SOCIEDAD DE BIBLIÓFILOS CHILENOS, fundada en 1945

Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

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Location: Santiago de Chile, Región Metropolitana, Chile

Editor: Neville Blanc

Thursday, December 28, 2006

UNA EDICIÓN INENCONTRABLE, 60 AÑOS DESPUES


Cartas de don Juan Egaña a su hijo Mariano: 1824-1828; introducción de Alfonso Bulnes. Santiago: Sociedad de Bibliófilos Chilenos, 1946.

Monday, December 25, 2006

JOHN JAMES AUDUBON


El autor del libro más caro del mundo, el naturalista Audobon, es DOMINICANO de origen, ver su biografía y bibliografía.

EL MEJOR BUSCADOR PARA BIBLIÓFILOS

DISEÑO CONTEMPORANEO


Diseño de libros
Chip Kidd, diseñador de libros. Su pagina web empieza diciendo: "Chip Kidd es conocido universalmente como maestro del diseño editorial contemporáneo. En la vanguardia de las ediciones revolucionarias, las cubiertas de Kidd con su unión de invención de tipografía e imágenes, han influenciado a una generación de diseñadores en varios campos.

REGALOS DE NAVIDAD


Los libros más caros del 2005
Leer en la revista American Exchange los "AE Top 500", o sea los 500 libros más caros subastados en el año 2005. De todo este desfile de listas fin de año, lo que aún me produce curiosidad es como se unen en ellas un mercado globalizante de libros renacentistas italianos con americanos firmados por el presidente Roosevelt... ¿Serán los mismos compradores?
Abajo, la lista de los 10 primeros.
1. El libro "Pajaros de América" de John James Audubon. Considerado por algunos como el 2º más caro después de la Biblia de Gutenberg. 5,616,000 dólares.
2. Manuscrito italiano de Virgilio de 1459. 3,072,000 dólares
3. Atlas de Doria (2 vol), circa 1570. Manuscrito, conteniendo mapas impresos. 2,664,000 dólares.
4. Partitura manuscrita de la Fuga en B Mayor de Beethoven. 2,052,000 dólares.
5. Biblia (3 vol) de mediados del siglo XIII, procedente del N. de Francia. 1,849,000 dólares.
6. Portfolios de los Indios Norteamericanos de Edward Curtis, con autógrafo de Theodore Roosevelt. 1,416,000 dólares.
7. Manuscrito anglosajón anterior a la conquista normanda (1066), muy raro en el mercado. 1,400,000 dólares.
8. Ejemplar en pergamino de Plinio el Viejo, de antes de 1470. 1,095,000 dólares.
9. Ejemplar sobre algebra de Luca Pacioli, fechado en 1494. 972,000 dólares.
10. Declaración de Balfour y otros documentos sobre comienzos del Estado de Israel. 884,000 dólares.
En la imagen: Lámina del flamenco americano, según el libro de Audubon.

Tuesday, December 19, 2006

FELIZ NAVIDAD


LIBROS FINOS EN MINIATURA


LAS LANZAS COLORADAS CON DEDICATORIA


Arturo Uslar Pietri
16 de mayo de 1906, Caracas - 26 de febrero 2001, Caracas
Novelista, cuentista, ensayista, dramaturgo y poeta venezolano
Descendiente de políticos y militares destacados de la historia de Venezuela (su abuelo paterno luchó en la Guerra de Independencia venezolana y el materno fue vicepresidente del país), Arturo Uslar Pietro pasó su infancia y adolescencia en Cagua y Maracay para luego cursar sus estudios universitarios (Ciencias Políticas) en Caracas. Integrante de la llamada Generación del 28, fundó, junto a otros estudiantes, entre quienes destacan Gonzalo Carnevalli, Miguel Otero Silva y Pedro Sotillo, la revista Válvula, epicentro del por entonces incipiente movimiento vanguardista venezolano. El manejo de Uslar Pietro de géneros tan dispares como la poesía, el ensayo o la ficción se encuentra ya en su primer libro, Barrabás y otros relatos (1928), en el que incluye desde el relato hasta la novela y la crónica. Con sólo 25 años, el escritor venezolano, entonces residente en París, publica en Madrid su primera novela, Las lanzas coloradas (1931), erigida entorno a la Guerra de la Independencia, y entabla relación con Paúl Valéry, André Breton, Ramón Gómez de la Serna, Rafael Alberti y Alejo Carpentier. Después de su periplo francés, regresa a su país natal, donde es nombrado Presidente de la Corte Suprema de Justicia, cargo en el que se desempeñó durante un año. En 1939 es nombrado Ministro de Educación del gobierno de Eleazar López Contreras y Ministro de Hacienda y Relaciones Interiores en el de Isaías Medina Angarita (1941-1943). Sin embargo, poco después Uslar se ve obligado a exiliarse a Nueva York (1945-1950). Es en este período, apartado de la política, que su producción literaria se acrecienta notablemente, publicando dos importantes libros de ensayos (Letras y hombres de Venezuela y Treinta hombres y sus sombras) y una novela (El camino de El Dorado). Su vuelta a Venezuela coincide con el inicio de su reconocimiento como escritor (gana el Premio de Cuentos del diario El Nacional) y su reingreso a la política nacional (será elegido Senador en 1968 y Embajador en París en 1975). Además de las ya citadas, sus obras más destacadas son las novelas La isla de Robinsón y La visita en el tiempo. Uslar Pietri ganó, entre otros premios, el Premio Príncipe de Asturias (1990) y el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos (1991).

Friday, December 15, 2006

"ESCENAS DE LA VIDA POSTMODERNA"


BEATRIZ SARLO
Estamos en la Argentina y en el fin de siglo. Como otras naciones de América, vivimos el clima de lo que se llama "posmodernidad", en el marco paradójico de una nación fracturada y empobrecida.
Veinte horas de televisión diaria, por cincuenta canales, y una escuela desarmada, sin prestigio simbólico ni recursos materiales; paisajes urbanos trazados según el último design del mercado internacional y servicios públicos en estado crítico.¿Cuál es el papel de los intelectuales en este contexto? ¿Qué lugar ocupa el arte en la cultura del zapping y el video? ¿Cuál es el destino de la crítica ante la variada gama de determinismos que agitan sus banderas de aceptación y adaptación? Con rigor y lucidez, Beatriz Sarlo examina aquí las contradicciones de nuestra condición posmoderna y formula una serie de interrogantes cuyo declarado objectivo es perturbar las justificaciones, celebratorias o cínicas, del estado de cosas vigentes.

