SOCIEDAD DE BIBLIÓFILOS CHILENOS, fundada en 1945

Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

My Photo
Name:
Location: Santiago de Chile, Región Metropolitana, Chile

Editor: Neville Blanc

Sunday, October 31, 2010

SBCH 2010


SOCIEDAD DE BIBLIOFILOS CHILENOS
2010

DIRECTORIO Y
SOCIOS DE NÚMERO,


DIRECTORIO

Presidente
Juan Agustín Figueroa Yávar
Secretario -Tesorero
Neville Blanc Renard
Directores
Eduardo Castro Le-Fort Carlos Alberto Cruz Claro
Enrique Inda Goycoolea Exequiel Lira Ibáñez

SOCIOS DE NÚMERO

Ampuero, Roberto 27
Antúnez Aldunate, Jaime 99
Armengoli Castro, Jorge 5
Barros Franco, José Miguel 90
Bertelsen Repetto, Raúl 52
Blanc Renard, Neville 25
Boza, Cristián 71
Brunner Noerr, Helmut 83
Camus, Luis Alberto 39
Casanueva Préndez, Manuel 6
Castellón Covarrubias, Álvaro 95
Castro Le-Fort, Eduardo 98
Cordero Echeverria, Luis Felipe 16
Cortes Conejeros, Jose Olegario 87
Couyoumdjian Bergamali, J. Ricardo 65
Cruz Claro, Carlos Alberto 17
Cruz Cross, Jose Miguel de la 23
Dougnac Rodríguez, Antonio 85
Edwards Valdés, Jorge 77
Eyzaguirre Quesney, Domingo 30
Ferrada V, Luis Valentín 21
Figueroa Yávar, Juan Agustín 15
Fuenzalida González, Roberto 37
Gajú de Estellé, Mercedes 4
Gallagher, David 43
Gana, Felipe
García Huidobro Friefrau zu Knyphausen, Cecilia 38
Gazitua Calvo, Carlos 94
Guerrero del Rio, Eduardo 73
Guerrero del Rio, Roberto 46
Guzmán Brito, Alejandro 91
Guzmán Lyon, Roberto 7
Hamilton Donoso, James 93
Hampe Martínez, Teodoro 66
Hermosilla Rumil, Nurieldin 10
Ibáñez Santa María, Gonzalo 74
Illanes, Ana María 59
Inda Goycoolea, Enrique 58
Irarrázabal Covarrubias, Raúl 13
Irarrázabal Echeverría, Eugenio 47
Jara Lazcano, Alejandro 68
Jiménez Moraga, Sergio 79
Lafourcade, Enrique 42
Larraín Kimber, Gerardo 51
Larraín Valdés, Gerardo 50
Lecaros Izquierdo, Mario 60
Levine Contreras, Juan Guillermo 100
Lira Ibáñez, Exequiel 45
Lira, Benjamín 28
Martínez Baeza, Sergio 70
Martínez Lemoine, René 62
Maturana Claro, Mario 33
Molina, Fernando 14
Ossa Bulnes, Juan Luis 86
Pérez Aguilar, Patricio 64
Pérez Barra, Cristóbal 63
Pérez Levetzow, Enrique 35
Pinochet de la Barra, Oscar 48
Pizarro Pizarro, Marino 36
Riveros, Luis 3
Rodríguez Villegas, Hernán 26
Salinas Concha, Francisco 55
Sánchez Edwards, Jaime 49
Serrano Mahns, Gustavo 41
Silva, Monseñor Luis Eugenio 24
Soffia Opazo, Alberto 78
Somarriva Quezada, Marcelo 76
Soto Gómez, Cesar 32
Stein Brygin, Rolando 97
Swett Lazcano, Ignacio 19
Trobok de Resezinski, Ruby 20
Valdés Perez, Salvador 11
Vargas C, Juan Eduardo 69
Vargas Díaz, Ruperto 80
Vergara de García Huidobro, María Luisa 56
Vicencio Eyzaguirre, Felipe 96
Vinés Vásquez, Eugenio 8
Zegers Ariztía, Cristián 12
Zepeda Coll, Hugo 61
Zuniga Opazo, Alfonso 72

EL LIBRO


VOLKER KUTSCHER


ELPAIS.com >Cultura

Un nuevo detective literario para el Berlín prenazi
JACINTO ANTÓN

Barcelona - 30/10/2010
Gereon Rath. Retengan ese nombre. Es el del detective de la Brigada de Costumbres de la Policía Criminal de Berlín, dedicada a investigar delitos sexuales, que se ha inventado Volker Kutscher (Colonia, 1962) como protagonista de una serie de novelas ambientadas en la época de la República de Weimar y el ascenso del nazismo que causan furor en Alemania. Acaba de publicarse en España el primer título de las tres escritas hasta ahora, Sombras sobre Berlín (Ediciones B), que se abre con una redada de pornógrafos que distribuyen fotos de dobles de prominentes prusianos -Hindenburg, Bismarck, Federico II- practicando el sexo a lo grande. Un asesinato brutal, el mundo de los refugiados rusos y el oro de Moscú (el de una familia de seguidores de Kérenski que persigue Stalin) aparecen en el horizonte del detective mientras los comunistas tratan de tomar la calle y la bestia parda comienza a estirar los músculos. "La época de entreguerras en Alemania es fascinante", señala Kutscher, historiador de formación. "La gran pregunta es cómo pasamos de una democracia a una dictadura bárbara". El escritor es un gran conocedor de la República de Weimar, cuyas libertades, considera, no se volvieron a ver en Europa hasta los años sesenta. "No creo que hubiera nada negativo en ella, el problema es que había demasiados pocos demócratas. Con unos cuantos más la historia hubiera sido muy diferente". Cuando se habla de detectives en el Berlín prenazi y nazi, la referencia es Bernie Gunther, el personaje de Philip Kerr. "He leído sus novelas, su detective a lo Bogart es muy diferente del mío". Las aventuras del suyo, advierte, acabarán en 1936 para que no tenga que vivir la total apropiación de la policía por los nazis. A Kutcher le interesaba mezclar la época con los gánsteres y su novela se abre con la cita de Walther Rathenau, ministro de la república: "Berlín ha muerto, en su lugar crece Chicago".

Friday, October 29, 2010

INVITACION A LOS SOCIOS Y AMIGOS DE LA SBCH




En honor a Chile se inicia 30° Feria Internacional del Libro de Santiago
(AFP) – hace 5 horas

SANTIAGO — La Feria Internacional del Libro de Santiago inauguró este viernes su trigésima edición, teniendo de invitado de honor a Chile, como homenaje por el Bicentenario de su independencia, y acogerá a 600 escritores, entre ellos los estadounidenses Bret Easton Ellis y John Grisham.

De acuerdo con la Cámara Chilena del Libro, en esta actividad, que se prolongará hasta el 14 de noviembre, asistirán unos 600 escritores, entre nacionales y extranjeros.

Entre los más esperados está Alejandro Jodorowsky, un escritor y "psicomago" chileno de origen ucraniano, además de director de cine (La Montaña Sagrada), quien actualmente radica en Francia y asistirá a la feria el 31 de octubre.

Por su parte, Hernán Rivera Letelier, ganador del premio Alfaguara 2010, lanzará su libro "El Arte de la Resurrección" el 13 de noviembre, mientras que Roberto Ampuero estará el domingo 7 presentando "La otra mujer".

Como visitantes internacionales, la feria tendrá a los estadounidenses Bret Easton Ellis y John Grisham, este último conocido por sus thrillers judiciales, varios de ellos llevados al cine.

Por Perú participan el poeta Antonio Cisneros (ganador del premio Pablo Neruda 2010), y los escritores Alonso Cueto y Gustavo Rodríguez, mientras que por España estarán el poeta Justo Jorge Padrón y el escritor Paco Ignacio Taibo II.

La Voz del Señor de Sri Raaknahaif es una obra única, publicada originalmente en Chile en 1930


En el local 38 de Providencia 1114 (Metro Manuel Montt) se encuentra a la venta la primera parte del libro La Voz del Señor de Sri Raaknahaif, edición limitada y numerada:

La Voz del Señor de Sri Raaknahaif es una obra única, publicada originalmente en Chile en 1930. Reúne las experiencias iniciáticas y los conocimientos desarrollados por el autor, en un manantial donde la sabiduría de Oriente y Occidente se unen, o reúnen.

Un fundamental campo abordado a lo largo de esta primera parte de La Voz del Señor son los conocimientos expuestos en El Libro de los Muertos Egipcio y los caminos que el alma toma de acuerdo a sus intenciones y acciones tras la muerte del cuerpo físico. Se aborda asimismo la ciencia de los Números Sagrados; los viajes a los estratos de la Tierra, el contacto con los elementales y otros seres de la Naturaleza y el conocimiento de los Grandes Misterios de Egipto, Grecia e India, de donde surge la idea de la Virgen-Madre, del Hombre-Dios y el Misterio de la Trinidad del Padre Nara (Eterno Masculino), la Madre Nari (Eterno Femenino) y el Hijo Viradi (Verbo Creador), que manifiesta la doctrina del Verbo-Luz Solar, evocada por Krishna y luego por Cristo en el Evangelio Eterno de AMOR, que siglos después verterá Dante en el VELTRO y en el 515, es decir, la representación de la humanidad terrestre liberada.

Al cumplirse ochenta años de su primera edición, publicamos nuevamente La Voz del Señor con el objetivo de entregar -en palabras del autor- a los capaces de percibir la voz interna del corazón, los conocimientos allí expuestos, verdades de una realidad mayor y trascendental.


Rafael Videla Eissmann







Thursday, October 28, 2010

THE FOLIO SOCIETY



Estimado Neville:

Me ha dado un gran gusto recibir sus mails. Aquí le envío un newsletter que recibo del Folio Society de Londres. Es muy interesante y posiblemente puede ser de interés suyo escribirles para recibirlo también.

Un cordial saludo,

Verónica


Verónica Griffin Barros

Tuesday, October 26, 2010

INVITACION A LOS SOCIOS Y AMIGOS DE LA SBCH

Cliquear sobre la invitacion para leerla



Agradeceré distribuir invitación

Querido Neville,

Agradeceré si fuera posible dar difusión a través de la red de Internet de la Sociedad de Bibliófilos Chilenos a la invitación que adjunto al lanzamiento en la Feria del Libro de Santiago del libro de mi autoría sobre la Batalla de Maipú editado por el Centro de Estudios Bicentenario y que ya se encuentra en librerías desde hace algunas semanas.

Demás está decir que me encantaría contar con su presencia. Espero reiterarle la invitación haciéndole llegar la copia impresa de la misma, pero en todo caso siéntase especialmente invitado desde ya.

Un abrazo,


Luis Valentín Ferrada Walker

Monday, October 25, 2010

EL TRIUNFO DEL ESPAÑOL

El País semanal
ELPAIS.com

REPORTAJE: EL TRIUNFO DEL ESPAÑOL - EL PROTAGONISTA NOBEL VARGAS LLOSA
'La escritura es una venganza...un desquite de la vida'
Esta es la historia de dos décadas, las que van desde el fracaso de su carrera política en Perú al éxito del Premio Nobel. Es la historia de un hombre que se sintió 'abandonado' por su pueblo, al que dedicó el sacrificio de dejar la literatura. Es la historia de cómo un fracaso lo convirtió en otro hombre. La escritura fue su desquite de la vida. Su venganza. Y es la historia de cómo Mario Vargas Llosa y sus hijos desnudan desde su residencia en Nueva York sus sentimientos durante las 48 horas que siguieron a la conquista del máximo galardón de las letras mundiales.
JUAN CRUZ
24/10/2010

El día en que ganó el Nobel de Literatura alguien le llevó a Mario Vargas Llosa a Nueva York unos dulces de Arequipa (Perú), guargüeros.

