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Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

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Editor: Neville Blanc

Saturday, March 31, 2012

Nacida aproximadamente 3500 años a. de C., surgió del deseo, inherente a toda civilización, de grabar su pensamiento para la eternidad.

Historia de la Caligrafía



El arte de la Caligrafía es la combinación de muchos y muy diversos elementos: maestría en el gesto, destreza de la mano, respeto por las proporciones, armonía de las formas y conjunción con los grandes movimientos culturales y artísticos de cada época.


Nacida aproximadamente 3500 años a. de C., surgió del deseo, inherente a toda civilización, de grabar su pensamiento para la eternidad.

Tablillas pictográficas de Uruk en Mesopotámica.


Primeros caracteres chinos grabados en el caparazón de una tortuga.


Misterioso disco de Festos en la Grecia antigua.


Distintos soportes: arcilla, papiro, pergamino o papel.

La escritura no tardó en transformarse en un arte con entidad propia. Evolución de los materiales asociada a la constante búsqueda de nuevos caracteres cada vez más sencillos y accesibles.

ROMANA IMPERIAL INCISA

De los alfabetos que más trascendencia han tenido destaca la romana imperial incisa. Su origen, debe remontarse al siglo VII a.C. en el Lacio, región del centro-oeste de Italia, ocupada en ese momento por los etruscos. La capitalis monumentalis o mayúscula monumental, ha ejercido una influencia fundamental en la historia de la escritura. Se mantuvo en activo durante la alta Edad Media hasta finales del periodo carolingio, fue actualizada por los humanistas, y hoy todavía se emplea, conocida como mayúscula cuadrada o de imprenta, para titulares y títulos de capítulos, así como para los “incipit” de los libros.

Inicialmente se empleaba por los escribas y se reservaba para usos rituales, honrar el culto de los dioses y del emperador. Posteriormente pasó a formar parte de la vida cotidiana de los romanos: cualquier obra arquitectónica se llenaba de inscripciones y hasta el más mínimo ladrillo se sellaba y se fechaba. Han llegado hasta nosotros todo tipo de inscripciones, sobre todo las reservadas al culto funerario, aunque muchas actas privadas solían transcribirse sobre soportes perecederos (tablillas de arcilla o de cera), por lo que la mayor parte de ellas se han perdido. La obra más importante de esa época es la columna de Trajano en Roma, llena de inscripciones lapidarias.

MINÚSCULA CAROLINGIA

Carlomagno fue el primer gobernante de la historia europea que comprendió que el poder político se asienta en la capacidad de comunicación. Reinaba del Danubio al Ebro y de Francia a Italia del Norte; un mosaico de pueblos surgidos tras la caída del Imperio Romano: lombardos, alamanos, anglos, sajones, jutos, burgundios, vándalos,... Y cada uno con su propia letra.

Para que todos pudieran comprender sus órdenes, Carlomagno creo una escritura unificada que extendió por todo su Imperio.

La escritura carolina fue creada por Alcuino de York y su turba scriptorum.

Todas o casi todas las minúsculas influyeron en la carolingia, aunque ésta, más clara y legible, sustituyó a todas en el momento de su creación.

En Hispania, tras la flagrante derrota que los ejércitos de Carlomagno habían padecido en Roncesvalles en 785, éste renunció a la conquista de territorios peninsulares, salvo una región comprendida entre los Pirineos y el río Llobregat, que se conoce con el nombre de Marca Hispánica, que en principio estaba deshabitada. En esta zona, la minúscula carolingia se implantó doscientos años antes que en el resto de la Península, donde la visigótica pervivió en los documentos de los reinos de Asturias, Castilla y León, surgidos de la Reconquista.

Generalmente se acepta que la minúscula nació por motivos estrictamente económicos. Entre los siglos VII y VIII, los árabes

dominaron Egipto y el Mediterráneo y el suministro de papiro se interrumpió, por lo que el pergamino se encareció al aumentar la demanda. Cada pueblo realizó esta adaptación a su manera:

- Irlandeses e ingleses a partir de la semiuncial.

- Visigótica (mezcla de cursiva romana y semiuncial).

- Beneventana, monasterio de Montecasino (Italia).

- Merovingia en la Galia.

En los monasterios el jefe de los scriptorium distribuía el trabajo: unos escribían, otros corregían, otros se encargaban de la parte ornamental, mientras otros preparaban pergaminos, colores, colas, temples, pinceles, hilos, pieles y herrajes para encuadernación.

Para que el pergamino fuera más suave y no estuviera grasiento, le aplicaban polvo blanco de arcilla mezclado con goma arábiga o cola de pescado.

Los pinceles tenían gran importancia: se hacían con pelo de marta cibelina o ardilla, atados y con los extremos cortados al ras y se introducían en la parte hueca de plumas de oca, paloma o gallo.

Además de cálamos y plumas, desde la antigüedad se utilizaba la mina de plomo para esbozar los dibujos o encuadrar los elementos de una página. Después, según Teófilo (escribió un tratado de tres volúmenes titulado “Schedula diversarum artium”), se desarrollaban las siguientes etapas:

* Se manchaban de color carne las partes de las figuras que iban descubiertas.

* Se dibujaban las cejas, los ojos, la nariz, las arrugas, las articulaciones y los detalles de manos y pies con un color tierra.

* Con cinabrio se enrojecían las mejillas, los labios y un poco la nariz.

* Con matices de gris se dibujaba el interior de los ojos o la barba cuando era necesario y con verde oliva se sombreaban cejas, manos, pies,...

* Con color rosado se delineaban las mejillas, la barbilla, el cuello y la unión de los dedos y se aclaraba la cara si aparecía demasiado oscura.

* Los cabellos de niños y jóvenes se pintaban con mezclas de negro y ocre amarillo y los de los viejos, con gris.

* Con mezclas de ocre rojo y un poco de negro se retocaban el contorno de las pupilas, las cejas y la nariz.

* Con negro se marcaban las cejas de los jóvenes y con ocre rosado, el contorno de los cuerpos desnudos.

* Las vestimentas se iluminaban con los colores que le parecieran más adecuados o más vistosos y sus pliegues se retocaban delicadamente con una mezcla oscura del mismo color.

* En los siglos posteriores se utilizó la pluma sobre el color de fondo, con lo que se consiguió un mayor relieve de los dibujos.

La tinta se fabricaba antiguamente con hollín y cola. Mientras estaba fresca se borraba fácilmente con una esponja. En la Edad Media la mezcla más usual era la de vitriolo, goma, cerveza, vinagre y agalla de encina. Si se aumentaba el vitriolo la tinta ennegrecía y si se incrementaba la cantidad del último componente se conseguía un tono rojizo.

Los monarcas empezaron a resaltar sus nombres recurriendo al color rojo, que utilizaron los amanuenses en el siglo XII para resaltar las primeras líneas de los manuscritos. Otro color muy utilizado era el azul ultramar (polvillo de lapislázuli molido).

La gama de colores se amplió considerablemente, lo que condujo a la realización de letras capitulares cada vez más grandes, vistosas y rebuscadas, aumentando la creatividad frente a la rutina y la monotonía anterior. Primeramente se dibujaban con punta de carbón o plomo los contornos, tanto de la letra como de los motivos vegetales; después se

perfilaban con pincel o con la pluma los rasgos que se pretendía sombrear. Se coloreaba primero con las tintas más pálidas (ocre, gris, rosa pálido) y luego se pasaba a los colores de tonalidad media (azul, rosa y verde). Finalmente se daban a la imagen los retoques definitivos con la pluma mojada en tinta negra y el pincel impregnado de color blanco.

Dorados: Para fijar el pan de oro se preparaba una pasta compuesta de yeso, azúcar, plomo, agua y clara de huevo, que se dejaba secar mientras se recortaba el fragmento que se iba a pegar. Se extendía luego una capa muy fina sobre el pergamino y se adhería la laminilla presionando suavemente con una piedra lisa provista de un mango.

LETRA GÓTICA

En el siglo IV, tribus godas llegadas al mar Negro desde la lejana Suecia penetraron en Capadocia donde hicieron como prisionero a Ulfilas o Wilfilas, obispo arriano, erudito que inventó un alfabeto para dar forma escrita a la lengua que aquel pueblo hablaba sobre todo para traducir la Biblia.

Ulfilas fue, en definitiva, responsable de que, muchos siglos después, los godos pasaran a la historia por haber dado nombre a uno de los períodos artísticos más brillantes de la historia europea: el gótico.

En el siglo XII, Europa se sometía a grandes cambios: la burguesía urbana crecía en importancia y en poder, lo que permitía la edificación de las grandes catedrales, símbolos de la época y en el mundo de la caligrafía los scriptoria y las universidades abandonan la minúscula carolina (litera antigua) para adoptar la letra gótica (litera moderna), aunque gráficamente muy distinta de la creada por Ulfilas.

A lo largo de varias generaciones la minúscula carolina (letras independientes, redondeadas y bien definidas, pero lentas de elaborar) fue convirtiéndose en una escritura llena de puntas, ángulos y rasgos verticales, más rápida de escribir y que podía comprimirse a voluntad

(ahorro de trabajo y materiales), que se llamó o bien carolina tardía o gótica temprana.

Resultó una letra muy monótona y los rasgos de las letras tendieron a confundirse unos con otros, sobre todo en letras como la “m”, la “n”, la “u” y la “i” (a la que se añadió el punto para distinguirla).

Hubo numerosas variantes, casi tantas como scriptoriums, aunque las más conocidas son la gótica textura, la textura quadrata y la textura prescisus.

Como gótica bastarda se conocen diferentes modelos de letras que tienen en común su originalidad y creatividad, con una ruptura del academicismo de la normativa vigente. Góticas bastardas hay muchas, casi tantas como amanuenses que se saltaban las normas.

Mientras tanto desde Bagdad a Granada, los árabes maravillaban al mundo con el colorido de sus azulejos y de sus encajes y la variedad de sus escritos murales repitiendo el nombre de Alá en sus mezquitas. El Corán enseña que el arte de escribir es un don que Dios ha otorgado a los humanos, y el oficio de calígrafo era ya respetadísimo en las sociedades musulmanas de los siglos XI y XII. Aunque el Corán no permite la representación de la figura humana, los libros islámicos de temas no religiosos son muy ricos en ilustraciones, compitiendo e incluso superando a los occidentales. Sin embargo la mayor aportación de los eruditos árabes a la cultura occidental fue, sin duda alguna, los números y, muy especialmente, la introducción de un concepto tan fundamental como el “0”, indispensable para el desarrollo de las matemáticas.

