas bravos
"Su tesón llevaba a Violeta a insistir más allá de lo que la prudencia aconseja. Las mismas arpilleras y pinturas que expuso en 1964 en el Louvre, habían sido rechazadas en Chile por la Feria del Parque Forestal. Es que ella no sólo promovía la cultura popular, sino que lo hacía con una actitud desafiante hacia la burguesía chilena. Los franceses, que nunca habían visto algo igual, le preguntaron cómo había hecho sus tapicerías. 'A la suerte de la aguja', respondía ella".
Pero Violeta no estaba sola en esta vereda del arte. Junto a ella, y con la misma punzante e ingeniosa ironía, brillaba Nicanor. "Nicanor lo dice, 'yo soy como el indio, digo una cosa por otra'. Él partió escribiendo en la antigua tradición de los poetas chilenos. Y después se pasa a la antipoesía en una actitud rupturista, cuestionando que alguien se proponga crear un lenguaje deliberadamente poético", dice Soublette, y agrega: "Nicanor es el intelectual de la familia, porque es tanto un físico matemático como un hombre que conoce muy bien la poesía de habla inglesa y francesa, y la tradición española. Y por haber creado la antipoesía, su obra es culta y popular a la vez".
Y tal como Nicanor, había elegido a Violeta en 1932 para traérsela a Santiago con él, después de que muere el padre, potenciándola como artista, los dos bendecirían a su vez, a lo largo de toda la vida, a su hermano Roberto. El etnomusicólogo Rodrigo Torres, profesor de la Facultad de Artes de la U. de Chile, los llama la "Trinidad non sancta del arte popular chileno". "Entre ellos tres, además de una relación fraternal de mucho cariño, hay también admiración y respeto", dice.
Públicamente, el bautizo lo hizo Nicanor en 1980, y quedó registrado en la edición artesanal de las "Décimas de la Negra Ester", el primer libro de Roberto Parra. "Ahí el tío Roberto se incorpora como el tercero de este trío familiar que representa el puente entre la oralidad y el mundo del arte, tal como lo entiende el sistema de las Bellas Artes, que es con escritura y partitura. Antes, lo popular se remitía al folclor", apunta Torres.
En el prólogo, Nicanor anuncia a Roberto: "es hermano de Violeta y Nicanor Parra, folklorista y antipoeta chilenos respectivamente. Es el menor de los tres, aunque sólo en edad. Con la Negra Ester, su único libro publicado, Roberto se sitúa -cuando menos- a la altura de sus hermanos mayores. Lo que no es poco decir, ¡Caramba!'". Y sigue: "Violeta y Nicanor representan el campo y la ciudad, respectivamente. La Viola quedará como la expresión máxima de la poesía rural chilena. Y don Nica, como el señor Corales de la maffia de cuello y corbata ¿verdad? O no, dicen Uds.... Por su parte el tío Roberto opera de hecho en los bajos fondos -en el barrio chino de la palabra hablada- al margen de toda convención policial o académica. Por favor no se le exija cédula de identidad ni RUT. Es un producto de San Pablo abajo. No tiene sus papeles en orden".
Genialidad triple
"Nicanor y Roberto eran yuntas y jugaban como niños. Nicanor aprendía del libertario que recorría el país como si fuera el universo", dice Torres. Y Catalina Rojas, la viuda de Roberto, agrega: "No he conocido hermanos que se quieran tanto. A Nicanor, Roberto le decía hermano-padre y lo admiraba mucho. Y Nicanor lo guiaba, sobre todo en la cosa de escribir, le enseñaba a desarrollar el tema. Cuando lo iba a ver, volvía agarrándose la cabeza: 'lo que me dijo Nicanor, ¡qué voy a hacer!'".