"La vejez no me aterroriza. mientras trabajo, me siento invulnerable"

"Escribir es mi paraíso. Te lleva a defenderte de cualquier adversidad"

"No sé mi 'mail', jamás agarro un teléfono que suene, no sé usar los celulares"

"No está en mi carácter el ajuste de cuentas. Pero me alegro del juicio justo"
Estaba feliz, era un premio para el Nobel. Los guargüeros son como unos pestiños rellenos; tienen la apariencia de algunas pastas italianas, y saben a dulce de leche. En ese sabor está su infancia, Arequipa entera.

En ese ambiente blanquecino del apartamento alquilado en uno de los edificios más altos de Columbus Circus (Nueva York), el autor de El pez en el agua parecía, en efecto, un pez en el agua. En el paraíso. Como en la infancia, mimado, agasajado. La infancia acabó cuando tenía 11 años y el padre (al que creía muerto) regresó a su vida. Muchos años después, esos dulces y el Nobel le llevan al paraíso que perdió cuando iba a atravesar la raya de la adolescencia. Ahora esos dulcecitos, que son como los que su abuela le hacía, le llevan a la ya tan lejana infancia.

O no tan lejana. El Nobel, de 74 años, tiene aquellos años incrustados en la memoria como el tiempo en que se hizo a casi todo. Ahí descubrió el amor absorbente por la madre, asimiló que no tenía padre, que este estaba en el cielo o que nunca existió, y descubrió la literatura en los libros que circulaban por la casa grande de la familia enorme con la que se crió.

En ese libro, El pez en el agua, se cuenta esa historia, sin la cual es improbable que alguien tenga una idea cabal de quién es de veras este hombre al que muchos aman y otros crucifican. Los que lo crucifican creen que es un reaccionario que cambió de rumbo y traicionó sus ideas izquierdistas de los años sesenta en que toda revolución tenía su asiento; los que le siguen amando o bien ya lo amaban en los sesenta y entendieron su evolución, o bien simplemente le han leído y saben que sobre esta literatura ahora avalada por el Nobel no valen los tópicos amasados con las ideologías.

Los suecos de la Academia, que parecía que nunca iban a aceptar que Vargas Llosa es uno de los grandes escritores del mundo, finalmente le concedieron el Nobel y además fueron muy explícitos sobre las razones del merecimiento: porque ha sido capaz de contar la cartografía (eso dijeron, cartografía) del poder para mostrar sus miserias y también para expresar la lucha, la revuelta, del hombre por la libertad.

A Vargas Llosa le divirtió mucho la palabra cartografía, pero le emocionó verdaderamente el resto de los argumentos. Comentó, ante un grupo de amigos a los que reunió en un bullicioso restaurante italiano de Nueva York: "¡Qué dirán mis críticos!". Enmudecerán. "¡Qué va! Quien está mudo soy yo".

No está mudo, claro que no; se despertó de aquellos catorce minutos de incertidumbre. Creyó que era una broma, como la que le gastaron hace años a Alberto Moravia, pero catorce minutos después le llegó la confirmación: era Premio Nobel de Literatura de 2010. Su hija Morgana, de 36 años, fotógrafa, lo vivió llorando en Lima, con sus dos hijas y con su esposo, Stefan; su hijo Gonzalo, de 43 años, diplomático, funcionario internacional destinado ahora por ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) en Santo Domingo, lo vivió viajando a Haití, y Álvaro, el periodista, de 44 años, escuchó la noticia "estupefacto, paralizado, y luego feliz" en la casa de Washington donde vive con su mujer, Susana, y sus tres hijos.

Las hijas de Gonzalo están en Suiza, en un internado. Todos los nietos ("tienes que añadir ahí a Jurema, mi perra", dice Álvaro, "que es como otro nieto"; desde Lima, salta Morgana: "¿Y por qué te olvidas de mi pobre D'Artagnan, que está tan viejito?") han vivido de manera peculiar esta noticia, que ha revolucionado la vida familiar de esta gente que come guargüeros allá donde se encuentren. La de los Vargas, gracias sobre todo a la capacidad aglutinadora de Patricia Vargas Llosa, la esposa que también fue (o es) prima, es una familia muy sólida, que celebra en unión los veranos y las navidades, que busca cualquier motivo para juntarse y que se apoya también en los tiempos difíciles. Patricia es la brújula de esta navegación familiar, y en tiempos de incertidumbre (cuando Álvaro y Mario riñeron por cuestiones políticas relacionadas con Perú) ella fue la que condujo el conflicto por las vías que permitían un civilizado, y emocionado, reencuentro. Este tuvo lugar en Miami, cuando a Álvaro le dieron un premio, meses después del desencuentro; el padre, la madre y otros miembros de la familia quisieron acompañar a Álvaro, y ahora este dice: "Fui el culpable", con la misma emoción con que vivió la reconciliación.

Así que aquí, en esta familia, todo se vive como un espectáculo tranquilo, pero bullicioso y coral. Y el Nobel iba a ser un terremoto que a todos les afectó de un modo distinto, pero que conmovió por igual a todos. Hablábamos de los nietos. Gonzalo cuenta que, cuando se supo que el abuelo había ganado el principal premio de las letras mundiales, su hija Ariadna, que tiene diez años, le expresó por teléfono su preocupación infantil. Como él, que tenía peores notas que Álvaro en la escuela, Ariadna no obtiene los mejores resultados, y el premio del abuelo la tenía inquieta. Le dijo al padre: "O sea que, como al abuelo le han dado ese premio, a lo mejor ahora los maestros me piden que saque mejores notas".

A Leandro, el hijo mayor de Álvaro, que tiene ahora 14 años, le preguntaron en la escuela si su abuelo era alguien especial. Y se escondió detrás del flequillo como quien quiere huir de un alud. "No, no es nadie especial", farfulló. Tímida como ese sobrino suyo, Morgana, que ha sido compañera nuestra en EL PAÍS, y que ha acompañado a su padre en algunas de las aventuras más arriesgadas (Irak, Israel, Palestina) o placenteras (los escenarios de El paraíso en la otra esquina) tuvo que superar su retraimiento público cuando sonó la noticia y ella era la única representante familiar que podía hacer declaraciones en Lima.

Para curarse de su timidez, la hija más chica de los Vargas se tuvo que tomar tres copas de champán, y sin palabras todavía hizo que todos los periodistas que se agolpaban ante la vivienda familiar limeña pasaran a brindar y a conversar en esa casa de paredes blancas desde la que se ve el mar violento de la costa que acaricia Barranco. La fiesta adquirió tal carácter que la abuela Olga, madre de Patricia, tía de Mario, de 93 años, abandonó su postración y su desgana ante el mundo, se vistió de nuevo, se puso un pañuelo vistoso en su cuello de persona mayor y empezó a hacer declaraciones ante todas las cámaras de todos los noticiarios.

Se animó tanto con la noticia y con la aglomeración que no solo lloró cada vez que se acordaba del éxito de su yerno el Nobel sino que se atrevió a decir que sí, que ella, como Carmen Balcells (su agente literaria), como Fernando de Szyslo, el artista, quizá el más antiguo amigo de Mario, como tantos otros que han estado siempre cerca, iría también a Estocolmo. Cómo no.

Le preguntó un periodista a doña Olga, a la que también llaman Olguita:

-¿Y ya tiene usted traje?

-Tenía. Pero hemos esperado tanto tiempo que ya está apolillado y tendré que comprarme otro.

Han pasado veinte años. "Es curioso", decía Álvaro, y también lo decía el propio interesado, Mario Vargas Llosa, "mucha gente está de acuerdo en decir que han pasado veinte años desde que mi padre merecía tener el Nobel. Veinte años". Quizá, concedió el hijo mayor, fue porque entonces Mario tuvo su gran derrota política, y a partir de entonces ya fue solo un escritor. Su obra hasta entonces, sin duda, merecía ya el galardón, comentamos nosotros. "Sí, pero si hubiera salido presidente", añadió Álvaro Vargas Llosa, "mi padre jamás hubiera obtenido el Nobel".

O sea que es cierto que le vino Dios a ver cuando se produjo esa derrota. Sí, esa es la opinión de Morgana. Y es la opinión de toda la familia, que por otra parte estuvo implicadísima en esa campaña electoral que tanto placer como dolor produjo en los Vargas, e incluso en Mario, que a veces parece inmune a la naturaleza de los desastres.

Pero esa vez, cuando perdió las elecciones ante un candidato, Alberto Fujimori, que luego subvirtió el orden democrático, ensangrentó el país, robó, etcétera, Vargas Llosa cayó presa de un decaimiento del que fuimos testigos. Llegó a París, poco después del fracaso; había adelgazado cerca de veinte kilos, su delgadez era la delgadez de los derrotados. Su hijo Álvaro, que hizo la campaña muy estrechamente ligado a él, recuerda ese momento como un instante de estupor. Vargas Llosa, el ahora Nobel, podía irse a un lado o al otro de la balanza; su equilibrio, sin embargo, le ayudó a superar el primer lunar verdaderamente serio de su trayectoria. Lo del padre (que le metiera en un colegio militar, que considerara "mariconerías" su pasión por la escritura, su carácter dictatorial) ya estaba deglutido en la memoria. Pero esto era nuevo; perder así, recuerda Álvaro, fue una tragedia.

Como siempre, como ante el desdén del padre, que era un desdén del destino, a Mario Vargas Llosa, dice su hijo, "lo salvó la literatura". En campaña leía "a Quevedo y a Góngora, cada mañana", y así salía a dar mítines, "a prometer un Perú mejor para los ciudadanos". Cuando perdió, "se consideró traicionado por un pueblo al que dedicó el sacrificio de dejar la literatura", y ese desengaño lo maltrató. Hasta que se levantó otra vez, dice Álvaro. "Creo que la escritura de ese libro, El pez en el agua, lo salvó. Él solía guardar sus experiencias algún tiempo, como en La ciudad y los perros, Conversación en La Catedral o La casa verde; las deglutía, y luego están presentes ahí, muchos de los viajes y de las experiencias de sus historias son sus propios viajes o experiencias".

Pero esta vez, concede Álvaro, "mi padre decidió tirar por el camino del medio y escribir esas memorias, una parte la memoria política, otra parte la memoria de la infancia. Dos historias, dos momentos de gran felicidad y luego de gran fracaso. Se atrevió". Salió hecho "otro hombre". El padre dice lo mismo. Sentado en uno de sus restaurantes favoritos de Nueva York, donde no hay guargüeros pero hay hamburguesas, Mario Vargas Llosa recuerda esa frustración que, veinte años después, ya no ensombrece su rostro, ahora el rostro feliz de un Nobel reciente.