En Occidente, hasta finales del siglo XII, la escritura estuvo monopolizada por los monjes copistas; pero con el auge de las ciudades y de las universidades se hizo imprescindible la instauración de un nuevo sistema de producción de libros basado tanto en una organización más eficiente del trabajo como en la creación de los oficios del libro. Los artesanos laicos y remunerados no tardaron en incorporarse a aquellas tareas, sobre todo aquellos poseedores del genio necesario para iluminar o esbozar una escena relacionada con la Biblia o con la vida monástica. Además se

asistió a la creación y al auge de la figura del librero, personaje central a cuyo alrededor giraban copistas, miniaturistas y encuadernadores. Se pasó de los misales y los salterios a los manuales de caza, estudios sobre prácticas agrícolas y libros de poemas, de relatos cortesanos o de caballerías. Los libros se caligrafiaban en Florencia, se ilustraban en Roma y se ponían a la venta en la librería real de Nápoles, partiendo hacia los libreros de Oxford o de París o a las diferentes universidades.

En la Alemania de 1547, un investigador llamado Gutemberg construía una máquina que habría de cambiar el curso de la historia y capaz de imprimir cien hojas exactamente iguales y empleaba en dicho proceso el mismo tiempo que habrían necesitado cincuenta artesanos de la pluma y con un resultado mucho más perfecto.

En los siglos XIII y XIV, que marcan el paso de la Edad Media al Renacimiento, la caligrafía gótica cayó en desuso ante la clara y luminosa humanística, nacida en Italia de un deseo de los copistas de recuperar la sencillez y la armonía de la carolina (a la que llamaban ”litera antigua”) y para satisfacción de los lectores por la dificultad que entrañaba la lectura de la gótica cursiva (Petrarca la consideraba propia de pintores y afirmaba que había sido inventada para cualquier cosa menos para leer). Así fue como comenzó a utilizarse la letra redonda humanística, que conservaba las cualidades armoniosas de sus rasgos limpios independientemente del tamaño, desde la más diminuta a la más gigantesca. Su mayor esplendor coincidió con la aparición de la imprenta, pues la cursiva humanística fue la más utilizada, desde un principio, para los caracteres tipográficos.

Con el Renacimiento hubo un declive de las catedrales como centros de conocimiento y se pasó al florecimiento de las agrupaciones de profesores y estudiantes, gérmenes de las futuras universidades, que pronto se convirtieron en los principales y mejores clientes de los copistas, ya que los rectores de dichas universidades pugnaban por tener en sus bibliotecas las “novedades” del mercado.

A mediados del siglo XV fue creada una nueva escritura, la cancilleresca, inicialmente reservada para uso exclusivo de la chancillería pontificia para la confección de documentos importantes. De ejecución sencilla pero de refinada elegancia, pronto se extendió y se utilizó con distintas variantes, cada vez más complicadas e ilegibles, hasta que finalmente fue suprimida en 1878 por el papa León XIII.

En los principios de la Edad Media, la Iglesia detentaba el monopolio de la escritura. La lectura se hacía en voz alta, de manera muy lenta, pues los textos se copiaban de continuo, sin separación entre las palabras ni signos de puntuación. Pero a partir del siglo XI, la presentación comenzó a evolucionar: los monjes separaban las palabras, dividían el cuerpo del texto en párrafos e introducían incipientes signos de puntuación, a fin de aumentar la legibilidad y la velocidad de lectura de los textos sagrados.

De entre los libros de temática religiosa cabe destacar los libros de horas, los preferidos de los señores feudales, aparecieron durante el siglo XIII como respuesta a las necesidades espirituales de los laicos. Cada libro de horas se reservaba al uso exclusivo de su propietario. En el año 711, un monje llamado Beato escribía en el monasterio de Liébana (Cantabria), unos comentarios al Apocalipsis que estaban llamados a conocer una fama sin igual entre los bibliófilos del mundo entero. Entre los siglos X y XIII se realizaron numerosas copias, conocidas con el nombre de “beatos” que constituyen las creaciones más importantes y características de la miniatura mozárabe (cristianos que vivían bajo dominio árabe, pero sin convertirse al Islam).

Entre los libros “científicos”, durante el siglo XIII cabe destacar a los llamados “bestiarios”, que describían animales reales e imaginarios.

A partir del momento en que la Iglesia tomó en sus manos el control de lo que las gentes debían pensar y saber (más o menos hacia el siglo IV), la cultura y el saber se encerraron entre las paredes de los monasterios y la fe fue el núcleo de todo conocimiento. Así durante toda la Edad Media. Pero a partir del siglo XII, con la extensión de la lectura y la escritura al mundo laico, las puertas de los monasterios se abrieron y el conocimiento y la cultura se extendieron más allá de los mismos, produciéndose el tránsito hacia el humanismo renacentista.

Primer ciclo. Trivium: gramática, retórica y dialéctica.

Segundo ciclo. Quadrivium: teología, aritmética, música y astronomía.

Durante siglos el latín permaneció como la lengua oficial de los textos y del saber, pero a partir del siglo IX, la cultura se decantó hacia el laicismo y las lenguas vernáculas comenzaron a imponerse.

En España el hijo de Fernando III el Santo, Alfonso X de Castilla (1221-1284) dio un impulso sin precedentes a la cultura, especialmente a la lengua, la ciencia y al derecho común. Para llevar a cabo su propósito se rodeó en su corte de los profesionales más prestigiosos de su tiempo y el mismo se convirtió en científico, escritor y legislador. El propio Alfonso X experimentó la necesidad de versificar y lo hizo en la hermosa lengua gallega, pues, en aquel momento, el castellano se hallaba aún falto de dimensión lírica. Así el gallego se inició con los mejores auspicios, las Cántigas de Santa María, obra religiosa dedicada a la Virgen compuesta por más de un centenar de poesías de alabanza y pasión religiosa, pero también cantos de amor profano de extremada belleza.

Entre 1215 y 1290 Europa se había llenado de Universidades, abiertas a los laicos, aunque su sistema pedagógico seguía basado en la escolástica, una enseñanza oral que estaba formada por lecturas comentadas y discursos argumentados sobre las obras que componían el programa. Los márgenes de los manuscritos universitarios, llenos de anotaciones, atestiguan la preponderancia absoluta de la palabra.

A partir del siglo V, tras la evangelización de Irlanda, los monjes de este país se dedicaron a la copia e iluminación de manuscritos, siguiendo modelos romanos clásicos y del Egipto copto. Su estilo consistía en llenar los márgenes de las páginas con motivos geométricos, espirales y lazadas. La ornamentación insular dio asimismo origen a las primeras letras iluminadas, que podían ocupar hasta una página entera. Los monasterios irlandeses y posteriormente los ingleses, conservaron su preponderancia como centros de producción de manuscritos casi hasta el siglo IX, alcanzando grandes cotas de perfección, sobre todo motivos zoomorfos entrelazados fundamentados en una estética de tradición celta precristiana.

La obra maestra de la producción irlandesa es el Libro de Kells, realizado a mediados del siglo VIII, que se conserva en la biblioteca del Trinity College de Dublín.

En Francia, Italia y España, durante el transcurso del siglo VI y bajo influencia anglosajona, se crearon las primeras iniciales zoomorfas adornadas con peces y pájaros de vivos colores. Las astas de dichas iniciales se enriquecían con elementos exuberantes cada vez más sofisticados, florituras, entrelazados, guirnaldas vegetales y cintas,

ejecutadas con impresionante fantasía. De rojo y verde como únicos colores usados inicialmente, se fueron utilizando otros colores y combinaciones, así como la CRISOGRAFÍA, técnica que consiste en utilizar tinta de oro para realizar trazos y letras.

En España, entonces bajo la denominación árabe, experimentó una influencia arabizante que afectó a todos los dominios, incluido la ornamentación de manuscritos.

Según progresaba la época gótica, la ilustración de manuscritos fue recibiendo una atención preferente, orientándose hacia el realismo, representándose seres de una fantasía desbordante como serpientes bicéfalas, dragones, quimeras y otras criaturas fantásticas, rodeados de ornamentos vegetales o florales.

Desde el nacimiento de la escritura, los materiales utilizados como soporte no dejaron de evolucionar, desde la tablilla de arcilla al papiro. En su origen el libro se enrollaba sobre sí mismo; posteriormente se convirtió en la unión de hojas plegadas protegidas por una cubierta.

El papiro es una especie de junco que crecía en abundancia en el valle y el delta del Nilo. Las cañas se cortaban en finas láminas en sentido longitudinal, formando una especie de cintas; éstas se colocaban unas al lado de otras en dos capas, una vertical y otra horizontal, se prensaban y se formaban hojas que a su vez se unían entre sí hasta formar rollos de entre 6 y 10 metros de longitud. Estos rollos se enrollaban alrededor de ejes de madera que facilitaban su transporte. El papiro era un material ligero, frágil y extremadamente quebradizo, lo que explica que muy pocos ejemplares hayan llegado enteros hasta nosotros. Para escribir se utilizaba la cara interior (el recto), es decir la que presentaba las cintas del papiro en sentido horizontal. Los copistas escribían con una caña tallada que recibía el nombre de CÁLAMO.

La aparición del códice está vinculada a la aparición del pergamino, muy sólido, de gran resistencia y flexibilidad y que podía plegarse. Este material se fabricaba con el cuero de ciertos animales, sobre todo oveja y cerdo, aunque los más finos y caros se obtenían de pieles de corderos recién nacidos o nonatos sacados directamente del vientre de su madre (carta virginea). Alisando las dos caras podían escribirse por ambas para

abaratar costes. También era frecuente que se rascase la escritura original para escribir un nuevo texto, así como el empleo de abreviaturas. Inicialmente se confeccionaban rollos iguales a los del papiro, pero si eran muy largos, resultaban incómodos de manejar, así que pronto surgió el CODEX, que designa al libro tal y como lo conocemos actualmente (Paginas reunidas en cuadernillos cosidos unos a otros) y que fue progresivamente introduciéndose, aunque la convivencia entre códices y volúmenes perduró durante varios siglos. Inicialmente los primeros libros medievales se fabricaron en los SCRIPTORIA de los monasterios. Durante el siglo XIII, con la laicización de la cultura y el saber, las universidades y la burguesía mercantil hacían numerosos encargos, por lo que aparecieron en las ciudades talleres de copistas laicos y los encargos de obras literarias se multiplicaron por mil.

Los primeros códices se encuadernaban con sencillas planchas de madera. A partir de la alta Edad Media comenzaron a elaborarse técnicas de encuadernación cada vez más sofisticadas. Los cuadernillos del CODEX se cosían juntos, mientras que las tapas se recubrían de tela o de piel. En el caso de las obras más lujosas se ornamentaban profusamente, el título se grababa manualmente en el lomo del libro y éste se guardaba en horizontal.