De la contratapa del libro "Escenas de la vida postmoderna", de Beatriz Sarlo. © Espasa Calpe Argentina S.A./ Ariel

EDICIÓN DEL BLOG DE LA SOCIEDAD PARA BIBLIÒFILOS

Se editará, el primer semestre de la publicación de este Blog, en una version soporte papel numerada para el Directorio de la Sociedad de Bibliofilos Chilenos.
El ejemplar número O será destinado a la colección de la SBCH, y los ejemplares restantes, con el número correspondiente, serán destinados a los miembros del Directorio.
A solicitud de los socios se editarán ejemplares con sus números.

Wednesday, December 13, 2006

JOSÉ ROGELIO ALVAREZ BIBLIÓFILO DE MÉXICO


Arranca hoy XX Feria Internacional del Libro de Guadalajara

Noviembre 25, 2006 at 9:22 pm
La mayor cita del libro en América Latina se consagrará a acoger a lectores, autores, editores, bibliotecarios, agentes literarios, distribuidores, traductores y libreros.
La comunidad autónoma de Andalucía, invitada de honor a la FIL, engalanará el festejo con lo mejor de su literatura y su arte.
Auspiciada por la Universidad de Guadalajara, se llevará a cabo hasta el 3 de diciembre.
El enclave ferial tiene 26 mil metros cuadrados de área de exhibición, que se dividen en áreas temáticas, para el disfrute de los casi 50 mil visitantes diarios que acuden a ella, así como de los representantes de las casas editoriales que asisten cada año.
FIL Guadalajara tiene como objetivo lograr que los profesionales del libro y expositores asistentes encuentren un ambiente de negocios óptimo, y un público lector ávido de conocer y adquirir las novedades más recientes del mercado.
Los principales atractivos son la entrega del Premio de Literatura Latinoamericana y Caribeña FIL, que corresponde en esta edición al escritor mexicano Carlos Monsiváis, y del galardón al Mérito Editorial a la italiana Inge Feltrinelli.
Asimismo se homenajeará al bibliófilo y al bibliotecario en las personalidades de José Rogelio Alvarez y Ario Garza Mercado, respectivamente.
También se otorgará el Premio Sor Juana Inés de la Cruz a Claudia Amengual; el ArpaFIl a Guillermo Vázquez, el de caricatura La Catrina a Roberto Fontanarrosa y el de periodismo cultural a Emmanuel Carballo.
Los infantes estarán de plácemes con la sección FIL niños, que este año centrará su trabajo en el concepto La ciudad de los cuentos, para que todas las actividades giren alrededor de la ficción, los clásicos, las aventuras, el terror y otros mundos imaginarios.
La ambientación de este espacio está diseñada para que los pequeños se identifiquen y encuentren tanto espacios urbanos como escenarios mágicos propios de este maravilloso género literario.
La feria abrirá el Salón literario con una conferencia magistral del escritor portugués Antonio Lobo Antunes, por otra parte habrá Diálogos sobre literatura y política, la literatura y el fútbol, Nélida PIñón y Cristina Rivera Garza.
Por otra parte dentro del mismo programa señalado se abordarán los escritores canadienses contemporáneos, la relación entre México y Andalucía, una muestra de literatura coreana y el III Encuentro Internacional de Escritores Indígenas.
Los Foros y encuentros ocupan un lugar destacado dentro de la FIl y se produciran en torno a Humanistas, La globalización económica, el II Encuentro de Periodistas, el de Políticas Culturales, VI Foro Cultural y Narcotráfico sin literatura.
Las presentaciones de libros serán como siempre un plato fuerte, así como las secciones académicas: Encuentros de Juristas, de Género, Cultura Democrática, Negocios internacionales, Estudios de Cultura y Calidad en el Servicio.
Esta edición de la FIl contara con la presencia de importantes escritores como los Premio Nobel José Saramago, de Portugal, y Nadine Gordimer, de Sudáfrica.

Tuesday, December 12, 2006

61 HOJAS EN CUATRO MILLONES DE DÓLARES

Un atlas que consultó Colón, subastado en 3,15 millones de euros
El preciado mapamundi se adjudicó al marchante londinense Bernard Shapero, quien hizo de intermediario de un coleccionista privado
EFE - Londres - 11/10/2006
Un atlas supuestamente consultado por Cristóbal Colón en su primer viaje a América batió hoy un récord al venderse por 3,15 millones de euros (4 millones de dólares) en la casa de subastas Sotheby's, de Londres. Se trata de uno de los dos únicos ejemplares que siguen en manos privadas de la Cosmographia, el primer mapamundi impreso del mundo, que data de 1477 y se basa en los cálculos del famoso geógrafo greco-egipcio Ptolomeo.
El atlas, de 61 hojas y unas dimensiones de 42 centímetros de largo por 28 de ancho, dobló su precio estimado, que Sotheby's había cifrado en 1,45 millones de euros de ahí que se convirtiera en el atlas más caro del mundo.
El ejemplar, encuadernado en cuero, se salvó milagrosamente del incendio que se declaró hace dos años en la casa de su propietario, lord Wardington, un reconocido bibliófilo inglés fallecido el año pasado a los 81 años.

