SOCIEDAD DE BIBLIÓFILOS CHILENOS, fundada en 1945

Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

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Location: Santiago de Chile, Región Metropolitana, Chile

Editor: Neville Blanc

Saturday, September 23, 2017

Junio 2017:

Junio 2017:
la Sociedad de Bibliófilos Chilenos realizó en el Club 50 su Cena Anual, dedicada a la gastronomía en El Quijote.
 
















 

Mirada femenina sobre América del Sur: Maria Graham







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LA BIBLIOTECA

"La es la más democrática de las instituciones, porque nadie en absoluto puede decirnos qué leer, cuándo y cómo." Doris Lessing

Saturday, September 16, 2017

DE NUESTROS SOCIOS: DON SEBASTIAN EDWARDS

Columna de Sebastián Edwards: Aborto y Tribunal Constitucional



Autor: Sebastian Edwards

La Tercera

Columna de Sebastián Edwards: Aborto y Tribunal Constitucional
Los ministros del TC el 16 de agosto, durante el primer día de audiencias públicas por el proyecto de aborto.


Durante las últimas semanas, los chilenos descubrieron que el Tribunal Constitucional -una institución sobre la que no saben casi nada, ni siquiera su número de miembros- tiene un poder enorme. El TC puede desrielar proyectos de ley aprobados por una amplia mayoría del Congreso, o cambiarlos en forma radical. Se ha dicho que el TC opera como “una tercera cámara legislativa”, ya que tiene el poder de alterar el sentido (y el fondo) de la legislación aprobada democráticamente por el sistema político. El problema, aseguran, es que esta “tercera cámara” está compuesta por individuos elegidos “a dedo” y en base a un cuoteo político abyecto.
Según sus detractores, eso sería lo que el TC hizo con “la objeción de conciencia” en el proyecto de aborto por tres causales. El TC cambió las palabras del texto aprobado por el Congreso, de modo que la objeción pueda, ahora, tener una base institucional. Ello, dicen, fue un traje hecho a la medida de la Universidad Católica, y le permitiría a la PUC no practicar abortos en sus dependencias clínicas. Esto, independiente de lo que piensen sus médicos en forma individual. Esta decisión del TC causó desazón, escándalo y controversia, que algunos expertos constitucionales -entre los que destaca el profesor Fernando Atria- argumentaron que la Presidenta debía vetar el proyecto y regresarlo al Congreso.



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Al final, y para evitar demoras y nuevos debates legislativos, La Moneda decidió promulgar la ley tal como la reescribió el TC. Como consecuencia, Chile tiene ahora una legislación sobre aborto por tres causales, pero es una ley que no refleja en forma cabal las “intenciones originales” del legislador. Es, se puede argumentar, una ley que viola los principios básicos de un sistema democrático.

Un misterio

 Pero, más allá de este caso concreto, lo más sorprendente es la poquísima importancia y el casi nulo interés que, hasta ahora, se le ha dado al Tribunal Constitucional en las discusiones políticas chilenas. No es una exageración decir que para la inmensa mayoría de los ciudadanos esta es una institución oscura y misteriosa.

 Este desinterés contrasta fuertemente con lo que sucede en otros países, como los Estados Unidos, donde las acciones de la Corte Suprema -institución que juega el rol de corte constitucional- son seguidas con atención y detalle por la prensa y el público en general.

Hace unos días hice la siguiente prueba: les pregunté a ocho amigos y amigas chilenas -todas personas informadas, ex ministros, periodistas influyentes y columnistas de fuste- cuántos miembros del Tribunal Constitucional podían nombrar. El que más nombres pudo dar, nombró a tres; varios de ellos no pudieron darme ni un solo nombre (aunque casi todos sabían que el nuevo presidente del TC había sido un asiduo columnista de revistas de corte nazi) (1.-).

Luego le pregunté al mismo grupo por los consejeros del Banco Central. Y si bien tan solo uno de los encuestados es economista, la gran mayoría pudo nombrar a los cinco integrantes del consejo del instituto emisor.

 Repetí el ejercicio en los EE.UU. con un grupo de amigos de similares características. Todos ellos, sin excepción, pudieron identificar a los nueve integrantes de la Corte Suprema; en contraste, tan solo uno pudo referirse a más de un miembro de la Reserva Federal.