Con ese empujón, Roberto revolucionaría la dramaturgia chilena con una obra en décimas, que además tenía su propia música, de un género que él había sido el primero en grabar: la cueca chora. Esa vez, en 1965, fue Violeta quien casi lo obligó a registrar "Las cuecas de Roberto Parra", con las inolvidables "El chute Alberto" y "Tengo una mina en Mapocho". Y no sólo eso, ella misma tocaba en algunas los tarros. "Sus cuecas choras son inimitables y además de escribir teatro, creó el jazz guachaca. Roberto Parra es un geniazo popular", consigna Soublette.
Su admiración por Violeta era infinita. "Decía que era muy, pero muy inteligente. Y después de que murió siempre andaba hablando con ella. 'Violetita, si está escuchando...', decía. Es que se querían mucho" comenta Rojas.
Por si las moscas, en 1983, don Nica le dejó un nuevo recado escrito a su hermano: "Yo creía que el genio de la familia era Nicanor/ hasta que conocí a la Violeta/ claro que hoy me quedo con Roberto".Nicanor, Violeta y Roberto son el puente entre la oralidad y el mundo del arte, dice Rodrigo Torres.
El gen Parra
Nicanor Parra y Clarisa Sandoval tuvieron nueve hijos. Hoy sobreviven el mayor, Nicanor (95); Lautaro (71, músico y escritor) y Óscar (69, artista circense). Hilda y Eduardo fueron músicos, al igual que lo son, de la segunda generación, los hijos de Violeta (Ángel e Isabel); de Hilda (Nano), de Nicanor (Colombina y Juan de Dios "Barraco"), y de Eduardo (Clarita). Son artistas visuales una hija de Nicanor (Catalina) y una de Roberto (Nina), y la otra de Roberto, Leonora, es poeta. En la tercera generación se suman a los músicos los hijos de Ángel (Javiera y Ángel), la de Isabel (Tita) y el hijo de ésta, Antar.
Historias de familia
El entrañable cariño que se tuvieron Violeta y Roberto se vio reflejado en algunas creaciones. "Se querían mucho con la Violeta. Ella le hizo una cueca, ésa que dice 'Por pasármelo toma/ la vida me pe/ me pegaron en pato...". También le dedicó un par de arpilleras, en una aparece un hippie que para atrás va lleno de flores. Y 'La carta', claro. Dice Roberto que iba pajareando por la Quinta Normal y había una marcha. Y se metió nomás. Y los tomaron a todos presos. La mamá lo fue a sacar, pero él dijo 'Yo salgo con todos o si no no salgo'. Entonces doña Clara le mandó a la Violeta una carta para Europa diciéndole 'Roberto está preso'", revela Catalina Rojas.
Roberto, explica, le hizo a su hermano-padre la cueca "Cumpleaños 80 de Nicanor", en 1994, un año antes de morir. Y a Violeta, le escribió muchas décimas. El más pequeño de los tres debutó a los 14 años como músico de boliches y casas de prostitutas, tocando cuecas y una versión propia del foxtrot que llamó "jazz guachaca". Patiperro, ejerció como electricista, jardinero, carpintero, arreglador de guitarras y de bicicletas, y por eso don Nica lo bautizó "Maestro Pinina". Muchas veces, so pretexto de que le hiciera arreglos en su casa, se aseguraba de tenerlo cerca por un tiempo. "No he conocido dos hermanos que se quieran tanto. Roberto se moría por él, lo admiraba. Se hacía todo lo que Nicanor decía", confiesa Rojas.