"Trabajé mucho", dice Mario, "por un proyecto que creía bueno. Y la derrota fue una gran decepción". Pero volvió a lo suyo, "a lo que me estimula más". Escribió El pez en el agua: "Porque quería quitarme la experiencia de encima". "Un escritor tiene la ventaja de que puede convertir un fracaso en materia literaria, y eso lo alivia. La escritura es una venganza, un desquite de la vida".

Volvió, pues, "a la rutina habitual", y ya agarró un ritmo imparable. En estos veinte años, los que van del fracaso al éxito (los dos impostores de los que hablaba Rudyard Kipling, Nobel también, en su poema If), ha escrito novelas alegres, novelas tristes, ha hecho ensayos literarios y políticos, ha hecho periodismo, viajes, ha dado conferencias, se ha metido en líos monumentales (como cuando enfadó a Octavio Paz, su amigo, llamando al México del PRI una dictadura perfecta), ha arrostrado el lugar común de su conservadurismo (que repiten sobre todo los que, como en la famosa anécdota, han hecho con sus libros lo que Sofía Mazagatos: no los leen pero los juzgan), y, en definitiva, ha vivido los altibajos de cualquier existencia "con el entusiasmo y la alegría del que sabe que la vida merece ser vivida".

Para hacer todo eso ha sido preciso "mantenerse en forma, cuidarse, viajar, a Palestina, a Irak, a Afganistán, ha sido preciso ir al Congo, al Amazonas, al Pacífico en busca de Gauguin. La verdad es que no he parado. Y no pienso parar", dice Mario Vargas Llosa, "mientras tenga ilusión y curiosidad y me funcione la cabeza, que de momento creo que me sigue funcionando. La vejez no me aterroriza mientras pueda seguir desplazándome. Me acerco a la muerte sin pensar en ella, sin temerla. Mientras trabajo me siento invulnerable".

Ha cambiado. Mucho. Morgana nunca hubiera creído que aquel obseso por el trabajo sería un día tan buen cuidador de sus nietos, con los que juega y por los que se desvive hasta el límite de las payasadas que contentan a los muchachos. Es ahora más alegre, cree Álvaro, y Gonzalo piensa que algo que siempre ha tenido en cuenta, en su relación con los hijos, y ahora con los hijos de los hijos, "es la experiencia con su padre; jamás ha querido ser el hombre autoritario que él mismo tuvo encima en su adolescencia". Esa experiencia, que el propio Mario confiesa dolorosa, "fue una influencia estimulante para que mi padre nos tratara con enorme tacto", según Álvaro.

Gonzalo recuerda algunos episodios que pueden ilustrar la evolución de esa relación paterno filial. Cuando este joven servidor de la ONU para ayudar a los refugiados era un chiquillo de 16 años resolvió hacerse rastafari; se dejó los pelos hasta los hombros, se dedicó a fumar marihuana y a escuchar reggae, y durante dos años desoyó insistentemente los avisos de su padre para que abandonara esa deriva. Gonzalo era un rebelde; ahora él recuerda que su padre tenía sobre él dos miradas: la del padre y la del escritor: "Y eso convertía su actitud hacia conmigo en una actitud algo cómplice". Hasta que escribió su célebre artículo Mi hijo el rastafari en el que aventó al mundo, con humor y con condescendencia, lo que, además de un drama familiar, dice Gonzalo: "Era también un asunto para su periodismo y para su literatura". Gonzalo ve ahora ese episodio casi como lo vio su padre: "Pero entonces yo sentía la necesidad de rebelarme, como mi padre hizo muchas veces con su propio padre, y yo creo que por eso él entonces me entendió".

Y cuenta algo más Gonzalo que revela esa relación que la vida ha endulzado hasta extremos que el propio Mario confiesa divertido: de aquel padre que los metía a leer obligatoriamente a la salida de la escuela, "cuando todos nuestros amigos jugaban al fútbol", hemos pasado a un padre y a un abuelo que se viste de Papá Noel y es capaz de cargar a los niños para que estos hagan lo que quieran con él. Pero aquella dictadura leve del padre que los hacía leer obligatoriamente "nos dejó una disciplina". "Yo mismo", dice Gonzalo, "vuelvo a esa experiencia de leer todos los días como una de las influencias más valiosas en mi relación con él".

Han cambiado los tiempos; aquel 1990 de la derrota dejó paso a este otro momento de la vida. Pero algo de rencor, algún ajuste de cuentas quedará en los resquicios, le pregunté en ese restaurante típicamente norteamericano donde se comía una hamburguesa típica, a mediodía. ¿No siente como la expresión de una venganza propia el hecho de que Fujimori esté en la cárcel?

No, qué va. "Fujimori no me derrotó, fue una mayoría de los electores peruanos. Yo nunca le ataqué mientras mantuvo la democracia, pero, obviamente, él rompió las reglas del sistema gracias al cual había llegado al poder, y por los delitos que cometió cumple ahora pena. Pero jamás tuve la tentación de desearle un final así. Ni está en mi carácter el ajuste de cuentas. Pero me alegro mucho del juicio justo".

En este tiempo, en estos veinte años que cruzan la vida desde el fracaso al triunfo, ha escrito novelas en las que el sexo se alterna con la aventura, y otras, como La fiesta del Chivo o esta última, El sueño del celta, en las que se aventura por los caminos de la maldad, y aunque él interviene ahí como el contador, el narrador que explora el camino para presentar la historia como si usara un espejo, sí es evidente que quiere trasladar el compromiso moral que hay detrás de toda su obra de esta naturaleza. "La descripción de la maldad", dice, "obliga a una toma de conciencia moral. Si no detenemos a tiempo la capacidad de destrucción del ser humano, el resultado es el horror; ha ocurrido en el pasado, y ahora la democracia frena ese horror. Es un tema obsesivo para mí en los últimos años. Y es un tema recurrente; está en Congo, en esta última novela, está en la Amazonía, en La guerra del fin del mundo, está en la locura terrorista en Lituma, y está, sin duda, en esas dos novelas que dices. Pero también está en mi periodismo; mira lo que he hecho en Irak, en Palestina, en Afganistán".

El infierno en cada esquina. ¿Y el paraíso? ¿Ha reencontrado Mario el paraíso? El autor de El paraíso en la otra esquina, la novela en la que Gauguin se revuelve como una pesadilla a veces gozosa, es consciente de que aquel paraíso en el que era mimado, querido, consentido por toda la familia, "hasta que llegó el padre", no volverá jamás. "No está ese paraíso en la vida real". Pero haberlo perdido "tampoco debió ser una tragedia". "Gracias a eso", continúa, "gracias a que mi padre me metió en un colegio militar, gracias a que me impidió a veces con saña ser un escritor, tuve una experiencia que me dio la oportunidad de escribir con un gran material literario. Si eso no hubiera ocurrido, probablemente yo no hubiera sido un escritor. Y sí, escribir es un placer, te permite salir de cualquier circunstancia terrible, te lleva a defenderte de cualquier adversidad. En ese sentido escribir es mi paraíso".

Y el paraíso es la familia. Le pregunté a Morgana Vargas Llosa qué significado tiene en el padre la figura de Patricia, la madre. "Es la compañera inseparable sin la cual mi padre no sería nada". Dice Morgana que su padre no sabe el número de teléfono de la casa, no sabe ni siquiera su dirección, es incapaz de cambiar una bombilla, desconoce por completo cómo se pone en marcha una lavadora y jamás ha frito un huevo. Pero esta mañana, le digo, su padre me ha explicado, en contra de la opinión de su madre, que el apartamento en el que viven ahora en Nueva York lo paga él y no la universidad. Un detalle de que está atento, ¿no, Morgana? "Qué va. Fíate de mi madre. En eso también ella tendrá razón".

Poco después cacé al vuelo lo que Mario le decía a unos periodistas franceses: "No me sé mi mail, jamás agarro un teléfono que esté sonando, no sé usar los teléfonos celulares. Y solo me acuerdo del primer número que tuvimos cuando nos casamos, hace 45 años. El 46 40 60".

Cómo no introducir en esta retahíla de visiones familiares del Nobel Vargas a Carmen Balcells, la mamá grande de varias generaciones de autores, y muy especialmente la mamá grande de Mario. Una vez Carmen Balcells lo levantó de la silla de sus trabajos forzados en Londres y lo puso a escribir. Lo sentó, por así decirlo, en el paraíso. Ese paraíso tuvo una interrupción que pudo haber sido eterna, cuando la política lo sedujo demasiado. De ese fracaso se levantó hecho otro hombre. Los hijos piensan que ese trozo de paraíso en el que ahora habita con el trofeo del Nobel de Literatura no hubiera sido posible si Patricia no hubiera estado ahí, haciendo que los sueños del escritor se convirtieran en la letra insistente que ahora le premian en Suecia.

El sábado posterior a la concesión del Nobel, Vargas le dijo a su agente, Carmen Balcells, en la radio peruana: "¡Cómo pudiste seducir a los veinte jurados de la Academia Sueca!". Con el mismo humor, la mamá grande de los autores del boom (García Márquez, Donoso, Carlos Fuentes, Vargas Llosa, Cortázar) exclamó: "¡Tengo mis recursos!".

Los dos saben que no es cierto. La llave de este paraíso la tiene el genio, que Carmen supo vislumbrar y que Patricia ha cuidado como se cuida un hijo, un nieto, un marido o un sueño. Como cuidaba la abuela la receta de los guargüeros, el inolvidable sabor del paraíso.

EL LENGUAJE EN CHILE: MIRAR JUNTOS LAS ESTRELLAS


Tribuna
El Mercurio Lunes 25 de Octubre de 2010
Respeto a los dioses


Otto Dörr
De la Academia de Medicina

En carta al Director del día 7 de octubre, el señor Genaro Arriagada denunció las faltas de respeto contra la figura de Jesús aparecidas en un programa de televisión. Esto ha dado lugar a una polémica, centrada en si es legal que el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) sancione al canal responsable, por cuanto en ese caso estaría vulnerando el principio de la libertad de expresión. Pero este tipo de manifestaciones "culturales" plantea cuestiones quizás más de fondo. Cabría preguntarse, por ejemplo, por lo que está ocurriendo en una sociedad que es capaz de mofarse en esa forma tan grosera de una fe que de algún modo la constituye. ¿Ha ocurrido eso alguna vez? Que yo sepa, nunca. Al menos los más famosos anticristianos de la historia, como Voltaire y Nietzsche, jamás tuvieron la ocurrencia de ridiculizar la figura de Cristo y de sus apóstoles. Haciendo abstracción del hecho que se crea o no en su condición divina, Jesús ha sido considerado por el gran filósofo Karl Jaspers, junto a Sócrates, Buda y Confucio, como una de las cuatro personas más decisivas en la historia de la humanidad. Y en Chile nos permitimos tratarlo de esta manera. ¿Será otro de nuestros récords, sumado al de hablar el peor castellano de Hispanoamérica?