Lo recién contado no es una crítica. Es tan solo la constatación de la enorme diferencia que existe en los dos países. En Chile hay una preocupación preponderante por lo económico, mientras que en los EE.UU. hay mayor inquietud por las instituciones políticas y por el proceso a través del cual el sistema adjudica y decide las controversias constitucionales.

Transparencia vs. oscuridad


 Hace unos meses, el Presidente Donald Trump nominó al juez de la Corte de Apelaciones del Décimo Circuito, Neil Gorsuch, para una vacante en la Corte Suprema. Según el sistema estadounidense, el Senado en pleno tiene que dar su consentimiento para que el nombramiento se haga efectivo. El Senado vota después de varios días, en los que el candidato es sometido a un agresivo interrogatorio por parte de la Comisión de la Judicatura de la Cámara Alta. El proceso fue transmitido en vivo, íntegramente y sin interrupciones, por la cadena CNN, y tuvo una enorme cobertura en el resto de la prensa. No es una exageración decir que el país se semiparalizó para escuchar esta suerte de examen oral que rendía uno de los juristas más respetados del país ante una veintena de senadores.

El espectáculo fue alucinante. Un hombre calmado, seguro de sí mismo, con gran dominio de las teorías constitucionales, graduado en una de las mejores escuelas de Derecho del mundo (Harvard Law), contestaba preguntas dificilísimas, hechas por hombres y mujeres graduados de escuelas igualmente buenas, con un mismo grado de sofisticación y experiencias. Muchos de los senadores habían sido fiscales en sus respectivos estados y habían enseñado derecho constitucional. El “pimpón” que se produjo, sobre teorías legales, precedentes, historia, interpretaciones judiciales, lingüística y filosofía fue de un altísimo nivel (el rector Carlos Peña hubiera gozado; los debatientes recurrieron, en forma repetida, a su querido Emanuel Kant para subrayar sus argumentos). Se trató de una enorme lección en educación cívica. Tanto es así que varios colegios interrumpieron las clases para que los niños pudieran mirar lo que estaba pasando.

Fue un proceso transparente y abierto, de cara a la población. En todo momento la gente podía verificar si el nominado tenía la estatura requerida, los conocimientos esperados, la calma, la preparación y el temperamento necesarios para decidir casos vitales para el futuro de la nación.

La visión constitucional de Neil Gorsuch es conservadora y, por decir lo menos, controversial. Al final, y después de este largo drama, que a ratos parecía sacado de una película de suspenso, fue confirmado por un estrecho margen (54-45), y la Corte Suprema volvió a tener su contingente completo de nueve miembros.

Reformar el TC

Hay diferentes modelos sobre cómo deben ser los tribunales constitucionales. En algunos países, como en Alemania y Chile, el TC puede opinar sobre la constitucionalidad de las leyes antes de que sean promulgadas. En otros, como EE.UU., es necesario que alguna persona o institución afectada por una ley ya aprobada -en inglés, alguien que tenga “standing”- les solicite a las cortes que se pronuncien sobre su constitucionalidad. El proceso empieza en las cortes federales más bajas, y solo algunos casos -una centena por año, más o menos- llegan a la Corte Suprema. Después de un alegato corto, pero muy intenso, la Suprema emite un veredicto, pero jamás reescribe la legislación como lo hizo nuestro TC en la ley de aborto por tres causales. Eso es legislar, y el Poder Judicial en EE.UU. no puede hacerlo; es una violación del principio básico de separación de los poderes del Estado.
No sé si Chile debiera seguir el modelo alemán o el de EE.UU. Ambos tienen aspectos favorables y aristas negativas. Es una discusión que debiéramos tener durante los próximos años.

Pero lo que sí sé son dos cosas: en primer lugar, es de esencia que empecemos a prestarle más atención al TC, que sigamos con atención sus deliberaciones, que critiquemos sus errores, que le exijamos a sus miembros ser justos y dejar la política y las creencias religiosas en casa; que rechacemos con fuerza su politización, que esperemos que sean los mejores jurista quienes lo compongan. En segundo término, el proceso de nombramiento de sus miembros debe ser abierto, transparente, sujeto a audiencias públicas, a interrogatorios por parte del Senado, a testimonios televisados. Todos sus miembros, sin excepción, debieran estar sujetos a la aprobación por parte de la Cámara Alta.