La Cosmographia, impresa en la ciudad italiana de Bolonia, se basa en los cálculos hechos por Ptolomeo, activo en Alejandría en torno al año 150 de nuestra era, que utilizó datos de navegantes y viajeros del mundo antiguo.
Pese a sus numerosas inexactitudes y a que no aparece aún América, la Cosmographia está considerada como una de las obras cartográficas más importantes del mundo.
Para David Goldthorpe, especialista de Sotheby's, "lo sorprendente es lo preciso que resulta si se tiene en cuenta la tecnología que tenía a su disposición Ptolomeo". "Según la leyenda -dijo el experto-, Colón utilizó la segunda edición de ese atlas en su viaje a América en 1492. Debido a que el mundo aparecía en él más pequeño de lo que es realmente, Colón estaba convencido de haber llegado a Asia en lugar de a América".
El atlas incluye 26 mapas elaborados por cartógrafos medievales, que partieron de las descripciones de Ptolomeo, quien llegó a la conclusión de que el mundo era esférico y no plano, como se creía antiguamente.
El anterior récord mundial para un atlas de ese tipo correspondía hasta hoy al llamado Doria, datado en siglo XVI, por el que se pagaron el año pasado unos 2,25 millones de euros (2,8 millones de dólares). Aquel atlas pertenecía también a lord Wardington, descendiente de una familia banquera que reunió una colección de 700 volúmenes y 60.000 mapas.

¿Como se me ocurrió comprar este libro?


El peso específico de los libros,

por Beatriz Sarlo
Septiembre 8, 2006 at 15:29 ·
Fuente: El Clarín
Millones de personas viven en un mundo sin libros y no se trata sólo de los pobres. Varias veces me sucedió, llegando a una casa de vacaciones que durante todo el año ocupaban sus dueños, no encontrar el más mínimo estantecito para los libros que traía conmigo. Ni un libro en toda la casa, ni siquiera de autoayuda, de cocina, de magia negra, de espiritualismo trucho, de reparación de automóviles, ni el reglamento de un deporte ni consejos para educar a los hijos o bajar de peso: vacío absoluto de papeles impresos. Lo que más me impresionó fue una casa en un suburbio norteamericano donde una pared estaba ocupada por el televisor, otra media pared por anaqueles con álbumes de fotos familiares, y cero pulgadas con estantes para apoyar los libros que yo necesitaba en mis clases y terminaron apilados sobre el piso durante dos meses.
Un amigo arquitecto me informa que, cuando contratan a un decorador, los muy ricos ya no incluyen entre sus encargos una biblioteca, ni siquiera como adorno: la biblioteca, en esas mansiones tipo Miami, ha dejado de formar parte de los muebles indispensables, aunque más no sea para retocar una imagen, como sucedía en las viejas anécdotas de nuevos ricos que encargaban sus libros por metro para instalar un “rincón cultural”, como quien instala un “rincón rústico” en una cocina de country-club para evocar el campo, y cuelga de las paredes ollas y sartenes de cobre.
Quienes tienen libros, en cambio, experimentan una sensación extraña: el espacio que se les asigna nunca responde bien a la cantidad de ejemplares. No importa cuántos libros ni cuántos metros de estantes, siempre estarán en una relación desfavorable. Al principio, hay pocos libros y los estantes se completan con adornitos o quedan vacíos; cada libro adquirido es un paso más hacia un llenado ideal, pero los libros llegan lentamente y si uno se pone a contarlos quizá concluya que, hasta el momento, sólo tiene treinta novelas y cuatro libros de historia o de política. Es la biblioteca del lector joven, que no la ha encontrado armada en su casa sino que se la consigue como puede.
Un hombre que murió dueño de 12.000 volúmenes debe de haber vivido ese vacío cuando empezaba su biblioteca, ya que todos sus libros tenían escrita en la última página el número de orden con que ingresaron a su propiedad. La caligrafía de los números fue cambiando, la tinta empalideció, pero el hombre mantuvo la numeración hasta el final. Fue mi profesor de literatura inglesa en la universidad y se llamaba Jaime Rest. Yo ayudé a ordenar esa biblioteca antes de que fuera donada y tanto como la inteligencia con que Rest la había armado (que era notable) me impresionó la numeración: en más o menos cuarenta años había adquirido, comprado, recibido, casi un libro por día. No era un hombre rico, por supuesto, sino alguien interesado por la filosofía tanto como por las letras de las canciones de los Beatles. En el departamento donde vivía, un cuarto estaba ocupado por columnas de libros, que cubrían todo el piso; había que desplazarse de costado para llegar hasta las que estaban más alejadas de la puerta, cuidando de no voltear alguna pila. La imagen más obvia es la de un laberinto, pero Rest sabía en qué columna estaba cada cosa, de modo que nunca tenía la sensación de andar perdido buscando el camino.
No era un coleccionista de libros porque no podía permitirse el dispendio de las viejas primeras ediciones ni de los libros raros; no tenía con los libros una relación de bibliófilo ni una manía de coleccionista, sino que se adaptaban a las idas y vueltas de una vida de intelectual: compraba los que creía necesitar, sin perseguir ediciones difíciles. Sin embargo, como había empezado a comprar en los años cuarenta, tenía libros que se habían vuelto fetiches de colección: primeras ediciones de Borges, entre otros.
Después de algunos años de comprar libros, probablemente un lector ya se haya resignado a que su biblioteca esté formada tanto por errores como por aciertos. Los libros que se han ido juntando, además, son un testimonio de los entusiasmos fugaces, que hoy se pueden reconocer como ocurrencias y berretines insustanciales, de las modas, de creer que la lista de best-sellers es un ordenamiento cualitativo, de adjudicar a una opinión escrita más autoridad de la que merecía, de seguir un consejo que convence sólo porque quien lo ofrece está entusiasmado. ¿Cómo se me ocurrió comprar este libro?¿Por qué debo conservarlo si lo que muestra es un malentendido?¿Qué tengo que ver yo con esto que me gustó en el pasado y hoy me pone incómoda precisamente porque me gustó? Cuando se la acumuló por años, una biblioteca es una especie de corte geológico donde se ven las napas de caprichos desvanecidos, tanto como los sedimentos que se han afirmado. Por eso, cuando alguien mira la biblioteca de otro, de algún modo, está al borde de la indiscreción.