La primera página (recto) se dejaba en blanco. El texto comenzaba en el vuelto con una fórmula de entrada (incipit liber, literalmente “el libro comienza...). La obra terminaba con una fórmula de conclusión (así termina...) seguida del título y del colofón, que proporcionaba datos acerca del origen de la obra.

Uno de los manuscritos medievales más suntuosos que se han realizado jamás salió de la España del siglo XV: es la llamada Biblia Kennicott, hoy en día en la Biblioteca Bodleian de Oxford. La obra se creó por encargo de Isaac di Braga, hijo de Salomón di Braga, un potentado sefardí residente en La Coruña, coleccionista de ediciones de lujo y que, ansiando poseer la Biblia de Cervera, una joya del siglo XIV, que por entonces se hallaba en La Coruña, encargó la obra para no verse frustrado en sus deseos. Realizada en un pergamino de gran finura y encuadernada en cuero bellamente repujado. El texto, en sefardí, fue escrito por uno de los grandes calígrafos del momento, Moisés ibn Zabara e ilustrada por un extraordinario miniaturista, José ibn Hayyin. La obra resultó una mezcla de tradición y modernidad. De las 922 páginas, 238 están decoradas con vivos colores y adornadas con láminas de oro y plata.

El papel se inventó en China ocho siglos antes del nacimiento de la imprenta. Durante más de 500 años, el arte de la fabricación del papel se mantuvo circunscrito a China y su empleo en Europa fue introducido por los árabes a través de España, concretamente alrededor del año 1100 se estableció la primera fábrica en Toledo, el centro intelectual de la época. Pronto su uso se extendió por los demás países de Europa, donde se generalizó a principios del siglo XIV, sobre todo por su menor coste frente al pergamino.

La técnica de elaboración del papel apenas evolucionó en siglos: primero se seleccionaban los trapos, que se golpeaban repetidamente en un molino hasta obtener una pasta fluida. Se tomaba entonces una porción de dicha pasta y se vertía en un molde, una tela metálica reforzada por mallas cuadradas o rectangulares, en el que se formaban las hojas de papel. El conjunto se prensaba para que soltara toda el agua y, finalmente, las hojas se ponían a secar. Entonces se reunían en “manos” (25 hojas) y éstas, a su vez, se agrupaban en “resmas” (20 manos o 500 hojas) para ser comercializadas.

Alrededor de 1450, Gutenberg, orfebre alemán, puso a punto los primeros caracteres móviles de plomo. Este procedimiento descansaba en dos técnicas de invención anterior: la prensa y el papel. Progresivamente se fue afianzando el uso de la imprenta. Las primeras letras imitaban a la escritura de los libros manuscritos y las capitulares eran ornamentadas a mano por el miniaturista, con lo que el resultado final no tenía nada que envidiar y era y es difícil de distinguir de las obras manuscritas.

La obra más famosa de Gutenberg es la Biblia, llamada de “42 líneas” (número de líneas por página), con más de 270 tipos móviles distintos realizados a la manera de la escritura gótica y realizada con excepcional perfección técnica, lo que demuestra que fue resultado de varios años de ensayos e investigaciones. Fue publicada hacia 1455. Se imprimieron 160 ejemplares, de los cuales se conservan 49.

Siguiendo la tradición de los manuscritos medievales, grababan los tipos sobre el modelo de las antiguas caligrafías, reproducían exactamente la compaginación e incluso dejaban en blanco los espacios destinados a la ornamentación del libro, como capitulares y finales de párrafo. Posteriormente eran ilustrados a mano por las maestros miniaturistas. Al

aumentar las obras impresas se hizo evidente la necesidad de técnicas de ilustración más rápidas, como el grabado, que se ejecutaba en la prensa. Inicialmente predominaron dos técnicas: el grabado en relieve y el huecograbado o talla dulce; ésta última se generalizó en la segunda mitad del siglo XVI y permite obtener matices del gris al negro mucho más finos que en el grabado sobre madera.

Entre 1450 y 1500, cerca de 20.000.000 de ejemplares, correspondientes a cerca de 27.000 títulos editados, se imprimieron y se pusieron en circulación en toda Europa. Desde el siglo XVII, las obras impresas antes del 1 de enero de 1501 recibieron el nombre de “incunables” (cuna u origen).

La invención de la imprenta tuvo lugar en China, mucho antes de que Gutenberg se interesara en el asunto. En el siglo II, en el gran imperio asiático ya se había desarrollado el arte de imprimir textos, procedimiento que allí no resultaba una novedad, pues se utilizaba para imprimir imágenes y dibujos sobre tela desde hacía por lo menos cuatro siglos. La técnica, llamada xilografía, consistía en crear una imagen negativa en un bloque de madera, entintarla e imprimirla en el soporte deseado. Hacia el año 1041, un inventor chino puso a punto los primeros tipos de imprenta móviles, de barro cocido; los metálicos, al parecer se inventaron en Corea en torno a los siglos XIII-XIV. Con este sistema de tipos móviles se agiliza la impresión; sin embargo, dadas las características del idioma chino, había que fabricar entre 4000 y 5000 caracteres para componer un libro. La técnica, por tanto, no prosperó, mientras que en Occidente, donde sólo había que tener en consideración un alfabeto de 28 letras, se dieron las circunstancias perfectas para la invención de la imprenta.

En la época de la aparición de la imprenta, la escritura gótica era la más extendida por Europa, por lo fue la que inspiró los primeros caracteres tipográficos. A finales del siglo XV, se buscó una mayor legibilidad mediante la implantación de la letra romana. Las de caja baja (minúsculas) se parecen mucho a la minúscula carolingia, mientras que las mayúsculas o cajas altas recuerdan las que se emplearon en las inscripciones lapidarias descubiertas en los monumentos de la antigua Roma. En pocas décadas la letra romana se había impuesto a las demás letras, sin excepción, en todas las imprentas de Europa y, desde entonces, nunca se ha visto postergada en favor de otra tipografía por su facilidad de impresión y de lectura.

“Inventó” la diferencia entre las letras mayúsculas y las minúsculas. Con la costumbre de registrar hasta la más pequeña de las transacciones, se creó la necesidad de una nueva forma de escritura más sencilla y rápida de ejecución.

Podemos distinguir la romana antigua y la reciente. Ésta apareció a finales del siglo III, con una importancia fundamental, ya que se trata del primer alfabeto de la historia que presenta todas las minúsculas.

La minúscula romana se difundió por todo el Imperio y dio origen a multitud de variantes locales (visigótica, merovingia, curial, lombarda, semiuncial,...) y se desarrollaron durante los siglos V al IX, cuando fueron sustituidas por la carolingia.

El cristianismo pasó a ser la religión oficial en los años previos a la caída del Imperio Romano en el siglo V y la uncial fue la primera escritura monástica y al servicio casi exclusivo de la Iglesia, a los “scriptoria” de los monasterios, lo que en el fondo provocó su desaparición.

La minúscula romana se difundió por todo el Imperio y dio origen a multitud de variantes locales: en Francia la merovingia, en Italia la lombarda, en España la visigótica y en Irlanda la semiuncial.

Desde que el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio Romano (s. IV, Constantino el Grande), el latín se impuso como lengua religiosa y con la caída del Imperio, las invasiones bárbaras y la desmembración en numerosos reinos, la Iglesia fue el único eje unificador y la escritura uncial se convirtió en la monástica por excelencia, diferenciándose los textos sagrados de los páganos, escritos en rústica. Con el tiempo cada región tendió a desarrollar su propia variante local. Posteriormente apareció la carolingia.

La escritura alfabética lineal procede directamente de los jeroglíficos egipcios. Posteriormente fueron los fenicios y su comercio por todo el Mediterráneo los que divulgaron su escritura y su lengua. Muy próxima a la escritura fenicia, pero en oriente, se creó la aramea, que posteriormente

fue el origen de la escritura hebrea, que tuvo una gran importancia cuando tras una cruenta guerra contra los romanos (132-135) y la decadencia del país, condujo a la diáspora por todo el mundo conocido (norte de África y toda Europa), pero conservando sus leyes y su escritura.

La mitología griega clásica atribuye la invención de la escritura al rey Cadmos, y, según estas leyendas, el soberano, también se la habría enseñado a los fenicios. En la época clásica, los usos de la escritura se multiplicaron, adquiriendo una importante dimensión política en las ciudades.

El alfabeto griego dio origen a un gran número de escrituras, tanto en Oriente como en Occidente, entre ellas el etrusco, origen del latín.

La escritura árabe surgió en el siglo VI, descendiente del alfabeto arameo, que en esa época se utilizaba en Oriente Próximo. Hoy en día es utilizado en todos los estados árabes, excepto Turquía y en gran número de países musulmanes no árabes. Es tan importante que hoy en día su aprendizaje forma parte de la educación religiosa de los jóvenes musulmanes.

Desde la muerte de Mahoma, en poco más de cien años, los árabes crearon un Imperio que se extendía desde la península Ibérica hasta la India.

La prohibición islámica de representar imágenes de todo tipo favoreció la presencia de la caligrafía en el arte musulmán, adquiriendo un progresivo protagonismo en la decoración. A esto hay que añadir que hasta principios del siglo XIX no se introdujo en el mundo musulmán el uso de la imprenta.

En el norte de Europa (Escandinavia y Dinamarca) en el siglo II, apareció la escritura rúnica. Con las invasiones vikingas se extendió por buena parte de Europa. Las runas representan divinidades, plantas sagradas, rituales,... por lo que se les atribuyen poderes mágicos.

Escritura jeroglífica de la época faraónica. Si algún profesional podía considerarse privilegiado en la civilización egipcia, éste era el escriba. Tan

importante era, que al principio, estaba solo reservado a los miembros de la familia real. Se pudieron descifrar gracias al descubrimiento de la piedra de Roseta, que presentaba un decreto grabado en tres versiones : en escritura demótica, en caracteres jeroglíficos y en griego.

La escritura cirílica fue creada para registrar la lengua litúrgica de los eslavos ortodoxos.

La escritura logográfica china se encuentra entre los sistemas de escritura más antiguos del mundo, hace más de 3000 años, aunque su origen fue un misterio. El chino es una lengua tonal y monosilábica que se escribe con ayuda de grafías denominadas “caracteres”, cada uno de los cuales corresponde a un sentido determinado y a una sílaba que sustenta un tono.