La calidad de nuestra democracia depende de este tribunal: es hora de tomarlo en serio.


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Sí, pero tiene un impresentable error sobre el Presidente actual: no es cierto que haya publicado en revistas pro nazis

Saturday, September 09, 2017

La Biblioteca Nacional de Francia rinde homenaje a Pierre Bergé

La BnF rend hommage à Pierre Bergé


Pierre Bergé avait constitué au long de sa vie une exceptionnelle collection de livres rares qui s’inscrivait dans la longue tradition de la bibliophilie française. « Pierre Bergé a entretenu de longue date des liens avec la Bibliothèque nationale de France et sa Réserve des livres rares. Il était un ami de la BnF. Son intense activité de collectionneur était l’une des expressions de la passion de la littérature qui l’animait », Laurence Engel, présidente de la BnF.
 
 
légende ci-après
Pierre Bergé
En décembre 2015, Pierre Bergé avait fait don à la BnF du précieux exemplaire des épreuves des Poètes maudits de Verlaine abondamment corrigées par l’auteur en vue de l’édition augmentée de 1888.
Pierre Bergé avait également réservé à la BnF la vente de son manuscrit de Nadja d’André Breton, classé œuvre d’intérêt patrimonial majeure en février 2016. Le manuscrit a ainsi été acquis le 1er mars 2017. La BnF a par ailleurs acquis plusieurs pièces lors les deux premières ventes de la bibliothèque de Pierre Bergé : les épreuves corrigées des Valentines de Germain Nouveau, poète proche de Rimbaud et de Verlaine, les épreuves corrigées de l’édition du discours de Victor Hugo au Congrès de la Paix le 21 août 1849, où est ébauchée l’idée d’une communauté européenne et l’un des rares exemplaires coloriés de La Porte des rêves de Marcel Schwob.
Mécène de l’établissement, il était membre du Cercle de la BnF, présidé par Jean-Claude Meyer, depuis sa création.
Il participait régulièrement aux dîners de mécénat de la BnF qui contribuent à l’acquisition d’œuvres majeures du patrimoine.
La Fondation Pierre Bergé – Yves Saint Laurent avait apporté son soutien à l’exposition d’Alain Fleischer - Choses lues, choses vues, présentée sur le site Richelieu en 2009. Un ensemble exceptionnel des pièces les plus précieuses de sa collection de livres rares - manuscrits, autographes et livres imprimés, avait été présenté à la BnF I Arsenal en 2013 dans l’exposition Vers et prose : livres rares de la bibliothèque de Pierre Bergé.


http://www.bnf.fr/fr/acc/x.accueil.html

The Beinecke Rare Book & Manuscript Library

The Beinecke Rare Book & Manuscript Library is one of the world's largest libraries devoted entirely to rare books and manuscripts and is Yale's principal repository for literary archives, early manuscripts, and rare books. The Beinecke Library's robust collections are used to create new scholarship by researchers from around the world.

No dejes de navegarla y visitarla:

http://beinecke.library.yale.edu/


https://twitter.com/BeineckeLibrary

Entrevista a John Banville

Entrevista a John Banville: John Banville (Wexford, Irlanda, 1945) tiene el aspecto de un verdadero gentleman hasta que comienza a disparar con su lengua viperina. Es el perfecto caballero-canalla. Atildado y suave en las formas, pero con un discurso ácido y sarcástico. Una doblez que se observa en su personalidad y en su literatura, donde se bifurca en dos escritores muy diferentes: el sosegado y preciosista Banville, autor de El mar, Los infinitos o Antigua luz, novelas que le acercan a Henry James y Vladimir Nabokov; y el vehemente Benjamin Black, látigo de la Irlanda católica y autor de las novelas negras El secreto de Christine, En busca de April o Venganza, próximas a las historias de Raymond Chandler o Dashiell Hammett en las que apenas cambia Los Ángeles por el Dublín de los años cincuenta. La trayectoria vital de Banville ayuda a explicar su doppelgänger literario: nacido en la década de los cuarenta, estudió en un colegio católico y su madre tenía una ferviente fe. Aquella era una Irlanda –no muy lejana a la actual, según el escritor– en la que la Iglesia lo controlaba todo, hasta la política. No obstante, él pronto se desligó de su familia y de la Iglesia, comenzó a viajar...