ENSAYO SOBRE BIBLIOFÍLIA

La vida de los libros
JOSÉ FRANCISCO RUIZ CASANOVA
Probablemente tengan que pasar 2.000 años para que uno de los ejemplares de la reciente y millonaria tirada del primer volumen de memorias de García Márquez tenga, para un bibliófilo, algún valor. Bajo semejante premisa, la del valor de los libros (su valor bibliográfico y su valor ajustado o no a catálogo) iniciaron en muchos casos sus colecciones algunos de los excelentes bibliófilos que, aquí y allá, reunieron bibliotecas que están más cerca de ser apreciadas como museos que como la biografía que toda biblioteca tiene la obligación de desvelarnos: la del lector. De hecho, en este campo de la bibliofilia, se habla más de colecciones que de bibliotecas. Mendoza Díaz-Maroto escribe, según creo, un entusiasta ensayo sobre la bibliofilia que tanto es manual para no iniciados o relato y anecdotario de las andanzas de su autor y de otros coleccionistas, como -me temo- un involuntario testamento, una sentida elegía o un impremeditado obituario de un mundo que o bien ha terminado ya sus días, o bien los terminará en no mucho, a juzgar por los nuevos valores audiovisuales, los ingenios informáticos o, simple y llanamente, la muerte tantas veces anunciada de la lectura.
Libro (de un libro que trata del amor por coleccionar libros, no por su contenido ni por su lectura, como puntualizara Umberto Eco) la descripción de un ambiente, y de una pasión, que para muchos resultará ajena, impensable o inaudita; es más, el autor, al trufar sus capítulos de anécdotas, casos personales, historias, datos y obsesiones relativas a la bibliofilia, ni hace concesión al lector curioso o a aquel que precisa ser convencido con los habituales recursos publicitarios, ni tampoco hace proselitismo. En definitiva, que a las características de manual, elegía u obituario habría que añadir la de autobiografía de un bibliófilo que relata en muchas ocasiones hechos de los que fue protagonista o testigo, y que reproduce, en su ensayo, las portadas, encuadernaciones, lomos, etcétera de los libros que su pasión ha ido reuniendo con dosis alícuotas de paciencia, tiempo y dinero.
Asegura el autor que el bibliófilo tiene algo de comerciante, de exhibicionista y, a veces, de delincuente sin más; todo este ejercicio de crítica o de autocrítica de un colectivo que se caracteriza con frecuencia por el anonimato y el secretismo de sus miembros, se ve contrarrestado en el ensayo por algunas (o bastantes) apreciaciones que ninguna importancia tendrían en el siglo XVIII, siglo dorado de la bibliofilia, pero que ahora, al escribir el obituario de esta, digamos, afición, no pueden pasarse por alto. Y no por un prurito de ortodoxia o de filiación a la ya agonizante corrección política, sino tan sólo porque sitúan aquello que se ensalza -y que se ensalza para neófitos, no lo olvidemos-, la bibliofilia, en la órbita alcanforada de lo divinizado por sus acólitos: no creo que convengan en nada al por tantas razones útil y entretenido ensayo las frecuentes perlas de misoginia dispersas en sus páginas (tanto cuando se titula un apartado Bibliofilia y mujer no casan bien, como cuando en ademán de galanura se reconoce a las mujeres "mejor preparación", y no sólo esto, sino que "los libros -al fin y al cabo, masculinos- también prefieren ser manipulados -en el buen sentido de la palabra- por unas delicadas manos femeninas"); y esto, por mucho que su autor advierta de que su libro pertenece al género ensayístico y que, en consecuencia, "el tema objeto del mismo se trata con libertad". Y vaya esta observación para -es un decir- el vuelo bajo del chiste, la gracia conveniente o inconveniente, o el comentario ajeno al propio tema y más bien de gusto costumbrista, pues también se ironiza, por lo alto, sobre la propiedad de un manuscrito de Leonardo da Vinci, y se sugiere si no le hubiera dado igual a dicho magnate poseer algo del otro Leonardo, el de Titanic.
Y, claro, aquí ya se pierden todas las razones y todas las virtudes (desde informativas hasta documentales y eruditas) que el libro tiene; y se pierden no sólo por el desenfado, se pierden por el tono, por la implícita falta de respeto que hacia el lector contiene lo dicho; y se pierde también el rigor histórico: que sepamos, ni una sola de las serranas, las ficticias y las reales -si es que las hubo-, del marqués de Santillana coleccionaron libros y sí, en cambio, don Íñigo. Y ahora, más de quinientos años después, todavía puede alguien tener en sus manos uno de aquellos libros: un bibliófilo es un conservador de parte de la memoria humana (los libros) y un eslabón de la indefectible cadena que debería siempre acabar en el mayor invento ilustrado en cuanto a institución cultural y pública: una biblioteca. La cultura supone transmisión, nunca acumulación personalista ni personalizada.

UN BIBLIÓFILO ARGENTINO


Atilio Cornejo, precursor de la investigación histórica en Salta
Por Gregorio Caro Figueroa