La escritura alfabética china, muy compleja a los ojos de quienes están habituados a las escrituras alfabéticas, ejerce una extraña fascinación entre los que se inician en los estudios lingüísticos. Sin embargo. Por compleja que sea, la escritura china tiene su razón de ser y los chinos defienden ferozmente su integridad, que es la garante de su identidad nacional y de sus raíces.

Desde el siglo I, los chinos profesan un auténtico culto a la caligrafía, que consideran como una de las bellas artes.

El sistema de escritura japonés está inspirado en la escritura china, de la que ha recibido sus principales componentes gráficos. Para ello fue necesaria una adaptación a la lengua del archipiélago, lo que explica la naturaleza compuesta de la escritura japonesa actual, a la vez idiográfica y fonética.

La prehistoria del número comenzó verdaderamente con la capacidad de comprender y expresar el primero, el segundo y el último (capacidad ordinal de los números) pero también cuando fue posible determinar cantidades heteróclitas del tipo uno, dos, tres, cien y más (capacidad cardinal de los números). Los sistemas numéricos actuales son el resultado de una larga evolución cognitiva, lingüística y técnica, por la

cual los pueblos han aprendido a articular las capacidades ordinal y cardinal, a desarrollar sistemas simbólicos para representar una sucesión cada vez más larga de números enteros, pero también a inventar nuevas especies de números (entero, racional, real,...) dirigidos a nuevos campos de experimentación.

En América, la escritura de glifos maya, la escritura figurativa nàhuatl, la escritura mixteca

Alrededor del siglo VIII a. C., la civilización etrusca se desarrolló en una amplia zona de Etruria, que hoy corresponde a Italia central. Tomaron el alfabeto de los griegos. Como el aprendizaje del sistema alfabético no requería una especial dificultad, no necesitaban escribas, por lo que la escritura indicaba la pertenencia a la nobleza, elite social y cultural.

Nuestro agradecimiento a la Web: http://www.caligrafias.com/

Recopilado y condensado por: Jorge Sergio Marti

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Recursos sobre el Libro Antiguo

Friday, March 30, 2012

Hitler quemaba libros, pero también los leía

El ex libris con el que Hitler marcaba sus libros.




EL PAÍS ARCHIVO lunes, 16 de febrero de 2009

Reportaje:Un lector llamado Adolf Hitler


El líder nazi leía compulsivamente, pero sólo para reforzar sus ideas - Un nuevo ensayo investiga su biblioteca más personal, que llegó a tener 16.000 volúmenes

JACINTO ANTÓN Barcelona 16 FEB 2009

Hitler quemaba libros, pero también los leía. Que hiciera ambas cosas -además de desatar la II Guerra Mundial y ordenar el exterminio de los judíos- lo convierte en un lector muy especial. Su relación con los libros, incluso con los que no quemaba, no era amable. Hitler, incapaz de relaciones profundas y sinceras de amor o amistad -hasta las que sentía por Eva Braun y por su perra alsaciana Blondie eran afectos envenenados, y valga la palabra-, tampoco iba a tener ese cariño por los libros, que es el sello de los bibliófilos decentes.

Igual que hacía con los países, las instituciones y las personas, Hitler depredaba los libros. Ésa era su forma de leerlos: como invadir Polonia. Él mismo explicó su método de lectura abusivo y oportunista en Mein Kampf. "Leer no es un fin en sí mismo, sino un medio para un fin". Se trataba, dijo, de rellenar un mosaico previamente dibujado con las "piedrecitas" que le proporcionaban los libros.

Tenía dedicatorias de Jünger y todo Shakespeare. No le gustaban las novelas

Una exposición para entender la figura de Adolf Hitler La lectura no le servía, en general, sino para llevar agua al molino de sus ideas y para confirmar opiniones que ya tenía. Era una práctica puramente instrumental -"tomo de los libros lo que necesito", dijo-. No leía nunca por placer. Y el caso es que era un lector compulsivo, que leía mucho, vamos. "Los libros eran su mundo", escribió su amigo de juventud August Kubizek. El joven Hitler llegó a Viena pobre como una rata pero con cuatro cajas llenas de libros. Luego, en su época de agitación política, cuando no estaba pronunciando discursos o haraganeando por las cervecerías de Múnich en malas compañías (!), se pasaba el tiempo leyendo. "Claro que leer mucho no significa leer bien. Sus lecturas fueron asistemáticas", subraya Ian Kershaw en su monumental biografía (Hitler, Península). "Leer no era algo que hiciese para ilustrarse o para aprender, sino para confirmar prejuicios". Kershaw pone en duda, además, que Hitler leyera lo que hay que leer. Parece que de los clásicos y de la buena literatura consumió más bien poquito. No le gustaba la novela. En cambio, se pirraba por el subgénero antisemita (lo que no nos sorprende), tipo El judío internacional de Henry Ford o La amoralidad en el Talmud; le gustaban mucho las enciclopedias y los almanaques, de los que podía extraer, para impresionar, mucha información en poco tiempo, y los libros de ocultismo. Se ha señalado entre sus libros, y no es broma, El arte de convertirse en orador en pocas horas.

Tenía debilidad, quizá su único rasgo sincero como lector aparte del gusto por los relatos del explorador Sven Hedin, por las novelas del Oeste de Karl May. Pero incluso éstas las utilizaba para dar la brasa a sus generales. Les ponía como ejemplo de habilidad táctica al héroe apache de May, lo que ha de ser desconcertante cuando mandas una división Pánzer en el Cáucaso. Menos simpático es que conservara un manual de 1931 sobre el gas venenoso, con un capítulo dedicado a los efectos del ácido prúsico, comercializado como Zyklon B...

Se ha escrito mucho sobre la biblioteca de Hitler, de unos 16.000 volúmenes (de hecho tuvo varias, localizadas en diferentes sitios), su composición, las obras que en realidad leyó (muchos libros de su época de canciller y führer permanecieron sin abrir) y las que contribuyeron a afirmar sus (malas) ideas. Ahora un libro apasionante, Hitler's private library, the books that shaped his life (La biblioteca privada de Hitler, los libros que moldearon su vida; Nueva York, 2008), de Timothy W. Ryback, rastrea con habilidad detectivesca y pulso literario en el ecléctico fondo bibliográfico del líder nazi las obras que pudieron ser decisivas, por su significación emocional o intelectual, en la vida del Hitler lector.

Ryback ilumina al tiempo la relación del personaje con los libros y el destino de su biblioteca (1.200 se conservan en la Biblioteca del Congreso en Washington, otro fondo está en la Brown University en Providence; un conjunto anda perdido por Rusia). El autor, que se ha sumergido físicamente en libros leídos y hasta subrayados y anotados por el propio Hitler -una experiencia inquietante: en uno encontró incluso un pelo de bigote-, explica que éste leía vorazmente, a veces un libro por noche (a Eva Braun le caían broncas cuando interrumpía, aunque fuera en déshabillé; por cierto, parece que había poca pornografía en la biblioteca de Hitler, aunque se menciona un libro sobre el teatro español "con dibujos y fotografías obscenos"). Pero su lectura era superficial y azarosa, en buena parte para alimentar sus mítines, diatribas y peroratas.

En su retiro alpino del Berghof tenía las obras completas de Shakespeare y parece que no leyó sólo El mercader de Venecia, pues hacía citas de Hamlet y, sobre todo, de Julio César -"Nos volveremos a ver en Philipos", espetaba bravucón a sus rivales políticos-.

La aventura de Ryback entre los libros de Hitler arranca con las lecturas de éste en las trincheras durante la guerra del 14 y acaba con el misterio del volumen que tenía en la mesita de su habitación en el Führerbunker de Berlín cuando se suicidó: se conserva una foto, pero no se distingue el título. Entre las obras que sabemos que le acompañaron en sus últimos momentos figuran una historia de la esvástica, un ensayo sobre Parsifal y otro sobre las profecías de Nostradamus. El recorrido de Ryback por los libros significativos de Hitler incluye una traducción de Peer Gynt regalada y dedicada por su siniestro mentor Dietrich Eckart, y Feuer und Blut de Jünger, dedicado en 1926 por el propio autor "al führer nacional Adolf Hitler" -vaya, vaya, Ernst-, y en el que Hitler, que quería escribir sus propias experiencias de combatiente en la I Guerra Mundial, subrayó pormenorizadamente pasajes sobre la guerra y los efectos de la matanza en el espíritu. Pese a lo que hacía creer, Hitler leyó poco a Nietzsche, a Schopenhauer -cuyo nombre escribía mal- o a Fitchte. Lo que Ryback encuentra en el canon hitleriano -los ladrillos fundamentales de su pensamiento filosófico- es una serie de repulsivas obras racistas y unos libros de ocultismo y seudociencia (como Magia: historia, teoría y práctica, de Ernst Schretel, que Hitler subrayó profusamente). En cuanto a los libros militares, Ryback destaca una biografía de Schlieffen, el genio prusiano (es curioso que Hitler subrayase las consideraciones del táctico sobre los peligros para Alemania de luchar en dos frentes), un práctico manual de identificación de tanques y varias obras sobre Federico el Grande, especialmente la biografía de Carlyle.

Hitler, por supuesto, no sólo fue lector, sino también autor. Un capítulo del libro de Ryback está dedicado al Mein Kampf, que inicialmente tenía un título con mucho menos punch: Cuatro años y medio de batalla contra las mentiras, la estupidez y la cobardía; difícil de recordar cuando vas a encargarlo, sobre todo si eres de las SA...

Thursday, March 29, 2012

Mario Vargas Llosa dona su biblioteca a la ciudad de Arequipa | Cultura | LA TERCERA

Mario Vargas Llosa dona su biblioteca a la ciudad de Arequipa | Cultura | LA TERCERA

Wednesday, March 28, 2012

INVITACION A LOS SOCIOS Y AMIGOS DE LA SBCH

INVITACION

Sergio Martínez Baeza, Presidente de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía, invita a Ud. a la conferencia que dictará don Patricio Eberhard, titulada:

“CENTENARIO DE LA CONQUISTA DEL POLO SUR ”-1912- por él explorador Noruego Roald Amundsen;

Este acto tendrá lugar el próximo jueves 29 de marzo, a las 18:30, en la sede de la Sociedad. Londres 65. Santiago.

Se servirá un vino de honor.


Santiago, marzo del 2012.-

R.S.V.P. 638-24-89









































Monday, March 26, 2012

ESCRIBEN NUESTROS SOCIOS: EL HISTORIADOR TEODORO HAMPE MARTÍNEZ




Desde Perú: La Constitución de Cádiz cumple 200 años 


FROM: Gaston Fernandez  Monday, March 26, 2012 4:16 PM
Desde Perú

La primera Constitución


La Constitución de Cádiz cumple 200 años. Aunque tuvo una vigencia breve, su aporte al movimiento independentista de América resultó fundamental. En el caso del Perú, fue su primera Carta Política.