ORLANDO FIGES




"La revolución rusa (1891-1924)" La obra del historiador inglés Orlando Figes ya está disponible en Chile


Revolución rusa: la historia como tragedia


Orlando Figes ha escrito una de las más logradas historias de la revolución rusa. "La mejor interpretación de la revolución rusa que conozco", según Eric Hobsbawm.


El Mercurio Artes y Letras 20 de septiembre de 2009


FRANCISCO JOSÉ FOLCH
Ha llegado a nuestro país la versión en español de la más reciente obra de referencia sobre la revolución rusa, que Figes considera "uno de los acontecimientos mayores de la historia del mundo. Al cabo de una generación del establecimiento del poder soviético, una tercera parte de la humanidad estaba viviendo bajo regímenes modelados sobre éste. La revolución de 1917 ha definido la configuración del mundo contemporáneo, y sólo ahora estamos emergiendo de su sombra".
Enorme por sus dimensiones y la vastedad de la investigación en que se funda -con datos obtenidos de la consulta de archivos inaccesibles mientras existió la Unión Soviética-, su fluidez narrativa tiene la fuerza de una gran tragedia en el sentido más clásico: sobrecoge observar la marcha al abismo de todos los protagonistas y también del coro -el pueblo-. Ya mucho antes de las revoluciones de 1905 o de las dos de 1917 se habían ido sucediendo, una tras otra, las decisiones y los hechos cuyas consecuencias estallarían tan cruentamente.
Con la delectación de la mirada retrospectiva -"el lujo de los historiadores", según el autor-, el apasionante relato va revelando hechos y explicaciones nuevos. Y estremece advertir cómo habría todo podido ser diferente para las generaciones protagonistas -y sus sucesoras hasta hoy- si tan sólo éste o aquel actor hubiera, en su hora, comprendido mejor y obrado de modo diferente.
Por ejemplo, las ilustradas reformas de Alejandro II, de no haber sido interrumpidas por su asesinato en 1881 ni revertidas por su autocrático sucesor, Alejandro III -a quien Occidente suele mirar con cierta simpatía algo paradójica, tal vez porque lo asocia con el célebre puente parisino-, quizá habrían podido cambiar el curso de los acontecimientos. Pero también ellas surtieron efectos no previstos que su malogrado impulsor habría estado lejos de desear.
Y si Alejandro III no hubiera fallecido repentina y prematuramente, quizás -más allá de su irrealizable sueño de revivir el espíritu de la Moscovia originaria, y apoyar en él ¡a fines del siglo XIX! un régimen imperial que se quería europeo- habría abierto un margen de tiempo para que emergieran capas preparadas para sostener una monarquía constitucional -que, sin embargo, Alejandro III rechazaba-. Y si Nicolás II hubiera tenido alguna capacidad de entender la realidad que lo ahogaría en sangre a él, a su dinastía y a su imperio, no habría ignorado las oportunidades que, quizá, habrían podido ahorrar su muerte y la de millones.
Juguetes de la tormenta
Parecidas consideraciones valen para los políticos de todas las corrientes, cuyos esfuerzos -allende el eventual realismo o delirio de sus aspiraciones- fracasaron una y otra vez en desviar a Rusia del camino al despeñadero. De allí lo certero del título "La tragedia de un pueblo": todos están ciegos al destino, y los que lo ven, no logran modificarlo.
Desde luego, el zar, la familia imperial, la nobleza, cometiendo todos los errores posibles -algunos criminales, como el recurso de algunos al antisemitismo para sostener al régimen, con el solo efecto de socavarlo aun más-. La Iglesia ortodoxa que, sin advertir la necesidad de dejar atrás el modelo bizantino de asociación con el autócrata, combatió todos los intentos de reformas liberales, y pagó su error con ocho décadas de persecución. Los liberales y reformistas moderados, incapaces de aunarse en algún movimiento que pudiera sustentar un cambio menos cruento. Los anarquistas, utopistas, y revolucionarios de todos los matices, que concluyeron aplastados por un sistema peor que el que destruyeron. Incluso Lenin, el genio político triunfador mediante la masacre, resulta también una figura trágica, cuando la realidad y sus consecuencias se prueban muy otras que las que su voluntad soñara, y concluye pidiendo repetidamente veneno para suicidarse. Todos ellos juguetes de la tormenta que pensaron controlar. Todos culpables, todos víctimas, como corresponde a una buena tragedia.
Hasta donde la objetividad exista, ella rige estas páginas, que dan razonable asidero al lector que demande hechos para formarse su propio juicio. Decepcionará a quienes esperen hagiografías de una u otra tendencia -ni siquiera se concede Figes escribirla respecto del notorio objeto de su simpatía: el pueblo ruso.
Retratos descarnados