sábado, 25 de marzo de 2006

Este artículo pertenece a Artículos » Personajes de Salta
Dr. Atilio Cornejo Mollinedo Cornejo, junto con su maestro Bernardo Frías, puede ser considerado como uno de los precursores de la investigación histórica en Salta. Muerto a los 86 años, el 3 de abril de 1985, el doctor Cornejo consagró 70 años de su vida a una pasión casi excluyente: el pasado de Salta como parte inseparable de la historia de la Argentina y el Alto Perú. Fruto de esa pasión son sus 17 libros, decenas de textos y miles de artículos escritos entre 1915 y 1985. Diputado y senador provincial entre 1927 y 1934, Cornejo fue autor de muchas de las leyes y códigos sobre los que se reposa nuestra armazón institucional. En su paso por la política sembró pero no cosechó prebendas: jamás aceptó cobrar un centavo en concepto de dietas o sueldos. Declinó muchos más cargos de los que ejerció, entre ellos renunció a su candidatura a gobernador de Salta. A su muerte donó su casa, sus libros y sus documentos a la provincia de Salta para que ella los conserve, los incremente y los ponga al alcance de los investigadores. Investigador probo y honesto, erudito sin pedantería, bibliófilo conocedor de los libros por dentro, generoso y afable, lucía una natural modestia que le protegía de vanidades y jactancias. No soy ni he pretendido ser un historiador, decía. "únicamente soy un aficionado de las cosas de nuestro pasado". "Sólo soy un sembrador", añadía. Opinión distinta tuvieron de él las numerosas academias que, comenzando por nuestra Nacional de la Historia, lo incorporaron como miembro de número o correspondiente. Sería un tremendo error creer que Cornejo fue un anticuario que hacía de la historia un pasatiempo para desempolvar glorias familiares y locales. Los estantes de su rica biblioteca dan cuenta de un interés por devorar todo lo que se publicaba sobre historia: los aportes de las nuevas corrientes historiográficas argentinas influidas por la revista "Annales" e, incluso, aquellos textos demasiado ideologizados cuyas opiniones no compartía. Cornejo era un conservador culto y, por eso mismo, amplio y tolerante. Cornejo sabía que el historiador tenía entre sus manos ese material tan sensible como frágil que es la memoria humana. Joven aún comprobó que los llamados "intelectuales de tierra adentro" habían sido devorados por es implacable planta carnívora del olvido. La memoria de esos hombres "se ha extinguido cual la luz de un cirio", constató. Años después, las primeras palabras de su excelente libro sobre Roberto Levillier retoma el tema. Cuando aludimos a la ingratitud de la gente hacia sus contemporáneos vivientes decimos: "La historia hará justicia". Pero cuando ellos mueren, la justicia tarda en llegar o no llega nunca de mano de la historia. Se da, entonces, una extraña paradoja. Los mismos hombres que consagraron sus vidas a escribir la historia, rescatando del olvido otras vidas, suelen ser condenados al olvido. Creía que los éxitos son fugaces anticipos de borrascas. Ningún éxito lo hizo engreído. "La vida es como la montaña, a la que se sube y se desciende". "Lo único eterno es la producción del espíritu", anotó. Hoy quisiera poder ver que su trabajo no fue en vano. Ver también a una Salta capaz de aprender esta simple lección: que las desmemorias no son síntomas de progreso sino señales de decadencia. Con cuerpo y alma, Atilio Cornejo se entregó al cultivo de la historia de Salta, simplemente porque era un fervoroso creyente de su mejor porvenir.

Saturday, December 09, 2006

BIBLIOGRAFIA DE INCUNABLES

Biblioteca Nacional de España:
BIBLIOGRAFÍA DE INCUNABLES
BMC = Catalogue of books printed in the XV th century now in the British Museum. London, 1908-1971. 10 v.
C = COPINGUER, Walter Arthur: Supplement to Hain’s Repertorium bibliographicum. London, 1895-1902. 2 partes en 3 v.
CIBN Paris = Bibliothèque Nationale. Catalogue des incunables. Tome I fasc 1 (Xilographes et A); tome II (H-Z). Paris, 1981-92.
CIH = SAJO, Géza-SOLTËSZ, Erzsebet: Catalogus incunabulorum quae in bibliothecis publicis Hungariae asservantur. Budapestini, 1970. 2 v.
Goff = Goff, Frederick Richmond: Incunabula in American libraries. A third census of fifteenth-century books recorded in North American collections. Reproduced from annotated copy maintained by … New York. 1973.
GW = Gesamtkatalog der Wiwgendrucke. Bd. 1-8, Leipzig, 1925-1940; Bd. 8. Stuttgart. Berlin. New York, 1978-
H = HAIN, Ludwig: Repertorium bibliographicum, in quo libri omnes ab arte typographica inventa usque ad annum MD, Typis expressi ordine alphabetico vel simplicer enumerantur vel adcuratius recensentur. Stuttgartiae. Lutetiae Parisinorum, 1826-1838. 4 partes en 2 v.
Haebler = HAEBLER, Konrad: Bibliografía Ibérica del siglo XV. Enumeración de todos los libros impresos en España y Portugal hasta el año de 1500, con notas críticas. La Haya. Leipzig, 1903-1917. 2v.
IBE = Catálogo General de Incunables en Bibliotecas Españolas. Coord. y dir. Por Francisco García Craviotto. Madrid, 1989-1990. 2 v.
IBP = Incunabula quae in bibliothecis Poloniae asservantur. Moderante Alodia Kawecka-Cryczowa. Composuerunt Maria Bohonos et Elisa Szandorowska. Wratislaviae. Varsaviae. Cracoviae, 1970. 2v.
IBPort = Os incunábulos das bibliotecas portuguesas. Inventario do Patrimonio Cultural Móvel; coord. E org. Maria Valentina C.A. Sul Mendes. Lisboa, Sec. Estado da Cultura; Inst. da Biblioteca Nacional e do Livro, 1995. 2v.
IDL = Incunabula in Deutch libraries = A census of fiftteenth-century printed books in Dutch public collections. [Editor-in chief Gerard van Thienen]. Nieuwkoop, 1983. 2 v.
IGI = Indice generale degli incunaboli delle Biblioteche d’ Italia a cura del Centro Nazionale d’ Informazioni Bibliografiche, compilato da T.M. Guarnaschelli, E. Valenziani, E. Cerulli, P. Veneziani, colla collaborazione di A. Tinto e G. Sciacia. [Roma], 1943-1981. 6 v.
Oates = OATES, John Claud Trewinard: A catalogue of the fifteenth-century printed books in the University Library Cambridge. Cambridge. 1954.
Pell = PELLECHET, Marie: Catalogue général des incunables des Bibliothèques Publiques de France. Paris, 1897-1907. 3 v.
Polain = POLAIN, Marie –Louis: Catalogue des livres imprimés au quinzième siècle des bibliothèques de Belgique. Bruxelles, 1932.-Supplément.1978
Vindel = VINDEL, Francisco El Arte Tipográfico en España durante el siglo XV. Madrid. 1945-1952. 10 v.