LA IMPORTANCIA DE CÁDIZ

Su existencia fue breve y accidentada. Sin embargo, a la Constitución de Cádiz (se cumplen 200 años de su promulgación) se le otorga una gran importancia histórica por ser una de las más liberales de su tiempo y surgió como respuesta a la invasión napoleónica.

Oficialmente rigió dos años, desde su promulgación hasta su derogación el 4 de mayo de 1814, tras el regreso a España de Fernando VII. Luego se reivindicó su figura durante el Trienio Liberal (1820-1823), así como durante un breve período en 1836-1837, bajo el gobierno progresista que preparaba la Constitución de 1837.

La Constitución establecía la soberanía en la Nación (ya no en el rey), la monarquía constitucional, la separación de poderes, el sufragio universal masculino indirecto, la libertad de imprenta, la libertad de industria, el derecho de propiedad o la fundamental abolición de los señoríos, entre otros.

¿De qué manera esta Carta Política influyó en el Perú? Al respecto, el historiador Teodoro Hampe Martínez afirma que para el Perú esta Constitución es sumamente importante. “Es nuestra primera Constitución peruana. Sin embargo, otros países, como Venezuela y Colombia, se anticiparon escribiendo sus propias constituciones antes de ‘la Pepa’, porque había un ambiente común en todo el mundo occidental sobre el estado de derecho constitucional y ponerle límites a los gobernantes”, comenta Hampe. Y para los juristas, el espíritu de esta Constitución española se prolonga inclusive hasta la nuestra Constitución de 1993.

Por su parte, el historiador Víctor Arrambide sintetiza que la influencia de esta primera Carta Magna es que, ante todo, se realizaron las primeras elecciones en el Perú (“un sufragio universal masculino indirecto, basándose en la circunscripción parroquial”), se habló de abolición de los tributos, la división de poderes y la libertad de imprenta, que crearán las ideas modernas sobre la opinión pública e impregnará a los militares que se unirán a la gesta de Simón Bolívar y José de San Martín. Y el espíritu de la Constitución de Cádiz, que recogía el espíritu de los Derechos del Hombre de la Revolución Francesa. Todo un precedente.

LA CONTRARREFORMA

Arrambide recuerda que en el caso peruano hubo una mano férrea de José Fernando de Abascal, virrey del Perú entre 1806 y 1816, quien combatió a todos los diputados liberales que salieron elegidos para formar parte de las Cortes de Cádiz, conocida también como “la Pepa”.

“El Perú tuvo alrededor de 11 representantes para enviar a las Cortes de Cádiz, pero Abascal hizo todo lo posible para que no vayan los diputados liberales, mas financió a los diputados absolutistas. Ese problema se dio en todos los reinos y por ello se nombraron diputados suplentes”, recuerda.

Esto generó la figura de diputados suplentes. Surgieron nombres como Dionisio Inca Yupanqui, noble de origen inca que vivía en España y pidió la abolición del tributo indígena, tema incluido en la Constitución de Cádiz, la que convirtió a todos los súbditos de la corona española (de Filipinas, América y la metrópoli) en ciudadanos de España.

Los indígenas pasaron a pagar los diversos tributos y permitió que muchos indígenas accedieran a cargos de poder. Sin embargo, Fernando VII canceló la Constitución y generó un descontento entre los sectores criollos, lo que inició las revueltas que fueron el caldo de cultivo para las independencias posteriores.

¿CELEBRACIÓN EN 2014?

¿Deberíamos de celebrar ya nuestro bicentenario? El historiador Teodoro Hampe Martínez es uno de los que apoyan esta campaña “un poco rara”. “En 1814, tuvimos en el Cusco la primera Junta de Gobierno, con Mateo Pumacahua, al mismo nivel que las juntas y audiencias de Santiago de Chile, Chuquisaca, Buenos Aires, México y Caracas”.

“Todo es muy engañoso –continúa–. Gran parte de los países americanos han celebrado su bicentenario pero no son de independencia definitiva sino de ensayos de independencia, que plasmaron las famosas Juntas de Gobierno, pero la mayoría de ellas duraron solo meses o un año porque volvió el rey legítimo de España, Fernando VII, y las eliminó. Sin embargo, la historia había avanzado y los pueblos ya no estaban para el absolutismo”, reflexiona.

Para Hampe, el 28 de julio de 1821 es una fecha “limeñocéntrica”: en 1820, ya Trujillo se había independizado. “Cuando José de San Martín propaga su independencia, el virrey José de la Serna se fue al Cusco para seguir gobernando porque todo el sur era realista”, comenta.

Para él, reivindicar 1814 en el Cusco o 1820 en Trujillo iría acorde con la movida actual del país. O, como dice el antropólogo José Matos Mar en Perú: Estado desbordado y sociedad nacional emergente (2012): tras 70 años migraciones internas finalmente se ha constituido en “una auténtica sociedad nacional”, dice.


“Hay que rescatar el legado de las regiones y provincias, que tienen su propio recorrido autónomo”, explica Hampe, para quien el problema para ver estos otros aportes al desarrollo histórico del país se debe a que “tenemos animadversión a todo lo que no es limeño y ninguneamos todo lo serrano, lo andino, no le prestamos atención”.

Las Juntas de Gobierno que se instalaron en Cusco y otras partes de América inspiradas en las Cortes y la Constitución de Cádiz de 1812 fueron juntas “fidelistas” al rey de España y en rechazo al gobierno ilegítimo de los Bonaparte, y administraron los territorios de estos reinos en ausencia del rey Felipe VII (quien junto a su padre, Carlos IV, había abdicado ante Napoleón Bonaparte en Bayona, en 1808).

LA FIGURA DE ZELA

“A pesar de que su independencia es en 1830, Ecuador celebró en 2009 su bicentenario, y Bolivia, que se independizó en 1825, también hizo lo propio dos años atrás, asociando las Juntas de Gobierno con el inicio de sus independencias, mientras que nosotros celebramos el final, la conclusión de estos procesos. Acá pudimos decir que empezó con el grito de Zela, en Tacna, en 1811”, opina el historiador Víctor Arrambide.

Toma presente la estrecha relación de Francisco Antonio de Zela (1786-1821) con el caudillo argentino Juan José Castelli (1764-1812), quien formó la Primera Junta de las Provincias Unidas del Río de la Plata. “Zela tenía la idea de juntarse con Castelli, pero éste fue derrotado en la batalla de Huaqui por las tropas realistas del virreinato del Perú”. El año pasado, recuerda Arrambide, se hicieron actividades en homenaje a Zela, mas fueron fechas que pasaron “casi desapercibidas”.

DOS FIGURAS EN LAS CORTES

Durante el simposio Orígenes del constitucionalismo hispanoamericano: Las Cortes de Cádiz en su Bicentenario, realizado en Lima el 14 y el 15 de marzo, el profesor de la universidad de San Marcos Samuel Villegas Páucar presentó la ponencia “Los Uchu-Inca: de fidelistas indígenas a críticos liberales de la monarquía absolutista española”.

En ella, Villegas investiga la figura de Dionisio Inca Yupanqui. De acuerdo con el trabajo, su familia no es cusqueña sino de Lambayeque, donde había llegado una rama descendiente del inca Huayna Cápac. Explica que el apellido es Uchu-Inca y no Inca ni Yupanqui, pues estos son genéricos que utilizaban los descendientes de sangre real inca (dato corroborado por el inca Garcilaso de la Vega en sus Comentarios Reales).

Sobre el caso del jurisconsulto limeño Vicente Morales Duárez, quien llegó a ser presidente de las Juntas de Cádiz, el historiador Teodoro Hampe Martínez recuerda que las Cortes tuvieron alrededor de 37 presidentes (27 españoles y el resto americanos), ya que la idea era que nadie se enquistara en el poder. Pero la presidencia de Morales Duárez fue muy breve, del 24 de marzo al 2 de abril de 1812, cuando falleció.





Saturday, March 24, 2012

El último tango de Salvador Allende II

Roberto Ampuero, escritor y actual embajador de Chile en México.
Autor de "El último tango de Salvador Allende".



Santiago de Chile sábado 24 de marzo de 2012
Actualizado a las 6:23 hrs.  El Mercurio Emol
Roberto Ampuero antes noveló a Neruda, ahora a Allende
En "El último tango de Salvador Allende" , su más reciente novela y la primera que publica bajo el sello Sudamericana de Random House, Ampuero aborda un año de vida del ex Mandatario y la búsqueda de una persona 25 años después.
Patricio Tapia

Son tiempos de cambio para el escritor Roberto Ampuero. Cambió de trabajo -ahora es embajador de Chile en México-; cambió de editorial (ahora publica con Sudamericana). Y su último libro se ocupa de un cambio dramático en la historia de Chile: el antes, durante y después del golpe militar que derrocó a Salvador Allende.
Si en "El caso Neruda", su anterior novela, había recreado un país que se encaminaba al desastre a través de los últimos días del poeta, esta vez aborda un país que se encamina al desastre en el último año del gobierno de la Unidad Popular.
En la novela, un amigo de juventud de Allende, convertido en panadero, lo encuentra y le pide trabajo. Allende lo contrata para labores menores en su casa, pero de a poco va adquiriendo importancia y le va inoculando el gusto por tango. El panadero lleva un diario, del cual uno se entera porque estaba en poder de una mujer estadounidense, muerta prematuramente, quien pidió in extremis a su padre que le entregase parte de sus cenizas a un chileno del que apenas tiene datos y que él supone fue su gran amor, a quien ella conoció en los años de Allende .
En el relato de la búsqueda de ese hombre y de la lectura del diario van apareciendo desde agentes y ex agentes de la CIA, hasta los dilemas personales y políticos de Salvador Allende. La novela se divide en 80 capítulos breves, muchos de ellos con epígrafes de canciones, tanto de rock o de pop (de distintas épocas) como de tango.

