SOCIEDAD DE BIBLIÓFILOS CHILENOS, fundada en 1945

Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

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Location: Santiago de Chile, Región Metropolitana, Chile

Editor: Neville Blanc

Wednesday, February 28, 2007

ARTE DEL LIBRO


Uno de los sitios más interesantes de Internet
A Caballo Artes del Libro
Blog dedicado a las Artes del Libro en México y Latinoamérica

Saturday, February 24, 2007

MARIANO MELLA Y TEODORO HAMPE

En el mes de marzo nos visitará, en la SBCH, Don Mariano Mella, Presidente de la Sociedad de Bibliófilos de la República Dominicana, y Don Teodoro Hampe, historiador peruano y consocio de la Sociedad de Bibliófilos Chilenos SBCH.

QUE TODOS LOS HOMBRES SON CREADOS IGUALES



LA DECLARACION DE INDEPENDENCIA
4 de julio de 1776
Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario para un pueblo disolver los vínculos políticos que lo han ligado a otro y tomar entre las naciones de la tierra el puesto separado e igual a que las leyes de la naturaleza y el Dios de esa naturaleza le dan derecho, un justo respeto al juicio de la humanidad exige que declare las causas que lo impulsan a la separación.
Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. La prudencia, claro está, aconsejará que no se cambie por motivos leves y transitorios gobiernos de antiguo establecidos; y, en efecto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a padecer, mientras los males sean tolerables, que a hacers e justicia aboliendo las formas a que está acostumbrada. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, demuestra el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber , derrocar ese gobierno y establecer nuevos resguardos para su futura seguridad. Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas colonias; tal es ahora la necesidad que las obliga a reformar su anterior sistema de gobierno La historia del actual Rey de la Gran Bretaña es una historia de repetidos agravios y usurpaciones, encaminados todos directamente hacia el establecimiento de una tiranía absoluta sobre estos estados. Para probar esto, sometemos los hechos al juicio de un mundo imparcial.
(Aquí los colonos exponen Unos 25 agravios concretos de que acusan al monarca británico. Entre otras cosas... se ha negado a dar su asentimiento a las leyes necesarias para el bien público; [nos ha impuesto] "contribuciones sin nuestro consentimiento", etc.)
En cada etapa de estas opresiones, hemos pedido justicia en los términos más humildes: a nuestras repetidas peticiones se ha contestado solamente con repetidos agravios. Un Príncipe, cuyo carácter está así señalado co n cada uno de los actos que pueden definir a un tirano, no es digno de ser el gobernante de un pueblo libre.
Tampoco hemos dejado de dirigirnos a nuestros hermanos británicos. Los hemos prevenido de tiempo en tiempo de las tentativas de su poder legislativo para englobarnos en una jurisdicción injustificable. Les hemos recordado las circunstancias d e nuestra emigración y radicación aquí. Hemos apelado a su innato sentido de justicia y magnanimidad, y los hemos conjurado, por los vínculos de nuestro parentesco, a repudiar esas usurpaciones, las cuales interrumpirían inevitabl emente nuestras relaciones y correspondencia. También ellos han sido sordos a la voz de la justicia y de la consanguinidad. Debemos, pues, convenir en la necesidad, que establece nuestra separación y considerarlos, como consideramos a las demas colectividades humanas: enemigos en la guerra, en la paz, amigos.
Por lo tanto, los Representantes de los Estados Unidos de América, convocados en Congreso General, apelando al Juez Supremo del mundo por la rectitud de nuestras intenciones, en nombre y por la autoridad del buen pueblo de estas Colonias, solemnem ente hacemos público y declaramos: Que estas Colonias Unidas son, y deben serIo por derecho, Estados Libres e Independientes; que quedan libres de toda lealtad a la Corona Británica, y que toda vinculación política entre ellas y el Est ado de la Gran Bretaña queda y debe quedar totalmente disuelta; y que, como Estados Libres o Independientes, tienen pleno poder para hacer la guerra, concertar la paz, concertar alianzas, establecer el comercio y efectuar los actos y providencias a q ue tienen derecho los Estados independientes.
Y en apoyo de esta Declaración, con absoluta confianza en la protección de la Divina Providencia, empeñamos nuestra vida, nuestra hacienda y nuestro sagrado honor.