Para leerla completa cliquear: Entrevista a John Banville

Teresa Crimesi, gran dama de la edición francesa

Teresa Crimesi, gran dama de la edición francesa, viene a la UC


La Tercera
 
Autor: A.G.B.

Ex editora general del sello Galllimard estará en La Ciudad y las Palabras el martes 3 de octubre

Teresa Crimesi, gran dama de la edición francesa, viene a la UC



Editora de Michel Houellebecq, de Yasmina Reza y Michel Onfray. Trabajó en Garzanti de Italia y en Gallimard y Flammarion, dos de los sellos más grandes de Francia. Y pese a que había jurado que nunca escribiría un libro, Teresa Crimesi (1945) debutó en la literatura en 2016, con 71 años, en la novela autobiográfica La triunfante.
Nacida en Egipto en 1945, de padres italianos y nacionalizada francesa, Crimesi fue una de las editoras más influyentes de París. Ahora suma a su trayectoria la creación literaria: ya trabaja en su segunda novela, tras los elogios recibidos en La triunfante, una historia de educación lectora que recoge sus recuerdos de infancia y juventud.

De ello y seguramente de su vasta experiencia en la edición hablará Crimesi en su visita al país, el martes 3 de octubre, a las 18.30 horas, en el ciclo La Ciudad y las Palabras del Doctorado en Arquitectura de la UC.

Publicada por Anagrama, la novela se extiende en su formación como lectora y deja fuera su trayectoria editorial. “El de editor es uno de los oficios más bonitos del mundo: soy y fui editora y me gustan sus dos facetas, la espiritual y la comercial, pero si hubiera incluido esa experiencia en La triunfante, habría volcado demasiada pasión y habría roto el equilibrio, y el libro se habría alejado de mi propósito”, dijo en la presentación del libro en España.
Para ella, La triunfante habla de “los sueños que tiene una mujer de conquistar el mundo, habla de guerras, de heroicidad, y esto no se habría adaptado al relato de una editora”.
De acuerdo con Jorge Herralde, editor de Anagrama, se trata de “una novela elegante, fluida, sofisticada, que en realidad forma una novela escondida y que está surcada por las lecturas de la protagonista, que podría ser o no Teresa Crimesi”.

En un reciente encuentro de editores en Barcelona, Crimesi sostuvo: “No puedes publicar sólo lo que se venderá; una editorial, un libro es el hijo ilegítimo y turbulento de la cultura y del comercio; los grandes nombres, como Gallimard, respetaban a ambos padres”.
 
 
 
 

Wednesday, September 06, 2017

DE NUESTROS SOCIOS: DON ROBERTO AMPUERO


Tuesday, September 05, 2017

NICANOR PARRA 103 AÑOS SIN PREMIO NOBEL

“¿Que cuántos años más? El respetable público dirá”
 
 
 
Javier García
 
La Tercera 5 SEP 2017

“¿Que cuántos años más? El respetable público dirá”

En 2015, La Tercera visitó al viejo poeta más joven de Chile en su casa de Las Cruces, donde habló de corrupción, terrorismo y de su hermana Violeta.
 