-Señala que su libro se apoya en "una profunda investigación", pero sigue siendo una novela. ¿Cuál es la diferencia esencial?
"En toda novela convive la ficción del novelista con elementos de la realidad. Pero la ficción es el ingrediente principal y el eje de lo que se cuenta. En las mías, piense en 'La otra mujer' o 'El caso Neruda', esto es evidente, es una característica de mi escritura. Escribir una novela que tiene lugar en el Chile de los 70 y también en el Chile actual exige instalar la ficción en épocas más o menos precisas, y eso exige informarse sobre la época. Pero esto no lo hago para proyectar necesariamente una fotografía del pasado, pues no soy historiador ni documentalista, sino para contar con un soporte sobre el cual instalar lo esencial, que es la ficción, pues soy novelista. Las novelas basan su seducción en su capacidad para situar al lector en un mundo más atractivo e impostergable que el real, y en su capacidad de convencer al lector de que aquello que lee es tanto o más real que ese mundo que sigue palpitando fuera de las páginas que lee".
-En este libro vuelve, en parte, sobre la idea de la novela dentro de la novela. ¿Por qué?
"Vuelvo sobre esa idea y también sobre el amor y el desamor, la amistad y la traición, los sueños y las frustraciones. Creo que vivimos dentro de un mundo como el de las matrioshkas , es decir, dentro de mundos que están contenidos en otros mundos. Vivimos tal vez dentro de una novela que alguien está escribiendo en estos momentos, y en estos momentos escribimos o soñamos con escribir una novela en la cual viven personajes que crean a su vez otros personajes. Que cada uno de nosotros tenga su visión muy personal del mundo que compartimos y que cada uno de nosotros tenga una versión propia de él, me lleva a pensar siempre en que la clave está en acceder a esas versiones y descubrir la versión o archivo original. ¿No buscamos acaso a diario y sin cesar muchas respuestas, no en nuestras vidas sino en la web, admitiendo que nuestra vida y sus claves están ya reflejadas, anticipadas o tipificadas en un gran discurso universal, en una gran novela que incluye todas las novelas individuales ya escritas y por escribir?
-En los epígrafes son más las citas de otras músicas que de tango. ¿Sus gustos musicales son amplios?
"Absolutamente. Disfruto de distintos tipos de música en dependencia de la época del año, los viajes que realizo, los estados de ánimo por los que atravieso. La música es mi principal compañera de viaje en este mundo y uno pasa por muchas etapas en la vida, y disfruta por ello de distintos tipos de música".

Friday, March 23, 2012

El Ultimo Tango De Salvador Allende

TÍTULO:


El Ultimo Tango De Salvador Allende

PreVenta Abril 2012

ISBN: 9789562623865

Número de páginas: 378

Autor: Ampuero, Roberto;


Editorial: Sudamericana



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Nadie responde en la casa de los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y todo indica que el golpe de Estado está en marcha. Salvador Allende se dirige a palacio. Y Rufino, asistente personal del presidente, viejo compañero de un taller anarquista, gran amante del tango 'afición que comparte con el mandatario', escribe en un cuaderno escolar la historia de la tragedia que se avecina.

Muchos años después, ya derrumbados los muros de la Guerra Fría, ese mismo cuaderno ve la luz cuando inesperadamente llega a las manos de David Kurtz, exagente de la CIA, quien a través de sus páginas irá descubriendo no solo la vida íntima del presidente, sino también secretos inimaginables de su propio pasado.

Con talento y maestría, Roberto Ampuero nos entrega una novela apasionante sobre la lealtad y la traición, la honestidad y la impudicia, el amor y el desamor, el bien y el mal que se cuelan en el alma y la historia de los hombres.



Autor: Roberto Ampuero Editorial: Sudamericana Colección: Narrativas Materia: Novela ISBN: 9789562623865 Formato: 15 x 23 cm Páginas: 378



Thursday, March 22, 2012

ESCRIBEN NUESTROS SOCIOS: ROBERTO AMPUERO

LA TERCERA EDICION IMPRESA
Revista El Semanal domingo 18 de marzo de 2012

Adiós, papá


El escritor Roberto Ampuero viajó desde México -donde es embajador- hasta Valparaíso para enterrar a su padre, quien murió el sábado 10 de marzo. Aquí escribe la historia de ese hombre que amó y admiró profundamente, repasa sus mejores recuerdos de él y, de paso, recorre la ciudad porteña donde la familia desarrolló su vida mirando el mar. Este es su personal homenaje a don Roberto Ampuero Brulé.

por Roberto Ampuero

Ha muerto mi padre. Estoy en nuestra embajada en Ciudad de México cuando me llega la noticia. Todos los aviones viajan llenos a Chile, pero Lan logra incluirme en uno para que arribe al sepelio. Yo sabía que a mi padre le quedaba poco, pero nadie está preparado para la muerte del padre. Dos semanas antes estuve con él en Viña del Mar. "Quiero que vengas", me había ordenado al teléfono, "necesito que nos despidamos". Cancillería me autorizó el viaje relámpago que solicité y pude despedirme de papá en uno de sus últimos instantes de lucidez. Don Roberto Ampuero Brulé fue un hombre dichoso y afortunado, que disfrutó su familia y sus amigos, sus viajes por el mundo y su larga existencia, y por ello con Angélica, mi madre, y Mónica, mi hermana, decidimos que su adiós frente al Pacífico fuese una celebración de su vida.



Cuando tenía sólo 16 años mi padre llegó hasta la casona amarilla de tres pisos de don Valentín Espinoza Ascencio, en las inmediaciones de la Plaza Echaurren, en Valparaíso. Su objetivo: conversar con don Valentín, un hombre alto, culto y severo, que trabajaba en el diario La Unión, y leía a Jacques Maritain y Pierre Teilhard de Chardin. Sorprendido, Don Valentín lo hizo tomar asiento en el living. "Usted dirá", le dijo al muchacho. "Vengo a pedirle la mano de su hija", anunció nuestro padre sin que le temblara la voz. Se había enamorado de Angélica desde que la divisó asomada en el balcón de su casa cuando él caminaba a la escuela. "Bien, señor", le dijo mi futuro abuelo, serio, "he tomado nota de su petición. Sírvase volver a esta casa a retomar el tema cuando tenga oficio, recursos y casa que ofrecerle a mi hija". Nueve años después de un pololeo que mi abuelo y su hijo Néstor Fabio intentaron hacer naufragar, nuestro padre regresó al living, se sentó en el mismo sillón y le dijo a don Valentín: "Tengo un buen trabajo en la Pacific Steam Navigation Company, compré casa nueva con vista al mar en la Avenida Alemania y amo más que antes a Angélica. Vengo a pedirle su mano otra vez". Al abuelo no le quedó más que aceptar que el hijo de un chilote y una francesa de la Normandía se casara con su hija menor.



Cuando nuestro padre falleció, el sábado 10 de marzo, estaba sólo a 15 días de celebrar 60 años de matrimonio con mamá y nueve de pololeo, el que incluyó citas con chaperonas que iban de la céntrica Plaza de la Victoria al Parque Rubén Darío, junto al mar. Mi hermana y yo, y nuestros hijos y nietos, descendemos, como dijo la escritora Isabel Allende, de un amor tan grande que nos emociona, compromete y honra.



Nuestro padre, que se dedicó a la actividad naviera, fue masón durante medio siglo, hasta el final de sus días, socialdemócrata independiente y amante del trabajo manual y la gente sencilla. Tenía amigos con oficios asombrosos: volantineros finos, criadores de canarios azules y rojos de bello trinar, apicultores que cosechan la mejor miel del mundo, vendedores de motemey, fabricantes de sombreros, organilleros con loritos que reparten la suerte, buceadores y lancheros de la bahía, espías retirados de países lejanos, sastres árabes y españoles, náufragos taciturnos, poetas inéditos y libreros de viejo. En su juventud, mi padre compraba a un marchante libros recién editados de autores chilenos. Por ello en casa hubo siempre primeras ediciones de Mistral, Neruda, Coloane o D'Halmar, volúmenes sobre flotas marítimas o la historia de la Guerra del Pacífico, escritos por chilenos, peruanos o bolivianos. Fue un gran patriota, pero reconocía las virtudes de los países vecinos, a quienes nos enseñó a respetar. Solidarizaba con los republicanos españoles que hallaron asilo en Chile, fue defensor de las minorías y cuando niños nos compró el Diario de Ana Frank y nos habló del Holocausto. Cuando en la década del 40 los nazis mostraban su poder en las calles de Valparaíso, mi padre se unió a la oficina de información de Estados Unidos para combatirlos y distribuir la revista En Guardia. Guardaba con orgullo el certificado que elogia sus acciones en contra del eje en Valparaíso, una fase desconocida de su existencia.



Como hijo de un marino de la época de los veleros y vapores que cruzaban el Estrecho de Magallanes, nuestro padre admiraba a la gente no por su retórica o prosapia sino por su talento manual, por lo que sabían hacer y hacían por los demás. En las noches de furiosos temporales porteños, salía con un termo a servir café a los carabineros que hacían guardia en nuestro cerro San Juan de Dios. Tres meses antes de morir lo llevamos al monumento a Arturo Prat, en la Plaza de los Héroes de Valparaíso, donde descansan también los restos del Capitán de Altos de la Esmeralda, Jacinto Ampuero, muerto en Iquique.



Siempre sentí que mi padre tenía nostalgia por la historia y el mundo, y que por ello disfrutaba los viajes como un niño. Era quizás la forma en que seguía las rutas que habían recorrido su padre Eusebio, su tío Domingo, su madre Genevieve y sus abuelos arribados de Francia en veleros. Tenía sentido del humor, era un conversador inagotable, dueño de una memoria prodigiosa, habitante de un taller de herramientas mítico en el vecindario, donde hacía muebles finos en sus ratos libres. Le gustaba la pesca, las caminatas y las comisiones de volantines, en las que destacaban sus carretes de madera, barnizados y elaborados.



Nuestro padre, como descendiente de gente de mar, gozaba comiendo mariscos (era capaz de manejar día y noche hasta Angelmó sólo a saborear picorocos y erizos en la época en que los choros zapato calzaban 44), sabía preparar curantos y amaba los temporales de Valparaíso. Desde niños nos enseñó a reconocer los vientos que al día siguiente traen la lluvia o un día despejado, los que son amigos de los volantines y peligrosos para las embarcaciones, las lluvias que benefician a las frutas y las que matan pajaritos. Mi padre nos enseñó a descifrar los mugidos del antiguo faro de Valparaíso y las sirenas de incendio del puerto, conocía los lugares donde se comía bien y los que sólo estaban de moda. Recordaba los nombres de todas las tiendas de la época de esplendor de Valparaíso, conocía las historias de empresarios, profesionales, artistas y delincuentes destacados de la ciudad, torneaba trompos que bailaban sin fin y construía barcos a escala, actividad en la que obtuvo distinciones nacionales. Sabía además, instalar veleros con sus velas desplegadas en botellas de cualquier tipo. Mi padre fue como las casas de Valparaíso: vivió con los pies firmemente asentados en la tierra, pero mirando siempre hacia el horizonte, soñando con un mundo mejor para los suyos, su ciudad y su país, del cual se sentía orgulloso.