Porque sucede que la historia de Jesús es el mito fundacional del Cristianismo y, junto con el Helenismo y el Judaísmo, lo es de Occidente y, por ende, también de Chile. Y cuando hablo de mito no me estoy refiriendo a una ficción. La Grecia Clásica distinguía dos tipos de lenguaje: el "logos" y el "mythos". "Logos" era el lenguaje racional y lógico. "Mythos", en cambio, no era la palabra correcta, sino la verdadera. Y por eso es que "mythos" es el lenguaje de las cosas divinas, de aquellas cuya verdad no necesita ser demostrada. A través del lenguaje mítico el hombre se hace contemporáneo de las hazañas que los dioses llevaron a cabo in illo tempore, y por medio del ritual y del texto sagrado se consigue abolir el tiempo profano y recuperar el tiempo sagrado del mito. Los mitos describen las diversas y a veces dramáticas irrupciones de lo sagrado en el mundo. El conocido filósofo de la religión Mircea Eliade dice al respecto: "A través de los mitos... el hombre capta la misteriosa solidaridad entre el nacimiento, la muerte y la resurrección, entre la sexualidad y la fertilidad, entre la lluvia y la vegetación... El mundo ya no es una masa opaca de objetos amontonados en forma arbitraria, sino un orden, un cosmos viviente, articulado y significativo". Y los mitos son tan determinantes en la historia de los pueblos, que el gran antropólogo francés Claude Levy-Strauss llegó a afirmar que los mitos mostraban una relación tan misteriosa con el hombre, que era imposible decidir si eran los hombres los que creaban los mitos o, a la inversa, los mitos a los hombres.

No debemos olvidar tampoco que los más grandes genios de la historia, como Leonardo, Galileo, Newton o Hegel, por nombrar sólo algunos, creyeron en Dios y respetaron nuestro mito fundamental, el cristiano; y que Goethe, otro genio sin par -un hombre producto de la Ilustración y no particularmente religioso-, escribió en su legado poético: "Ningún ser puede desintegrarse hacia la nada / pues lo eterno vive y se prolonga en cada uno. / Feliz mantente entonces en el Ser..., etcétera.", en mi opinión, un grandioso homenaje a dos de los mitos más originarios y persistentes en la historia del hombre: el de la idea de un dios acogedor y el de la esperanza en una vida eterna.

Quisiera terminar con una alusión al tema del respeto. Sobre sus atropellos entonces escribí un artículo en estas mismas páginas en 1986. En este contexto no puedo extenderme sobre su etimología, pero "respetar" significa, en breve, darse vuelta para mirar al otro (a la misma altura), y su sinónimo, "considerar", deriva de "con", que es "junto a" y "sidera", el plural de "sidus", estrella. Es decir, el sentido profundo de "considerar" y de "respetar" es "mirar juntos las estrellas". Ahora bien, sucede que es justamente la flexibilización de la columna cervical (para poder mirar al cielo) una de las últimas adquisiciones anatómicas del homínido en su camino hacía el homo sapiens. No respetar al otro, ni qué decir al dios creador de una cultura determinada, como es el caso de Jesús, es volver atrás en la evolución y atentar contra la esencia misma del hombre, íntimamente vinculada, como vimos, a la trascendencia.

DE LAS CASAS DE NERUDA


Edwards, Jorge
La Segunda Viernes 22 de Octubre de 2010
Campos de Normandía

Los embajadores ponen las barbas en remojo antes de las visitas presidenciales. Revisan los programas cien veces al día, los corrigen doscientas veces, llaman por teléfono como locos y suele ocurrir que al final no sepan cómo se llaman ni cómo se llama el Presidente que viene de visita. A mí me hacen una invitación a Condé-sur-Iton, a la casa que compró Neruda en los días de su Premio Nobel y que Matilde, su viuda, vendió un par de años más tarde. Es un excelente motivo para refrescar la cabeza, para cambiar de tema. Salgo, pues, un domingo en la mañana, en compañía de una periodista, de una abogada, de una pintora, mujeres jóvenes e inteligentes. Hemos visto el itinerario en internet y no nos equivocamos demasiado. La campiña de Normandía, en una mañana otoñal, pero bien soleada, es una maravilla de la naturaleza y también de la historia: hay casas de piedra, castillos en medio de boscajes y ojos de agua, molinos a la orilla de un canal, torres de iglesia rematadas en agujas finas. Recomiendo leer un poema del final de la obra nerudiana: El campanario de Authenay. Para mi gusto, es uno de los mejores de toda esa etapa: una reflexión de otoño —de la naturaleza y de la vida—, sobre el trabajo de los hombres, sobre la culpable situación de los poetas, que no saben, precisamente, construir nada con sus manos, sobre el tiempo y sobre la muerte. Los hombres construyen y sus torres singulares, agudas, invictas, permanecen, anotando en el cielo con sol y con nubes cifras que no podemos interpretar. Durante el viaje en automóvil, trato de ubicar ese campanario de Authenay, pero no lo consigo. Han pasado nada menos que 39 años casi exactos desde que hice ese viaje con el poeta, en busca de una residencia secundaria, y la memoria me juega algunas malas pasadas.

A los pocos meses de llegar de embajador a París, el poeta, que había anunciado que si usted nace tonto en Chile le ponen Joaquín Fernández y lo nombran embajador, me había dicho que ya no aguantaba más vivir en el mismo edificio donde se encuentran las oficinas de la misión y donde hay que pasarse el fin de semana atendiendo el teléfono y abriendo la puerta. Tenía que buscarse otro lugar para residir, para volver a tener vida privada, para abandonar las tareas de telefonista y de portero. ¿Sabes qué otro embajador hizo lo mismo y se fue a vivir en otra parte?, le pregunté. Como el poeta no sabía, le di la información: Joaquín Fernández. ¡Bah!, exclamó él: No era tan tonto, entonces.

La casa de Condé-sur-Iton, que se levanta ahora en el centro de la calle Pablo Neruda, era una antigua herrería que después había cumplido funciones diferentes, desde aserradero y depósito de leña hasta discoteca de pueblo. Al cabo de una larga mañana de búsqueda, gracias a las indicaciones de un corredor de propiedades de un pueblo cercano, llegamos a la casa y el poeta se enamoró de ella de inmediato. ¡Amor a primera vista! Comprendí las razones en ese entonces y las comprendo todavía mejor ahora. Había un canal rumoroso que corría junto a la ventana principal de la planta baja, que cruzaba después por compuertas de madera y se precipitaba a un remanso. Todavía existe el mismo canal, pero las compuertas están carcomidas. Al fondo hay árboles y pájaros. En el tiempo de Neruda había un par de caballos. Y la planta principal de la casa es catedralicia, abierta: un espacio extraordinario, que ya nadie construiría. La dueña, empresaria en el rubro de los cosméticos, me explica que el arquitecto restaurador tuvo el buen tino de no ocupar ese espacio, de no tratar de interponer un segundo piso, de respetar ese lujo que tenía un origen poético. Contemplamos, admiramos una chimenea oblicua de ladrillo y concreto, enorme soplete que cumplía funciones de fragua en la antigua herrería, y subimos por una complicada escalera de caracol que llevaba al dormitorio principal. La vista desde arriba, desde dos ventanas bajas, es asombrosa: copas de árboles espesas, ya otoñales, vibrantes, que no dejan ver el cielo. Ideas del poeta, me digo, geografías infructuosas, pero inspiradoras. Era un paisaje de un Temuco imaginario, de sueño.

La señora empresaria y su pareja, un inglés de Essex instalado en Normandía y que se dedica a la navegación a vela, no sé si a otra cosa, nos llevan a una hostería en el pueblo de Francheville, a unos treinta kilómetros de distancia. Se llama La casa de la herrera y anuncia que su especialidad es la “cuisine authentique”, la cocina auténtica. La plaza del pueblo parece una ciudad de muñecas, con una iglesia en la que se escucha un órgano y un coro, una tienda de chocolates, la hostería, donde el cocinero está retratado en colores en la fachada, y cerca de la cual un automóvil blanco, convertible, un Chevrolet de museo, acaba de estacionarse. Es la Normandía del interior, del campo más verde y más amarillo que uno se podría imaginar, no la de las playas y los acantilados. Illiers, el Combray de la obra de Marcel Proust, se encuentra a pocos kilómetros de distancia. Combray es un pueblo de la ficción, como lo serían un Temuco, un Ñielol de la invención literaria. Yo doblo esa página al atardecer y regreso a la visita presidencial. Hay un punto en contra: la huelga sindical y estudiantil de estos días. Y dos puntos a favor: el entusiasmo por Francia y por todo lo francés de nuestro actual Presidente y la proeza de los 33 mineros rescatados de la mina. El episodio tuvo una cobertura de prensa arrolladora, y Sebastián Piñera la supo aprovechar bien. Pero prefiero no contar cosas relacionadas con mi actual trabajo en la diplomacia. Hacerlo sería atentar contra un principio esencial de la profesión. Sólo agrego que el Presidente dijo Vive la France en francés, además de Vive le Chili, y eso, para los franceses, no es poca cosa.

Fallece a los 84 años Francisco Pérez González


REPORTAJE: Un hombre del libro y de las ideas
El editor hispanoamericano
Fallece a los 84 años Francisco Pérez González, cofundador, con Jesús Polanco, de Santillana - Fue una figura crucial en el diálogo cultural de las dos orillas
JUAN CRUZ

El Pais - Madrid - 24/10/2010

En el mismo restaurante donde cenaban Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, en el barrio de La Recoleta de Buenos Aires, Francisco Pérez González, a quien todos llamábamos Pancho, tenía una mesa siempre reservada. Ahora es un hueco simbólico, uno de los numerosos huecos que deja este gran editor, símbolo del editor hispanoamericano del siglo XX, cuya historia es también la historia de una vocación por juntar, a través de los libros y de las ideas, a las naciones que hablan español. Pancho murió ayer, a los 84 años. Nació precisamente en Buenos Aires, pero en seguida se vino a vivir a España, y Cantabria fue su origen y su tierra.

Tenía aquella mesa en La Recoleta, y era igualmente bienvenido en todos esos países, a los que viajó desde muy joven, y en los que contribuyó, con su amigo Jesús Polanco, a crear Santillana, la editorial que este diciembre cumplirá 50 años. En Hispanoamérica, la figura de Pancho no era solo la del creador editorial sino la del ciudadano que iba y venía proclamando la amistad como el factor en el que se sustenta la ambición editorial: amistad, conversación, puntualidad, rigor en el cumplimiento de los compromisos. En él, como en Polanco, esas características eran virtudes cardinales, que se fueron convirtiendo en el libro de estilo de su manera de afrontar un negocio difícil que solo se puede llevar adelante con esfuerzo, con sentido común y con sentido del humor, que fueron, por otra parte, normas esenciales de su conducta.

Pasó por todos los escalones del oficio; fue librero, generó encuentros fundamentales para el desarrollo del gremio; desarrolló, como editor, colecciones donde combinó el humor (de Rafael Azcona, por ejemplo) con la reflexión religiosa (de Teilhard de Chardin, entre otros, a quien introdujo en lengua española). Cuando en julio del año pasado le hicieron doctor honoris causa en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, que, entre otras, fue su universidad, recordó ese oficio: "Colocaba las cajas por la mañana, las recogía por la noche, y sobre todo tuve ocasión de hablar con gente muy interesante". Entre esos autores que Pancho traía y llevaba de sus fructíferas excursiones por las estanterías iberoamericanas estaban el Alberti del exilio, el Camus inencontrable, el Neruda perseguido por la censura española...