LA INDEPENDENCIA POR US$ 2.48


Declaration of Independence for $2.48
Fri Feb 23, 9:19 PM ET
NASHVILLE, Tenn. - A rare, 184-year-old copy of the Declaration of Independence found by a bargain hunter at a Nashville thrift shop is being valued by experts at about 100,000 times the $2.48 purchase price.
Michael Sparks, a music equipment technician, is selling the document in an auction March 22nd at Raynors' Historical Collectible Auctions in Burlington, North Carolina. The opening bid is $125,000 and appraisers have estimated it could sell for nearly twice that.
Sparks found his bargain last March while browsing at Music City Thrift Shop in Nashville. When he asked the price on a yellowed, shellacked, rolled-up document, the clerk marked it at $2.48.
It turned out to be an "official copy" of the Declaration of Independence — one of 200 commissioned by John Quincy Adams in 1820.
He didn't know he had such a valuable piece until doing some online research and then having appraisers at Raynors' offer an opinion.

Thursday, February 22, 2007

Ricardo Salas Venegas, un lector interesante

domingo 18 de febrero de 2007
El valor de las apostillas
Mientras, para esconderlos de mis sobrinos, escogía los libros que no necesito tener a mano, me encontré con Demian, de Hermann Hesse, que en épocas de adolescencia me causó alguna efímera conmoción. Es una edición barata, como todas las que podía comprar en esa época, de la colección “Biblioteca Moderna”, de la Editorial Argonauta, de Buenos Aires, fechada en 1974. La notable traducción es de Luis López Ballesteros.Lo abrí al azar en una de sus páginas de papel roneo, que resultó ser la 109, y vi que un visto bueno marcado al margen derecho, con lápiz grafito, llamaba la atención sobre una línea en que se leía: “Lo que no está también en nosotros mismos, nos deja indiferentes”. Marcas semejantes había en varias partes.No quiero ahora referirme a esa novela; lo haré después, porque acabé releyéndola. Lo que quiero comentar ahora es el efecto que me produjo el hecho mismo de encontrar esas marcas, en sí mismo insignificante, pero que me pilló desprevenido.Si bien me acordaba de la novela y más o menos de qué trataba, no pude recordar exactamente cuándo la leí, es decir, en qué momento preciso de mi vida me pareció importante registrar esas ideas ni por qué motivo me pareció importante destacarlas. Supongo que entre lo uno y lo otro debe de haber una relación, pues había entre ellas cosas que hoy me parecen nimias u otras que ya perdieron tanto su sentido para mí que, de atravesárseme en alguna lectura actual, las pasaría sin problemas. Sin embargo, para el que era yo en ese tiempo, fueron dignas de memoria.Lo importante fue, por tanto, la necesidad que este hallazgo doméstico me impuso de procurar reconstruir a un lector que hace unos veinte años leía Demian y marcaba con un visto bueno párrafos y frases. Ese lector no era yo. Sí era yo, pero un yo histórico, pretérito, olvidado. Como diría Neruda en ese manido verso: “nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.Me guardaré los resultados del experimento. Releí el libro enfocado no tanto en el relato como en las impresiones que el mismo me producía para averiguar, en un esfuerzo de anámnesis, las que pudo haberme dejado la primera vez. En otras palabras, la tarea que me propuse fue hacer vida, desde una perspectiva particular, lo que los filósofos y los juristas hermenéuticos proponen cuando afirman que todo empeño de interpretar un texto es un empeño de autointerpretación del intérprete.Por estos días ya no apostillo con los ambiguos signos de visto bueno, sino con varias letras cuyo significado se ha ido afinando con el tiempo. No es lo mismo señalar el lugar de una duda que el de una afirmación que nos parece aberrante, o bien la línea en que descubrimos un dato útil, una información conveniente, o en que vemos confirmado con mejores palabras lo que vagamente ya pensábamos por nosotros mismos. Además, ya no leo con voracidad, sino que soy fiel al adagio latino: non multum sed multa. No quiero leer muchos libros; quiero leer mucho. Así que, luego que cierro cada libro he adquirido la costumbre de escribir sobre él, ayudado por los signos que he dejado en el camino. Aunque sea un parrafito: siempre es bueno comentar, reseñar, criticar cada libro.