La mirada de mi padre sobre el mundo estuvo marcada por sensibilidades diversas: era medio chileno y medio francés, era porteño pero trabajaba en la PSNC, la legendaria empresa inglesa de vapores, donde los salones y el estilo llegaban de Londres; envió a sus hijos a un colegio alemán, donde sólo las clases de español eran en español; y viajó por el mundo con su esposa comparando Chile con Europa y Estados Unidos, pero siempre prefirió la tierra donde nació. Cuando le ofrecieron trabajo en Londres, supo que no podía irse para siempre de Chile. Amó a su familia, sus hermanos masones, sus amigos y colegas, sus hobbies -fue ebanista y un maestro volantinero que hacía volantines con hojas del Times de Londres, y era capaz de desarmar y volver a armar hasta la última pieza del motor de su auto o un reloj-. Amó la vida naviera, ámbito donde es una leyenda del Valparaíso de los últimos 65 años. Trabajó hasta los 84 años a cargo de un departamento de la Marval, la naviera de Francisco Lobos, y contempló hasta el último día el movimiento de los buques en el puerto. Conocía de memoria los nombres de las líneas navieras, la potencia de las grúas y el tonelaje de los barcos. Amó Valparaíso con su camanchaca, sus calles inclinadas y baches, con sus temporales y vientos, con su Año Nuevo en el Mar y sus frustraciones. Fue wanderino y siguió con sumo interés el acontecer nacional y mundial. Expresaba su opinión a través de cartas en los diarios de la ciudad, que las publicaban en lugar destacado. Tuvo una preocupación social permanente, demandó siempre equidad y justicia social, junto con democracia y libertades individuales. La junta de vecinos del Cerro San Juan de Dios lleva desde el 2011 el nombre de Roberto Ampuero Brulé porque él fue su primer presidente y motor de su fundación hace décadas.



Hoy lo despedimos con tristeza pero también con tranquilidad de espíritu, pues fue un hombre feliz: disfrutó a fondo su existencia. Sentimos paz interior pues logramos despedirnos de él en su última lucidez. Fue un hombre singular: nos enseñó a ser tolerantes, a respetar a los que piensan diferente, a pensar de forma independiente y a no temer las consecuencias por expresar la verdad personal. Rechazaba dictaduras del color que fuesen. Amaba Chile. Ese era mi padre. Nos despedimos de un ser único y maravilloso, conversador y alegre, erudito en varias materias y porteño, demócrata y patriota de corazón. Nos despedimos de él celebrando su larga y luminosa vida. Cuando me preguntan por su incidencia en mi literatura, digo que su vida inspira novelas. Gracias por lo que nos diste y enseñaste. ¡Adiós, papá!

Wednesday, March 21, 2012

Manuscrito en Venta de Neruda numero IV de Cien Sonetos de Amor

Tuesday, March 20, 2012

Descubrieron un nuevo cuadro de Van Gogh

Monday, March 19, 2012

Universidad Hebrea de Jerusalén digitaliza los documentos de Albert Einstein | Tendencias | LA TERCERA

Universidad Hebrea de Jerusalén digitaliza los documentos de Albert Einstein | Tendencias | LA TERCERA

Sunday, March 18, 2012

SENTIDO PESAME POR LA MUERTE DE SU PADRE A NUESTRO SOCIO ROBERTO AMPUERO

Roberto Ampuero tras muerte de su padre: ´´Cayetano Brulé está inspirado en él´´

El escritor (en la foto) se basó ´´en gran medida´´ en su progenitor para la creación del famoso personaje. El funeral de su padre se realizo el martes pasado a las 15:00 horas en Viña del Mar.
Foto: José Alvújar 
El Mercurio actualizado el 12/03/2012

Rescatan a Braulio Arenas



LA TERCERA EDICION IMPRESA
domingo 18 de marzo de 2012

Rescatan a Braulio Arenas, el surrealista al que los escritores le quitaron el saludo


Miembro del grupo Mandrágora, Arenas tuvo un radical giro al apoyar a Pinochet.

por Roberto Careaga C.


Ampliar Le había costado años, décadas, pero Braulio Arenas había logrado dejar atrás esa afrenta a Pablo Neruda en 1940, cuando le rompió un discurso frente a un repleto Salón de Honor de la Universidad de Chile. Incluso, Arenas había dado un paso al costado y sus años en La Mandrágora estaban en la memoria de su agitada juventud surrealista. En 1976 era otro. Tampoco era el allendista de los días de la Unidad Popular. Era otro. Tanto que, ya instalada la dictadura, escribió el himno Chile es así, donde atacaba a la UP y celebraba a la Junta Militar : "Era la angustia por doquier,/ era el hampón y era el terror,/ el tribunal al que se dio/ falsa etiqueta popular (…) / Chile es así:/ no tiene nada que ocultar,/ aquí no hay Muro de Berlín".



No se lo perdonaron. Tras el poema, Arenas oficializó su relación con el gobierno militar y, cuando murió, en 1988, prácticamente toda la escena literaria chilena le había dado la espalda. Estaba refugiado en el pinochetismo. "Nadie quería encontrarse con él. Se distanció de todo", cuenta Pedro Lastra, mientras que Germán Marín recuerda haberlo visto poco antes de su muerte, solo, ya algo desconectado de la realidad: Arenas le propuso llevarlo donde Lucía Pinochet hija para que le contara lo que sucedía en Chile.



Poeta, novelista, traductor, el siempre trajeado Arenas fue uno de los grandes ninguneados de las letras chilenas del siglo XX. Hasta hoy cae el olvido sobre su obra, pese a intentos de reeditar sus libros o halagos de autores como César Aira. Hay un nuevo intento: Ediciones UDP reedita La casa fantasma y otros poemas, volumen que, además de rescatar el poemario de 1962, suma poemas escogidos por Marín y prólogo de Rafael Gumucio.



Hacia lo desconocido



Un libro residual. Así llamó José Donoso a La casa fantasma en la revista Ercilla: "En él se ven los residuos de un anterior y juvenil compromiso literario de Arenas, con el surrealismo, pero que con el andar de los años se ha transformado en idioma propio", opinaba el autor de Coronación, registrando un camino que Arenas echó a andar en los 50: abandonar el surrealismo. "Comprendí que me repetía en textos automáticos, como un burro dando vueltas en la noria", diría.



Según Ernesto Pfeiffer, editor de la antología de Arenas Realidad desalojada (2009), el poeta inició una nueva etapa con Discurso del gran poder (1952), un poema de compleja arquitectura que evitaba los tics surrealistas. Su giro llevaría a Jorge Teillier a incluirlo en la cofradía de los poetas láricos, sobre todo después del libro Ancud, Castro y Achao (1953). En La casa fantasma apenas se oye al exaltado Arenas mandragórico. "Aquella tarde, / todas las tardes dirán aquella tarde. / Todos los besos de amor se repetirán en aquel beso. / Todos los mares se repetirán en este náufrago", escribe solitario.



Muertos sus padres a los 15 años, Arenas (1913-1988) vivió toda su vida con sus tres hermanas. Ni ellas ni él se casaron nunca. El jamás trabajó. En 1938, con 25 años, Arenas puso en acción junto a Teófilo Cid, Enrique Gómez Correa y Jore Cáceres el grupo surrealista La Mandrágora. Discípulos de Vicente Huidobro llamaban a "buscar lo desconocido, penetrar en el misterio, huir de los concursos, de premios literarios, de la lepra y de Neruda".



Bendecidos por André Breton, bajaron el telón oficialmente en 1948, con una exposición con obras de Magritte, Hans Arp y Roberto Matta, entre otros. Pero el golpe que hizo temblar a la literatura chilena lo dieron en 1940: durante un homenaje en la Universidad de Chile a Neruda por su tarea social al gestionar el salvataje de cientos de españoles en el Winnipeg, irrumpe La Mandrágora. Arenas, con su porte de nadador, dice a viva voz: "Este señor no tiene solvencia moral, no ha dado cuenta de dineros de colectas para refugiados españoles". Y luego agarró el discurso del vate y lo rompió en pedazos.



Arenas salió sin un rasguño de la Chile, pero el arrojo le costó caro. Según Germán Marín, por décadas "su sino literario nunca quedó en buen pie". Volodia Teitelboim y Fernando Alegría, entre otros, lo castigarían por años. Este último, anota Marín en su libro Antes de que yo muera, una noche, al final de un día de juerga, le pidió con su mejor tono de patrón de fundo que fuera a la esquina de Merced "a buscar unas putas". Arenas quedó "inmóvil, herido en su dignidad". Luego se echó a llorar. Marín lo supo ahí: Arenas "arrastraba un oscuro resentimiento".



De "irrestricto apoyo al poder", como alguna vez dijo Enrique Lafourcade, Arenas intentó sin frutos acercarse a los gobiernos de Carlos Ibáñez del Campo y Salvador Allende. Vivía de sus hermanas, hacía traducciones del francés, escribía para revistas. Durante la UP escribía en Plan, publicación ligada al Partido Comunista, y era considerado un escritor cercano a la izquierda. Por eso, cuando cruzó a la vereda de la Junta Militar, la escena literaria chilena le quitó el saludo. Después de su poema Chile es así, Gonzalo Rojas escribió: "Dios pronto le dé ese Premio / Nacional a Braulio y el de Estocolmo si es posible / para que acabe de una vez / con su rencor de payaso pobre".



Esperó un par de años, pero llegó: en 1984, Arenas recibió el Premio Nacional de Literatura. Como escribió Lihn, el galardón "que esperó -y desesperó años y años- llegó mal y tarde. ¿Por qué tenía que buscárselo en tales condiciones? (...) Un 11 de septiembre, Arenas se exilió en el colaboracionismo patético, histérico y exagüe".



Tras el premio, Arenas almorzó con los escritores Martín Cerda y Carlos Iturra. Tuvo otro almuerzo con el ministro del Interior, Sergio Onofre Jarpa. Terminaría sus días como jurado de concursos oficialistas, inaugurando estatuas de O'Higgins y Prat en plazas de pueblos perdidos. Nunca trabajó para la dictadura. Dinosaurio Arenas, Braulio Apenas, le decían. Había sido un poeta revolucionario, pero el descrédito cayó sobre él cubriendo una obra misteriosa, sentimentalmente derrotada, de incesante búsqueda y muy rara vez leída.