Eso ocurría a principios de los años cincuenta; él hizo circular así libros difícilmente disponibles en la España de entonces. Ese intercambio, que era también un intercambio de ideas, le convenció de que podía abordar la tarea de un editor, y eso le llevó a crear Taurus en 1954, y le condujo, a compartir la aventura que iba a iniciar Polanco en 1960. La coincidencia feroz de la muerte hace que ahora el cincuentenario de ese empeño editorial se conmemore con ambas ausencias.

El trabajo de Pancho no fue, en el ámbito editorial, tan solo el desempeño de una vocación personal que se encerrara en el ámbito de sus intereses como hombre de negocios; derramó su energía, que fue enorme, en propiciar encuentros de editores españoles e hispanoamericanos, hasta que consolidó (sobre todo en la UIMP) diálogos iberoamericanos que establecieron las bases de una cooperación que ha ayudado a la mejor salud del libro que se publica en uno y otro lado del Atlántico.

Su trabajo editorial, desde la constitución de Santillana, se desarrolló junto a Jesús Polanco. A Pancho le gustaba rememorar que fue decisivo para sus vidas conocerse en una cena y luego encontrarse, sin haber quedado, en un partido del Rayo con el Racing, el equipo de su tierra. Se convirtieron en amigos, y aprovecharon esa coincidencia para juntar también sus intereses: Polanco quería crear una editorial y Pancho ya tenía una experiencia. Solo no se pusieron de acuerdo en una cosa, que arreglaron con la campechanía que distinguió a los dos: Jesús iría tarde a trabajar, y Pancho iría temprano. "Y siempre fue así, y funcionó", me dijo Pancho en julio del año pasado cuando rememoraba esos tiempos que ahora son parte de la gran historia que construyeron juntos. Detrás de ese acuerdo sobre los horarios había una idea de Pancho. "Tengo la teoría de que es temprano cuando la gente discute. Y funcionó, hasta el final". "Era mi líder, mi socio, mi amigo", decía Pancho con respecto a Jesús Polanco.

Esa aventura común le convirtió también en uno de los principales accionistas de PRISA, grupo editor de EL PAÍS; fue consejero, luego consejero de honor de PRISA, y fue vicepresidente de Timón. En el gremio editorial estuvo al frente de las principales organizaciones que agrupan a los profesionales de España y de América.

Su biografía es la de un trotamundos que hizo de Hispanoamérica una vocación y una realidad transatlántica. Pero su raíz es única, y es Cantabria, a pesar de que naciera tantos kilómetros más allá. Por su tierra hizo todos los esfuerzos que un ciudadano puede hacer para honrar la raíz de la que viene. Disfrutó como un muchacho, siempre, de sus paisajes, de su gastronomía, de su buen tiempo y de su mal tiempo. Viajó con maletas enormes para hacer viajes de los que siempre volvía más enamorado de América, pero el regreso a Cantabria era como el hallazgo de una paz cuyo sosiego le ayudó a afrontar las calamidades de la vida y contribuyó a que disfrutara aún más de todo lo bueno (la familia, sobre todo, pero también Cantabria) que la vida le dio. Cantabria era su diapasón, su punto de referencia, su conversación más querida, en España y en América.

Cuando le invistieron doctor honoris causa en la UIMP, Javier Pradera, editor también, dijo que ese reconocimiento académico se proyectaba "a la vez sobre el mundo de la edición en España, y la persona que el gremio de editores elegiría sin duda por amplia mayoría como su mejor representante tanto por su larga trayectoria dentro de nuestro país como por su contribución al establecimiento y consolidación de los estrechos vínculos de ida y vuelta con América Latina". Ese espíritu, recordó Pradera, llevó a Pancho a crear el salón Liber en 1983.

Y ese espíritu es el que ahora se percibe cuando uno viaja por las librerías que fueron su territorio, por los conversatorios en los que él anduvo, paseando una bonhomía que le llevaba a ser muy popular en las tabernas literarias de América y también en las bibliotecas que supieron de su generosidad como editor y como persona.

ORGANIZADA POR LA CÁMARA CHILENA DEL LIBRO -DESDE EL 29 DE OCTUBRE AL 14 DE NOVIEMBRE-

Abajo de izquierda a derecha: Enrique Gómez-Correa, Francisco Coloane, José Luis Rosasco, Roque Esteban Scarpa.
Arriba: Nicanor Parra, José Donoso, Jorge Teillier, Enrique Lafourcade, Pablo Huneeus, Virginia Cox, Carlos Iturra y Enrique Campos Menéndez. (Parque Forestal, década de los 80).



Reportaje Recuerdos y proyecciones
En su aniversario la Feria del Libro rinde homenaje a los escritores chilenos

Organizada por la Cámara Chilena del Libro -desde el 29 de octubre al 14 de noviembre-, las expectativas para esta edición son altas. Su 30° aniversario coincide con los dos siglos de la Independencia y Chile es el país invitado de honor.


PEDRO PABLO GUERRERO

Santiago de Chile
domingo 24 de octubre de 2010
Actualizado a las 5:54 hrs.
El Mercurio Artes y Letras

Visitar cada año la Estación Mapocho hace recordar el poema de Parra titulado "Proyecto de tren instantáneo". Su locomotora, imagina el antipoeta, está en el lugar de destino (Puerto Montt) y el último carro en el punto de partida (Santiago). "La ventaja que presenta este tipo de tren/ consiste en que el viajero llega/ instantáneamente a Puerto Montt en el/ momento mismo de abordar el último carro/ en Santiago". Sólo debe trasladarse con sus maletas. "Una vez realizada esta operación/ el viajero puede proceder a abandonar/ el tren instantáneo/ que ha permanecido inmóvil/ durante todo el trayecto".

La Feria del Libro ha conseguido realizar el proyecto de Parra. Sus visitantes llegan a una estación ferroviaria donde hace décadas dejaron de salir trenes. Los nuevos viajeros no sólo pueden ir a Puerto Montt. Les está permitido llegar a cualquier lugar del espacio y del tiempo sin salir del recinto. Hojear libros equivale a pasar de un carro a otro. Moverse sin necesidad de un móvil. Negar incluso la posibilidad del movimiento, como en la aporía de Zenón de Elea sobre la carrera de Aquiles contra la tortuga.


Treinta años han pasado desde la primera Feria y a los visitantes más jóvenes les parece que siempre ha estado ahí, bajo las cerchas metálicas y las centenarias columnas y cúpulas beaux arts de Emilio Jecquier. Pero no es así. Hasta 1988 la muestra librera se realizó en el Parque Forestal, detrás del Museo Nacional de Bellas Artes. Siempre, eso sí, a orillas del Mapocho. El mismo río junto al que lloró Monterroso. La ribera en la que han situado sus ficciones Lastarria, Lafourcade, Gómez Morel y Nona Fernández, siguiendo la muralla enterrada de origen colonial que obsesiona a Carlos Franz.

Los años del Forestal

Durante sus ocho primeros años, la Feria del Libro fue apenas más que eso: una feria. Un espacio precario en un tiempo precario. Ampolletas de 80 watts alumbrando la noche del apagón cultural: una veintena de locales atendidos por sus propios dueños. Escritores y editores como Pablo Huneeus, que cada vez que vendía un libro tocaba una campana, como si fuera un acontecimiento. Y tal vez lo era.

El autor de "La cultura huachaca" cree que la principal contribución de la Feria era llevar el libro a la calle. "Escribir en Chile para los chilenos. Es lo que hacían los impresionistas, pintar no en la Academia, sino en el lugar de los hechos. Es otro el resultado, más real y cercano al corazón", recuerda Huneeus. Y todavía no se resigna a su traslado a la Estación Mapocho: "En recinto cerrado, donde cobran por entrar, la Feria se guateó . Me quedo con la del Jumbo: gratis, más barata y mayor variedad de libros nacionales".

Otro visitante de esos años, Ramón Díaz Eterovic, también echa de menos ese espíritu original. "La Feria parecía pensada a escala humana y era un punto de encuentros muy animados para los que entonces éramos escritores jóvenes. Todavía no se convertía en una especie de vagón del metro en el que hay que abrirse paso a codazos".

Distinta es la opinión del poeta Floridor Pérez, que cuenta una anécdota significativa en su pragmatismo. "En la Feria de 1986, en el Forestal, yo debía presentar 'Pena de extrañamiento', de Enrique Lihn, pero autor, editor y presentador esperamos en vano que la lluvia dejara de azotar los stands cubiertos de nylon, como casas Copeva. Muy romántico, pero poco funcional".

Otra clase de turbulencias recuerda Carlos Franz. "Los manifestantes contra la dictadura corrían a refugiarse en la Feria, y ahí los tomaban presos. Me tocaba ir a la Comisaría en calle Santo Domingo. El argumento: no son subversivos, son 'lectores'. Y lo mejor es que el capitán a cargo -un buen lector- fingía creerlo y los soltaba".

Pero tal vez ninguna imagen sintetiza mejor la informalidad de esa etapa que la fotografía en blanco y negro convertida hoy en postal: un grupo de doce escritores -de generaciones distintas, varios de ellos Premios Nacionales- sentados en la escalinata del MAC. El lugar que ocupan, hacia dónde miran, con quién conversan, revela mucho del campo literario de esos años.

La Feria bajo techo

Cuando en 1989 fue trasladada a la Estación Mapocho, Donoso se quejó de que la nueva Feria olía a papas fritas. Seguramente. Pero eso no impidió que en el primer fin de semana la visitaran 23 mil personas. Y eso que nunca antes habían tenido que pagar entrada. La estrella de ese año fue el autor español J. J. Benítez. Su "Caballo de Troya" arrasaba en España y América Latina: un millón de ejemplares vendidos.

Con el tiempo, la muestra se volvió cada vez más cosmopolita. En 1990 se le agregó el rótulo "internacional", que se hizo real bajo la gestión de Franz como productor ejecutivo a partir de 1991. "Cinco años después, trabajando como chinos, habíamos conseguido internacionalizarla. Fue nuestro aporte a la reinserción de Chile en el mundo", recuerda.

Las mesas redondas, presentaciones y conferencias se multiplicaban. ¿Cómo orientar al público frente a tantas actividades simultáneas? La organización destinó un locutor a tiempo completo. Una voz en off que resultaba -y resulta- tan característica como la asistencia de ciertos autores, cuya presencia era un espectáculo en sí mismo.

Ana María del Río nunca se va a olvidar de lo que le pasó una tarde que estaba autografiando ejemplares junto a José Donoso. "Pepe estaba cansado, pero firmaba con mucho ánimo los libros y era extraordinariamente amable con la gente. De pronto se le acercó una señora llevando un libro a todo color de 'Moby Dick' en una mano y un niñito en la otra. Se dirigió a Pepe con los ojos brillantes y le dijo algo al niño que llevaba de la mano. Luego se acercó a Pepe y le dijo, pasándole el libro: '¿Me lo podría firmar, por favor?' Pepe, algo confundido y sonriente le dijo: 'Pero señora, si yo no lo escribí'. Entonces la señora le dijo en voz baja a Pepe, indicándole al niñito que estaba a su lado: 'Es que yo le dije que usted era el capitán Ajab. Por favor, no me deje mal y fírmemelo'. Entonces Pepe sonrió, tomó su lapicera y estampó una gran firma en 'Moby Dick' ".