Friday, December 08, 2006

LA IMPRENTA EN EUROPA Y AMÉRICA

LOS INCUNABLES EUROPEOS
1455 - 1501
ALEMANIA
1455- La Biblia de 42 líneas, primer libro impreso por Gutenberg.
LOS INCUNABLES AMERICANOS
1550 - 1601
MÉXICO
1550- Antonio de Espinoza funde letras tipográficas para Juan Pablo, primer impresor de -- México.
1576- Primera imprenta instalada en Lima por Antonio Ricardo.
1626- Primera imprenta instalada en Cuenca (Ecuador).
1638- Primera imprenta instalada en los Estados Unidos de América, en Cambridge --(Massachusetts).
1723- Instalación de la primera imprenta en La Habana (Cuba).
1738- Primera imprenta instalada en Bogotá (Colombia).
1760- Primera imprenta instalada en Quito (Ecuador).
1766- Primera imprenta instalada en Córdoba (Argentina).
CHILE
1780- Primeras imprentas instaladas en Buenos Aires (Argentina) y Santiago de Chile. (Chile)
1783- Primera imprenta instalada en Santo Domingo (República Dominicana).
1807- Primera imprenta instalada en Montevideo (Uruguay).
1808- Primeras imprentas instaladas en Caracas (Venezuela) y Puerto Rico.
1810- Primera imprenta instalada en Guayaquil (Ecuador).

Thursday, December 07, 2006

GABRIELA MISTRAL












REUNIÓN DEL DIRECTORIO


El Miércoles 6 de diciembre se celebró la Segunda Reunión del Directorio de la Sociedad de Bibliófilos Chilenos, a partir de las 19:30 horas por especial citación del Presidente Juan Agustín Figueroa. Asistieron Eduardo Castro Le-Fort, Enrique Inda Goycoolea, Ezequiel Lira Ibáñez y Neville Blanc Renard. Entre los temas tratados se consideró y evaluó el proyecto editorial 2007, la conveniencia de patrocinar un taller de empaste vinculado a la SBCH, las relaciones internacionales de la Sociedad con énfasis en Argentina.
Se tomó conocimiento de las nuevas postulaciones y se revisaron y comentaron las primeras ediciones de Thaís de Anatole France, la clandestina del Canto General de Pablo Neruda, datada en México e impresa en Chile, las obras completas de Francisco Bilbao editadas por Figueroa en el siglo XIX. Por otra parte Enrique Inda dio a conocer, con la mayor profundidad, el interés creciente de las universidades extranjeras por la obra de Alberto Blest Gana, el que se consideraría el primer novelista iberoamericano por El loco Estero, Martín Rivas, La aritmética del amor, entre otras.

Monday, December 04, 2006

JOAN MIRÓ Y PABLO NERUDA, UN RESCATE

Proyecta la Sociedad de Bibliófilos Chilenos rescatar, en una edición facsímil, la primera edición de Poemas de Pablo Neruda e Ilustraciones de Joan Miró.



Desde sus inicios en los años 30, la obra gráfica de Miró ha estado dedicada a la ilustración de textos poéticos y de algunas narraciones. Entre los autores que ha ilustrado se encuentran Robert Desnos, Pablo Neruda, Alain Jouffroy, Joan Brossa; así como los clásicos catalanes Jordi de Sant Jordi, Miquel Martí i Pol, Miquel Costa i Llobera entre muchos otros. En 1980 Miró realiza una serie de catorce litografías para el libro La Mélodie acide de Patrick Walberg, escritor dedicado a los pintores surrealistas y autor de varios textos sobre Miró. En dichas ilustraciones Miró establece un divertido juego de formas y colores, que parecen danzar al ritmo de una música imaginaria. Cada litografía está numerada y firmada sobre la plancha.

NERUDA EN WASHINGTON


UNA CITA DE HACE 40 AÑOS
Pablo Neruda 'recita' en Washington
Félix Ángel, del BID de Washington, muestra las grabaciones originales de Neruda. (Foto: EFE)
Actualizado miércoles 07/06/2006 14:29
CÉSAR MUÑOZ ACEBES (EFE)
WASHINGTON.- El poeta chileno Pablo Neruda, a quien un grupo de funcionarios anticastristas le impidió hace 40 años dar un recital en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en Washington, logró finalmente su objetivo gracias a una grabación perdida desde entonces.
La voz nasal y monótona de Neruda, como un puente entre pausas densas, envolvió este martes el auditorio Enrique Iglesias, cuyo aforo de 500 asientos no fue suficiente para albergar a las personas que acudieron a escuchar las palabras de un poeta que conmovió en 1966 y conmueve hoy en día.
El 18 de junio de ese año, un Neruda de 61 años, famoso pero no aún Premio Nobel, estaba en Washington para dar un recital en el BID, a invitación de su presidente, el también chileno Felipe Herrera, según explicó Félix Ángel, director del centro cultural de la institución.
Había llegado desde Nueva York tras recibir un homenaje del Pen Club, una asociación de escritores muy prestigiosa, e iba a grabar en Washington para la Biblioteca del Congreso de EEUU su poema 'Alturas de Macchu Picchu'.
Para la Biblioteca sí que leyó su 'Madre de piedra, espuma de los cóndores. Alto arrecife de la aurora humana', pero en la sede del BID, entonces localizada en la calle 17, cerca de la Casa Blanca, no llegaron a oírse sus palabras.
Leopoldo Castedo, un historiador español que era amigo de Neruda y que le había convencido de que diese el recital, recordó lo ocurrido en una conferencia en 1999.
Según Castedo, "algunos funcionarios [cubanos] organizaron una manifestación con pancartas que pregonaban 'Provocación comunista', por citar la menos agresiva".
Era el tiempo de la Guerra Fría, habían pasado cinco años desde el fallido intento de invasión de Cuba desde Bahía de Cochinos llevado a cabo por exiliados cubanos entrenados y equipados por EEUU, y Neruda era comunista.
No obstante, Herrera encontró un término medio. "Desafiando el revuelo de sirenas y policías, anunció por altavoz, en las puertas del edificio, que la ceremonia tendría lugar no en el Banco, sino en el Hotel Mayflower", contó Castedo.
Ese recital de Neruda, que estaba olvidado en el BID, picó la curiosidad del colombiano Félix Ángel, que se lanzó tras la pista de la grabación de aquella sesión. La descubrió hace dos años por casualidad, según confesó, al preguntar a un veterano del Banco si se acordaba de aquel acto.
"Creo que yo tengo la cinta", le respondió el funcionario, al que no identificó, quien la había recibido de otro empleado del BID. Además, una copia acabó en la fundación Pablo Neruda de Chile, probablemente enviada por Castedo, según Ángel.
Y así, 40 años más tarde, la voz del autor de 'Canto General' y 'Odas Elementales' sonó en el lugar donde debía haberlo hecho originalmente.
"Es un desagravio a Neruda", dijo Ángel. Tras una breve introducción de Castedo, que había conocido al poeta cuando el español estaba exiliado en Chile, Neruda recitó de nuevo los 15 poemas que escucharon en el Mayflower los funcionarios del BID a los que la política no les cegó los ojos al arte.
"Agradezco el silencio de ustedes, que me escuchan", les dijo. Mientras, un montaje de imágenes proyectadas en una pantalla del auditorio recorría los espacios que habitó el poeta en sus casas en Valparaíso, Santiago e Isla Negra, una aportación de la Embajada de Chile.
Neruda decidió comenzar con dos de sus poemas de amor "porque vi tanta juventud en esta sala", como dice en la grabación. Entonó "Me gusta cuando callas porque estás como ausente", de uno de sus 'Veinte poemas de amor y una canción desesperada', un libro con el que han aprendido a enamorarse miles de adolescentes.
Y luego, humilde pero seguro, recitó: "Puedo escribir los versos más tristes esta noche", y al oír estas palabras la audiencia de 1966 suspiró y murmulló, emocionada, como cuando se escucha el principio de la canción favorita en un concierto.
Cuarenta años más tarde también se encogieron los corazones y se humedecieron los ojos.