Así nos defendemos de la mala memoria y dejamos testimonio del lector que un día fuimos y que en el futuro ya no seremos, pues, según me dijo alguien que no recuerdo, lo que no está también en nosotros mismos, nos deja indiferentes.
Mientras, para esconderlos de mis sobrinos, escogía los libros que no necesito tener a mano, me encontré con Demian, de Hermann Hesse, que en épocas de adolescencia me causó alguna efímera conmoción. Es una edición barata, como todas las que podía comprar en esa época, de la colección “Biblioteca Moderna”, de la Editorial Argonauta, de Buenos Aires, fechada en 1974. La notable traducción es de Luis López Ballesteros.Lo abrí al azar en una de sus páginas de papel roneo, que resultó ser la 109, y vi que un visto bueno marcado al margen derecho, con lápiz grafito, llamaba la atención sobre una línea en que se leía: “Lo que no está también en nosotros mismos, nos deja indiferentes”. Marcas semejantes había en varias partes.No quiero ahora referirme a esa novela; lo haré después, porque acabé releyéndola. Lo que quiero comentar ahora es el efecto que me produjo el hecho mismo de encontrar esas marcas, en sí mismo insignificante, pero que me pilló desprevenido.Si bien me acordaba de la novela y más o menos de qué trataba, no pude recordar exactamente cuándo la leí, es decir, en qué momento preciso de mi vida me pareció importante registrar esas ideas ni por qué motivo me pareció importante destacarlas. Supongo que entre lo uno y lo otro debe de haber una relación, pues había entre ellas cosas que hoy me parecen nimias u otras que ya perdieron tanto su sentido para mí que, de atravesárseme en alguna lectura actual, las pasaría sin problemas. Sin embargo, para el que era yo en ese tiempo, fueron dignas de memoria.Lo importante fue, por tanto, la necesidad que este hallazgo doméstico me impuso de procurar reconstruir a un lector que hace unos veinte años leía Demian y marcaba con un visto bueno párrafos y frases. Ese lector no era yo. Sí era yo, pero un yo histórico, pretérito, olvidado. Como diría Neruda en ese manido verso: “nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.Me guardaré los resultados del experimento. Releí el libro enfocado no tanto en el relato como en las impresiones que el mismo me producía para averiguar, en un esfuerzo de anámnesis, las que pudo haberme dejado la primera vez. En otras palabras, la tarea que me propuse fue hacer vida, desde una perspectiva particular, lo que los filósofos y los juristas hermenéuticos proponen cuando afirman que todo empeño de interpretar un texto es un empeño de autointerpretación del intérprete.Por estos días ya no apostillo con los ambiguos signos de visto bueno, sino con varias letras cuyo significado se ha ido afinando con el tiempo. No es lo mismo señalar el lugar de una duda que el de una afirmación que nos parece aberrante, o bien la línea en que descubrimos un dato útil, una información conveniente, o en que vemos confirmado con mejores palabras lo que vagamente ya pensábamos por nosotros mismos. Además, ya no leo con voracidad, sino que soy fiel al adagio latino: non multum sed multa. No quiero leer muchos libros; quiero leer mucho. Así que, luego que cierro cada libro he adquirido la costumbre de escribir sobre él, ayudado por los signos que he dejado en el camino. Aunque sea un parrafito: siempre es bueno comentar, reseñar, criticar cada libro.
Así nos defendemos de la mala memoria y dejamos testimonio del lector que un día fuimos y que en el futuro ya no seremos, pues, según me dijo alguien que no recuerdo, lo que no está también en nosotros mismos, nos deja indiferentes.

Wednesday, February 07, 2007

MINIATURAS


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