Donoso recibió en 1993 un homenaje memorable. Se reunieron a conversar con él diez escritores, la mayoría pertenecientes a la nueva narrativa chilena -entonces en su apogeo-, que habían asistido a su taller literario en los años ochenta. Entre ellos estaban Gonzalo Contreras, Jaime Collyer, Arturo Fontaine y Marco Antonio de la Parra.

El narrador y psiquiatra fue uno de los escritores que más provecho sacó de la Feria para promover sus libros y los de su generación. Ese ha sido, a su juicio, el mayor aporte de la muestra. "El encuentro de autores y lectores y, en épocas de más difícil acceso al libro, la apertura a novedades, cosa que se ha ido perdiendo con el tiempo", comenta De la Parra. Su mejor recuerdo es el de "El cabaret de las palabras en peligro", en 1998. "Un invento hecho con Cristián Warnken dirigiendo la Feria, de monologar sin rutina, en el vacío, acerca de la palabra. Un salto al abismo. Fue una Feria con mucha imaginación".

Otro hito fue, en 1999, el diálogo entre Roberto Bolaño y Pedro Lemebel, ambos en la cima de sus carreras. El peor momento de la Feria, en cambio, fue 1995. "Cuando ni el gobierno de la época ni la Feria -recuerda Franz- supieron defender el derecho de Salman Rushdie a presentarse en ella. Iba a ser su primera aparición publica en el mundo. Qué oportunidad perdida para Chile".

La muestra del Bicentenario

Las expectativas para esta edición son altas. No sólo porque cumple 30 años, sino porque el aniversario coincide con los dos siglos de la Independencia y Chile es el país invitado de honor.

"Me gustaría que se hiciera una panorámica de la literatura oral indígena y colonial chilena. Así podríamos ver cuánto hemos avanzado como sociedad", plantea Gladys González, quien participará en dos recitales de poesía.

Ana María del Río no se queda atrás. "Espero una exposición magna de los libros de todas las editoriales, con precios tan convenientes que realmente marquen un hito y subrayen la naturaleza cultural de la Feria".

Más crítico se muestra Díaz Eterovic. "No sabía que Chile fuera el invitado de honor -dice-. Se supone que la literatura chilena debería ser la invitada permanente. Hace años que no me hago ninguna expectativa especial. Simplemente me gusta ver tanto libro reunido y el contacto que suele producirse con los lectores".

Pablo Huneeus acusa una situación desfavorable para el producto nacional. "En la Estación Mapocho hay puros libros españoles, que vienen subvencionados. El libro chileno, en el Bicentenario, nada. ¿Dónde están González Vera, el más fino narrador de Chile; Pablo de Rokha, su más genial poeta, y 'Gran Señor y Rajadiablos'? Lo menos que se podría hacer para el Bicentenario es cumplir el decreto del Padre de la Patria que abolió todo impuesto y censura a libros e impresos".

Similar opinión expresa Franz. "Me gustaría que la Feria reforzara a las editoriales chilenas. Y fomentara su internacionalización. Un país sin una fuerte edición propia no es totalmente independiente", advierte.

De la Parra llama a dejar un registro del debate. "Es un megaencuentro alrededor de nuestra identidad que no debería quedar simplemente en el recuerdo borroso de otra Feria más".

17 días permanecerá abierta al público.

9.000 metros cuadrados de superficie de exhibición.

180 stands de editoriales, librerías y empresas.

700 sellos editoriales chilenos e internacionales.

70 invitados extranjeros.

530 escritores nacionales.

265 mil personas visitaron la Feria en 2009.

Nueve encuentros para destacar

Conversación con Jorge Edwards (sábado 30 de octubre, 18:00 horas).

Ciclo "200 años de literatura chilena": mesas redondas en torno a la poesía, la narrativa, géneros autobiográficos, la tradición oral, creación de los pueblos originarios, escritoras mujeres, las figuras de Pablo Neruda y Gabriela Mistral, las relaciones con el cine. Desde el 30 de octubre al 13 de noviembre.

Encuentro con el escritor argentino Eduardo Sacheri ("El secreto de sus ojos"). Participan Diana Massis y Juan Cristóbal Guarello (sábado 30 de octubre, 20:00 horas).

Presentación de Alejandro Jodorowsky , a cargo de María Teresa Cárdenas (domingo 31 de octubre, 19:00 horas).

Mesa redonda sobre literatura de viajes. Participan Sergio Missana , Andrea Jeftanovic , Beltrán Mena y Cynthia Rimsky (miércoles 3 de noviembre, 18:00 horas).

"Centenario: vida y obra de Óscar Castro ". Participan Isolda Pradel y Marta Paulina Enberg (3 de noviembre, 19:00 horas).

"Chile tiene la palabra: Festival literario". Participan escritores nacionales junto a invitados extranjeros. Desde el 4 al 6 de noviembre.

Conversación con Antonio Cisneros . Presenta Erick Pohlhammer (6 de noviembre, 18:00 horas).
Homenaje a Guillermo Blanco . Participan: María Teresa Cárdenas, José Manuel Zañartu y Jorge Montealegre (jueves 11 de noviembre, 18:00 horas).

Presentaciones imperdibles
* "La muerte juega a ganador", de Ramón Díaz Eterovic (Lom). Sábado 30 de octubre, 17:30 horas.

* "Diego Portales, monopolista, sedicioso, demoledor", de Gabriel Salazar (Universidad de Santiago). Presenta Luis Felipe Figueroa. Sábado 30 de octubre, 16:00 horas.

* "La casa de Electra", de Carlos Tromben (Alfaguara). Presenta Marcelo Simonetti. Domingo 31 de octubre, 18:00 horas.

* "Antología poética de los 80", de Andrés Morales (Mago Editores). 31 de octubre, 18:00 horas.

* "Chile, relación del Reyno", de Jorge Baradit, Álvaro Bisama, Francisco Ortega y Mike Wilson (Ediciones B). Viernes 5 de noviembre, 19:00 horas.

* "Los Tenaces", de José Miguel Varas (Lom). Viernes 5 de noviembre, 19:00 horas.

* "Baba", de Armando Uribe (Mago). Sábado 6 de noviembre, 20:00 horas.

* "La otra mujer", de Roberto Ampuero (Editorial Norma). Presenta el ministro de Cultura, Luciano Cruz-Coke. Domingo 7 de noviembre, 16:30 horas.

* "Un canon narrativo chileno", de Camilo Marks (Random House-Mondadori). Presentan Carla Guelfenbein y María Teresa Cárdenas. 7 de noviembre, 19:00 horas.

* "El Bulto", de Luis López-Aliaga (Calabaza del Diablo). Presentan: Nona Fernández, Diego Zúñiga y Simón Soto. Martes 9 de noviembre, 20:00 horas.

* "Grandes visiones de la historia", de Bernardino Bravo (Universitaria). Presenta José Ignacio Vásquez. Jueves 11 de noviembre, 19:00 horas.

* "El lento silbido de los sables", de Patricio Manns (Catalonia). Presentan José Miguel Varas y José Bengoa. 11 de noviembre, 20:00 horas.

* "Obras Completas", de María Luisa Bombal (Zig-Zag). Participan Lucía Guerra y José Manuel Zañartu. 13 de noviembre, 17:00 horas.

* "Aeropuerto", de Alberto Fuguet (Alfaguara). Presentan: Pablo Cerda, Sergio Paz y Antonio Díaz Oliva. 13 de noviembre, 20:00 horas.

* "La venganza del silencio", de Alonso Cueto (Planeta). Presenta Arturo Fontaine. 13 de noviembre, 20:00 horas.

CONDORITO

El cónsul chileno en Damasco, Roberto Abu Eid Ayub




Emol Cultura y Espectáculos
"Condorito" es traducido al árabe y llegará a las librerías de Medio Oriente

El popular cómic chileno será distribuido en colegios, universidades y embajadas en Siria, informó hoy el cónsul chileno en Damasco, Roberto Abu Eid.
EFE Lunes 25 de Octubre de 2010 08:25

EL CAIRO.- Medio siglo después de su nacimiento, los personajes de Condorito han comenzado a hablar en árabe, en una experiencia piloto que utiliza el humor para acercar a dos mundos distantes.

El cónsul chileno en Damasco, Roberto Abu Eid, está tras la iniciativa para traducir Condorito al árabe. "La idea es fomentar el diálogo (entre Latinoamérica y los países árabes) a través del cómic", dijo a EFE.

Además, agregó que hoy mismo había “recibido de la imprenta los primeros doscientos ejemplares de ese número especial de la historieta cómica, que serán distribuidos en los próximos días en colegios, universidades y embajadas en Siria.

Según el diplomático, la idea de la empresa que edita la revista es ir más allá, y empezar a sondear la posibilidad de que las tiras cómicas de Condorito lleguen a los países árabes, un área virgen para esta historieta.

Condorito, agregó Abu Eid, es un cómic "que puede entender la gente de 1 a 100 años" y que puede servir como instrumento para el diálogo de las civilizaciones entre dos regiones que sólo ahora comienzan a conocerse.

El primer número traducido al árabe fue el publicado en Chile en septiembre del año pasado, en homenaje al bicentenario de la independencia de varios países latinoamericanos y en cuya portada aparece Condorito abrazado a Ché Copete, ambos a caballo.

Se busca que el número especial del bicentenario, traducido al árabe por la embajada chilena en Damasco, sea seguido próximamente por otro en el que, en esa ocasión, sean dos Condoritos quienes se abracen, uno de ellos con rasgos árabes.

"Vamos a ver cómo es la recepción", agregó el diplomático, que dijo que una primera distribución de varios ejemplares del primer número de Condorito en árabe ha tenido gran éxito entre quienes lo han recibido, e incluso algunos diarios están viendo la posibilidad de incorporar las tiras cómicas del personaje.

Saturday, October 23, 2010

RENATO VALENZUELA UGARTE




Contraalmirante (R) Renato Valenzuela Ugarte,
primero de la izquierda


Nuevo libro:

"Génesis y Desarrollo del Pensamiento Marítimo en Chile: Una visión en la perspectiva del Bicentenario"

Noticia en Armada.cl.
http://www.armada.cl/prontus_armada/site/artic/20101015/pags/20101015161937.html
Viernes 15 de octubre de 2010

Vicealmirante Robert Gibbons presidió presentación de libro: “Génesis y Desarrollo del Pensamiento Marítimo en Chile: Una visión en la perspectiva del Bicentenario”


Santiago. Dirección de Comunicaciones de la Armada.

Este 14 de octubre, en el Club Militar de Lo Curro, el sociólogo y comentarista de actualidad, Fernando Villegas presentó el ensayo histórico "Génesis y Desarrollo del Pensamiento Marítimo en Chile: Una visión en la perspectiva del Bicentenario" escrito por el Contraalmirante en retiro Renato Valenzuela Ugarte.

"Me llegan muchos libros de académicos y para decir verdad muchos me producen sueño, este, al contario, me produjo gozo", pero no sólo se quedó en estas palabras, sino que además fue enfático al explicar que "Chile es una pesadilla geoestratégica, si Chile no tiene una Marina fuerte estamos entregados la suerte", señaló Fernando Villegas.