         
El auto Volkswagen escarabajo está estacionado frente a la entrada de su casa en el balneario de Las Cruces, donde Nicanor Parra llegó a retirarse hace más de 20 años. El día en el litoral central está despejado. Las ruedas del escarabajo gris están desinfladas. Algunos admiradores del poeta pasan y se sacan fotos apoyados en el auto. La revisión técnica venció en febrero de 2015. Parra manejó su auto hasta el año pasado. Dejó el volante tras cumplir un siglo. Más tarde dirá, y como siempre ha dicho, que es “el auto del pueblo”. Más tarde frente al auto, levantará el brazo derecho y en broma y en serio dirá enfatizando cada palabra: “¡Heil Hitler!”. Después, en voz baja, agregará que el escarabajo es “el vientre materno”.
Rosa Avendaño, su fiel nana, está en la cocina. Es martes, el día feriado de la semana pasada. La puerta de la reja del antejardín está con candado. Janet, la hermana de Rosita, recibe al visitante que llega de sorpresa y se lleva un mensaje para Parra escrito en una hoja de cuaderno. Luego de unos minutos regresa. Janet trae noticias: “Don Nicanor dice que pase”.
Nacido el 5 de septiembre de 1914, Parra está en su biblioteca, donde mantiene una cama y una silla. El Premio Cervantes, el hijo ilustre de Chillán, el profesor honorario de la U. de Oxford, está sentado al borde de la cama, con pantuflas, pantalón de cotelé, una camiseta blanca, chaleco y chaqueta de tweed. Invita a sentarse. Sobre su velador hay varios lápices y cuadernos de tapas verdes.
En el pasillo principal, algunos nombres y números telefónicos anotados en las paredes. Ya no están las máquinas de escribir que alguna vez formaron uno de sus trabajos prácticos con la leyenda “La máquina del tiempo”. Solo un baúl y su sombrero estilo explorador. Es como si hubiese una mudanza en proceso.
En su biblioteca, sobre una mesa conserva una enciclopedia de Shakespeare, el libro de fotos que hizo su nieto Cristóbal Tololo Ugarte que hojea con orgullo. Esas imágenes que recorren su vida fueron la base de la exposición Parra 100, que el año pasado se exhibió en el GAM con gran éxito. A dos semanas de su apertura llevaba 14 mil visitantes. A un lado está El Nuevo Testamento.
Parra tenía 97 años cuando obtuvo el Premio Cervantes. Mandó a Madrid a su nieto Tololo a recibir el galardón y dar un discurso a la manera de Parra. El Quijote de Cervantes está sobre la cama. Dice que lleva varios meses estudiando, lo que llama, “un artefacto previo a El Quijote. El germen de El Quijote”. La frase es “Post tenebras spero lucem”, que significa algo así como “Después de las tinieblas espero la luz”. Y Parra arma al vuelo una frase: “¿Qué puede decir un viejo de 101 años? Después de las tinieblas espero la luz”. Silencio. Parra arremete: “La frase me parece que está en la segunda parte de El Quijote, pero no es de él. Es lo que se llama un Ex libris. La autoría es de la imprenta. ¡No es creación de Cervantes!”.
“¿Usted es análogo?”, pregunta. “Entonces busque en su teléfono y veamos qué arroja el satélite”. El autor de Poemas y antipoemas, que revolucionó la poesía en español del siglo XX, guarda silencio y vuelve: “¿Qué puede decir un viejo de 101 años?” y prueba varias versiones, en voz baja, mientras piensa, mueve su dedo índice de la mano derecha entre sus labios. “¿Que cuántos años más? El respetable público dirá”… “¿Que cuántos años más? El respetable público tiene la última palabra”, y se anima y pasa a contar un chiste sobre un burro en un circo, y se ríe a carcajadas. Luego agacha la cabeza y repite dos veces: “We know next to nothing” (No sabemos prácticamente nada).
Ahora Parra vuelve a las librerías con el libro Antiprosas. Publicado por Ediciones UDP, el ejemplar contiene una serie de textos dispersos y otros inéditos. Desde su cuento Gato en el camino, publicado a los 20 años en la Revista Nueva del Internado Barros Arana; una airada carta al Presidente de la Sech, de 1970; su tesis universitaria sobre René Descartes hasta cartas y diálogos nunca antes publicados. “Son las huellas tempranas de la antipoesía”, como señala en el prólogo el académico Carlos Peña.