La primera parte, Rusia bajo el antiguo régimen, contiene el material quizá más conocido por el grueso público. Los retratos de los protagonistas - dramatis personae los llama Figes, en la concepción de "teatro de la historia" que alienta su vasto fresco- son descarnados. Lo es el del desventurado Nicolás II -ejemplo modélico del hombre inapropiado, en el cargo y el momento inapropiados-, cuya suerte mueve a compasión, pero cuyos desaciertos asombran hasta la incredulidad. Y lo es también el de Lenin, gigante político y patético pequeño burgués. Los archivos ahora accesibles hacen emerger con facetas novedosas a personajes que no pudieron conocerse en obras previas. No es sólo la historia de los grandes: también muchas figuras menores, casi anónimas, reemergen del olvido para aportar algunas notas a este inmenso drama coral.
La segunda parte muestra la crisis de autoridad que se inicia con la hambruna de 1891, cuando la reacción popular "provocó por primera vez un enfrentamiento con la autocracia zarista", y concluye cuando las grietas finalmente derrumban el edificio que las fuerzas encarnadas en los Romanov habían venido construyendo desde 1613. En esa marcha colectiva al despeñadero, conmueve la actitud de algunos ministros y hombres públicos que, sobreponiéndose a su propio escepticismo, quisieron salvar a la monarquía, por una lealtad abstracta más allá de los defectos de quienes la encarnaban, pero cuyos esfuerzos chocaron con la ceguera de quienes habrían debido ser los principales interesados en su éxito.
El ministro Stolypin, por ejemplo, ex post considerado a menudo la última esperanza de evitar la catástrofe -se dio por modelo a Bismarck, pero carecía de su genio-, anulado sistemáticamente por el zar, la familia imperial, la corte, la nobleza terrateniente, buena parte de la alta burocracia aristocrática de San Petersburgo, hasta caer sospechosamente asesinado en 1911, en cumplimiento de su propia previsión en la frase inicial de su testamento: "Enterradme allí donde me asesinen" (finalmente ocurrió en Kiev).
Figes prueba convincentemente su tesis de que no se trató tanto "de una sola revolución (la erupción compacta tan a menudo referida en los libros de historia) como de un complejo entero de revoluciones distintas", que incubándose y anunciándose desde 1891 "hicieron explosión a mediados de la Primera Guerra Mundial e iniciaron una reacción en cadena de más revoluciones y de guerras civiles, étnicas y nacionales".
En la tercera parte, muchas luces nuevas se arrojan sobre los meses entre las revoluciones de febrero y octubre de 1917, cuando abortaron todas las opciones de arribar a alguna fórmula que hubiera podido ahorrar al pueblo ruso y al mundo ocho décadas de totalitarismo.
La cuarta sección recorre, a su vez, los terribles años entre la toma del poder por los bolcheviques y la guerra civil (algunos pasajes sobre los horrores perpetrados por blancos y rojos no serán fáciles para lectores sensibles). Culmina con la consolidación de la dictadura de Lenin, capturada a su vez por Stalin, y se cierra con la muerte y divinización del primero -una y otra queridas y aprovechadas por el segundo.
Quienes no quieran atravesar estas 900 páginas, pueden limitarse con provecho a una veintena de ellas: el breve prefacio y las conclusiones. Bastan para sustentar varias desmitificaciones y alertar sobre errores persistentes por los que, al decir de Figes, "los fantasmas de 1917 todavía no descansan".Orlando Figes
La revolución rusa (1891-1924)
La tragedia de un pueblo
Barcelona, 2000. Tercera reimpresión, Edhasa (Océano), 2008.
989 pp., $54.800 (precio ref.).
Figes: premiado y prohibido
El destacado historiador inglés Orlando Figes (1959) es profesor de Historia en el Birkbeck College, U. de Londres y colaborador habitual de The New York Review of Books. Graduado en Cambridge, sus investigaciones han sido traducidas a 15 idiomas y se han centrado en la historia de Rusia y el Este europeo. Su libro sobre la revolución rusa recibió, entre otras distinciones, el Premio Wolfson, el NCR Book Award, el Premio literario WH Smith y el Longman/History Today Book Prize.
Edhasa también ha publicado en español "El baile de Natacha: Una historia cultural de Rusia", "Viaje a ninguna parte" y su obra más reciente "Los que susurran: La represión en la Rusia de Stalin". Este último libro no pudo publicarse en Rusia, pues la editorial Atticus canceló el proyecto -ostensiblemente bajo presión oficial-, tres meses después de un allanamiento policial a la "Sociedad de la Memoria", en San Petersburgo, que resguardaba los archivos en que se apoyó ese libro : miles de cartas, diarios y fotos escondidas por las víctimas del estalinismo y relatos de los supervivientes del período 1917-1925.

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