A la vez, elogió la obra que calificó como "un libro fundamental que debieran leer todos los civiles", además reflexionó sobre la necesidad de mirar al mar, de proyectarnos como país en el mar, algo que le ha faltado a nuestro país y que con obras como ésta, se hace más fácil comprender el porqué de la importancia del mar para la nación.

El libro, de 450 páginas, es un ensayo histórico que analiza la influencia de España e Inglaterra en el desarrollo marítimo de Chile, siendo fuente de inspiración de varios estadistas chilenos que durante el siglo XIX, comprendieron que la grandeza nacional estaba indisolublemente asociada al mar.

A la vez, la obra permite comprender cómo Chile, en el transcurso del siglo XXI, se ha venido convirtiendo en un actor importante en la región y en el mundo, no obstante su característica de pequeña potencia, gracias a su empuje, creatividad y compromiso con la comunidad internacional.

Previo a la presentación de Fernando Villegas, el Director de la Academia de Guerra Naval, Capitán de Navío Rodrigo Álvares Aguirre, reflexionó sobre la trascendencia de este libro. Posterior a ello, el autor de la obra, el Contraalmirante en retiro Renato Valenzuela, dio fin a la presentación.

A la actividad, asistieron los ex Comandantes en Jefe de la Armada, Almirantes en retiro, Miguel Angel Vergara, Jorge Patricio Arancibia y Rodolfo Codina. En representación del Comandante en Jefe de la Arnada, presidió la ceremonia el Director General del Personal de la Armada, Vicealmirante Robert Gibbons Hodgson, el Secretario General de la Armada, Contraalmirante Jorge Ibarra Rodríguez, el Comandante en Jefe de la Escuadra Nacional, Contraalmirante Cristián de la Maza Riquelme; el Director de Bienestar de la Armada, Contraalmirante Matías Purcell Echeverría; el Director de Seguridad y Operaciones Marítima, Contraalmirante Juan Pablo Heusser Risopatron y el Director de Inteligencia de Defensa del EMDN, Comodoro Rodrigo González Reyes.

INVITACION A LOS SOCIOS Y AMIGOS DE LA SBCH


INVITACIÓN PRESENTACIÓN DEL LIBRO:
VOCABULARIO DE LA COCINA LIMEÑA - HISTORIA Y TRADICIÓN



Estimados Amigos:

Los saludo nuevamente y les hago llegar la invitación, para la presentación de nuestra mas reciente publicación titulada: Vocabulario de la cocina limeña - Historia y Tradición de Aida Tam Fox, que será presentada en la Feria del Libro Ricardo Palma el próximo 27 de octubre.

La obra es publicada después de permanecer más de medio siglo en el olvido. El libro contiene abundante información histórica sobre el origen de la gastronomía peruana y contiene también la descripción histórica y etimológica de 60 léxicos de la culinaria limeña. La obra esta embellecida con grabados de la época.


Mis atentos saludos,

Juan Ortiz
La Casa del Libro Viejo
Librería-Editorial
Collectanevs - Revista Cultural Internacional
http://www.libroviejoymas.com/



Telf. 421-5922

ANDRES BUSTAMANTE


“El aserrín me interesa sobre todo por su carga simbólica”
Vanessa Garrido
diarioelcentro.cl 22-10-2010
El Centro de Extensión de la Universidad de Talca mantendrá hasta el 17 de noviembre la instalación artística

TALCA.- El artista visual Andrés Bustamante inauguró ayer en el Centro de Extensión de la Universidad de Talca la exposición “horizontal, vertical, diagonal”. En la instalación hay 22 cuadros pequeños (de 60 por 60), diez cuadros medianos y un cuadro de dos metro 30 por un metro 30. La instalación también contempla tres esculturas realizadas en bronce, cerámica y madera.
Se destaca en el trabajo de Andrés Bustamante la incorporación de elementos como el aserrín y la tierra. El artista los toma y crea obras con los colores originales de donde los recolectó.
Al momento de mencionar lo que lo motivó a trabajar en este proyecto, comentó que es de la idea de trabajar en series. “Este material lo vengo trabajando hace diez años y en este proceso e ido desarrollando y ampliando esa técnica. Lo que más me llama a trabajar con esos materiales es el acercamiento a lo más crudo, no trabajar ni manipular el color sino que el color venga ya dado por el material. El aserrín me interesa sobre todo por su carga simbólica”, precisó.
Sus obras estarán en exhibición hasta el 17 de noviembre a la cual está invitada toda la ciudadanía.

IMPRESCINDIBLES

Imprescindibles: Roberto Bolaño (21/10/10)

Roberto Bolaño es uno de los escritores latinoamericanos más importantes de los últimos tiempos. Pero su vida y su realidad no fueron la de un escritor de éxito, más bien lo contrario. En este documental nos adentramos en la vida itinerante de Bolaño a través de entrevistas con las gentes más cercanas a su entorno, centrándonos sobre todo en sus últimos años en España, cuando paralelo al comienzo de un cierto respeto en los entornos literarios, siguió llevando una vida de austeridad cercana a la pobreza:




http://www.rtve.es/alacarta/search.html?q=imprescindibles&ref=nf#908584

Sunday, October 17, 2010

DE NUESTROS SOCIOS: ROBERTO AMPUERO




Entrevista Su nuevo libro:
Memoria y engaño en la novela de Roberto Ampuero

Desde Estados Unidos, el escritor chileno habla acerca de La otra mujer , su novela más reciente: una historia de hallazgos e infidelidades que va y vuelve desde un presente cosmopolita hasta la realidad de los años 80 en Santiago y Valparaíso.

Pedro Pablo Guerrero
El Mercurio Revista de Libros Santiago de Chile
domingo 17 de octubre de 2010
Actualizado a las 6:38 hrs.

"Escribo, leo, escucho música, viajo, y enseño escritura creativa en la Universidad de Iowa". Así resume su vida por estos días el autor chileno radicado en Estados Unidos. Días ajetreados, en los que le piden entrevistas y declaraciones acerca de la actualidad y de La otra mujer : novela sobre una novela, o mejor dicho sobre el manuscrito de una novela escrita a partir de circunstancias reales por un autor desconocido, Benjamín Plá (ninguna alusión al catalán Josep Pla, aclara Roberto Ampuero). Su historia, rigurosamente inédita, y de la que nadie parece haber oído hablar, se ambienta en Chile a mediados de los 80. De Berlín a Nueva York, de Nueva York a Valparaíso, el narrador a quien le entregan estos originales -profesor latinoamericano de una universidad de Nueva York- sigue las huellas de Plá y su manuscrito inconcluso, oculto durante décadas en la capital alemana, bajo el piso de madera (guiño explícito a la película "La vida de los otros") de un departamento ubicado en un edificio sobreviviente de los años de la Segunda Guerra y de la RDA.

-Tu anterior novela, contabas, nació de un verso de Neruda. ¿La idea de esta también tuvo origen en alguna lectura?

-Esta novela surge de varias suposiciones mías: de que toda vida está narrada ya en algún libro que no conocemos, que es erróneo separar la realidad de la ficción, que nunca nos conocemos completamente a nosotros mismos ni menos a los demás, y que después de la muerte de la persona que amamos seguimos construyendo su vida a través de la memoria y la especulación. Y surge también de ese descubrimiento inicial que hace Isabel, la protagonista: que su esposo, un distinguido médico que acaba de morir, llevaba una vida paralela que ella no sospechaba. ¿Qué hacer cuando descubres la infidelidad de tu pareja o cónyuge pero la muerte ya se llevó a esa persona que amas? ¿Dejas de amarla, la olvidas, la perdonas, destruyes su imagen ante ti y los demás, o prefieres olvidar esa traición y cultivar la imagen de cuando esa persona aún estaba viva, junto a ti?

"Uno es muchas identidades"

-Vuelves al tema de "Los amantes de Estocolmo". "La otra mujer" vincula la sospecha y la doble vida a secretos inconfesables del contexto político.

-En las novelas Pasiones griegas y Los amantes de Estocolmo intento explorar los temas de la infidelidad, los celos y el perdón, y aquí llevo esa exploración más allá. Aquí la infidelidad, la laberíntica vida clandestina del adúltero y el descubrimiento tardío del engaño por parte de la víctima del adulterio trascienden lo estrictamente personal y entran al ámbito político, a la historia reciente del país. En La otra mujer le ocurre a Isabel, una mujer de cincuenta años y con gran personalidad, algo dramático: sólo tras la muerte del hombre al que dedicó su vida, descubre que él llevaba además otra vida. Había, por lo tanto, otra mujer, pero sólo en la medida en que Isabel comienza a indagar la vida secreta de su esposo ya muerto, es que ella misma se va convirtiendo en otra mujer. Aquí hay un diálogo entre el individuo y la sociedad sobre el dolor irreparable que uno puede causar a otro. Creemos que el perdón o el olvido lo solucionan todo, pero hay dolores que simplemente son irreparables, tanto al nivel de los individuos y sus pasiones, como a nivel colectivo. Pero para la salud del individuo y la sociedad creamos la ficción de que la reparación es posible y el tiempo perdido recuperable. Ni la reparación es posible ni el tiempo ido recuperable, dicen Proust, Houellebecq y Philip Roth.

-¿El regreso a Valparaíso en tus últimas novelas tiene que ver con el epígrafe de Kavafis: "La ciudad te seguirá"?

-Uno nunca puede dejar de habitar su propia memoria. Yo me fui de Chile hace 37 años y me sigo definiendo como chileno hasta hoy, pero compruebo que esa definición de mí mismo no la imponen las realidades que efectivamente habito a diario desde hace decenios, sino la memoria. Yo pertenezco en los hechos a una creciente generación de escritores del mundo que escriben desde el desplazamiento, desde países y culturas que no son aquellas donde nacieron y se formaron, pero que portan en su identidad la cultura nativa y las adquiridas. Kavafis tiene razón, uno es muchas identidades, los desplazamientos y las lecturas nutren nuevas identidades que coexisten en uno, pero al mismo tiempo uno no logra nunca despojarse de la ciudad inicial, que es en realidad una metáfora de la memoria persistente. Sólo la amnesia total, que es la muerte misma, impedirá que esa ciudad inicial te siga a Berlín, La Habana, Estocolmo o Estados Unidos.

-¿Es autobiográfica la experiencia del profesor que encuentra en ruinas la casa de sus padres y de su infancia?

-Lo que es autobiográfico es que siempre busco en librerías de viejos y tiendas de anticuarios un manuscrito olvidado o fotografías de familias ya desaparecidas que, como le ocurre al narrador de La otra mujer , se refieran desde el pasado y la distancia a tu propia existencia. Sospecho que hay una trama desconocida, hilos invisibles, que nos unen a todos. Tal vez en un mercado de las pulgas de Nueva York haya un velador de mis abuelos, o en un anticuario de Hamburgo una carta de un tío, o en un almacén de Casablanca una foto de los padres de una amiga que vive en Buenos Aires.

-¿Cómo nació este ejercicio de escribir una novela enmarcada por otra?

-Me seduce la posibilidad de que la ficción no sea más que un nombre que le damos a la realidad para tranquilizarnos y conciliar el sueño, y la posibilidad de que toda vida, la tuya, la mía, esté ya contada y por lo tanto determinada desde hace mucho en un libro que en la mayoría de los casos no conocemos y que la mayoría de la gente nunca conocerá. Tal vez sólo nuestra ignorancia sobre ese libro nos permite disfrutar el libre albedrío e imaginar que somos dueños de nuestro destino.