Saturday, March 17, 2012

MANUSCRITO DE NERUDA A LA VENTA

Libreria Anticuaria Viejo Libro
http://www.elviejolibro.com/

Poema manuscrito por PABLO NERUDA número IV de Cien Sonetos de Amor, 1959

Tamaño: 25cm x 20cm

Hoja lamentablemente en dos. Sin embargo, buen estado.
VALOR: $ 1.700.000 CLP
VALOR EUROS, SOLO EXTRANJERO: 2750

Friday, March 16, 2012

Manuales de autoedición ­ Blog de Bibliotecas y algo más#.T2PaStHCbmw.twitter

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muere Lily Garafulic



LA TERCERA EDICION IMPRESA
viernes 16 de marzo de 2012
A los 97 años muere Lily Garafulic, la mujer fuerte de la escultura chilena
La premio Nacional de Arte 1995 murió ayer en su casa, víctima de un ataque al corazón.

por Estefanía Etcheverría


Lily Garafulic siempre pedía visitar su taller. Aunque llevaba dos años sin crear, la escultora iba a mirar sus obras, piezas de mármol blanco cubiertas de telas blancas que guardaba en su estudio de calle Buenos Aires. Allí la condujo su chofer hace un mes. Sería la última. Garafulic murió ayer a las 12.45 en su residencia del Parque Forestal, rodeada de personal de servicio. Tenía 97 años y hace uno que su estado se había deteriorado rápidamente, lo que derivó en el ataque cardiaco que acabó con su vida, según informó Ernesto Muñoz, curador y amigo de la artista.



La trascendencia de su trabajo fue la preocupación de los últimos años de la escultora. Por eso, centró su labor en material definitivo, como mármol, bronce y piedra. Por eso también pensó qué hacer con sus creaciones. "Todo queda en el vacío, se va borrando. Ante eso reacciono. Me gustaría que en el futuro mi taller se convierta en un lugar donde las personas puedan conocer y comparar mi obra; es decir, seguir imaginando al artista", dijo el 2006 a La Tercera. Mientras, su amigo Ernesto Muñoz cuenta que la voluntad de Garafulic habría sido que su obra quedara en el parque de las esculturas de la U. de Talca. Coordenadas claras para el trabajo de una mujer que geográficamente no las tuvo.



El viaje juega un papel clave en la vida y obra de Garafulic. Partió antes incluso que ella, cuando sus padres se trasladaron desde Croacia hacia Chile huyendo de una plaga que acabó con las cosechas. Ya en Antofagasta, el 14 de mayo de 1914, nació Lily, la menor de nueve hermanos. Cinco años después, la familia se trasladó a Santiago. A los 20 años aprovechó que la educación superior era gratuita, y que por lo tanto no tendría que pedirle nada a sus padres, para matricularse secretamente en la Escuela de Bellas Artes. Ahí fue alumna del pintor Hernán Gazmuri y del escultor Lorenzo Domínguez, quien, según Ernesto Muñoz, no sólo fue su maestro, sino además el gran amor de su vida y, en ese papel, responsable de parte de los viajes que terminaron esculpidos en algunas de sus series.



La historia oficial dice que Garafulic viajó en 1938 a Europa para estudiar, pero la versión de Muñoz es que había acordado juntarse con Domínguez en España, pero la Guerra Civil hizo que finalmente se vieran en París. Ahí conoció la obra del escultor Constantin Brâncusi, que influenciaría su trabajo.



En 1941 deja atrás Europa y el pedestal, porque regresa a Chile y crea una obra que parte del suelo, toda una ruptura. Ruptura también fue la de su maestro, Domínguez, quien dejó la tendencia local de trabajar el molde para esculpir directamente el material, técnica que su discípula siguió toda la vida. Y ruptura también la de su exposición de 1944, porque en medio de los movimientos femeninos y antes de que las chilenas pudieran votar por un presidente, el nombre de Garafulic se inscribió como el de la primera escultora en tener una exposición individual en el país. Ese mismo año ganó una beca Guggenheim para estudiar escultura en EE.UU.



La cúpula de la Basílica de Lourdes de Santiago se rodeó en 1946 de 16 profetas esculpidos por ella. En 1960 viajó a Isla de Pascua junto a Domínguez. De esa experiencia nacería su serie Aku-Aku y el interés por las culturas precolombinas. En 1967, Indira Gandhi, en una visita oficial al país, compra una de sus esculturas. Seis años se hizo cargo de la dirección del Museo de Bellas Artes hasta 1977. En ese cargo creó el laboratorio de restauración, compró obras de artistas como Hernán Gazmuri y realizó el catálogo de la colección. En 1995 recibió el Premio Nacional de Arte, el más importante de la casi veintena que obtuvo en vida.

Una amistad de más de 50 años une a Mario Vargas Llosa y Jorge Edwards



Emol Cultura Viernes 16 de maro de 2012
Vargas Llosa: En Chile la educación no está a la altura de las necesidades
El premio Nobel de Literatura consideró que los problemas que enfrenta nuestro país "son los mismos del primer mundo".
Mario Vargas Llosa y Jorge Edwards, durante el homenaje al escritor chileno. Foto:

SANTIAGO.- Una amistad de más de 50 años une a Mario Vargas Llosa y Jorge Edwards, quienes se conocieron en París en 1962, "cuando él acababa de llegar y escribía su primera novela 'El peso de la noche', mientras yo empezaba 'La casa verde'. Nuestra relación era de yo te leo, tú me lees", explica el Nobel.


El escritor peruano está en nuestro país para participar en la celebración de los 80 años de Edwards.

Vargas Llosa fue consultado sobre los conflictos sociales que se registran en Chile. Al respecto, el autor de "Pantaleón y las visitadoras" consideró que "todos los problemas que tiene Chile son del primer mundo".

En ese marco, añadió, "hay una educación que no está a la altura de las necesidades del siglo XXI. Eso se vive de una manera dramática en rebeliones y una cierta impotencia del Gobierno al adaptar los planes educativos a las demandas de los jóvenes".

Tanto Vargas Llosa como Edwards expresaron en 2009 su apoyo a la candidatura presidencial de Sebastián Piñera, "porque creo que la democracia también es alternancia en el poder", enfatiza el escritor peruano.

Actualmente, el premio Nobel está en plena creación de su próxima novela, "El héroe discreto". Durante el mes de abril planea lanzar un libro de ensayos.

Ambos creadores coinciden en aspectos de su posición política, especialmente en cuanto a la crítica a los regímenes autoritarios de izquierda en el continente americano. Así, Jorge Edwards fue uno de los primeros intelectuales latinoamericanos en criticar el régimen de Fidel Castro en 1971, cuando era el embajador de Chile en Cuba. De esa experiencia nació su libro "Persona non grata", un relato de cómo tuvo que dejar la isla a tres meses de asumir su cargo.

Thursday, March 15, 2012

CEP homenajea a Jorge Edwards por sus 80 años



La amistad de 50 años que trae a Vargas Llosa al homenaje a Edwards

Hoy y mañana el CEP homenajea a Jorge Edwards por sus 80 años.
por Roberto Careaga C.
La Tercera Jueves 15 de marzo de 2012

Enviado por el Presidente Salvador Allende, en 1971 Jorge Edwards llegó a La Habana con la clara misión de restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba de Fidel Castro. Lo que pudo haber sido una tarea sencilla, para Edwards fue la experiencia política más importante de su vida: a los tres meses salía de la isla, prácticamente expulsado por Castro, después de haber enviado a Chile críticos informes sobre los rumbos de la revolución en La Habana. Antes de cualquier otro destino, Edwards aterrizó en la casa de Barcelona de su amigo Mario Vargas Llosa.

Se conocieron en París en 1962, cuando ambos eran dos anónimos aspirantes a escritores. La literatura los hizo amigos, luego los unió la visión política y después de 50 años Edwards y Vargas Llosa aún siguen manteniendo la complicidad. De hecho, sin el autor de Conversación en La Catedral lo que esta tarde sucederá en el Centro de Estudios Públicos quizás no tendría lugar: fue Vargas Llosa quien terminó de apuntalar el homenaje que se le rendirá al autor de El inútil de la familia por sus 80 años.

Planeado inicialmente para el año pasado por el novelista y director del CEP Arturo Fotaine y el poeta Oscar Hahn, el homenaje debió ser pospuesto por problemas de agenda del Nobel peruano y el embajador en Francia. Pero desde ayer, Edwards está en Chile y entre hoy y mañana su obra será revisitada por críticos, ensayistas y escritores. La partida la dará, a 16 horas, el crítico literario mexicano Christopher Domínguez Michael.

También participarán David Gallagher, Sonia Montecinos, Roberto Hozven, Pedro Gandolfo y Bernardo Toro. Vargas Llosa será el encargado de cerrar el seminario, mañana a las 17 horas, con una ponencia titulada Jorge Edwards, testigo de su tiempo. El peruano sabe de lo que habla: siguió de cerca cada paso del autor chileno, partiendo por la elaboración de Persona non grata.

Libros y política

Cuando en 1971 Edwards llegó hasta donde Vargas Llosa desde Cuba, lo primero que hizo fue contárselo todo y le planteó la posibilidad de escribir un libro. Desde París, donde siguió como diplomático al alero de Pablo Neruda, Edwards le reportó sistemáticamente al autor de Los cachorros cómo iba su proyecto. Incluso se lo mostró antes de publicarlo. Cuando apareció Persona non grata, Vargas Llosa fue uno de los primeros en escribir de él en la revista Vuelta, de Octavio Paz.

Los ligaba una complicidad formada en los cafés del Barrio Latino de París, en los 60. La primera vez que se vieron, el peruano hizo una encendida defensa de Tosltoi por sobre Dostoievski. "El joven Vargas Llosa era un lector extraordinario, de memoria privilegiada, que le sacaba el meollo a los libros y pasaba de inmediato a otro tema", recordó Edwards en un ensayo para la revista del CEP.

Comparten lecturas, celebran años nuevos juntos, suelen cenar en el bistró Polydor -un preferido de Joyce-, Vargas Llosa trabaja en La casa verde. Un día aparece en el departamento del peruano una "señora enjuta, que llegaba desde Cuba y hacía comentarios del régimen cubano con cierta irritación no del todo disimulada". Cuando Edwards pregunta quién es, Vargas Llosa le responde: "La mamá del Che Guevara".

Durante las décadas siguientes, encumbrados en el boom latinoamericano, la amistad no decae. En 1999, Vargas Llosa se enfrentó al Nobel español Camilo José Cela en el jurado del Premio Cervantes y termina dando el voto ganador a Edwards. Cuando en 2006 el peruano presentó en Chile su espectáculo teatral La verdad de las mentiras, incluyó especialmente un texto de Edwards. La última vez que unieron fuerzas fue por una causa política: en 2010 Edwards y Vargas Llosa se sumaron a la campaña presidencial de Sebastián Piñera. Hoy vuelve a unirlos lo de siempre, la literatura.

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