Sunday, December 03, 2006

QUEMA DE LIBROS


Quema de libros

Señor Director:

El Mercurio, domingo 3 de diciembre de 2006

En medio del dolor y la impotencia provocados por los hechos repudiables e irreparables ocurridos en dependencias de la Universidad de Chile, se me vino a la mente una obra del gran escritor sudafricano J. M. Coetzee, titulada "Esperando a los Bárbaros". Que nadie se llame a engaño: los bárbaros hace rato que llegaron a nuestro país; están en todas partes y, lo que es más lamentable, ya infiltraron nuestros colegios y universidades.

DORA DE SIMONETTI

A 30 AÑOS DEL PREMIO NACIONAL DE HISTORIA (1976 - 2006)


Memoria de Mario Góngora

La Segunda, Gonzalo VIAL
Este 2005 hubiera podido alcanzar los noventa años pero, en vez de eso, se cumplieron veinte desde su muerte. Muerte casual y casi diríamos banal... atropellado por un motociclista a la salida del Campus Oriente de la Universidad Católica. Como antes Jaime Eyzaguirre en otra colisión de vehículos, cerca de Linares, casi cuarenta años atrás, debida a la imprudencia de un conductor cuyo nombre -igual que el de aquel motociclista- se ha olvidado, si es que alguna vez se supo. Es insondable que tanta inteligencia, tal cúmulo de estudios y sabiduría, tan brillante perspectiva de nuevos enfoques y descubrimientos hayan perecido, cada vez, en unos cuantos segundos o minutos. De la misma manera que -diría Spengler, amado por Eyzaguirre y Góngora- muere la flor que el paseante desaprensivo decapita con su vara...
Mario Góngora era un hombre huraño y tímido, reconcentrado en sí mismo, afligido por la convicción de una fealdad inexistente, pues la disipaba el brillo de los ojos, expresivo de un mundo de profundidad y belleza espiritual.
Sorprendía la finura de sus sentimientos y reacciones. Una vez nos topamos por casualidad en el Campus Oriente. Acababa de aparecer el primer volumen de mi Historia 1891/1973. Me preguntó qué materia abordaría el segundo. Le dije que el parlamentarismo. ¡Cómo. -se asombró- Si ya está tratado en el primero!. Le respondí que lo miraría bajo otros ángulos, y nos despedimos. Dos o tres horas después, en mi oficina de abogado, encontré varios, sucesivos telefonazos urgentes de Góngora. Lo llamé de vuelta. Quería pedirle disculpas (me dijo) por mi impertinencia. ¿Qué impertinencia?. Haberle echado en cara que se propusiera referirse de nuevo al parlamentarismo. Al fin y al cabo, Ud. es el autor y sabe y decide la forma de escribir su libro. Me costó convencerlo de que no estaba molesto, y de que había hallado la pregunta muy lógica, y su interés muy estimulante.
Mario Góngora hacía clases, escribía, daba conferencias. En 1976 recibió el Premio Nacional de su disciplina. Llegaría a vérsele como el más destacado historiador de Chile. La historiografía izquierdista se inquietó, porque era un hombre sin prejuicios de ningún color, riguroso en el estudio y la documentación de los hechos, racional para interpretarlos, enemigo de las pinceladas, de los vastos cuadros de pocos fundamentos, y de las peroraciones y el uso ideológico o político de la Historia. Se le clasificó, entonces -incipientemente en vida, a toda orquesta después de muerto-, como conservador. Quedó con Alberto Edwards, Eyzaguirre y Encina y últimamente Sergio Villalobos (buena compañía, es cierto) bajo este misterioso paraguas, el conservantismo, que sirve para descalificar sin necesidad de refutar.
Sus campos favoritos -mas no únicos- fueron la historia medieval, de la modernidad temprana, de la llamada Colonia. Y en los últimos años irrumpió con fuerza, de la manera que veremos, interpretando nuestra vida republicana. Pero ya anteriormente había establecido hitos, y continuó estableciéndolos durante un tercio de siglo, hasta la muerte. Su primera obra extensa, El Estado en el Derecho Indiano (1951), mostró la génesis histórica de esa rica y compleja realidad que fue el Imperio Español en América, tan deformada por visiones parciales o pasionales, leyendas negras o rosas. Señero fue también el estudio que hizo sobre el origen del inquilino, el típico trabajador agrario de la zona central -desaparecido la centuria pasada-, demostrando no ser indígena (o no ser sólo indígena) esa raíz, sino también y fundamentalmente de españoles libres y pobres (1960). Numerosos trabajos de Góngora abordaron la ilustración española, y cómo el ideario de ésta se prolongó e influyó en los primeros años de la América y Chile emancipados. Tenía Mario Góngora una múltiple y original curiosidad histórica.Y así, poco antes de morir, se hallaba preocupado del desarrollo chileno de la cremación funeraria, y de las correspondientes implicancias culturales y sociales.