El recado sueco

A inicios de octubre pasado se abrieron las puertas del esperado Museo Violeta Parra en Vicuña Mackenna 37. Parra no lo conoce. Ve unas fotos tomadas con un celular. Se ríe al ver el cuadro Cristo en bikini, una tela bordada de 1964. “Así no más: ¡La Violeta nos está dando cancha tiro y lado desde el Cementerio General!”. En el museo está la máquina de coser que usaba la autora de “Gracias a la vida”. “Ahí está la grabadora de la Violeta”, dice y apunta un mueble donde hay un artefacto que parece una pequeña maleta. “Es la grabadora que usaba para registrar las voces de las campesinas cantoras”, comenta.
En la entrada del museo capitalino, el poema de Nicanor Defensa de Violeta Parra recibe a los visitantes. El autor de La cueca larga recita completo el poema. Y repite dos versos como un mantra, con los ojos cerrados: “Tres veces tú / Ave del paraíso terrenal”. Y cuenta que “todos los días hablo con la Violeta. Las voces que oigo son de ella”.
Parra revisa siempre los diarios y recuerda que esta semana se cumplieron 70 años desde que Gabriela Mistral recibiera el Premio Nobel. “A ella la conocí en la década del 30, en Chillán, y le dediqué un poema”, dice, y pasa a hablar del Nobel que nunca llegó para él, a pesar de tener postulaciones respaldadas por universidades como la de Oxford, Brown, Leiden, el Instituto Cervantes de Nueva York, la U. de Chile y Diego Portales.
“Yo le encontré la solución a la neurosis del Nobel”, dice. La primera: el Epitafio que él mismo escribió y que recita de memoria: “Yo soy Lucila Alcayaga / alias Gabriela Mistral / primero me gané el Nobel / y después el Nacional / a pesar de que estoy muerta / me sigo sintiendo mal / porque no me dieron nunca / el Premio Municipal”, finaliza, y agrega: “Después de eso, compadre, ¡no hay n-a-d-a que hacer!”.
Luego, una historia a partir de un dato que le llegó del poeta sueco Tomas Tranströmer, Premio Nobel 2011, quien falleció en marzo pasado. Baja la voz, se acerca, y como un secreto o una jugarreta, cuenta: “El recado lo envió la Academia Sueca: ‘Chancho nazi se quedó en Chile apoyando al sangriento dictador. Y no se fue al exilio’”, dice y repite: “Chancho nazi, jooooooo”, y abre la boca y los ojos. “¿No será mucho, compadre?”, pregunta, quien recibió elogios del crítico Harold Bloom: “Nicanor Parra es, incuestionablemente, uno de los mejores poetas de Occidente”. Janet trae dos tazas de té y un pocillo con almendras y avellanas para compartir.