-"El olvido sería premisa para alcanzar la felicidad", piensa Isabel. ¿Es la visión que ha prevalecido en la sociedad chilena?

-A menudo los individuos y las sociedades, después de grandes crisis, precisan del olvido para seguir adelante. Isabel piensa en un momento que la verdad de lo ocurrido y el constante recuerdo de ella pueden resultar paralizantes. El desvanecimiento gradual de lo ocurrido permite la semilla del perdón, y ésta la posibilidad de continuar adelante. Isabel siente que el ejercicio de la memoria constituye un deleite, pero también puede devenir tortura perpetua. En la historia, las personas y las sociedades buscan a menudo en el olvido la posibilidad de seguir viviendo en cierta armonía. Como la justicia es un horizonte utópico, el olvido es la alternativa real, piensa Isabel, pero sin resignarse a ello, sabiendo que sólo el conocimiento la hará libre y le permitirá volver a amar.

-¿La memoria impide la repetición de la historia? ¿Enseña realmente?

-Para los personajes de mi novela, vivir es ir perdiendo la memoria e ir luchando por conservarla. ¿Pero es posible realmente recuperar nuestras vidas a través del ejercicio de la memoria?, se pregunta Thomas Mann en La montaña mágica , y las novelas de W. G. Sebald lo intentan una y otra vez, mezclando memoria, desplazamiento, fotografías y especulación. Es bueno creer que al cultivar la memoria evitamos necesariamente la repetición de los errores, pero en verdad no hay garantía para ello. En los momentos de crisis individual o social, los retos de la realidad obnubilan la memoria, el presente devora al pasado. Si a un individuo le cuesta cambiar, más le cuesta a una sociedad completa.

-¿Qué opinas de que tu libro aparezca el mismo año que Arturo Fontaine publica una novela que también aborda el secuestro y tortura? ¿Indica una tendencia en la narrativa chilena?

-No.

-"El pozo es la ficción. Pero la ficción es mi vida. En rigor, paso a diario más horas dentro de ella que de la realidad", declara el narrador. ¿Sientes que resume tu actual forma de vida?

-Todos vamos perdiendo el contacto con la realidad material natural. Nos encerramos entre los audífonos del iPod o iPhone, pasamos horas ante el iPad, vamos de una novela o un videojuego al cine, leemos el diario en la pantalla, recurrimos a YouTube para ver a nuestros artistas, nos comunicamos con amigos mediante Facebook, lanzamos SOS al mundo a través de Twitter... Y en el caso de un novelista que, como en mi caso, habita en las memorias de los países en que vivió, esto se hace más agudo. Vivo además gran parte del día inmerso en las historias de ficción que escribo, rodeado de personajes que no puedo tocar, pero que están allí con sus problemas. Cuando abandono mi estudio de la Magowan Avenue para reunirme con mi mujer, siento que ella es como una cápsula Fénix que la realidad me envía al fondo del pozo para que yo emerja de nuevo a la superficie.

-El narrador de la novela opina sobre el manuscrito de Benjamín Plá: "No escribe como un Paul Auster o un Russell Banks, pero a mí al menos su historia me atrapa con el despliegue de personajes convincentes, su trama sugestiva y escenarios identificables". ¿Alguna vez has pensado eso de tu propio trabajo?

-No.

-Aguadar, estanquillo, bombillo, orujo... ¿Tú escribes así? ¿Dónde se hizo la edición de tu manuscrito?

-Si tu pregunta es por qué no escribo "como chileno", te recuerdo que llevo 37 años fuera de Chile. Sería patético que en mis lecturas de autores continentales, en mis recorridos por el mundo hispanoamericano y mis conversaciones con colegas de ese mundo no hubiese aprendido nuevas palabras. La pregunta me trae a la memoria a los antiguos patriarcas de la Real Academia Española, estos señores de polainas y reloj de cadena, que censuraban los "latinoamericanismos" e imponían sólo palabras que empleaban españoles en España. Era una visión provinciana, congelada en el tiempo, normativa y castradora de la lengua, que por fortuna ya pasó. También en lo literario estamos en un mundo fluido, sin fronteras, interconectado. El español está más vivo que nunca y se va enriqueciendo día a día gracias al ingenio y la agudeza de quienes lo hablan, y a una mayor tolerancia a las innovaciones e influencias regionales.

"No planifico mi futuro a largo plazo"

-¿Ya se puede considerar una costumbre alternar una novela de la serie de Cayetano Brulé con una independiente?

-Nunca he podido decidir cuál será mi próxima novela ni establecer un orden de creación de determinadas novelas. Ellas son como un accidente o un rayo: simplemente te ocurren, te golpean, emergen en tu cabeza, y tú tienes que sentarte ante una libreta o la pantalla pues alguien, que eres tú y no eres tú, te la dicta. Hay escritores como Hemingway o Capote que inducían conscientemente ese estado de inspiración. Yo en ese sentido soy más como un poeta, me siento más cerca de Jorge Teillier, o Fernando Pessoa, que intuían que el próximo poema (en mi caso, la próxima novela) siempre te está acechando en la esquina de una calle oscura como un asaltante.

-¿Te ves en el futuro como un nómade de colleges norteamericanos o como un profesor bien establecido en una gran universidad?

-No planifico mi futuro a largo plazo porque nunca está en nuestras manos. He vivido en seis países y la magnífica ciudad en que resido -Iowa City es mítica para los escritores-, no tiene por qué ser mi última parada. Me hace feliz escribir y por eso elimino aquello que obstaculice mi escritura. Nuestros hijos se fueron a la universidad, lejos de casa, y tenemos el nido vacío. Ante mi mujer y ante mí se abre ahora una nueva etapa. Lo bueno del escritor es que sólo necesita llevar consigo una libreta, un lápiz y una historia en la cabeza, y tener un lugar, ojalá con buen clima y generosa sombra, donde escribir.

Friday, October 15, 2010

“Nadie acabará con los libros”


Literatura

Revista N, Clarin 13/10/10
Umberto Eco: “En el futuro, la educación deberá enseñar a comparar sitios Web”
El escritor y semiólogo, autor de “El nombre de la rosa”, habla del libro impreso, la semiótica, la filosofía y la traducción.

Por Por Eric Fottorino - Le Monde y Clarín, 2010.

Cuando se dice “Umberto Eco”, ¿de quién se habla: de un escritor, de un semiólogo? “Yo estudié filosofía. Por lo tanto me considero un filósofo, sobre todo porque considero que la semiótica es la única forma de filosofía posible en este momento – todo el resto es literatura”, se define a sí mismo, y provoca, el autor de El nombre de la Rosa y El péndulo de Foucault, nacido en Italia en 1932. Y enseguida refiere a su otra vocación, la literatura: “Yo soy un filósofo que hace filosofía de lunes a viernes y que, los fines de semana, escribe novelas… desde la edad de 48 años”.

Es un joven novelista… La editorial de Harvard va a publicar conferencias que di en Atlanta sobre la forma en que escribo. El título es Confesión de un joven escritor . Sí, me considero un joven escritor de 30 años.

En una entrevista afirmó: “Internet es el escándalo de una memoria sin filtro, donde no se distingue el error de la verdad”.

En el futuro, la educación tendrá como objetivo aprender el arte del filtro . Ya no hace falta enseñar dónde queda Katmandú o quien fue el primer rey de Francia, porque eso se encuentra en todas partes. En cambio, habría que pedirles a los estudiantes que analicen quince sitios para determinar cuál es para ellos el más confiable. Habría que enseñarles la técnica de la comparación .

En 2010, publicó “Nadie acabará con los libros”, con Jean-Claude Carrière (Lumen). Si leí bien, hay un objeto de perfección que es el libro, el libro de papel tal como lo conocemos. ¿Por qué? Es hasta el momento la manera más segura de conservar y transmitir la información. Por tres razones. En primer lugar, creo que es el más práctico para leer, aunque ahora haya jóvenes que dicen: “No, yo leo mejor en el iPad”. Después, está el amor por el objeto. Si voy a mi sótano y veo mi “Pinocho” de cuando tenía 8 años y en el que había escrito cosas, me vuelven emociones que no encuentro en un disco que contiene el texto de Pinocho. Por último, teniendo en cuenta mi edad y si hubiera existido, no podría recuperar el disco de Pinocho porque se habría desmagnetizado. Eso es un problema: las computadoras cambian tanto que no sabemos cuál es la vida útil de un disco… ¿Considera que el saber y el conocimiento siempre se difundirán a través de lo escrito, o que en cambio la cultura de la velocidad, la de Internet, terminará afectando nuestra capacidad de juicio? Creo que es necesario restablecer una cultura de monasterios, que en algún momento –yo ya me habré muerto, quizá– los que sigan leyendo tendrán que retirarse a grandes falansterios, al campo quizá, como los Amish de Pensilvania. Allí, se conserva la cultura y el resto, que flote como pueda flotar. Con 6 mil millones de habitantes en el planeta, no se puede pretender que haya 6 mil millones de intelectuales. Debemos ser un poco aristócratas desde ese punto de vista.

¿En qué cree usted hoy? ¿En la escritura, en los libros, en la cultura? En el punto de interrogación. En la investigación. Mire, los primeros, en el siglo XIX, que tomaron en serio el espiritismo no fueron los místicos sino los hombres de ciencia. Encontré a matemáticos y lógicos que de noche iban a hacerse leer las líneas de la mano. Cuanto más se desarrolla un trabajo científico, más se necesita otra cosa. Hay políticos que piden su horóscopo. Bush por ejemplo… ¿En Italia también? Actualmente, prefieren salir con chicas jovencitas.

¿Qué relaciones tiene con las traducciones de sus libros a otros idiomas, en la medida que, precisamente, usted habla esos idiomas? En lo posible, trabajo mucho con mis traductores. Pero hay que confiar. Es imposible seguir todo. Para cada libro, envío siempre a los traductores un legajo muy rico donde aclaro que una palabra o una frase determinada es “una alusión a”, que se podría decir de tal o cual manera. Por ejemplo, en La isla del día de antes (Editorial Lumen), todos los capítulos tenían el título de un libro del siglo XVII. Y esos libros existían en todas partes. Entonces les di la lista a los traductores.

Es lo que usted quería decir al escribir ese libro que se titula “Decir casi lo mismo” (Editorial Lumen). ¿Lo que importa es el “casi”? No, lo que importa es el “casi”, el “decir” y “lo mismo”. ¿Qué es lo que se traduce? ¿La superficie literaria o el sentido profundo? Un ejemplo trivial: hay un personaje imbécil que hace un juego de palabras, una ocurrencia que demuestra lo imbécil que es. El problema no es traducir ese juego de palabras literalmente, sino encontrar un juego de palabras imbécil en su propio idioma. En ese caso, lo importante no es el juego de palabras, sino el hecho de que el tipo es un imbécil.

¿Ya sintió la tentación de escribir en otro idioma que no sea el suyo? Sí, he escrito muchos ensayos en inglés. Directamente en inglés. Sucede vez más. Todos los científicos escriben en inglés.

TRADUCCION CRISTINA SARDOY

Circuit City Coupon
Circuit City Coupon