Por supuesto, la Historia sería la esfera principal de acción para Mario Góngora. Pero, internamente, ella y su estudio formaban parte de un esfuerzo más amplio -un interés de vida, no académico-, dirigido a explicarse el Occidente en crisis, y a poder desentrañar su futuro. Este fue el auténtico objetivo perseguido por Góngora, una existencia entera, y perseguido con ansias y angustias.
Búsqueda semejante, tuvo numerosas facetas.Una de ellas fue posesionarse de la cultura occidental de un modo completo y hondísimo, leyendo de manera sistemática y continuada su filosofía, poesía, narrativa, etc., y mediante el conocimiento y apreciación de su arte. Puede decirse sin exagerar que, el siglo pasado, no hubo ningún intelectual chileno (salvo quizás Juan Gómez Millas) con una cultura tan amplia como la de Góngora. Su biblioteca -que han estudiado Gabriela Andrade y Patricia Arancibia- es prueba fehaciente a este respecto.
No le faltó la faceta política, breve y juvenil. Los años 30, igual que tantos jóvenes católicos, creyó posible redimir el mundo occidental difundiendo un cristianismo socialmente revolucionario. Entró a la Falange (que entonces integraba el Partido Conservador) y fue de sus elementos más avanzados: defendía la propiedad colectiva y la abolición del salario. Nada de esto, naturalmente, halló acogida falangista-conservadora. Derivó Góngora, en consecuencia, y tras un viaje europeo, hacia el comunismo: se hizo militante. Pero se apartó de él, horrorizado, al sugerirle Pablo Neruda que continuara diciéndose falangista para facilitar la penetración del glorioso partido entre los socialcristianos.
La renovación de Occidente fue también religiosa, para Mario Góngora. Católico hasta el final -pero un católico atormentado por la idea de la decadencia de la Iglesia-. Halló esperanza y explicación respecto a esa decadencia, en el milenarismo del chileno Juan Lacunza, jesuita expulso del Siglo XVIII. Para Lacunza, la postración de la Iglesia sólo anticipaba la venida del Mesías en gloria y majestad... el reino y gobierno temporal de Cristo y los Apóstoles sobre la tierra, por un milenio, antes de la destrucción última del mundo. Enseñaba el lacuncismo -junto con la pobreza evangélica, la lectura de los libros sagrados y la nueva liturgia- un presbítero santo, misterioso y elocuente, Juan Salas, que terminó sus años enajenado. Bebieron la doctrina de Lacunza y Salas, Mario Góngora, Jaime Eyzaguirre, Armando Roa, Roberto Barahona, Walter Hanisch y otros jóvenes valores intelectuales de la época.
Góngora, Eyzaguirre y Roa, con Juan de Dios Vial Larraín (mucho menor) y el sacerdote Rafael Gandolfo, de los Sagrados Corazones, constituyeron un grupo de pensamiento católico de alto vuelo y larga duración, que publicaba una revista de periodicidad irregular pero elevado nivel: Dilemas. La lectura de los aportes de Góngora a Dilemas, confirma la amplitud y variedad de sus intereses en el mundo de la cultura.
Los últimos años de Mario Góngora, cubierto de honores y reconocimientos, fueron sin embargo melancólicos. A la manera de Unamuno, le dolían el Chile del regimen militar, y la Iglesia, azotada por el vendaval de los 60 y del post Concilio. Un presentimiento y quizás hasta un deseo de muerte lo rondaban. Pero volvió a la batalla para defender la acción histórica del Estado de Chile, que consideraba falsa e injustamente tratada por quienes -extrapolando una teoría económica, la neoliberal- desconocían o minusvaloraban esa acción.
Escribió así el Ensayo Histórico sobre la noción de Estado en Chile en los Siglos XIX y XX, 1981, que fue un instantáneo éxito de público y de crítica y hasta 2003 llevaba ocho ediciones.
Hubiera sido, sin duda, punto de partida para nuevos estudios sobre muchos de los temas que plantea: ¿Creó el Estado Republicano la nacionalidad chilena, o venía ésta formándose con anterioridad? ¿Fueron Arturo Alessandri e Ibáñez caudillos al estilo mundial de los años 20 y 30, o creadores de institucionalidades sociales y económicas de carácter permanente, que los sobrevivieron? ¿La Democracia Cristiana, la Unidad Popular, el régimen militar... propusieron efectivamente planificaciones globales, modelos cerrados de sociedad que no admitían postergación, modificación ni transacción?
Ideas que se discuten y discutirán arduamente, y a todo nivel; ideas básicas para explicarse el pasado y avizorar el futuro de Chile, pero que ya no gozarán de la presencia animadora e intelecto penetrante de Mario Góngora. Quizás me equivoque, pero pareciera que este aniversario de Góngora no ha tenido toda la conmemoración debida. Sería una lástima olvidarlo, no tanto por él como por nosotros. Faltan estudios sobre su personalidad (si descontamos el muy interesante que respecto a la juventud del historiador escribió Patricia Arancibia: Mario Góngora en busca de sí mismo), falta difundir y debatir sus propuestas en seminarios, revistas, etc. Pero más vale tarde que nunca.

ALDO MANUCIO


EL EMPASTE DE UN LIBRO


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