Antes de Navidad

En el living de la casa Parra tiene varios diarios. También Poesía rusa contemporánea y un ejemplar de Pascual Coña, el autor que registró la vida de los mapuches en el sur a fines del siglo XIX. Además de la Santa Biblia y Romances populares y vulgares, de Julio Vicuña Cifuentes.
Parra se alegra porque estuvo revisando en la prensa el ranking de los libros más vendidos y aparece Un puñado de cenizas, antología de su poesía editada por el sello Lom. “Volví al ranking, compadre. ¡Estuve todo noviembre en el ranking!”. Y retoma la conversación sobre la Poesía rusa contemporánea, que publicó en 1971. El volumen reúne una treintena de autores, como Pasternak y Maiakovski, y cierra con la poeta Bela Ajmadúlina. Parra muestra una foto de ella. Es una joven de hermosos rasgos. “Se pronuncia B-i-e-l-a”, enfatiza. “Una de las mujeres más hermosas de Rusia”, dice sobre la escritora, quien fuera esposa de Yevgueni Yevtushenko.
Parra vuelve a la actualidad. “¿Qué hacemos en estos tiempos? Yo creo que hasta el ecologismo pasó de moda. Veníamos del discurso dialéctico… quizá ahora estamos en el discurso morganiano”, dice en referencia a Lewis H. Morgan, uno de los fundadores de la antropología moderna, quien postula que las relaciones con los antepasados son la clave de una mejor estructura social.
Sobre la contingencia nacional y política propone: “Corrupción sustentable”. Y ante los ataques ocurridos en Europa y Oriente Medio, concluye: “Hay que volver a la India o el Valle de Elqui. Como el Queco Larraín, ¡retirarse!”, dice refiriéndose al fotógrafo Sergio Larraín. “¿Qué hacemos con Cuba?”, se pregunta y recuerda su artefacto “Cuba sí, yanquis también”, creado hace más de 40 años.
Comenta que la Presidenta Michelle Bachelet le mandó un recado hace algunas semanas: hacer un artefacto para la campaña del proceso de cambio de Constitución. “No, no, compadre. Me resistí. Después vienen y me quiebran todos los vidrios de la casa”, dice apuntando la ventana. “No, no, no, a otro Parra con ese hueso”.
Han pasado cerca de tres horas desde que Janet abrió la puerta. “¿Usted anda motorizado?”, pregunta. Rápidamente se pone de pie. “Nos vamos entonces. ¡A Isla Negra los pasajes!”, dice Parra, quien se convierte en el mejor copiloto de la costa saliendo de su casa en calle Lincoln. Nos acompaña Janet. “¡Derechooo… Luego a la izquierda, compadre!”, indica.
Opuesta a la casa de Pablo Neruda, en Isla Negra, la de Parra da hacia la cordillera. Tras avanzar por calles de tierra llegamos a la casa donde se criaron sus hijos menores, Juan de Dios, alias Barraco, y Colombina. Fue en los años 80 y el entonces profesor de Matemáticas y Física viajaba a Santiago a hacer clases y regresaba por la noche.
Tras abrir el portón se aprecia un corazón con patas dibujado en las paredes blancas. Junto a la casa rodeada de pinos está la Capilla Literaria, un refugio de madera donde se empina la pajarera. Al fondo del refugio hay un par de bolsas de basura llenas de papeles. Son trabajos de sus antiguos alumnos de Ingeniería de la U. de Chile. Carpetas donde, entre cifras y ecuaciones, hay conclusiones narradas como cuentos, titulares de diarios montadas como en los Quebrantahuesos.
Parra baja del auto apoyado en su bastón. Aspira el aire y siente el olor de los cipreses, que fueron plantados por Chamaco, su hijo Ricardo, ingeniero forestal. “Ahora sí que resucité”, dice mirando el cielo. “El Chamaco se fue a vivir a La Reina. Está haciendo el inventario de las cosas”, cuenta y calla. Invita a subir a lo alto de la construcción. El poeta se queda junto al hogar donde creó las Tablitas de Isla Negra, las que ha expuesto en Santiago, Madrid, Nueva York y Guadalajara. Indica una vieja escalera a lo lejos. Es la que usaba su hermano Roberto cuando en los veranos hacía trabajos de albañilería. “Por acá andan los okupas, compadre, esos sí que son bravos. Están por todas partes, pero yo me llevo bien con ellos. Nos agarramos la cabeza cuando nos vemos para saludarnos”, dice.
Es la hora de regresar. En el camino varias personas lo reconocen y levantan la mano en señal de saludo. Parra está contento. Tras poner un CD, por los parlantes del auto comienza a sonar Casamiento de negros, de su hermana Violeta. Parra mueve los brazos como director de orquesta, mientras cruzamos el puente de la quebrada de Córdova y el mar brilla por los rayos del sol. Pasamos por la terraza de El Tabo y apunta donde alguna vez se tomó una foto con su hermano Roberto. Hay que volver a Las Cruces.
“¡Por la municipalidad, a la derechaaaaa!”, señala Parra antes de que empiece a atardecer. “A esta avenida quisieron ponerle mi nombre. Yo me opuse rotundamente, compadre. ¡Por ningún motivo! Y la Rosa Avendaño también se opuso! Tuvieron que re-cu-lar”, cuenta.
Parra baja del auto. Entra a su casa por la gran puerta de madera que está hace años rayada con spray negro, que dice “Antipoesía”, y se despide como un joven haciendo estrechar las manos y cerrando el ojo derecho. Antes de cerrar la puerta y desaparecer grita hacia la calle: “Merry Christmas! Merry Merry Christmas!”.

*Publicado originalmente en La Tercera el 12 de diciembre de 2015.

Friday, September 01, 2017

Hayek introduce Principios de Economía Política, de Menger, y rescata la teoría, denigrada por el historicismo alemán

Hayek introduce Principios de Economía Política, de Menger, y rescata la teoría, denigrada por el historicismo alemán

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